Por: Ismael Benavides
Expreso, 8 de setiembre del 2023
Una definición simple de la inflación es “un alza generalizada de precios y una pérdida del poder adquisitivo del dinero,” es lo que sentimos todos los días los peruanos en nuestro bolsillo. Pero el alza de los precios en una economía de mercado, no es como pretende hacer creer la izquierda, producto de las manipulaciones de precios de las grandes empresas o maniobras de los especuladores que abusan del sufrido consumidor, si no son normalmente causadas por laxas políticas monetarias y/o fiscales que llevan a cabo los políticos, que seguramente antes de ser elegidos prometen reducir precios, pero una vez elegidos hacen todo lo opuesto sin importarles el bolsillo de sus electores.
También al ser una economía abierta al mundo y dependiente de varios productos importados como petróleo y algunos alimentos básicos estamos sujetos a shocks de oferta por alzas de precios internacionales o los impactos de El Niño que trae caídas de producción como el fruto de moda, el limón sutil, o los productos afectados por la sequía en el sur. Sin embargo, el Perú ha podido manejar los shocks de oferta en períodos cortos como ocurrió en el 2008, el 2014 y recientemente en el 2022, que los precios suben y caen en menos de un año.
Entre el año 2000 y el 2020, el Perú tuvo la inflación más baja de la región latinoamericana, que osciló entre 2.2% anual y un máximo de 4.2% durante el gobierno de Humala, y esto se logró gracias a la independencia constitucional del Banco Central de Reserva y su manejo autónomo de la política monetaria que tiene como principal objetivo mantener una inflación baja con el método de “inflation targeting”, que ha sido exitosa en proteger el poder adquisitivo y el bienestar de los peruanos. La baja inflación permitió a los peruanos, mejorar sus ingresos y sus niveles de vida, ayudando a sacar a millones de la pobreza y dando mayor predictibilidad a los agentes económicos para realizar sus inversiones y actividades productivas.
La izquierda latinoamericana que profesa que va a controlar los precios a través del estado y no del mercado, hace todo lo contrario, infla el gasto público y el aparato estatal, sube impuestos que sólo generan pobreza y corrupción, y mantiene políticas monetarias laxas a través de Bancos Centrales sojuzgados que emiten dinero sin respaldo para “financiar” al estado. Los resultados están a la vista, los países más ricos de la región en el pasado, Venezuela con porcentajes millonarios de inflación, hoy tiene 90% de pobreza y Argentina otrora un país de clases medias, hoy con 40% de pobreza. En resumen, la izquierda y el socialismo son por ineptitud o por diseño, fábricas de pobres.
En el Perú de Castillo y Perú Libre, pese a los esfuerzos del BCR, la inflación en el 2021 fue de 6.4% anual, y en el 2022, 8.5%, y a la fecha en el 2023 vamos en 3.3% para llegar a fin de año probablemente entre el 4.5% y 5% anuales. Duro golpe para los peruanos, casi 20% en tres años. El culpable no es el BCR, sino el gobierno de Castillo y Perú Libre que hicieron todo para subir la inflación, aumentaron el gasto público corriente e ineficiente, generando un déficit combinado 2021-2022 de S/45 mil millones, mucho del cual se fue a la corrupción. Los retiros de las AFP sumaron S/. 80 mil millones a la oferta monetaria y el Congreso también hizo su parte en el descalabro. Finalmente, las alzas inconsultas del salario mínimo también contribuyeron a la inflación, como lo hizo la desastrosa “política agraria” de Castillo que llevó a la caída de la producción de alimentos cuyas alzas de precio hoy sufrimos. La tarea de bajar la inflación requiere hoy una labor concertada del BCR y un MEF responsable con el gasto público.