Por: Rosario Bazán
Fundadora y CEO de Danper y miembro de Es Hoy
Gestión, 26 de abril del 2024
Existen 2 millones de estudiantes en entornos rurales, en escuelas dispersas a lo largo de nuestro territorio, sin servicios básicos”.
Hace un mes inició, desapercibido, el año escolar para las escuelas públicas. A la fecha, lejos de analizar las condiciones de infraestructura de las escuelas, la cantidad de maestros o la idoneidad del material educativo, los reflectores se han colocado sobre los recientes escándalos políticos. Por ello, es preciso elevar nuestra voz y tomar acción para contribuir a solucionar, desde donde nos corresponde, la penosa e inaceptable realidad de la educación en el país.
Y si se trata de quienes estudian en las zonas más alejadas, la situación es más crítica. Existen 2 millones de estudiantes en entornos rurales, en escuelas dispersas a lo largo de nuestro territorio, sin servicios básicos, alejadas de las ciudades principales, algunas de ellas a más de 5,000 msnm, donde dos de cada tres locales educativos públicos rurales se encuentran en riesgo de colapso. Pero, ¿quién habla de ellos? Nuevamente, no se entiende, ni menos se prioriza y soluciona lo que no se ve y lo que no nos afecta directamente.
El Estado, en las últimas décadas, ha demostrado que solo no puede resolver los problemas de la educación rural, por eso es gratificante ver cómo el sector privado está tomando acciones concretas que complementan su labor. Una de estas iniciativas, nacida en el seno del movimiento de líderes empresariales EsHoy, es Ruralia, un programa de aceleración de primer nivel, en el que participan ocho organizaciones de la sociedad civil que están contribuyendo a transformar la educación rural, fortaleciendo sus capacidades para multiplicar su impacto.
La selección de estas ocho organizaciones es el resultado de un proceso previo, que ha evidenciado un poderoso y vibrante ecosistema de casi 150 intervenciones de la sociedad civil que trabajan por la educación rural en todas las regiones del país. Ellos son los verdaderos protagonistas en el trabajo diario de llevar el poder de la educación a los estudiantes de las zonas más alejadas de nuestro país. Nosotros, desde el sector privado, somos un impulsor y acelerador de ese proceso.
Nuestro país jamás será capaz de romper el círculo vicioso de la pobreza si no cierra la brecha educativa, y ésta nunca estará saldada si no incluye a la educación rural. La persistencia de brechas en educación impide el progreso y el desarrollo sostenible de nuestro país, y no siempre somos conscientes que estas brechas son un terreno fértil para el surgimiento de la violencia y un riesgo para la democracia y paz social de nuestro país, en el presente y en el futuro.
Más aún, cuando nos encontramos en un contexto en el que, por intereses políticos, se toman decisiones que agudizan las brechas educativas y condenan a nuestros alumnos de escuelas públicas al retroceso, como ha sido la incorporación de docentes sin evaluación o desaprobados a la Carrera Pública Magisterial.
La educación es un aspecto crucial para nuestro crecimiento inclusivo, y no podemos dejarlo únicamente en manos del Estado que, si bien cumple un rol fundamental, este es insuficiente. El sector privado tiene un rol clave que ejercer y, a través de nuestras empresas y de las organizaciones empresariales de las que somos parte, tenemos la oportunidad de aportar a la mejora de temas muchas veces invisibilizados, como la educación rural.
Exijámonos desde donde nos toca actuar, para contribuir a resolver la problemática que impacta negativamente la educación en las zonas más alejadas del país, porque solamente así vamos a poder lograr el desarrollo sostenible que tanto anhelamos para nuestro país.