Por: Eddy Reyes Torres, Diario “El Nacional” de Venezuela, GDA
El Comercio, 17 de marzo de 2019
Si alguien quiere informarse acerca de los antecedentes del desastre eléctrico que arrancó el jueves 7 de marzo y cuyos efectos todavía se hacen sentir al día de hoy en Venezuela, no tiene más que leer el documento que elaboró la Comisión Eléctrica del Colegio de Ingenieros de Venezuela (“Crisis en el sistema eléctrico nacional”), que se hizo público en el 2016. Ahí leemos señalamientos como los que registramos a continuación.
Para el momento en el que Hugo Chávez asumió la presidencia en 1999, Venezuela tenía uno de los sectores eléctricos más desarrollados de América Latina. Entonces contábamos con un moderno parque de generación hidroeléctrica y térmica, una red de transmisión de alta tecnología y otra de distribución que abarcaba al 96% de la población y a casi todo el territorio nacional. En esa industria eléctrica participaban el Estado y el sector privado nacional.
¿Qué hizo que todo cambiara? Las razones fueron múltiples y acá solo destacaremos cuatro de ellas. La primera fue el predominio de lo político sobre lo técnico y lo económico. Al igual que ocurrió con nuestra industria petrolera, se inició un proceso de desplazamiento de los altos niveles gerenciales y técnicos, que fueron sustituidos por fi guras vinculadas al gobierno, sin la preparación ni la experiencia necesarias.
La segunda causa del cambio fue la centralización de la industria. El gobierno procedió a crear una entidad única (Corpoelec) para atender todo el servicio eléctrico, que absorbió las tareas que realizaban 14 empresas estatales, mixtas y privadas, distribuidas por todo el país. De esa manera, el proceso de toma de decisiones se concentró en Caracas y las diferentes regiones perdieron su capacidad de respuesta rápida a los requerimientos de sus usuarios.
En pocas palabras, la centralización generó retardos en las tareas operativas y de mantenimiento.
La tercera razón fue la insuficiencia de ingresos. Las tarifas cobradas por las políticas populistas de Chávez no permitían cubrir los gastos que generaba la prestación del servicio.
Y la cuarta fue el abandono de los planes de mediano y largo plazo que la industria eléctrica tenía y que se sustituyeron por decisiones improvisadas. Eso generó un grave desfase entre la demanda y la oferta del servicio, lo que condujo al deterioro de todo el sistema eléctrico.
De los anteriores polvos viene el lodo de hoy. De modo que los recientes señalamientos de Nicolás Maduro de culpabilizar a Estados Unidos por supuestos ataques cibernéticos al cerebro de distribución de Corpoelec, no son más que el producto de su fantasía desbocada.
No hay que olvidar que la primera “emergencia eléctrica” del país arrancó el 21 de diciembre del 2009. El propio Chávez firmó ese día un decreto reconociendo la situación. Y en mayo del 2011, luego de que el país experimentara dos apagones nacionales, el gobierno puso en práctica un plan de racionamiento “temporal” y reconoció que el sistema eléctrico enfrentaba dificultades.
El problema se mantuvo con variada intensidad a lo largo de toda su gestión y continuó durante el gobierno de Maduro. Ahora detentamos el desgraciado honor de ser el país que ha sufrido la paralización eléctrica más grande de América.
Glosado y editado