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¿Luchar contra China o buscar la paz?

Después de lo de Hong Kong, ¿es posible confiar en un acuerdo con China?

Por: Yingtai Lung
El Comercio, 19 de Abril del 2023

“El miedo al conflicto con China está minando la tolerancia, el civismo y nuestra confianza en la sociedad democrática que hemos construido con tanto esfuerzo”.

Un amigo en Taipéi, la capital de Taiwán, escribió recientemente un apasionado post en Facebook en el que instaba a los jóvenes taiwaneses a prepararse para la guerra con China. La única manera de responder a las amenazas chinas de apoderarse de la isla era, según él, con la fuerza; cualquier otra cosa era un engaño. A pesar de sus 60 años, prometió tomar las armas si era necesario.

Este se ha convertido en un sentimiento preocupantemente común en Taiwán. Le envié un mensaje privado para decirle que la fuerza debería ser solo una parte de la estrategia de Taiwán, que nuestros políticos y otras figuras públicas deberían mostrar verdadero coraje tendiendo la mano a China para desescalar el conflicto de alguna manera. “No capitules”, me respondió. Ese intercambio, que enfrenta a dos amigos, es emblemático del daño que China ya está infligiendo en Taiwán sin que se haya disparado un solo tiro.

Acusar a alguien de ser un traidor o, por el contrario, de avivar la tensión por ser peligrosamente antichino se ha convertido en la norma. El miedo al conflicto con China está minando la tolerancia, el civismo y nuestra confianza en la sociedad democrática que hemos construido con tanto esfuerzo. Esta división y desconfianza juegan a favor de China.

Durante un almuerzo en el que participaron militares y estrategas, un ex alto cargo de Defensa retirado afirmó que China podría simplemente bloquear Taiwán, que solo dispone de gas natural para ocho días, cortar los cables submarinos de telecomunicaciones o estrangularnos económicamente cortando el comercio. Alrededor del 40% de las exportaciones de Taiwán van hacia China o Hong Kong. China, dijo, podría tomar la isla sin recurrir a la acción militar.

Nada de esto es completamente nuevo para Taiwán. Llevamos más de 70 años viviendo a la sombra de China, lo que nos ha moldeado. Aunque éramos isleños, muchos en mi generación nunca aprendimos a nadar, porque de niños nos daba miedo la playa. Los soldados las patrullaban a menudo, portando fusiles con bayonetas relucientes, y las islas cercanas a la costa china estaban fuertemente minadas. Se nos advertía que los hombres rana comunistas podían nadar hasta la orilla con la cara pintada de camuflaje y cuchillos entre los dientes.

Estamos orgullosos de la vibrante democracia y el éxito económico que hemos construido a pesar de estas condiciones. Hemos demostrado que la democracia puede funcionar en la cultura china. Esta mezcla de ansiedad, orgullo y perseverancia es la esencia del carácter de Taiwán y algo que a menudo pasa por alto un mundo que tiende a vernos como un peón en la rivalidad de China con Estados Unidos. También somos de carne y hueso.

Nuestro carácter quizá se ejemplifique mejor lejos del ruido político de Taipéi, en las zonas rurales agrícolas y las aldeas pesqueras, donde la gente es propensa a reírse, a regalar generosamente sus productos y a invitar espontáneamente a cenar. Incluso aquí las opiniones sobre China difieren, pero hay un denominador común de realismo que, espero por el bien de todos, prevalezca a largo plazo. No es que la gente común crea que resistirse a China es inútil, sino que Taiwán siempre estará dentro de la inmensa atracción gravitatoria de China y que el pragmatismo, incluso un acuerdo con China, podría ser preferible a la guerra.

Taiwán celebrará unas elecciones presidenciales cruciales en enero, y la cuestión de enfrentar a China o buscar una conciliación tendrá importantes implicancias en los próximos meses. Si gana el Kuomintang, la tensión con China podría disminuir; si el Partido Democrático Progresivo conserva el poder, quién sabe.

Uno de mis vecinos dice que, de todos modos, no importará, pues Estados Unidos y China deciden nuestro destino.

–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times




Los objetivos de Lula en China

Eduardo Ponce Vivanco
Ex Vicecanciller y ex Embajador en Brasil
Para Lampadia

La ambiciosa visita de Estado del presidente Lula a China, cuidadosamente calculada para que coincida con la visita del Canciller de Rusia a Brasilia (que se extendió a Cuba, Venezuela y Nicaragua) inauguran una estrategia geopolítica y económica brasileña de alcances que trascienden largamente los ámbitos bilaterales por el impacto regional y global que seguramente tendrá, con especial incidencia en Sudamérica y América Latina en su conjunto.

Con calculada – y casi irónica – prudencia, Lula se tomó el trabajo de visitar la Casa Blanca en los primeros días de su gobierno (quiso dejar constancia fotográfica del intercambio de sonrisas cordiales con Biden) para desplegar después su verdadera estrategia: apostar por la gran China del imperturbable Xi Jinping.

Más allá del intercambio comercial y las inversiones chinas en Brasil, el equipaje de Lula incluía gratas sorpresas para sus anfitriones, especialmente concentradas en la instrumentación de los casi olvidados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) reforzada con un banco propio para ellos y una CEO de confianza total para él: Dilma Rousseff, su sucesora en la presidencia brasileña y afiliada al mismo Partido de los Trabajadores (PT).

En esta panoplia de iniciativas, llamaba la atención una idea destinada a Putin, el agresor de Ucrania: un llamado fervoroso al Presidente Zelenski para que consienta en la usurpación territorial de Crimea en favor de Rusia como muestra de su disposición a cerrar un acuerdo que termine con la guerra; un acuerdo de paz a ser copropiciado por la China de Xi Jing Pin, a quien hizo otra propuesta atractiva: que las transacciones comerciales sino-brasileñas se hagan  con las monedas de ambos países para poner en evidencia que el dólar norteamericano puede ser erradicado como medio de pago en el comercio internacional.

Como si la comunidad internacional ignorara la invasión rusa, y sus ataques y bombardeos a pueblos y ciudades ucranianas, Lula pretendió que la guerra fue generada también por el gobierno de Kiev que, por tanto, sería corresponsable de ponerle fin negociando un acuerdo de paz.

Esa es la visión que inspira las propuestas que expuso ante un Xi Jing Ping probablemente asombrado de la interesada ingenuidad de su colega brasileño, empeñado en comprometerlo a propiciar una cruzada internacional que cambie de raíz los parámetros de una realidad que todos conocemos, por más que nos disguste o nos indigne.

Lula aprovechó su periplo internacional para mencionar UNASUR con el claro propósito de resucitar ese olvidado y deshabitado organismo, sin recordar  que sus últimos Presidentes Pro Témpore (por lo menos en el papel) fueron Bolsonaro y Evo Morales. El Perú debe poner atención a esas travesuras de futuro incierto y peligroso, exigiendo que se respeten las lecciones aprendidas de esa desventurada experiencia regional.

Nuestra relación económica y política con China es pragmática y sólida. Es el primer destino de nuestras exportaciones seguido por los EEUU y la Unión Europea. Sus inversiones en el Perú son crecientes y tan importantes como la minera Las Bambas y el mega puerto que se construye en Chancay, que servirá también a muchos vecinos sudamericanos. La logística y el comercio no deben cruzarse con ideologías lesivas al interés nacional. Lampadia




Ion Hashoa

Uri Landman
Para Lampadia

Esta semana se conmemoró en Israel “Ion Hashoa” o el Día del Recuerdo del Holocausto. Este día, 27 del mes de Nissan en el calendario hebrero (17 de abril) es feriado nacional en Israel y se recuerda a las víctimas del Holocausto y la valentía de los sobrevivientes.

Recién en el año 2005, las Naciones Unidas instituyeron el día 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Se escogió esta fecha, ya que el 27 de enero del año 1945 las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio más grande del régimen nazi, Auschwitz-Birkenau en Polonia.

El 30 de enero de 1933, el presidente alemán Hindenburg, nombró canciller a Adolf Hitler, el líder de Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, más conocido como el Partido Nazi. Poco tiempo después, al morir Hindenburg en agosto de 1934, Hitler se declara “Führer” o “líder” de Alemania, tomando el control absoluto de las instituciones políticas de Alemania convirtiéndose en dictador.

Me tomaría libros enteros describir y explicar las políticas en contra de los judíos que implementó Hitler desde su llegada al poder hasta su muerte en 1945, por lo que me enfocaré solamente en la política de estado que tomaron los asesinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, conocida como la Solución Final de la Cuestión Judía.

En Julio de 1941, el mariscal Herman Göring, le encarga a Reinhard Heydrich, comandante de la Oficina Central de Seguridad del Reich preparar un plan para la “solución final del problema judío”. Pocos meses después, el 20 de enero de 1942, se celebró la Conferencia de Wannsee en donde participaron los principales funcionarios del régimen Nazi.

Se fijó como una política de estado, el exterminio en masa de todos los judíos de los territorios ocupados por los nazis. Si bien los asesinatos en masa en contra de los judíos ya habían comenzado con la invasión alemana a la Unión Soviética, todavía no se había planeado el exterminio a escala industrial de la judeidad europea.

“La solución final” consistió en la deportación masiva de cientos de miles de judíos, vaciando comunidades enteras de los países europeos bajo el dominio de los nazis y trasladarlos en condiciones infrahumanas a campos de concentración y exterminio. En los primeros, eran obligados a realizar trabajos forzados, con una paupérrima alimentación, sin medidas de higiene, ni ningún tipo de cuidado médico. Miles de personas murieron en estos campos por enfermedad y hambre.

En los campos de exterminio como Belzec, Sobibor y Treblinka, los judíos eran conducidos directamente de los trenes a las cámaras de gas, donde eran asfixiados utilizando el gas Zyklon B.

El tristemente recordado Auschwitz-Bierkenau fue el campo de concentración-exterminio más grande construido por los nazis. Desde enero de 1942, las SS empezaron a asesinar a los judíos en una granja reformada para tal fin. Sin embargo, con la llegada masiva de más judíos, se ordenó construir 4 cámaras de gases con sus respectivos crematorios. Las empresas alemanas encargadas de su construcción, terminaron las obras entre marzo y junio de 1943. La invasión alemana a Hungría significó la deportación de más de 400,000 judíos húngaros a Auschwitz. En determinados días fueron asesinados más de 24,000 personas al día, muchas de las cuales fueron quemadas en hogueras al aire libre ante la incapacidad de los crematorios para “procesar” a tanta gente.

Según los datos de Yad Vashem, la institución oficial israelí constituida para el estudio y el recuerdo a las víctimas del Holocausto, en Auschwitz-Birnkenau, fueron asesinados en las cámaras de gases, aproximadamente un 1.4 millones de judíos, la gran mayoría mujeres y niños. También hay que mencionar que miles de polacos, gitanos, prisioneros de guerra, comunistas y disidentes del régimen nazi, fueron asesinados en este campo de exterminio.

A pesar de las pruebas históricas, de la evidencia física encontrada por los aliados después de la Segunda Guerra Mundial, de los documentos nazis hallados  en los que se detallada el exterminio de millones de personas, de los Juicios de Nuremberg (donde la cúpula Nazi fue juzgada por estos crímenes), todavía existe un grupo reducido de personas que niegan la existencia del Holocausto o se esfuerzan por relativizarlo al decir que “millones de personas murieron a consecuencia de la guerra y que los judíos fueron un grupo más”.

Sabemos que no es cierto. El exterminio sistematizado de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, fue una política de estado, elaborada y perfectamente ejecutada por los nazis. Es nuestra obligación honrar a las víctimas, pero más importante todavía, recordar y enseñar a las generaciones venideras lo que sucedió para que nunca más se vuelva a repetir.

Cuando el General Dwigth Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, llegó al campo de concentración de Buchenwald en 1945, vio de primera mano los horrores cometidos por los nazis, quiso que el mundo lo supiera. Envió un cable al secretario de Estado norteamericano, George Marshall, pidiendo traer miembros del Congreso y periodistas a los campos de concentración recién liberados, para que pudieran llevar la horrible verdad de las atrocidades nazis al pueblo americano.

Eisenhower ordenó que todos los pobladores alemanes que vivían cerca de los campos de concentración, recorran dichos lugares para ser testigos del infierno que se vivió en ellos. Eisenhower decía que el mundo tenía que ver con sus propios ojos lo que pasó, ya que, si él lo contaba, nadie le creería.  

El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla. Lampadia




Zelenski denuncia a las “bestias” rusas

Por: Volodimir Zelenski
Diario Correo, 13 de Abril del 2023

Diversas instituciones y autoridades internacionales se han pronunciado tras la difusión de un video en donde se ve a un soldado ucraniano ser decapitado por supuestos militares de las fuerzas rusas. En el video, que dura 1 minuto y 40 segundos, se ve a un hombre con ropa de camuflaje y el rostro tapado cortándole el cuello a otro vestido de uniforme, tendido en el suelo y gritando “¡Esto duele!”.

Al cabo de unos segundos, los gritos cesan y se escucha a un hombre detrás de la cámara incitando en ruso al verdugo a “cortarle la cabeza”. Éste termina la decapitación con un cuchillo y al final, enseña la cabeza a la cámara.

“Hay que meterla en una bolsa y enviársela al comandante”, dice una voz, en ruso. La cámara también enfoca el chaleco de la víctima, que lleva el tridente del escudo ucraniano y una calavera.

Ante ello, el servicio ucraniano de seguridad abrió una investigación sobre el posible crimen de guerra. “Encontraremos a estos monstruos (…) Serán castigados”, aseguró su responsable, Vassyl Maliuk.

REACCIONES. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se pronunció a través de un video de Instagram y condenó el incidente.

“¡Con qué facilidad matan estas bestias! Este video de la ejecución de un prisionero de guerra ucraniano, el mundo debe verlo. Este es un video de Rusia tal y como es”, dijo Zelenski.

Asimismo, la misión para los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania afirmó estar “horrorizada” por el video, y asegura que “este no es un incidente aislado”. La Comisión Europea dijo que carece de información sobre la veracidad del video, pero el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, dijo que está “mortificado por el vídeo atroz”.

Por su parte, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo que “para empezar, hay que comprobar la veracidad de las imágenes”




Aumenta los ingresos y disminuye la pobreza

Bjorn Lomborg
Presidente del Copenhagen Consensus Center
elcomercio.pe
11 de abril de 2023
Glosado por Lampadia

“Un mayor comercio mundial resulta ser una de las formas más sorprendentes de ofrecer mejores vidas e ingresos”.

Apoyar el libre comercio está fuera de moda. En los países ricos se le ha culpado de la pérdida de puestos de trabajo y los responsables políticos casi lo han abandonado.

Durante el siglo pasado, el comercio había aumentado como porcentaje de toda la economía global, pero alcanzó su punto máximo en torno a la crisis financiera mundial y ahora está disminuyendo. Lo mismo puede decirse del Perú, donde el comercio ha caído del 58% en el 2008 al 44% en el 2020. Sin embargo, en el 2021, las cifras volvieron a subir al 56%. Esto es lamentable porque garantizar un comercio más libre resulta ser una de las mejores políticas de desarrollo del mundo.

Desde hace siglos se sabe que el comercio aumenta los ingresos porque permite a una nación especializarse y producir eficazmente lo que mejor sabe hacer.

Un estudio concluye que el comercio nos hace a todos un 27% más ricos, lo que significa que los países tienen, en promedio, más de una cuarta parte de ingresos mayores en comparación con un mundo sin comercio.

El comercio no solo aumenta los ingresos medios. También ayuda a sacar a los pobres del mundo, de la pobreza extrema.

Según uno de los estudios recientes más citados, los ingresos del 20% más pobre crecen tan rápido como los ingresos medios.

Lo hemos visto claramente en las dos naciones más pobladas del mundo: China y la India.

Cuando el comercio chino se disparó, los ingresos se multiplicaron por siete y la pobreza extrema se redujo del 28% a casi cero en la actualidad. La India ha experimentado una trayectoria similar, aunque más moderada: cuando las tarifas se redujeron de un asfixiante 56% en 1990 al 6% en el 2020, los ingresos medios se multiplicaron casi por cuatro y la pobreza extrema se redujo del 22% al 1.8%. Hemos visto trayectorias similares en otros países de rápido crecimiento como Corea del Sur, Chile y Vietnam. La prosperidad del comercio es realmente compartida.

No es de extrañar, entonces, que lograr un comercio más libre sea una de las promesas que los líderes mundiales han suscrito con los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030. Por desgracia, el mundo está incumpliendo esta promesa y la mayoría de las acordadas.

El motivo de esta situación no es un secreto. Los dirigentes prometieron todo a todos y la lista de promesas asciende a 169 objetivos. Tener 169 prioridades es como no tener ninguna. La lista tiene muchos objetivos básicos, como el aumento del comercio, la erradicación de la mortalidad infantil, la mejora de la escolarización y la eliminación de la guerra y el cambio climático. Pero, al mismo tiempo, incluye objetivos bienintencionados, pero mucho más periféricos, como impulsar el reciclaje, más parques urbanos y la promoción de estilos de vida en armonía con la naturaleza.

Este año el mundo se encuentra a mitad del plazo para alcanzar los ODS, pero no estamos ni cerca de la mitad del camino. Está claro que no podemos hacerlo todo, así que es hora de identificar y priorizar las promesas más cruciales.

Mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus Center, está haciendo exactamente eso: junto con varios premios Nobel y más de un centenar de destacados economistas, llevamos años trabajando para identificar dónde cada sol puede aportar el mayor beneficio.

Una nueva investigación, revisada por pares, muestra por qué el aumento del comercio debería ser una prioridad en la agenda mundial. El estudio tiene en cuenta los problemas de pérdida de empleo señalados por los políticos del mundo rico. Analiza cuánto costo adicional impone un comercio más libre a estos trabajadores al perder sus puestos de trabajo, tener que recalificarse (a menudo en empleos peor pagados) o abandonar por completo el mercado laboral.

Pero el estudio también descubre las ventajas de acrecentar el comercio, como el aumento de los ingresos y las consiguientes mejoras para los pobres del mundo. Esto nos permite sopesar tanto los costos como los beneficios de un comercio más libre. El estudio es pionero porque constituye el primer intento de establecer los costos y beneficios no solo a nivel mundial, sino también para los ricos y los pobres del mundo.

El modelo económico muestra que, si hacemos crecer el comercio mundial un 5%, el costo para todos los trabajadores del mundo, en el futuro, sería de un billón de dólares. Sin duda, este costo justifica la preocupación de los políticos populistas. Sin embargo, los beneficios para la humanidad son de US$11 billones, lo que lo convierte en un muy buen negocio.

Los gobiernos de todo el mundo deberían ayudar más a las personas que se ven perjudicadas por el libre comercio, pero el importante superávit derivado de un comercio más libre no solo proporciona una fuente de dinero para hacerlo, sino que también presenta una enorme oportunidad de desarrollo para aumentar los ingresos y sacar a la gente de la pobreza.

El nuevo modelo también muestra quién asume los costos y demuestra por qué los países ricos son los que más se han beneficiado del comercio. Como los países ricos constituyen la mayor parte de la economía mundial, ganan el 60% de los US$11 billones. Pero ellos soportan más del 90% de los costos. Aunque esto valida algunas preocupaciones políticas, pasa por alto el panorama general: los países ricos ganan US$7 por cada dólar de costos.

Además, descuida por completo la gran oportunidad que supone el comercio para la mitad más pobre del mundo. Sus costos son mínimos (US$15.000 millones), pero los beneficios superan con creces el billón de dólares. Por cada dólar de pérdidas, los economistas encuentran la fenomenal cifra de US$95 de beneficios a largo plazo, que aumentan los ingresos y reducen la pobreza.

Si nos tomamos en serio los objetivos de desarrollo, no podemos prometerlo todo. Tenemos que ejecutar primero las políticas más eficientes. Un mayor comercio mundial resulta ser una de las formas más sorprendentes de ofrecer mejores vidas e ingresos. Lampadia




Por qué la contienda entre China y Estados Unidos está entrando en una fase nueva y más peligrosa

Funcionarios chinos se enfurecen por lo que ven como acoso estadounidense

The Economist
30 de marzo de 2023
Traducido y glosado por Lampadia

Es posible que se esperara que cuando China reabrió y se reanudó el contacto cara a cara entre políticos, diplomáticos y empresarios, las tensiones chino-estadounidenses se aliviarían en una ráfaga de cenas, cumbres y charlas triviales. Pero la atmósfera en Beijing ahora mismo revela que la relación más importante del mundo se ha vuelto más amarga y hostil que nunca.

En los pasillos del gobierno, los funcionarios del Partido Comunista denuncian lo que ven como la intimidación de Estados Unidos. Dicen que tiene la intención de golpear a China hasta la muerte. Los diplomáticos occidentales describen una atmósfera mezclada con intimidación y paranoia. En la Casa de Huéspedes del Estado de Diaoyutai, los ejecutivos multinacionales que asistieron al Foro de Desarrollo de China se preocuparon por lo que significaría una disociación más profunda para sus negocios. Lo único en lo que ambas partes están de acuerdo es que el mejor de los casos son décadas de distanciamiento, y que lo peor, una guerra, es cada vez más probable.

Cada lado está siguiendo su propia lógica inexorable. Estados Unidos ha adoptado una política de contención, aunque se niega a utilizar ese término. 

Ve una China autoritaria que ha pasado del gobierno de un solo partido a un gobierno de un solo hombre. Es probable que el presidente Xi Jinping esté en el poder durante años y sea hostil con Occidente, que cree que está en declive. En casa sigue una política de represión que desafía los valores liberales. Ha incumplido sus promesas de mostrar moderación al proyectar poder hacia el exterior, desde Hong Kong hasta el Himalaya. Su reunión con Vladimir Putin este mes confirmó que su objetivo es construir un orden mundial alternativo que sea más amigable con los autócratas.

Frente a esto, es comprensible que Estados Unidos esté acelerando su contención militar de China en Asia, rejuveneciendo viejas alianzas y creando otras nuevas, como el pacto AUKUS con Australia y Gran Bretaña. En el comercio y la tecnología, Estados Unidos está promulgando un embargo estricto y cada vez mayor sobre los semiconductores y otros bienes. El objetivo es frenar la innovación china para que Occidente pueda mantener su supremacía tecnológica: ¿por qué Estados Unidos debería permitir que sus inventos se utilicen para hacer que un régimen hostil sea más peligroso?

Para los líderes de China, esto equivale a un esquema para paralizarlo. América, a sus ojos, piensa que es excepcional. Nunca aceptará que ningún país pueda ser tan poderoso como él mismo, sin importar si es comunista o democrático. Estados Unidos tolerará a China solo si es sumisa, un “gato gordo, no un tigre”. Las alianzas militares asiáticas de Estados Unidos significan que China siente que está siendo rodeada dentro de su propia esfera natural de influencia. Las líneas rojas acordadas en la década de 1970, cuando los dos países restablecieron relaciones, como las de Taiwán, están siendo pisoteadas por políticos estadounidenses ignorantes e imprudentes. Los gobernantes de China creen que es prudente aumentar el gasto militar.

En el comercio, ven la contención estadounidense como injusta. ¿Por qué un país cuyo pib per cápita es un 83% más bajo que el de Estados Unidos debería verse privado de tecnologías vitales? Funcionarios y empresarios quedaron horrorizados por el espectáculo de TikTok, la subsidiaria de una empresa china, siendo asada en una audiencia del Congreso estadounidense este mes. Aunque algunos liberales chinos sueñan con emigrar, incluso los tecnócratas educados en el mundo occidental ahora condenan lealmente las demostraciones de riqueza, promueven la autosuficiencia y explican por qué la globalización debe estar al servicio de las prioridades políticas de Xi.

Dadas dos visiones del mundo tan arraigadas y contradictorias, es ingenuo pensar que más diplomacia por sí sola puede garantizar la paz.

Una reunión en Bali entre el presidente Joe Biden y Xi en noviembre alivió las tensiones, pero pronto se reafirmó la lógica más profunda de la confrontación.

La crisis de los globos espía (los funcionarios chinos se burlan de Estados Unidos por derribar lo que llaman un “globo travieso” perdido) mostró cómo ambos líderes deben parecer duros en casa.

Estados Unidos quiere que China adopte barandillas para controlar la rivalidad, incluidas líneas directas y protocolos sobre armas nucleares, pero China se ve a sí misma como la parte más débil: ¿por qué atarse a las reglas establecidas por su matón?

Nada sugiere que las hostilidades disminuirán. Las elecciones de Estados Unidos en 2024 mostrarán que atacar a China es un deporte bipartidista.

Frente a tal oponente, Estados Unidos y otras sociedades abiertas deben adherirse a tres principios. 

El primero es limitar el desacoplamiento económico, que según el FMI podría costar entre un manejable 0.2% del PIB mundial y un alarmante 7%. El comercio en sectores no sensibles también ayuda a mantener el contacto rutinario entre miles de empresas, reduciendo así la brecha geopolítica. Los embargos deben reservarse para sectores o áreas sensibles en los que China tiene un control absoluto porque es un proveedor monopólico: estos representan una minoría del comercio chino-estadounidense. Siempre que sea posible, las empresas que se encuentran a ambos lados de la guerra fría, como TikTok, acusada de difundir información errónea china, deben ser protegidas, vendidas o escindidas, no obligadas a cerrar.

El segundo principio es reducir las posibilidades de guerra. Ambas partes están atrapadas en un “dilema de seguridad” en el que es racional reforzar su posición, aunque eso haga que la otra parte se sienta amenazada. Occidente tiene razón al buscar la disuasión militar para hacer frente a una creciente amenaza china: la alternativa es el colapso del orden liderado por Estados Unidos en Asia. Pero buscar el dominio militar en torno a los puntos críticos, en particular Taiwán, podría provocar accidentes o enfrentamientos que se salgan de control. Estados Unidos debería intentar disuadir un ataque chino a Taiwán sin provocarlo. Esto requerirá sabiduría y moderación de una generación de políticos en Washington y Beijing que, a diferencia de los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética en la década de 1950, no tienen experiencia personal de los horrores de una guerra mundial.

El último principio es que Estados Unidos y sus aliados deben resistir la tentación de recurrir a tácticas que los hagan más parecidos a su oponente autocrático. En esta rivalidad, las sociedades liberales y las economías libres tienen grandes ventajas: es más probable que creen innovaciones y riqueza y que gocen de legitimidad dentro y fuera del país. Si Estados Unidos se apega a sus valores de apertura, igualdad de trato para todos y estado de derecho, le resultará más fácil mantener la lealtad de sus aliados.

Estados Unidos debe tener claro que su disputa no es con el pueblo chino, sino con el gobierno de China y la amenaza a la paz y los derechos humanos que representa. La competencia definitoria del siglo XXI no se trata solo de armas y chips, también es una lucha por los valores. Lampadia




En defensa de la Libertad

Berit Knudsen
Para Lampadia 

El encuentro del II Foro de Madrid, nos deja como mensaje la importancia de la unión Latinoamericana para defender la “Libertad” de nuestras naciones.   Esa libertad que es la esencia de la capacidad humana de elegir y tomar decisiones que afectan nuestra vida y nuestro entorno.  Esta libertad no consiste en hacer lo que uno quiere o realizar elecciones ilimitadas, sino que se refiere a la posibilidad de asumir nuestra existencia de forma auténtica, de ser dueños de nuestra propia vida, de nuestra capacidad de tomar decisiones, asumiendo las consecuencias de nuestros actos.  

Tal vez el problema que arrastramos es continuar con esa división entre “derecha” e “izquierda” para describir posiciones políticas que se remontan a los tiempos de la Revolución Francesa de 1789.  Estos términos se siguen empleando para distinguir posturas en principio conservadoras, enfrentadas a las posiciones progresistas, simplificación que resulta insuficiente en nuestros tiempos.  En esta región esta dicotomía se emplea para enfrentar lo que el Foro de Sao Paulo denomina la hegemonía neoliberal imperialista norteamericana; en una rivalidad en la que los Estados Unidos tiene cada vez menos protagonismo y son los países latinoamericanos los que sufrimos las consecuencias de esta polarización.

Uno de los cuatro principios del Foro de Sao Paulo es: “Oposición al imperialismo, su proyecto económico neoliberal y sus secuelas como el sufrimiento, la miseria y el retraso de nuestros pueblos. El neoliberalismo promueve una lógica de explotación a costo de vidas humanas y del medio ambiente. Rechazamos cualquier intento de injerencia externa que garantice los intereses de otros países en perjuicio de la voluntad soberana de nuestros pueblos y la preservación ambiental”.

Pero son justamente las elites cubanas, venezolanas, nicaragüenses y bolivianas, las que han llevado a sus naciones al sufrimiento, la miseria, el retraso, migraciones masivas, perdida de la dignidad, violación de los derechos humanos, presos políticos, privación de la libertad de expresión y asociación, ausencia del estado de derecho y la consecuente pérdida de las libertades individuales.  Estos gobiernos, a los que podemos sumar a los presidentes de Chile, Argentina, Honduras, Colombia y México, actúan en bloque con una abierta actitud intervencionista, sin importar la soberanía e independencia de nuestras naciones, para proteger sus propios intereses atentando contra la estabilidad y respeto mutuo de los Estados.

No es casualidad el uso de términos como la voluntad soberana de los pueblos o la preservación ambiental, conceptos que –aunque importantes– poco tienen que ver con la soberanía en medio de esos principios antimperialistas y antineoliberales.   Es así como buscan confundir la esencia de sus verdaderos objetivos, creando esa coalición con la que hacen fuerza común para imponer sus intereses y políticas autoritarias.

El problema no son esas naciones formadas por personas que buscan una vida digna, plena y libre. El real problema son las reducidas elites que hoy manipulan el poder en esos países, apropiándose de las instituciones, controlándolas, uniéndose con sus camaradas para preservar el control, perpetuarse en un poder que hoy pareciera interminable y casi imposible de revertir.

El objetivo debe ser el fortalecimiento de nuestras instituciones, comenzando con la educación, principios cívicos, fortalecimiento de partidos políticos con representantes íntegros, autoridades idóneas en nuestros sistemas electorales, instituciones sólidas, que propicien la libertad y el estado de derecho. Lampadia




“La intromisión de Petro en Perú es vulgar”

Entrevista a María Fernanda Cabal
Perú21, 30 de Marzo del 2023

Perú21 conversó con la senadora de de Colombia, quien participó en el Foro Madrid que se celebra en Lima,

En Lima se celebra el Foro Madrid, evento que reúne a diversos políticos tanto nacionales como internacionales de derecha. Perú21 conversó con María Fernanda Cabal, senadora colombiana del partido opositor Centro Democrático, quien participa en el evento.

¿Qué impresiones le generan las reiteradas intromisiones del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en los asuntos internos del Perú?

Vulgar. Los comunistas todo el tiempo fingieron que el malo era el yankee, el que se entrometía en nuestra sociedad, pero Cuba siempre les encantó. Esa es parte de la hipocresía y de la dualidad del discurso. Gustavo Petro tiene que respetar el poder y autonomía del Congreso de Perú, que además dio su mejor expresión de democracia cuando defendió la libertad en Perú.

Durante la intervención de Petro en la Cumbre Iberoamericana, lamentó que Castillo no esté presente en el evento. ¿Por qué cree que lo defiende de forma acérrima a pesar de que dio un golpe de Estado?

A los comunistas no les importa. Ellos promueven la inversión revolucionaria. Ellos cambian los roles y convierten al victimario en víctima, lo blanco en negro. Ellos tuercen la realidad. Esa es su mayor habilidad. Por eso terminan judicializando a los soldados y policías que defienden la Constitución y la ley. Entonces, cuando uno los conoce se da cuenta de que son personalidades disfuncionales. Por eso son izquierdópatas. Tienen una enfermedad mental y espiritual. No hay que hacerles caso, de pronto tienen miedo de que les pase lo mismo.

¿Cree que Petro buscaría seguir el camino autoritario que tomó Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022?

Todos los comunistas quieren mantenerse en el poder. Quieren controlar a los individuos que les sirven para controlar el poder del Estado. Controlar los salarios, las pensiones, el futuro, el pensamiento. Por eso la tentación de que (Petro) se quede sí es un peligro para los colombianos.




“Nuevo cruce del estrecho de Bering”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 28 de Marzo del 2023

“Ya las constructoras chinas son las empresas extranjeras líderes en el Perú, por encima de las españolas”.

Por una gracia graciosa, Indecopi permitió el año 2020 que la empresa estatal china Three Gorges Corporation compre la distribuidora de electricidad Luz del Sur, que abastece la mitad de Lima, a pesar de que esta misma firma ya estaba antes en el negocio de generación con Chaglla, pues Three Gorges Corporation le compró esa central hidroeléctrica a Odebrecht gracias a que los peruanos idiotas les permitimos a esos mafiosos brasileños que vendan ese activo colosal por US$ 1,400 millones en lugar de expropiársela.

Recordemos que la ley prohíbe que una misma empresa tenga una generadora y una distribuidora a la vez, pero Three Gorges Corporation fue muy afortunada con los chicos de Indecopi, que se chuparon con los chinos (espero que haya sido por cobardía y no por otra cosa). Ahora el economista Carlos Rojas ha revelado que la también empresa estatal China Southern Grid va a adquirir Enel Distribución (antes Edelnor), que abastece de luz a la otra mitad de Lima.

O sea, el 100% de la distribución de electricidad de nuestra capital va a ser del Estado chino. ¿Inquietante, no? También se sabe que las únicas postoras para comprar Telefónica del Perú (y Telefónica de Argentina) son empresas estatales chinas, pero que dicha operación habría sido vetada por la mismísima Unión Europea por razones estratégicas. Y ya las constructoras chinas son las empresas extranjeras líderes en el Perú, por encima de las españolas y tomándoles el relevo a las corruptas brasileñas.

A pesar de la inestabilidad que vivimos por ser tan imbéciles de elegir a algo como Castillo o de sus problemas en Las Bambas, los chinos son los únicos inversores grandes extranjeros a los que no les importa nuestro folclórico ruido político, tipo hordas aimaras amenazando Lima o ignorantes pidiendo una nueva Constitución. Incluso, existiría otro megagrupo peruano que estaría vendiendo afuera todos sus muy diversos activos locales y el rumor es que también todo podría ser adquirido por inversionistas chinos.




El mundo según Xi

Importante lectura que muestra la evolución de China hacia su visión legendaria: “Estar a cargo de todo entre el cielo y la tierra”. Recomendamos su lectura.

Incluso si la diplomacia transaccional de China trae algunas ganancias, contiene peligros reales

The Economist
23 de marzo de 2023

Un hombre menor que Xi Jinping podría haberlo encontrado incómodo. Al reunirse con Vladimir Putin en Moscú esta semana, el líder de China habló de “coexistencia pacífica y cooperación de ganar-ganar”, mientras cenaba con alguien que enfrenta una orden de arresto internacional por crímenes de guerra. Pero a Xi no le preocupan las inconsistencias triviales. Él cree en el declive inexorable del orden mundial liderado por Estados Unidos, con su declarada preocupación por las reglas y los derechos humanos. Su objetivo es convertirlo en un sistema más transaccional de acuerdos entre grandes potencias. No subestime los peligros de esta visión, ni su atractivo en todo el mundo.

En Ucrania, China ha jugado una mano torpe sin piedad y bien. Sus objetivos son sutiles: asegurar que Rusia esté subordinada pero no tan débil como para que el régimen de Putin implosione; para pulir sus propias credenciales como pacificador a los ojos del mundo emergente; y, con la vista puesta en Taiwán, socavar la legitimidad percibida de las sanciones occidentales y el apoyo militar como herramienta de política exterior. Xi ha propuesto cínicamente un “plan de paz” para Ucrania que recompensaría la agresión rusa y que sabe que Ucrania no aceptará. Llama a “respetar la soberanía de todos los países”, pero olvida mencionar que Rusia ocupa más de una sexta parte de su vecino.

Este es solo un ejemplo del nuevo enfoque de política exterior de China, a medida que el país emerge del aislamiento cero-covid para enfrentar un Occidente más unificado. El 10 de marzo, China negoció una distensión entre dos acérrimos rivales, Irán y Arabia Saudita, una primera intervención en el Medio Oriente, que destacó la influencia reducida de Occidente allí 20 años después de la invasión de Irak liderada por Estados Unidos. El 15 de marzo, Xi dio a conocer la “Iniciativa de Civilización Global”, que argumenta que los países deben “abstenerse de imponer sus propios valores o modelos a los demás y de avivar la confrontación ideológica”.

El enfoque de China no es improvisado, sino sistemático e ideológico. Deng Xiaoping instó a China a “ocultar sus capacidades, esperar su momento”. Pero Xi quiere remodelar el orden mundial posterior a 1945. Los nuevos eslóganes de China buscan tomar prestado y subvertir el lenguaje normativo del siglo XX para que el “multilateralismo” se convierta en el código de un mundo que se deshace de los valores universales y se rige por el equilibrio de los intereses de las grandes potencias. La “Iniciativa de Seguridad Global” se trata de oponerse a los esfuerzos para contener la amenaza militar de China; la “Iniciativa de Desarrollo Global” promueve el modelo de crecimiento económico de China, que trata con estados autocráticos sin imponer condiciones. “Global Civilization” argumenta que la defensa occidental de los derechos humanos universales, en Xinjiang y en otros lugares, es un nuevo tipo de colonialismo.

Esta cosmovisión transaccional tiene más apoyo fuera de Occidente de lo que piensas. A finales de este mes en Beijing, Xi se reunirá con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, un defensor de un mundo multipolar, que quiere que China ayude a negociar la paz en Ucrania. Para muchos, la invasión de Irak en 2003 expuso el doble rasero de Occidente sobre el derecho internacional y los derechos humanos, un punto que los medios estatales de China están insistiendo. Después de los años de Trump, el presidente Joe Biden ha vuelto a comprometerse con el mundo, pero el giro hacia Asia implica la reducción de personal en otros lugares, incluso en Medio Oriente y Afganistán.

Occidente ha mostrado resolución sobre Ucrania, pero muchos países son ambivalentes acerca de la guerra y se preguntan cómo terminará. Al menos 100 países, que representan el 40 % del PIB mundial, no aplican sanciones en su totalidad. Se duda del poder de permanencia estadounidense. Ni Donald Trump ni Ron DeSantis, su rival republicano, ven a Ucrania como un interés estadounidense central. Todo esto crea espacio para nuevos actores, desde Turquía hasta los Emiratos Árabes Unidos y, sobre todo, China. Su mensaje, que la democracia real implica desarrollo económico, pero no depende de la libertad política, atrae en gran medida a las élites de los países no democráticos.

Es importante evaluar qué puede lograr esta multipolaridad mercenaria. Irán y Arabia Saudita han sido feroces enemigos desde la revolución iraní en 1979. China es el mayor mercado de exportación para ambos, por lo que tiene influencia y un incentivo para prevenir la guerra en el Golfo, que también es su mayor fuente de petróleo. El acuerdo que ha ayudado a negociar puede desescalar una guerra de poder en Yemen que ha matado a unas 300,000 personas. O tomemos el cambio climático. El apoyo mercantilista chino a su industria de baterías es un catalizador para una ola de inversión transfronteriza que ayudará a reducir las emisiones de carbono.

Sin embargo, el objetivo real de la política exterior de Xi es hacer que el mundo sea más seguro para el Partido Comunista Chino. Con el tiempo, sus defectos serán difíciles de ocultar. Una red de relaciones bilaterales convenientes crea contradicciones. China ha respaldado a Irán, pero optó por ignorar su escalada nuclear en curso, que amenaza a los otros clientes de China en la región. En Ucrania cualquier paz duradera requiere el consentimiento de los ucranianos. También debería implicar la rendición de cuentas por crímenes de guerra y garantías contra otro ataque. China se opone a los tres: no cree en la democracia, los derechos humanos ni en la restricción de las grandes potencias, ya sea en Ucrania o Taiwán. Los países que enfrentan una amenaza de seguridad directa de China, como India y Japón, se volverán aún más cautelosos (ver la sección de Asia). De hecho, siempre que un país se enfrente a un vecino poderoso y agresivo,

Debido a que China casi siempre respalda a las élites gobernantes, por ineptas o crueles que sean, su enfoque puede eventualmente indignar a la gente común en todo el mundo. Hasta ese momento, las sociedades abiertas enfrentarán una lucha por visiones en competencia. Una tarea es evitar que Ucrania sea empujada a un acuerdo de paz falso y que los países occidentales profundicen sus alianzas defensivas, incluida la OTAN. El objetivo a largo plazo es refutar la acusación de que las reglas globales solo sirven a los intereses occidentales y exponer la pobreza de la cosmovisión que China y Rusia están promoviendo.

La gran intuición de Estados Unidos en 1945 fue que podía hacerse más seguro si se unía a alianzas duraderas y reglas comunes. Esa visión idealista se ha visto empañada por décadas de contacto con la realidad, incluso en Irak. Pero la cumbre de Moscú revela una alternativa peor: una superpotencia que busca influencia sin conquistar afecto, poder sin confianza y una visión global sin derechos humanos universales. Aquellos que creen que esto hará del mundo un lugar mejor deberían pensarlo de nuevo. Lampadia




Moción de censura de Vox

Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia

El partido ultraderechista Vox ha presentado, por segunda vez en esta legislatura, una moción de censura contra el gobierno de coalición que preside el socialista Pedro Sánchez, con el objeto de convocar elecciones generales anticipadas. ¿Qué lectura se puede sacar de esta moción de censura?

Vox mostró una vez más su soledad parlamentaria. Solo consiguió el voto a favor de sus 52 diputados y uno del Grupo Mixto. Es decir, que ni los otros partidos que quieren echar a Sánchez del poder votan con Vox.

Vox ha aparecido como un partido frívolo que lleva a cabo una moción de censura sin respetar la Constitución. En España la moción de censura no es solo un instrumento para tumbarse al gobierno. Tiene que ser constructiva, es decir, contar con un candidato a la Presidencia del Gobierno que presente un proyecto de gobierno alternativo. Vox no cumplió con ese precepto constitucional porque su candidato, el profesor Ramón Tamames, no presentó ningún plan de gobierno, lo que fue muy criticado por la mayoría de las fuerzas políticas.

Tamames parecía descolocado, fuera de órbita, un hombre de otra época. Economista de reconocido prestigio, fue comunista y estuvo encarcelado por Franco. A través de los años fue virando hacia la derecha y ahora, a los 89 años, aceptó ser candidato a la presidencia del gobierno en esta moción de censura de la ultraderecha. Se le reprochó tanto su viraje radical (“Quienes firman su moción son los hijos y los nietos de los que lo encarcelaron”) como el no haber trabajado lo suficiente su discurso de candidato (“Su discurso es válido para una cervecita”) y, sobre todo, su revisionismo histórico de la guerra civil española ya que dijo que se inició con la República en 1934 y no en 1936 con el golpe de Estado de Franco, para concluir diciendo que en los dos bandos se cometieron atrocidades. En política exterior sorprendió que dijera: “¿Qué es hoy la Unión Europea? ¿Ha venido hoy Estados Unidos a traernos la guerra de Ucrania y tendrá que venir China a salvarnos de la guerra de Ucrania?”.

El Partido Popular trató a Vox con guantes blancos. Esta vez no hubo ni rastro del discurso belicoso de Casado contra Abascal durante la primera moción de censura. Tampoco el PP votó en contra como lo hizo entonces, sino que se abstuvo. En mayo hay elecciones municipales y autonómicas y a fin de año elecciones generales. El PP sabe que pude tener que gobernar en Alcaldías y Ayuntamientos con Vox. Es un socio incómodo al que hay que sortear lo mejor posible.

El líder del PP, Feijóo, no se presentó en el hemiciclo. Dado que Feijóo no es diputado no hubiera podido tomar la palabra, pero siendo senador podía haber estado presente. Su ausencia fue clamorosa y muy comentada.  

Vox quiso llamar la atención, pero posiblemente no consiga aumentar el número de sus votantes. Ha caído a un 10% en intención de voto y su líder, Abascal, debió de pensar que montando un show en el Congreso atraería a votantes del PP. Pero dada la falta de contenido de la moción de censura es dudoso que lo haya conseguido. Abascal no ha hecho más que repetir el mensaje ultra de siempre y su candidato, Tamames, no ha estado a la altura.

La moción de censura ha sido un bumerang porque permitió a la coalición gubernamental salir reforzada con 201 votos en contra de la moción de censura. El gobierno de coalición acababa de pasar por sus horas más bajas debido a la negativa de Podemos a hacer una modificación en la “ley de sí es sí” que, debido a un fallo técnico, facilitó la excarcelación o la disminución de penas de violadores. El PSOE terminó votando con el PP dicha modificación lo que estuvo a punto de romper la coalición. Pero esta moción ha vuelto a unir al PSOE con Podemos.

Además, la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, presentó en el hemiciclo las grandes líneas de su proyecto político “Sumar”, con el que pretende reunir a todos los partidos que se sitúan a la izquierda del PSOE en una plataforma única. Su proyecto tienta a muchos, pero Podemos considera que puede perder influencia si no llegan a acuerdos previos. Hay que recordar que Yolanda Díaz no es de Podemos sino de Izquierda Unida. Para Sánchez es fundamental que los partidos que se encuentran a su izquierda se entiendan y vayan unidos a las urnas porque si esta izquierda se debilita podría no tener suficientes apoyos para gobernar.

Se puede concluir que la moción de censura ha sido un fracaso total porque el gobierno sale reforzado. Por si fuera poco, le ha permitido a Sánchez dar el pistoletazo de salida de la campaña electoral recordando todos los logros de su coalición durante los últimos 3 años. Lampadia




Xi en Moscú

Alejandro Deustua
22 de marzo de 2023
Para Lampadia

El cambio del balance del poder mundial suele ser más visible que el cambio sistémico. Si aquél brilla hoy en Moscú con menor luz que la esperada durante la visita del presidente chino, éste no es menos relevante bajo las circunstancias.

La “amistad sin límites” sino-rusa acaba de fortalecerse en la vitrina global cuando la perspectiva occidental es unánime en establecer que Rusia no está ganando la guerra en Ucrania y que está aislada, el compromiso norteamericano y europeo de aprovisionamiento bélico a Ucrania se incrementa (no sin reparos) y la imputación de Putin por la Corte Penal Internacional resta a éste legitimidad entre los Estados que forman parte de esa entidad.

En ese marco, el presidente Xi ha mostrado en Moscú que planificar la guerra y el futuro de Europa del Este y de Eurasia sobre la base del aislamiento ruso puede ser un error estratégico. Al fin de cuentas, China no sólo ha confirmado su respaldo a Rusia, sino que lo ha hecho también para lograr cooperación frente a los “actos de hegemonía dañina, dominación y prepotencia” contra China, apresurar la emergencia de un orden multipolar (cuyo proceso está en marcha) e impulsar un multilateralismo más democrático. La visita de Xi a Putin se ha realizado con una visión del mundo de largo plazo y de su propia situación en conflicto con la norteamericana y europea en medio de una guerra.

Aunque de la reunión sino-rusa no ha surgido una alianza en forma (China no desea una alianza manifiestamente antioccidental), el encuentro puede haber marcado el punto de inflexión de una nueva relación “Este-Oeste” (según el argot periodístico) y de la confrontación eslava.

La relación “Este-Oeste” es, en este caso, más bien metafórica porque en el “Este” hay poco alineamiento y mucha fricción. Ello se debe a la resistencia de India, Japón, Corea del Sur y los países del Sudeste Asiático al “avance” chino en términos de consolidación territorial (p.e. Taiwán), a la expansión marítima (los conflictos del mar del sur de la China), a la pretensión hegemónica china y la ampliación de su área de influencia (el programa de la “nueva” ruta de la seda que, en su versión extendida, incluye a países como el Perú).  

A ello se suman coaliciones temerosas de la expansión china. Al AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) en el Pacífico se agrega el QUAD (India, Japón, Estados Unidos y Australia) en el Indopacífico (ésta última dinamizada hoy por aproximaciones entre Japón e India). De intensificarse la confrontación en esas áreas, los mecanismos de integración y cooperación económica en la cuenca del Pacífico, de los que el Perú forma parte, (APEC, TPP 11) pueden quedar afectados.

En relación al “plan de paz” presentado por China en febrero pasado como marco de solución para el conflicto en Ucrania, éste no ha logrado aceptación en Occidente, aunque el presidente Zelensky sí ha deseado discutirlo con Xi bajo sus propias condiciones.  Al respecto debe decirse que China no presentó ese documento como el esbozo de un acuerdo sino como su posición para el término de la guerra. En cualquier caso, éste parece tener algún silencioso respaldo de un conjunto de países que no intervienen en el enfrentamiento pero que han condenado, en la ONU, la invasión rusa.

Si ese planteamiento lograra activarse con las adiciones que se requieran, el rol de China podría evolucionar desde el de un socio estratégico ruso que no ha condenado la invasión al de un semi-mediador. Dado su status de potencia, ese rol no se limitaría a aproximar a las partes, sino que podría estimular los términos del acuerdo por vías que, dada la asimetría con el socio, podría incluir el apremio a la propia Rusia.

Pero para que ello ocurra no basta romper el silencio con que se trata la materia. Cuatro condiciones esenciales deberían satisfacerse.

Primero, el retiro ruso del territorio conquistado (ello es improbable, aunque las condiciones del “retiro” deberían poder discutirse).

Segundo, el respeto a los intereses de seguridad rusos que implican no limitar con un Estado históricamente vinculado que recibe extraordinario respaldo de la OTAN y de la Unión Europea (muy difícil a la luz de las realidades de Finlandia y los países bálticos que ya limitan con Rusia con esos respaldos).

Tercero, la neutralización de, por lo menos, parte del territorio rusófilo (probable si las potencias occidentales recuerdan que las zonas de influencia y los “buffer” siguen siendo parte de la realidad internacional).

Y cuarto, que los beligerantes (que dinamizarán su agresividad en esta primavera), tengan alguna certeza de que no lograrán sus objetivos sólo por la vía militar o que el logro de algunos de ellos costará menos por la vía de la negociación (ese momentum no existe aún).

Si China encuentra ese momentum, su rol como potencia incrementaría su influencia en Europa. Sin embargo, la rivalidad sistémica impedirá que ello ocurra en tanto Estados Unidos considera, con razón, que la potencia asiática como el adversario principal.

De otro lado, es probable el apoyo implícito de potencias menores a una solución próxima de un conflicto que impacta negativamente la economía global y la seguridad energética y alimentaria de esos países. Pero ese apoyo tendría el costo de la consolidación de la presencia china bajo condiciones que centralizan en esa potencia los mercados de exportaciones primarias y el origen de buena parte de la inversión llevando consigo el impulso a un alineamiento no deseado. Nuestras economías conocen las consecuencias del predominio económico de grandes potencias si éste carece de alternativas que hoy parecen menos dinámicas.

Por lo demás, durante la visita de Xi a Moscú se han consolidado vínculos que permitirán a Rusia completar la reorientación de su comercio exterior (Rusia reemplazará a Arabia Saudita como primer proveedor de petróleo a China y se construirá un nuevo gasoducto confirmatorio de la nueva relación), incrementar la producción industrial en Siberia y mejorar el acceso financiero y el aprovisionamiento militar a cambio de tecnología, seguridad energética y de otras facilidades de infraestructura.

Esta innovación en marcha ya ha alterado la geopolítica de la zona. Y el balance de poder global ha cambiado, no necesariamente para mejor. Lampadia