Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Hace poco, León Trahtemberg publicó su artículo: “Otra vez la imagen de alumno = soldado”. En él argumenta que los integrantes y líderes de Sendero Luminoso y el MRTA cursaron IPM (Instrucción Premilitar), “cantaban el himno y participaban en formaciones escolares”. Y resalta, que “eso no moldeó su identidad nacional, su disciplina cívica, ni su vocación patriótica y democrática”.
A contramano, podría decirle que en los colegios a todos les enseñan matemáticas, pero son muy pocos los que terminan dedicándose a la ingeniería, ciencia y tecnología. En cambio, la mayoría se inclina al derecho, sociología, pedagogía y comunicaciones. ¿Qué pasó? Pues aquí tenemos un sofisma tan grande como el planteado en el artículo del “alumno = soldado”.
A cambio, plantea que el Estado debería cumplir con eliminar colas y trámites, dar beneficios de salud y educación, entre otros y que, de esa manera, se dispararía el amor a la patria y el orgullo de ser peruanos.
No cabe la menor duda que el Estado no está cumpliendo su rol, ni ocupándose de las tareas fundamentales, razón de su existencia, y que debe remediar urgentemente. Pero eso no es óbice para que no se inculque la disciplina en la sociedad.
Lo que no menciona, es que nuestra sociedad está enferma, que los padres no educan a los hijos desde el hogar, tal como ocurría en el pasado. Que la mayoría de profesores de colegio, salvo honrosas excepciones, ya no son los personajes cultos, educados y con valores que solíamos tener y merecían el calificativo de Maestros. Aquellos que complementaban la educación del hogar, transmitiendo y fortaleciendo valores, haciéndonos hombres de bien e instruyéndonos en ciencias, lenguaje e historia. Por supuesto, en toda sociedad hay desviados y de ahí salieron los terroristas, acogidos por los progresistas.
Recuerdo con nostalgia educadores escolares, que enseñaban en universidades, autores de libros de los cursos que dictaban y que tenían la autoridad suficiente para impartir disciplina, absolutamente respetada y apoyada por los padres de familia. Hoy, en cambio, tenemos profesores incapaces de aprobar exámenes de lenguaje y matemáticas de nivel escolar, muchos relacionados al MOVADEF CONARE, veamos si no al impresentable expresidente Castillo o sus ministros Gallardo y Serna, o la manada que está en el Congreso. O preguntémonos por qué reemplazaron prematuramente a Cadillo.
¿Qué ejemplo de valores cívicos pueden inculcar a los alumnos, los profesores de hoy?
¿Por qué no permiten que profesionales de la medicina, ingeniería, artes, economía y militares enseñen? [Esta ha sido una de las reformas del gobierno argentino].
Garantizo que cualquiera de ellos tendrá mejor preparación académica para enseñar matemáticas, lenguaje y materias de sus profesiones. No sólo eso, sino que estarán menos politizados y, su presencia en los colegios, nos permitiría enterarnos de cuál es la información o adoctrinamiento que se está dando en ellos. No podemos dejar a nuestra niñez y juventud, en manos de “profesores” que no están preparados y que, además, tienen conexión con MOVADEF CONARE, sin ninguna vigilancia.
La pobre visión del instructor premilitar, haciendo formar y marchar, dista mucho de la formación en disciplina que nuestra sociedad requiere y no tiene.
Civismo es: no arrojar cáscaras de plátano por la ventana de los ómnibus, ceder el asiento, respetar a los adultos y niños, manejar un vocabulario adecuado y observar un comportamiento correcto, respeto a los padres, profesores y autoridades, conocer sus deberes ciudadanos y comprender cuál será su rol futuro en la sociedad.
Cuando uno observa la educación en valores en Japón, Singapur, Corea del Sur, entre otros países asiáticos, puede apreciar la razón de la madurez y desarrollo de esos países. Lamentablemente, los países europeos y Norteamérica, con sus corrientes “progresistas”, están dejando de ser paradigmas a seguir y, me temo, que ese “progresismo” es el que lidera el pensamiento de muchos educadores. No obstante, me queda la sensación de que, la reacción adversa de Trahtemberg, responde al concepto de “alumno = soldado” proveniente de la educación escolar en Israel y su preparación para el ejército que, ciertamente, no es lo que se desea para el Perú.
Estoy seguro que, si no hubiésemos abandonado la educación en manos de los representantes del magisterio, tendríamos mejores ciudadanos y mejores profesionales, capaces de ocuparse responsablemente de las tareas del Estado, de construir adecuadas carreteras, puentes, acueductos, plantas de tratamiento de agua potable y residuales, colegios y hospitales y, conducirlos responsable y adecuadamente, mejores médicos y más comprometidos con sus pacientes. Tendríamos menos actividad económica ilegal e informal y no habría tanta tolerancia a la corrupción.
Por su lado, si el gobierno central, los regionales y locales, al igual que el congreso y el sistema judicial, no tuvieran esa costra de corruptos, de la que parece imposible de salir, no estaríamos discutiendo este asunto y tendríamos ciudadanos satisfechos con los servicios recibidos del Estado.
Busquemos formas de trabajar juntos en incorporar principios, valores y rescatar la educación en el Perú. No cabe la menor duda que debemos brindar todos los servicios al ciudadano, pero ¿qué es primero, el huevo o la gallina? Con profesionales honestos y calificados en el Estado, lo hubiéramos logrado. No seamos criticones cuando se propone alternativas de solución, lo otro es, no hacer nada y esperar “que caiga maná del cielo”. Lampadia