Últimamente se han producido importantes concesiones de proyectos de infraestructura, tales como la Línea 2 del Metro de Lima, el aeropuerto de Chinchero y el puerto de Pisco. Si bien este dinamismo plantea un escenario optimista, no debemos olvidar la necesidad de planear mejor y a más largo plazo el desarrollo de la infraestructura, tal como ocurre en las mejores prácticas internacionales.
Australia cuenta con el Plan de Infraestructura 2011-2021, que primordialmente (i) identifica los factores conductores de la demanda en infraestructura (tales como la composición demográfica) y monitorea constantemente su evolución; ofrece estrategias para desarrollar la infraestructura en todos los sectores de la economía, así como la planeación urbana de las ciudades, y plantea cómo se repartirán las tareas de manera sectorial para la coordinación y acción a nivel multisectorial. Colombia cuenta con el Departamento Nacional de Planeación, organismo técnico asesor del presidente de la República, que coordina la formulación y ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, así como hace el seguimiento y evaluación de sus resultados. Los temas consideran un punto de vista intersectorial e incluyen las políticas para el desarrollo de una infraestructura ordenada y de calidad.
En el Perú no han faltado planes en el ámbito de los servicios públicos; sin embargo, han sido principalmente sectoriales, con lo que no se han aprovechado las sinergias intersectoriales. Así, por ejemplo, las obras en la carretera Paita-Yurimaguas no estuvieron coordinadas con el puerto de Yurimaguas (el que recién ha empezado su construcción), y tampoco se trabajaron simultáneamente los proyectos de energía eléctrica indispensables en la zona de selva para maximizar los beneficios de las nuevas infraestructuras. A partir de las experiencias señaladas, se hace indispensable de las autoridades un compromiso formal y práctico con el desarrollo de la infraestructura. Un par de medidas concretas en esta dirección son la construcción de la institucionalidad de la infraestructura, que contemple la coordinación intersectorial e intergubernamental; y la elaboración de un plan nacional de infraestructura con un horizonte mínimo de 10 años, que incluya proyectos, plazos y priorizaciones, y que sea evaluado periódicamente.