Por: Rolando Arellano
El Comercio, 6 de abril de 2020
Hasta hoy, la crisis que vivimos nos trae, al menos, tres aprendizajes ligados a previsión, solidaridad y generación de bienestar. Ellos deberían influir en nuestro comportamiento futuro.
El primero, previsión, pues muchos miembros de nuestra nueva clase media deben haber aprendido que sus ingresos del día a día, con los que construyen sus casas, crecen sus negocios y hacen estudiar a sus hijos, los ponen en situación de precariedad potencial. Que su problema no es ser pobres, pues corrientemente pueden vivir de manera cómoda, sino su falta de ahorros líquidos, o de relación con el sistema formal, para afrontar cortes de ingresos. Esperamos también que el sector financiero haya aprendido que debe comprender mejor y adaptarse a las necesidades de este inmenso grupo de ciudadanos, muy diferentes a los de otros países.
El segundo aprendizaje es el de nuestra creciente solidaridad, que como lo muestra una encuesta de Datum del 24 de marzo, es puesta como una virtud peruana solo por debajo de ser trabajadores. Y sorprende más ver la respuesta de muchos empresarios, pequeños medianos y grandes, ante esta situación. Nunca se vio, como hoy, que talleristas, puestos de menú, industriales y empresas de todo tamaño donen cientos de millones de soles en alimentos, medicamentos y servicios para los más vulnerables (www.perusiempre.com). Esperamos que esa solidaridad quede como característica permanente de nuestros empresarios, y también que, al ver su actitud positiva, los ciudadanos no solo critiquemos a los que se portan mal, sino igualmente reconozcamos a la inmensa mayoría que aporta más allá de sus obligaciones.
Y el tercer gran aprendizaje es ver cuánto le ha servido al Perú tener el sistema económico que algunos llaman “neoliberal”. Más allá de clichés, lo cierto es que al facilitar que millones de familias generen su propio bienestar y salgan de la pobreza, permitió que estén más fuertes y preparadas para crisis como la sanitaria de hoy. Y que las reservas generadas con los impuestos al consumo y a la minería, agroindustria, manufactura y servicios dieron capacidad al Gobierno para repartir ayuda a quien la necesite. Quizás haya sistemas mejores y sin duda este es perfectible, pero nos ha ayudado más que los populistas como en Venezuela, o más paternalistas como en algunas naciones europeas. Ojalá los gobernantes vean que lo que hoy gastan casi sin restricciones, y los ciudadanos aprueban, es el ahorro de todos los peruanos. Y que por ello su obligación en el futuro próximo es generar las condiciones para que este ahorro vuelva a crecer y nos proteja de nuevas catástrofes.
Que tengan una semana con mucho optimismo.
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