Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Acaba de publicarse el MMM (Marco Macroeconómico Multianual), probablemente el documento más importante emitido por el gobierno, de la mano de la ley de presupuesto, puesto que ambos marcan el rumbo de nuestra economía. Ambos documentos hablan más fuerte y claro que cualquier mensaje presidencial.
Por un lado, el presupuesto inicial de apertura (PIA) para el 2024, que asciende a S/ 240,806 millones, representa un incremento del 12% respecto al PIA del 2023.
Por otro lado, el mismo, privilegia algunos sectores como educación, con un aumento del 11%, “Planeamiento, gestión y reserva de contingencia”, aumentándolo en 30%, salud, que crece en 9% y deuda pública, que crece en 19% respecto al año 2023. En suma, estas cuatro partidas representan el 55.6% del PIA.
Ciertamente, nadie en su sano juicio puede criticar que la quinta parte de nuestro presupuesto se destine a educación, pero, lamentablemente, esto viene de la mano de las propuestas legislativas de incorporar sin evaluación ni control de calidad, a todos los profesores que se encuentren laborando por tres años consecutivos. Nadie ha propuesto un plan educativo de calidad, con educadores de excelencia y que, efectivamente, esta inversión en educación permita catapultar la calidad educativa del Perú.
Dejando de lado la cuenta de “Planeamiento, gestión y reserva de contingencia”, que supone no necesariamente un gasto inminente, sino una reserva para enfrentar un fenómeno del niño (FEN) muy agresivo, debemos fijarnos en la partida de salud.
Esta partida, que asciende a S/29,500 millones, aumenta casi en automático, pero nadie adopta medidas correctivas, de mejora en la calidad de los servicios, reducción de las pérdidas por corrupción en las compras, control de actividad de los médicos, horas efectivamente trabajadas y citas médicas realizadas, control de asertividad de diagnósticos, calidad y cumplimiento del plan de mantenimiento del equipo médico y de diagnóstico, ni disponibilidad efectiva del equipamiento hospitalario.
Por otro lado, la partida “deuda pública” crece en 19%. Pero si bien es cierto, esto es consecuencia de la subida de las tasas de interés en el mercado global, también lo es del deterioro de la calificación del riesgo soberano del Perú, consecuencia de la inestabilidad política y pérdida de confianza, también lo es del mal destino de nuestro gasto, de tener que financiar y respaldar errores garrafales como el de Petroperú, en el que insistimos. De obras faraónicas paralizadas y prácticamente en abandono y sin vías de solución.
Lo que ningún líder se ha planteado es, “detener la pelota”, trazarse un objetivo, algunas metas realizables y una estrategia para su realización, de la mano de un buen equipo de gestión. El gobierno está siendo “revolcado” por una ola y no sabe si está de cabeza o de pie, mientras, pretende “seguir haciendo cosas”, pero no puede sacar la cabeza del agua para ver adonde está, respirar y decidir hacia dónde debe nadar para llegar a la playa. Entre tanto, la corrupción los gana y no pueden identificar a los corruptos, ni detener sus acciones. Las ineficiencias los lleva a “hacer agua” por todos lados, pero no hay control de daños, pues no saben dónde están las fugas. Hay burocracia que multiplica tareas que no crean valor o lo destruyen, pero nadie toma las medidas correctivas. A eso se le llama estar inmerso en “una laboriosa ociosidad” y por eso, todos quieren aumentar el gasto, pero nadie controla la eficacia de las acciones, ni el valor real de sus resultados para la nación.
Mientras tanto, el MMM, aun siendo optimista en términos de crecimiento del PBI, muestra una recaudación fiscal cercana al 15.5% del PBI para este y el próximo año, cosa que no es necesariamente correcta. Cuando vemos la tendencia negativa de los últimos tiempos y tenemos clara la menor tasa de crecimiento de este año, se evidencia una menor recaudación fiscal 2023 y regularización del impuesto a la renta en marzo 2024. Los números no cuadran y es claro que enfrentaremos un mayor déficit fiscal, si efectivamente ejecutamos ese mayor PIA 2024.
Es en este punto en que empezamos a apreciar, que el Estado no está haciendo nada para asegurarnos una mayor recaudación futura para seguir atendiendo sectores sociales prioritarios y atender los compromisos financieros adquiridos. Y parece mentira, pero siempre los fiscalistas miran al lado de cómo aumentar las tasas de impuestos, cómo ser “más creativos” para exprimir a los principales contribuyentes de siempre, con interpretaciones cada vez más alucinadas de la legislación tributaria, pero nunca, jamás, se plantean de qué manera pueden contribuir a que el tamaño de nuestra actividad económica sea mayor y que, como consecuencia, las empresas puedan aportar más impuestos.
El Estado no está viendo qué hacer, para que los sectores que más impactan en la economía, crezcan y aporten más. Esta falta de inversión, es por falta de confianza en el Perú, y en la relación con las comunidades. En estas circunstancias, el gobierno debe dar una señal clara de compromiso con el sector minero. Si el presupuesto asignado es una señal del interés del Estado por la minería, al que le ha asignado S/256 millones (0.1% del presupuesto nacional), última prioridad después de haberlo reducido en 30% respecto al 2023. ¿Debemos entender que el MINEM no se involucrará en el trabajo comunidades-empresa-estado, que les corresponde para desarrollar nuevos proyectos? ¿Debe quedarnos claro que ni siquiera la menor inversión en exploraciones les preocupa?
¿Cómo esperan reactivar la economía, hablando “con Punche”? Lampadia