¿Para qué sirve el economista si no puede ver el futuro? Yo, por ejemplo, me siento inútil cada vez que me preguntan si sería mejor ahorrar en soles o en dólares. Para no perder la certificación profesional, entonces, todo economista debe someterse periódicamente al examen de las golondrinas.
La pregunta para cada golondrina es “¿anuncias verano?”. Hoy ensayamos una respuesta en relación con tres golondrinas que son motores de la economía: la producción, el bono celestial y el bono de la estabilidad monetaria.
Golondrina uno: La producción. Se comenta con frecuencia que dependemos demasiado de las actividades primarias, especialmente de la minería, y que nuestra economía se irá al tacho apenas termine el ciclo actual de buenos precios de esos productos. Efectivamente, las señales externas preocupan. Continúa la crisis en Europa y Japón, China empieza a desacelerarse, y ha bajado la cotización del oro. También preocupa la impotencia del Estado ante las tácticas del terrorismo blando que busca impedir la inversión minera y de infraestructura. Pero, por otro lado, se exagera el peso de las actividades primarias. Según el BCR, estas representan solo el 15% de la producción nacional, y su crecimiento ha sido menor al de las actividades industriales, comerciales y de servicios. La economía peruana es más diversificada de lo que se cree, y la diversidad crece al galope.
Golondrina dos: El precio de los terrenos. Durante la última década, la gran mayoría de los peruanos nos hemos beneficiado no solo del éxito empresarial, sino además de un bono celestial: la revalorización de nuestras casas y terrenos. Ocho de diez peruanos tenemos casa propia, y de los otros dos, muchos son dueños de tierras agrícolas. Si el valor de esas propiedades representaba antes un año de ingreso laboral, y si su precio se ha doblado desde el 2003, o sea, con un aumento anual de 7%, significa que esa mayor riqueza “propietaria” es igual a la mayor riqueza generada a lo largo de diez años de esfuerzo productivo. Por cada sol de mayor producción, hemos recibido un sol adicional del cielo inmobiliario. En realidad, lo que llegó del cielo fue más, porque el valor de los inmuebles típicamente excede un año de ingresos, y porque el aumento de precios ha sido más del 100%. Ese dividendo celestial ha servido de motor al dinamismo económico nacional. Pero, en cuanto al futuro, el experto en macroeconomía Elmer Cuba ha opinado que las causas de ese factor de impulso “ya están asimilados”. Comparto su opinión, y creo probable que el aumento futuro de los precios inmobiliarios será modesto, por lo que el crecimiento no seguirá contando con la ayuda de ese bono celestial.
Golondrina tres: El crédito. Otra ayudita que ha impulsado el crecimiento, y que también se acaba, ha sido el extraordinario aumento del crédito. Ese impulso, creo, tampoco se repetirá, porque fue efecto de la estabilización monetaria, que a su vez generó un fuerte aumento en el ahorro financiero.
La evidencia de las golondrinas no es alarmante, pero sí indica que no podemos esperar que el futuro sea una simple repetición del pasado.