Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Aprovecho el aclare de Gerardo Varela y Axel Kaiser al político igualitario chileno, Agustín Squella, que padece de la misma distorsión analítica que buena parte de nuestra clase política y del clero peruano, que cree que acariciando el corazón de un feligrés se puede curar a toda una sociedad.
Squella dice que ‘no es sostenible ni justa una sociedad en que cada uno «deba rascarse con sus propias uñas».
Varela le responde: tampoco lo es una sociedad en que cada uno debe dedicar obligatoriamente todas sus uñas a rascar al resto.
Kaiser le dice que: la redistribución violenta que hace el Estado con los recursos de terceras personas es una «solidaridad» que constituye una perversión orwelliana.
El Estado no hace solidaridad, “Pensar lo contrario es caer en la trampa socialista que atribuye al Estado cualidades éticas exclusivas de individuos libres, lo cual inevitablemente conduce a justificar su creciente expansión y agresión sobre la libertad y propiedad de los ciudadanos”.
Lamentablemente, en nuestras sociedades se ha predicado una solidaridad ‘ex corpus’ al sustituirse y proyectarse la solidaridad del individuo hacia la acción del Estado.
Una solidaridad hipócrita, que asume que el Estado crea riqueza, cuando lo único que hace es capturar parte de la riqueza de los ciudadanos.
Debemos exigir que lo que el Estado captura de la sociedad, sea usado de la manera mas efectiva y técnica posible, especialmente en la inversión social.
Para mi está muy claro que no podemos ser impasibles ante la pobreza extrema, pero está absolutamente probado que la mejor política social sostenible, es el crecimiento de la economía y la libertad para crear emprendimientos, que traen consigo la generación de empleos.
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Solidaridad mal entendida
Fundación para el Progreso – Chile
Publicado en El Mercurio 30.01.24
Gerardo Varela
Señor Director:
Don Agustín Squella [jurista, periodista, filósofo y político chileno de tendencia liberal igualitaria] opina que no es sostenible ni justa una sociedad en que cada uno «deba rascarse con sus propias uñas». Tiene razón, como tampoco lo es una sociedad en que cada uno debe dedicar obligatoriamente todas sus uñas a rascar al resto.
Pero no estamos hablando de esos casos extremos y abstractos, sino que de una ‘solidaridad’ concreta en materia previsional. Esta está cubierta hoy por el pilar solidario y la PGU [Pensión Garantizada Universal].
El proyecto del Gobierno solo busca incrementar el poder de la política para hacer solidaridad con plata ajena y para politizar la administración de fondos de pensiones que hoy se administran con criterios económicos robustos.
Sistemas de reparto «solidarios» tuvimos en Chile y terminaron quebrados. La historia de Chile es elocuente en demostrar que no hay nada menos solidario que políticos administrando fondos de pensiones.
Con tasas de natalidad negativa como las que tenemos, ningún sistema de reparto es sostenible en el tiempo y solo representa hoy un robo intergeneracional que no tiene nada de solidario.
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Solidaridad pervertida
Fundación para el Progreso – Chile
Publicado en El Mercurio, 31.01.24
Axel Kaiser
Señor Director:
La solidaridad es un acto espontáneo del espíritu humano, una virtud que refleja parte de lo más noble que somos capaces de exhibir.
Por definición, es siempre voluntaria, pues deriva de nuestro encuentro y conexión con el destino de un otro que requiere de ayuda.
Hablar de que la redistribución violenta que hace el Estado con los recursos de terceras personas es una «solidaridad» que constituye una perversión orwelliana del concepto al punto en que este pasa a significar totalmente lo contrario a su sentido original.
Ni en pensiones, ni en ningún área, el aparato burocrático estatal, que funciona sobre la base de la coacción, puede exhibir solidaridad.
Pensar lo contrario es caer en la trampa socialista que atribuye al Estado cualidades éticas exclusivas de individuos libres, lo cual inevitablemente conduce a justificar su creciente expansión y agresión sobre la libertad y propiedad de los ciudadanos.
Lampadia
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