Entrevista a Lucy Valverde, viuda de Óscar Avilés
Por Grace Gálvez Núñez, Periodista
El Comercio, 05 de abril de 2018
Al mediodía del 8 de diciembre de 1957, Óscar Avilés y Lucy Valverde unieron sus vidas en matrimonio, en la iglesia Virgen del Pilar de San Isidro. Seis meses antes, el máximo exponente de la guitarra criolla había decidido abandonar para siempre “sus noches chalacas de luna majestuosa” y sentar cabeza, como él mismo lo revelaría en su biografía “Confesiones en tono menor”. Hoy que se cumplen cuatro años del fallecimiento del maestro, doña Lucy Valverde recuerda ese día de fiesta.
—Con 90 años, usted se mantiene muy jovial.
Es que dicen que tengo 90 años, pero el cero no vale nada, así que en realidad tengo 9 años [risas].
—¿Cómo conoció usted a su esposo?
Uno de los socios del Centro Musical Felipe Pinglo, que quedaba en la avenida Abancay, era mi papá Raymundo Valverde Allende, y otro de los socios era mi esposo, allí se conocieron y nació una amistad. Mi papá invitaba a Óscar a casa, a reuniones familiares, y viceversa.
—¿Y cómo fue ese primer encuentro entre ustedes?
Él estaba sentado en una banqueta y yo estaba a su costado, estábamos en una fiesta. Él me quedó mirando con ojos tragones y yo le dije: “No me mires así que no me gusta”. Es que me quería tragar con los ojos [risas]. Su reacción fue pestañear varias veces. Luego conversamos, hicimos una amistad y se encantó conmigo y yo con él, y allí nació nuestra relación. Estuvimos un año entre enamorados y novios, hasta que nos casamos.
—¿Cómo se hace para mantener un matrimonio por 56 años?
Con mucha paciencia. A veces él me levantaba la voz y yo le decía que yo podía levantarla más fuerte, así que se contenía [risas]. Yo le daba gusto en muchas cosas, en la comida, en los postres que le gustaban. Él era medio celofán [risas], pero nos llevá- bamos bien, fuimos felices.
—Usted contó en una entrevista que don Óscar a veces se le perdía por dos días.
¿Eso he contado? [Risas]. Eso sucedía cuando él estaba joven. Nos casamos cuando él tenía 33 años y la vida de él era una vida nocturna, agitada por el trabajo, la popularidad, y había noches en que se quedaba con los amigos. No había mayor problema porque yo le ponía cara seria cuando llegaba y ya se quedaba tranquilito varios días.
—¿Qué es lo que más recuerda de su vida con él?
En 1980 grabamos un comercial juntos para la televisión, de ron Pomalca. [Doña Lucy nos sorprende y comienza a cantar maravillosamente] “Pomalca ron, rubio sol, que me das tu calor, con amor, con verdad de amigo fiel. Pomalca ron, rubio sol, en mi arado o mi red. Rubio sol, rubio ron, Pomalca ron”. El comercial fue muy popular y fue premiado.
—¿Le agrada que sus dos hijos hayan decidido seguir los pasos de su padre?
Me alegra mucho. Mi hijo Óscar toca la guitarra y tiene un conjunto. Mi hija Lucita canta muy bonito y tiene su programa en Radio Nacional. Este programa es la continuación de uno que tenía mi hijo Óscar con su papá, que se llamó “El Óscar del criollismo”. Cuando falleció mi esposo, Radio Nacional decidió continuar ese programa con “Otra vez Avilés”, con Lucy.
—¿Ustedes los formaron para que sean músicos?
No, les nació porque oían a su papá tocar la guitarra y cantar, y a veces cantaba conmigo, yo también echaba mis soniditos. Desde niños nos veían y luego se formaron así. Mis nietos ya se han dedicado a otras cosas; mi nieta está en Lima y mi nieto se encuentra en Panamá, pero los dos aman la música criolla.
—¿Cuándo cantaban juntos?
Teníamos un repertorio de canciones que siempre cantábamos en reuniones familiares, en casa de amigos o cuando lo entrevistaban. [Doña Lucy vuelv e a afinar la voz y entona con mucho sentimiento una de ellas] “¿Por qué no volverás si sabes que muero de angustia? ¿No puedes comprender cuánta ansiedad hay en mi corazón? Estoy desesperado y creo firmemente que si tú no regresas, perderé la razón. He buscado consuelo acariciando mi guitarra, oyendo en cada nota el modular de una nueva canción. Canción que está impregnada de honda melancolía recordando aquel día cuando te vi partir”.
—¿Cómo han sido estos cuatro años sin su esposo?
Lo extraño bastante, pero lo sé sobrellevar porque no hay otra cosa que hacer. Hay que extrañarlo, pero sin sufrir demasiado, pues no hay remedio para su ausencia. —¿Qué era lo que más le gustaba de él? A mí me enamoró su gentileza. Además, él era muy humilde; cuando lo reconocían en la calle y lo paraba la gente, los niños, él se detenía en plena vereda a hablarles, a contestarles sus preguntas. Nunca fue sobrado ni creído a pesar de su popularidad.
—¿Cómo cree que se sentiría don Óscar con la selección de fútbol actual?
Él estaría feliz. A él siempre lo buscaban para entrevistarlo antes de los partidos. Siempre estuvo dándole fuerzas a la selección, los animaba. Él les hizo mucho bien.
—¿Su esposo tuvo todo el reconocimiento que mereció en vida?
Sí, porque todos lo admiraban y lo paraban en la calle. Además, obtuvo todos los reconocimientos tanto del Gobierno Peruano y fuera del país. La última gran premiación que tuvo fue en el 2013, en Washington, en la Casa Blanca.