Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
De un tiempo a esta parte, los conductores de varias instituciones del Estado, se vienen arrogando el poder y la propiedad absoluta de las instituciones que les han sido entregadas en administración.
En esa línea toman decisiones arbitrarias y hasta abusiva, desconocen el ordenamiento legal, funcional y administrativo del Estado. Es como si ante una invasión extraterrestre, estas malas autoridades, tomaran posesión de sus encargos institucionales y se apertrechan para conducirlas con propósitos subalternos.
Peor aún, el resto de la sociedad, y especialmente la mayoría de medios de comunicación, si no defienden estas apropiaciones ilícitas, se ponen de costado.
Veamos algunos deplorables ejemplos:
Poder Judicial
La Primera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima, ha ordenado reponer a Inés Tello y Aldo Vásquez como miembros titulares de la Junta Nacional de Justicia.
Contradiciendo la decisión del Congreso, que los inhabilitó por 10 años para ejercer la función pública. Esto a pesar de lo establecido por el Tribunal Constitucional, en el sentido de que los jueces no pueden entrometerse en las facultades exclusivas y excluyentes del Congreso.
Alcaldes
Una buena parte de los alcaldes, en Lima y en las regiones, se han convertido en una suerte de dictadorzuelos, que toman decisiones arbitrarias, ilegales y abusivas contra sus ‘súbditos’, los ciudadanos y empresas que están llamados a proteger.
Cierran caprichosamente todo tipo de locales, ¿buscando arreglos mafiosos? Extienden absurdamente la resolución de los procesos administrativos, como las autorizaciones para mostrar los letreros de nuevos emprendimientos, que se deben pasar meses tapados por plásticos sucios.
Sunedu
Haciendo gala de la filosofía con que fue creada, reglamentarista, intervencionista, y restrictiva de la libertad y de la competencia, nos acaba de regalar otro dislate.
Un despropósito en tres actos:
Primer Acto
Sunedu prohíbe clases 100% virtual en universidades a partir del período académico 2024.
Segundo Acto
PCM ordena a Sunedu permitir clases 100% virtuales en universidades.
Limitar el derecho de las personas e incumplir con el marco regulatorio. Estas son las razones por las que la PCM ordenó a la Sunedu derogar la medida que prohíbe las clases 100% virtuales en las universidades a partir del periodo académico 2024.
Tercer Acto
Sunedu rechaza «injerencia» de PCM y anuncia que mantendrá prohibición de clases 100% virtuales en universidades (pregrado).
¿Qué quieren? ¿Que los ciudadanos sigan su ejemplo? ¿Que, como la corrupta exalcaldesa Villarán, invadan la propiedad pública?
Esta peligrosa anomia y anarquía institucional puede percolar en el conjunto de la sociedad. ¿A quién vamos a llamar para enderezar entuertos?
Ya es suficiente. Hay que castigar a los jueces de la sala constitucional, a los alcaldes abusivos, enjuiciar por desacato a los miembros de la JNJ que interpusieron una cautelar, y destituir al directorio del Sunedu. Pongamos orden ¡YA!!!
Líneas abajo compartimos el análisis de la Fundación para el Progreso de Chile sobre la enseñanza virtual.
¿Solución o problema?
El absentismo universitario
Fundación para el Progreso – Chile
Pablo Paniagua y Nicolás Ferrari
Publicada en El Mostrador
20.03.2024
Glosado por Lampadia
En la actualidad, el declive en la asistencia presencial a las universidades entre los estudiantes universitarios se ha convertido en un fenómeno relevante y ampliamente debatido.
Múltiples factores influyen en esta tendencia que va más allá de la simple conveniencia personal: desde la creciente preferencia por la flexibilidad de los horarios hasta la comodidad y familiaridad del entorno de estudio en casa. De esta forma, varios elementos económicos, sociales y tecnológicos contribuyen a la renuncia de los universitarios a acudir físicamente a las aulas. Además, en el contexto de un mundo pospandemia mundial, donde el aprendizaje remoto se convirtió en la norma, la seguridad y la adaptabilidad son consideraciones fundamentales que impulsan esta transformación en la educación superior.
Todo esto se debe a varios factores interrelacionados: en primer lugar, la tecnología ha transformado la forma en que accedemos al conocimiento. Con la proliferación de recursos en línea y plataformas de aprendizaje digital, los estudiantes encuentran conveniente y flexible estudiar desde cualquier lugar con conexión a internet. Además, la pandemia de COVID-19 aceleró la adopción de la educación a distancia. Muchos estudiantes se han adaptado a las clases virtuales y valoran la comodidad de aprender desde casa sin la necesidad de desplazarse.
Por otro lado, el costo económico y logístico de asistir a la universidad presencialmente también influye.
Asimismo, la universidad presencial a menudo impone rigidez en los horarios y limita la capacidad de los estudiantes para trabajar o participar en otras actividades extracurriculares. Por lo que la preferencia de los estudiantes por la educación universitaria en línea o virtual se debe, en parte, a la conveniencia, la flexibilidad, los costos y la adaptación a las nuevas tecnologías.
De esta manera, cabe preguntarse: con todos estos datos a la mano, ¿por qué las universidades no han sabido afrontar esta realidad?
¿Qué sentido tiene asistir cinco días a la semana a cinco o seis clases impartidas presencialmente, cuando estas podrían reducir a una a la semana su presencialidad y el resto proseguirlas telemáticamente? Probablemente muchos jóvenes de escasos recursos y jóvenes que necesitan trabajar para mantener a sus familias se verían muy beneficiados con un modelo híbrido, pero las universidades parecieran no pensar en aquellas personas que sufren mayores costos económicos y sociales en el aprendizaje.
El alumnado se da cuenta de la potencial inutilidad que es asistir a clases cuando se tiene ya a disposición materiales telemáticos como los apuntes, presentaciones, videos, lecturas, etc., que los profesores luego dictan (o incluso repiten) en clase, haciendo gastar tiempo adicional al estudiantado, que podría ya haber accedido a ese contenido por su cuenta, ahorrando tiempo. Entonces, los estudiantes, al no querer desaprovechar su tiempo y como las posibilidades que la universidad ofrece son pocas debido a su inadaptación, simplemente no asisten, generando un absentismo forzado que se podría haber evitado con instrumentos digitales.
En conclusión, es imperativo que las universidades abracen el cambio y se adapten a las demandas del siglo XXI y al cambio en el estilo de vida de jóvenes que desean movilizarse y trabajar. Esto implica un enfoque más flexible e híbrido, con un aumento en las clases telemáticas y una reducción de las presenciales, reconociendo la preferencia del estudiantado.
Es hora de que las instituciones eduquen sin paternalismo y con miras al futuro: que estén acordes con la realidad que se impone a pesar de los diferentes puntos de vista que existen en esta materia. Lampadia