Por: Yohnny Campana, Economista sénior de Macroconsult
Gestión, 30 de diciembre de 2020
El coronavirus ha develado las enormes brechas de acceso a recursos eduacitovs entre los estudiantes del país y ha acentuado las asimetrías en los aprendizajes. Para muchos niños, principalmente del segmento de ingresos bajos y de ámbitos rurales, este ha sido un año perdido.
Los problemas estructurales que enfrentaba el sistema educativo antes de la pandemia son conocidos, pero es inevitable cuestionar el trabajo realizado por el }Estado en el contexto covid 19, que por momentos ha sido defectuoso. Por ejemplo, la educación remota impartida a través de Aprendo en Casa es halagada por su contenido, pero cuestionada por el alcance de su llegada entre estudiantes: casi 50% accede a través de radio o TV y, por lo tanto, solo está expuesto a períodos muy cortos de enseñanza.
Para atender este problema se pensó en la entrega de tablets, pero a inicios de diciembre apenas poco más de 10mil habían sido entregadas. Además, las tablets están dirigidas a estudiantes de 4tp de primaria a 5to de secundaria. Es decir, los estudiantes de inicial y los primeros años de primaria carecen de atención prevista.
Frente a las limitaciones observadas, el Minedu está rediseñando el año escolar de modo que el 2020 y 2021 sean vistos como un proceso continuo. En esta discusión, un punto central está en si las clases del próximo año serán presenciales, remotas o una combinación de ambas. En varios países, incluso con menores brechas de acceso a tecnología digital, el esfuerzo de los Estados se ha orientado a dar continuidad a la educación en aulas. En el Perú, existen posiciones encontradas que lidian con este interés. En una esquina está el temor natural de los maestros frente a riesgos de contagio cuando retornen a clases y el de los padres mismo por sus hijos. Pero en otra esquina está la necesidad de evitar que las brechas de acceso se mantengan y se intensifiquen inequidades de largo plazo. ¿Cómo conciliar ambas posiciones?
Tal vez como sociedad deberíamos darle la misma prioridad al retorno a la presencialidad que le dimos a la reapertura de la economía y adaptarnos para ello. Para esto, los maestros podrían ser uno de los grupos prioritarios para recibir la vacuna. Igualmente, se podrían adaptar medidas en los ambientes escolares para limitar en lo posible los contactos entre estudiantes, establecer horarios alterados entre grados, continuar con la priorización de materias, modificarse el horario escolar de modo que no coincida con las horas pico, entre otros.
Hay numerosas ideas desde diversos lados. En cualquier caso, lo anterior exige reconocer que mantener la modalidad remota actual tendrá consecuencias indeseadas de largo plazo en la desigualdad y la productividad del país.