Por: César Campos Rodríguez
Expreso, 27 de agosto del 2023
Esta semana el gobierno deberá aprobar y hacer pública una propuesta técnica que determina el aumento de la Remuneración Mínima Vital (RMV). Según lo anunció el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Fernando Varela. Dicha iniciativa será sometida al revitalizado Consejo Nacional del Trabajo (CNT) a fin de que obtenga consenso entre las partes sindical y empresarial.
El anuncio calza bien para una minoría que mantiene atrapada la agenda laboral en un paradigma ajeno a la poderosa dinámica de los agentes económicos informales y es propiciada por quienes pretenden compararse con los núcleos sindicalizados de economías libres, pero muy bien reguladas en el plano fiscal.
El mercado laboral peruano es distinto. El piso remunerativo solo concierne a quienes componen la producción de bienes y servicios formales. Aun sin ese piso reajustado, los ingresos promedio de los trabajadores de Lima Metropolitana han registrado un incremento nominal superior al 13 % en los primeros siete meses de 2023, superando incluso el aumento de la inflación (cerca al 8 %) y traduciendo un alza de 5 % en la capacidad adquisitiva del salario promedio. Esto lo sostiene José Carlos Saavedra, socio y economista principal de Apoyo Consultoría en un buen artículo publicado ayer (“La paradoja peruana: mejora de ingresos laborales en tiempos de turbulencia”, El Comercio, 26/08).
Sin embargo, Saavedra hace notar que ese incremento se debe al impulso del sector informal. El panorama recesivo que padecemos, con ejes múltiples de eyección, relativiza el ritmo de crecimiento del salario formal. Voces atendibles como la del ex presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, Ricardo Márquez, se preguntan si dicho panorama aconseja la oportunidad de subir la RMV.
Me sumo a quienes plantean una perspectiva diferente del futuro laboral. Incluyo al ministro Varela, el mismo que anticipó al iniciar su gestión la lucha contra la informalidad laboral, la cual supera el 70 % de la PEA. “Si logramos vencer esa brecha, podremos hablar de trabajo decente y protección social”, señaló textualmente.
Otro ángulo es asumir como principio la flexibilización de los contratos laborales, en un ciclo donde la movilidad del mercado de trabajo va haciendo carne entre empleados conscientes del valor de la acumulación de conocimiento y especialización. Valor ciertamente compartido en su costo con los empleadores, los cuales disminuyen la codicia para evitar desprenderse del recurso humano creativo, productivo y eficiente.
Por último, está la creciente revolución tecnológica donde los servicios start up y aplicaciones digitales al conjunto del ciclo de producción, genera una novedosa masa autoempleable que habrá de crecer sin denuedo a lo largo del siglo XXI, con riesgos que obviamente deberán observarse al milímetro.
No hagamos escarnio ni tampoco elogios al reajuste de la RMV. Nuestros retos en cuanto a empleo son mucho mayores a ese gramo de arena en el diseño del porvenir laboral del país.