Fernando Cillóniz
Gobernador de la Región Ica
Lima, 10 de febrero de 2017
Para Lampadia
El tema preferido de los agoreros del clima, es la sequía. Hay quienes dicen que con el calentamiento global habrá escasez de agua para la humanidad. Para estos videntes de desdichas, la agricultura peruana está condenada a una sequía apocalíptica.
El problema es que luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario; los ríos se cargan de bote a bote – inclusive algunos se desbordan – y las carreteras se interrumpen por efecto de los huaicos.
Nada que ver con la sequía. Al contrario, todo son secuelas del exceso de agua. Ciertamente, hay que lamentar los daños causados por las inundaciones y las carreteras interrumpidas. Pero por otro lado, hay que celebrar que los ríos estén llenos, y que las lagunas y los acuíferos se estén rellenando.
Más bien, debemos concentrarnos en mejorar todo lo concerniente al manejo de esta abundante agua que nos provee la naturaleza. Desde las cabezadas de nuestras cuencas – en hermandad con Huancavelica y Ayacucho – hasta las desembocaduras de nuestros ríos en el mar, debemos llevar a cabo lo que se denomina la “Siembra y Cosecha de Agua”.
Arriba, donde más llueve, y a lo largo de todas nuestras cuencas, debemos construir muchos reservorios; pequeños, medianos, y grandes. No importa el tamaño, sino el volumen de agua almacenable por todos los reservorios en conjunto. De eso se trata; de guardar la mayor cantidad de aguas de lluvias posible, para disponer de ellas en los estiajes.
También debemos reforestar y revegetar todas las cabezadas y quebradas. La tala ilegal en los últimos años, han dejado a nuestros cerros pelados, lo cual – ante cualquier lluvia, por más pequeña que sea – deviene en mortíferos huaicos que arrasan con todo lo que encuentran en su camino. La vegetación compuesta de bosques y pastizales se constituiría así en una gigantesca esponja, que retendría el agua de lluvias, y evitaría la erosión de nuestras quebradas.
La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. Y el riego en sí, debe tecnificarse a todo nivel. Hay que instalar aspersores en las planicies y quebradas alto andinas, y goteros en las partes medias y bajas de nuestros valles estupendos.
Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve muy bien para almacenar grandes cantidades de agua. En ese sentido, los acuíferos se rellenan naturalmente; a través flujos de aguas superficiales (ríos, acequias, campos de cultivo, etc.) y artificialmente; a través de procesos de infiltración inducida, tal como se está haciendo en Ica, con resultados muy favorables.
Pero el manejo eficiente del agua implica – también – acciones administrativas innovadoras, tales como las tarifas diferenciadas, o lo que en su momento planteamos como “tomas libres”. ¿Qué significa eso? Pues que en épocas de abundancia – llámese, en las temporadas de lluvias, como ahora – casi no se debe cobrar por el agua. Todas las compuertas deben alzarse para que el agua discurra libremente por todos los cauces y acequias. De allí el nombre de “tomas libres”. Y la decisión a este respecto le corresponde a las Juntas de Usuarios de Agua de Riego.
En cambio, el agua regulada; aquella agua proveniente de reservorios y represas, debe cobrarse a tarifas que cubran los costos de inversión y distribución. De esa forma, promovemos la infiltración de las aguas de avenida, para – precisamente – recargar al máximo los acuíferos, y hacer uso de esas aguas en los estiajes. Y todo ello, sin afectar las finanzas de las Juntas de Usuarios
He ahí lo que el Gobierno Regional de Ica viene haciendo respecto al manejo del agua en la región. No obstante, no podría concluir este artículo si dar gracias a Dios, simplemente porque después de un 2016 realmente seco, ha dispuesto que este año 2017… sea un buen año de agua.