La inversión en exploración minera en el Perú se redujo el año pasado 24%, pasando de US$ 1,000 millones en el 2012 a US$ 760 millones al cierre del 2013. Este es un fenómeno mundial, según un estudio de SNL-Metals Economics Group, ya que los montos invertidos en la exploración de nuevos yacimientos ascendieron a US$ 15,200 millones en el 2013, frente a los US$ 21,500 millones del año 2012 (una caída global de 29%).
El informe da cuenta que en este contexto de contracción mundial, el Perú es uno de los países más perjudicados, ya que desde el año 2009 viene reduciendo sistemáticamente su capacidad de atraer nuevas inversiones para exploración en minería. Precisamente, en el año 2009 el Perú logró ocupar la tercera posición en el ranking mundial de inversión en exploración, mientras que en el 2013 fue desplazado al séptimo lugar.
Estos niveles de inversión contrastan con nuestro potencial, como puede verse en el siguiente cuadro:
Varios son los factores que explican esta tendencia en el mundo. Las fluctuaciones de los precios internacionales de los minerales (con tendencia a la baja) ajustaron los gastos en exploración de las principales firmas mundiales. Además, el mercado internacional ha sido muy selectivo para otorgar financiamiento a emprendimientos de alto riesgo, como la exploración minera. En el caso peruano, además de la menor propensión a invertir de los grupos mineros internacionales, hemos sufrido el embate de una campaña anti-minera por parte de grupos radicales que han obstaculizado sistemáticamente el desarrollo del sector. Lamentablemente, el gobierno peruano, especialmente a través de su primer gabinete, presidido por Salomón Lerner Ghitis, desencaminó el manejo gubernamental en el caso de Conga, suspendió la actividad minera en Apurímac y deseducó a la población, dejando consentir que la minería contaminaba, competía por el agua y era reemplazable por otros sectores económicos.
A pesar de este panorama poco alentador vivido el año pasado, un reciente sondeo realizado por Reuters entre firmas canadienses reveló que más de la mitad de las empresas mineras de la Bolsa de Toronto consideraron que era “muy probable” que busquen financiamiento en los próximos 12 meses para nuevos proyectos, mientras que el 90% percibía como “algo probable” la ejecución de nuevas inversiones. Esto sería una señal de que el flujo de capitales volvería con fuerza próximamente al sector, en una nueva ola de inversiones que no deberíamos desaprovechar.
En Lampadia hemos remarcado que aún nos encontramos lejos de llegar a nuestro potencial productivo, habida cuenta de los años perdidos en los 60, 70 y 80, cuando la economía estuvo prácticamente cerrada a la inversión privada en minería, agricultura, pesca y madera. Con una cartera de inversión de más de US$ 28 mil millones solo en exploración minera, es evidente que tenemos todo a nuestro favor para seguir incrementando nuestro volumen de producción de minerales y aprovechar la ola de inversión en exploración que podría volver a presentarse.
Precisamente esta semana se está llevando a cabo la convención de exploración minera más grande del mundo en Toronto, Canadá. Se trata del Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC, por sus siglas en inglés), en la que el Perú ha sido nominado como el primer país minero auspiciador, y está participando con una delegación de más de 500 delegados para promocionar toda la riqueza geológica de nuestro país.
Según el IPE (Instituto Peruano de Economía), si desarrolláramos nuestra cartera de proyectos mineros, que suma US$ 59,500 millones -muchos de los cuales se encuentran paralizados-, se generarían 2.37 millones de empleos estables, el PBI crecería adicionalmente en US$ 44 mil millones, las exportaciones en más de US$ 30 mil millones anuales y los ingresos fiscales en S/.25 mil millones cada año.
Si los peruanos fuéramos capaces de reconocer los aportes de la minería en generación de empleo de calidad, en transferencia de tecnología, en generación de producción industrial peruana, en los múltiples encadenamientos que tiene con otros sectores, en generación de divisas y en aportar importantes recursos fiscales; mediando por supuesto, los mejores estándares ambientales y sociales; en vez de tener movimientos anti-mineros, debieran proliferar las marchas pro-minería y el apoyo abierto de la población, a lo que puede ser una de sus palancas más efectivas de desarrollo. Lampadia