Fernando Rospigliosi
CONTROVERSIAS
Para Lampadia
La verdadera historia del pollo la contó el filósofo Bertrand Russell hace muchos años y es la siguiente: érase una vez un pollo muy feliz, al que el granjero alimentaba todos los días para que engordara. El pollo estaba contento. Los otros animales de la granja le advertían, “vas a morir, el granjero solo está cebándote”.
El pollo no hacía caso, si el granjero le daba comida y le contaba historias agradables ¿por qué iba a desconfiar? Al final, las cosas cambiaron, el hombre que le daba de comer “le torció el cuello” y lo vendió en el mercado, dice Russell. (“Los problemas de la filosofía”).
Yascha Mounk, que es el que nos recuerda esta historia, interpreta que Russell quería prevenirnos del error de hacer predicciones simplistas. Si no entendemos que ha hecho que las cosas ocurrieran en el pasado, “no podemos suponer que seguirán ocurriendo en el futuro.
Igual que el pollo no previó que su mundo podía venirse abajo un día, también nosotros podríamos estar ciegos a los cambios que estén por venir. Si queremos hacernos una hipótesis más o menos fundada sobre el futuro de la democracia, debemos hacernos la pregunta del pollo. ¿Acaso la causa de la estabilidad pasada de la democracia radicaba en unas condiciones que ya no están presentes?”. (“El pueblo contra la democracia”).
En el Perú de hoy, hay muchos pollos desprevenidos que siguen creyendo que la situación que existió en décadas anteriores se mantiene ahora, a pesar de las múltiples evidencias de que eso no es cierto. Y el granjero, la corrupta camarilla comunista en el gobierno, sólo está esperando el momento propicio para torcerle el cuello a lo queda de democracia.
El equilibrio de poderes, fundamental para la subsistencia de la democracia, es hoy un recuerdo lejano. El Congreso, integrado por una alta proporción de parlamentarios corruptos, comprados por la organización criminal, no es un contrapeso eficaz al gobierno. En cualquier otra circunstancia ya habría vacado al delincuente que ocupa Palacio, contra el cuál existen pruebas abrumadoras presentadas por la fiscalía.
Esto no empezó hoy día. El Lagarto disolvió inconstitucionalmente el Congreso, apoyado por la coalición vizcarrista, integrada por la mafia caviar, medios de comunicación, estudios de abogados y con la complacencia -cuando no respaldo abierto- de grandes grupos empresariales.
También esa coalición impuso “reformas” en los sistemas de justicia y político diseñadas por comisiones integradas por caviares, cambios que han sido desastrosos para la institucionalidad democrática y que han sido hábilmente aprovechados por la pandilla que hoy ocupa el gobierno. Una de ellas, la no reelección de congresistas, que explica en parte lo que está sucediendo ahora.
La corrupta camarilla comunista es inmune también a mecanismos usuales de la democracia. Les importa un comino la opinión pública, el escándalo y las denuncias fiscales.
Violan la ley sistemáticamente, despidiendo ilegalmente a funcionarios y nombrando a otros incapacitados para el cargo. Y cuando un organismo judicial les enmienda la plana -como en el caso del Procurador General- hacen caso omiso a las decisiones (hasta el momento de escribir estas líneas).
El individuo que ocupa Palacio destruye pruebas, oculta a prófugos, miente con descaro, obstruye la justicia -es decir, comete más delitos-, a vista y paciencia de todo el mundo, y no pasa nada. La razón es simple, los mecanismos de la democracia ya no operan, y ellos no son demócratas, solo utilizan el sistema para destruirlo, como lo han dicho innumerables veces.
Mientras tanto, muchas personas siguen actuando como si la realidad no hubiera cambiado y pretenden frenar las tropelías de la corrupta gavilla comunista con mecanismos de una democracia fallida, que no funcionan frente a quienes solo usan la fuerza y la corrupción para imponerse.
Lo mismo ocurrió en su momento en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde los confiados pollos no previeron que su mundo podía venirse abajo un día.
Se requieren soluciones radicales para reencauzar la democracia. Lampadia
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