Por: Ngaire Woods, Decana de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Oxford
El Comercio, 27 de febrero de 2019
El Comercio, 27 de febrero de 2019
Varios cambios radicales han barrido el mundo desde que Gran Bretaña decidiera dejar la Unión Europea (UE). Ninguno de ellos habría sido fácil de prever en el 2016, pero su surgimiento hace que evitar un ‘brexit’ sin acuerdo se convierta en un asunto urgente para el Reino Unido.
En particular, tres cambios han generado un ambiente más hostil. Primero, el sistema global basado en reglas se ha debilitado seriamente. Segundo, China ya no parece tan buen socio para el Reino Unido. Y en tercer lugar, las plataformas tecnológicas han hecho que la democracia en Gran Bretaña –y en otros países– sea cada vez más vulnerable a la interferencia extranjera.
En junio del 2016, el Reino Unido podía fiarse de múltiples acuerdos comerciales, de seguridad y diplomáticos que, con el apoyo de Estados Unidos, ofrecían una alternativa a la UE. En el frente comercial, la administración Obama estaba comprometida a usar los procesos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en lugar de imponer sanciones unilateralmente.
Las elecciones presidenciales estadounidenses del 2016 cambiaron radicalmente las opciones del Reino Unido. Bajo el gobierno de Trump, Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear con Irán, ha impuesto sanciones comerciales unilaterales (también a sus aliados) y ha anunciado su intención de salirse del acuerdo climático de París. Trump ha proclamado su disposición a romper acuerdos comerciales existentes y está socavando la OMC al rehusarse a nombrar jueces para sus entes de resolución de disputas. Y, sin consultar a sus aliados, ha anunciado la retirada de tropas de Afganistán y Siria.
Este nuevo Estados Unidos desestabiliza las alianzas, normas e instituciones mundiales de las que el Reino Unido dependerá incluso más si abandona la UE sin acuerdo. Tiene intereses económicos y de seguridad en todo el mundo, pero no puede hacer ni imponer reglas por sí mismo. Sin Estados Unidos, el Reino Unido necesita amigos potentes y afines con los que poder colaborar. Sus vecinos de la UE son los candidatos más obvios.
Un segundo cambio es la relación del Reino Unido con China. En la época del referéndum del ‘brexit’, China parecía un nuevo socio prometedor. La publicitada visita de cuatro días del presidente Xi Jinping al Reino Unido en el 2015 se consideró un gran éxito tras la firma de acuerdos comerciales y de inversión equivalentes a unos US$52,1 mil millones.
Hoy la relación es mucho menos reluciente. China está inquieta por su guerra comercial con EE.UU., un menor crecimiento económico, los crecientes retos para desplegar su ambiciosa iniciativa Belt and Road, y los problemas mundiales que enfrenta el gigante de las telecomunicaciones Huawei. Si el Reino Unido no es parte del mercado único o la unión aduanera de la UE, su prioridad para China sería mucho menor.
Cuando el Reino Unido abandone la UE, se verá obligado a negociar con los chinos por sí solo, sin apoyarse en Alemania, que tiene vínculos comerciales bilaterales mucho más sólidos. Peor todavía, si el ‘brexit’ es sin acuerdo, necesitará urgentemente firmar tratados comerciales con otros países. Probablemente reciba fuertes presiones para abrir áreas de infraestructura críticas como la energía o las telecomunicaciones a un mayor nivel de inversiones chinas, en los términos que plantee China. En un mundo cada vez más definido por el enfrentamiento entre EE.UU. y China, al Reino Unido le conviene mucho más hacer frente común con sus vecinos de la UE.
Finalmente, en el 2016 pocos sospechaban que Rusia y otras potencias estaban influyendo de manera encubierta en la política británica a través de las redes sociales.
Ahora sabemos que Rusia utilizó cuentas falsas de Twitter para tuitear #RazonesParaDejarUE, incluso el mismo día del referéndum. Sin embargo, detener esa interferencia no es fácil. Tras la infiltración de las elecciones estadounidenses del 2016, la Cámara de Representantes de EE.UU. documentó más de 3.000 anuncios de Facebook adquiridos por la Agencia de Estudios de Internet de Rusia. Facebook se comprometió a abordar el asunto, pero las autoridades estadounidenses han informado que la interferencia rusa continuó en las elecciones del 2018.
Para el Reino Unido es incluso más difícil tomar medidas defensivas porque las grandes compañías de redes sociales no tienen su sede allí.
La UE ofrece las mejores defensas para la democracia británica. Fue la presión de la UE lo que impulsó a Google a publicar reglas de transparencia antes de las elecciones al Parlamento europeo, que obligarán a los anunciantes a demostrar que son ciudadanos de la UE o entidades con sede en Europa. La Fuerza de Trabajo East StratCom de la UE está colaborando para contrarrestar campañas de desinformación procedentes de Rusia y otros actores. Y un código de conducta para empresas tecnológicas las ha impulsado a eliminar más rápido el lenguaje de odio ilegal.
Dejar la UE sería un reto de gran envergadura para el Reino Unido. Pero los grandes cambios mundiales ocurridos desde el 2016 han convertido el ‘brexit’ sin acuerdo en un prospecto incluso más riesgoso. En un mundo hostil, el Reino Unido necesita más que nunca a sus vecinos europeos.
Traducido por David Meléndez Tormen.
–Glosado y editado–