El Comercio, 15 de marzo de 2016
Ciertos personajes de nuestra política están abiertamente comprometidos con desbarrancar las elecciones generales.
Un pequeño pero poderoso lobby de personalidades que, de participar como candidatos, estarían electoralmente representados en las encuestas en la casilla de ‘otros’ están abiertamente comprometidos con desbarrancar las elecciones generales. Es decir, están promoviendo un golpe de Estado.
La justificación de este cenáculo de “sabios” –que hace poco firmó un pronunciamiento intimidatorio contra el JNE– para desconocer el proceso es que la ley que las autoridades electorales están obligadas a aplicar los ha dejado sin candidato. Sus intereses, si cabe, los encarnaba un vientre de alquiler que, a falta de algo mejor, lideraba Julio Guzmán, tachado legal y constitucionalmente del proceso por no cumplir con los requisitos mínimos –léase de fachada– para participar en la contienda.
Pero la verdadera razón es la que todos sabemos. Porque está claro que para esta camarilla reaccionaria de mandarines que está moviendo cielo y tierra para que las elecciones no se realicen el 10 de abril, el asunto es que si no existe posibilidad de que alguien le gane a Keiko Fujimori en las urnas, las elecciones no van. Así, siguiendo con el talante elitista, antidemocrático y antipopular que los caracteriza, la “licencia social” para que el proceso electoral sea legítimo la otorgan o la quitan ellos desde alguna biblioteca de Madrid, alguna galería de arte en Nueva York o, los menos afortunados, algún huarique limeño.
Esta majadería es inaceptable en un Estado de derecho porque constituye un veto evidente y escandaloso a una candidatura que, habiendo cumplido con todos los mandatos que la ley y la Constitución establecen, pretende ser proscrita desbarrancando las elecciones, simplemente porque “nadie le puede ganar a Keiko”.
La encuesta de Ipsos publicada el domingo para El Comercio demuestra, sin embargo, lo contrario. En efecto, lo primero que habría que decir es que el electorado parece no haberse hecho el menor problema con la eliminación de la contienda del vientre de alquiler en el que habían puesto todos los huevos los que hoy buscan el golpe. Y la falacia por la cual un quinto del electorado iba a quedarse sin candidato y sin opción ha sido desvirtuada por los hechos.
Así, el mito de que Guzmán era el único que le podía ganar a Keiko Fujimori en una segunda vuelta ha quedado expuesto. Keiko perdería con PPK (39% contra 40%), casi empataría con Barnechea (42% contra 40%), mientras que Verónika Mendoza le respiraría en la nuca (38% contra 43%).
Es decir, queda clarísimo que cualquier candidato mencionado tiene contundentes posibilidades de ganarle a Keiko en la segunda vuelta y de pasar con ella al balotaje. Es obvio que a quienes menos les conviene deslegitimar hoy el proceso electoral es a estos postulantes que, sumados a Keiko, representan más del 80% de los votantes.
La realidad les ha dado a los golpistas un soplamocos en la cara, por lo que este contubernio de facciosos contra la democracia y el proceso electoral tiene los días contados.