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Henry Kissinger explica cómo evitar la tercera guerra mundial

Una larga y muy importante conversación con Henry Kissinger que recomendamos leer. Casi un testamente, pues cumple 100 años en 8 días.

Estados Unidos y China deben aprender a vivir juntos. tienen menos de diez años

The Economist
17 de mayo de 2023
NUEVA YORK
Traducido y glosado por Lampadia

En Peking han llegado a la conclusión de que Estados Unidos hará cualquier cosa para mantener a raya a China.

En Washington insisten en que China está tramando suplantar a Estados Unidos como la principal potencia mundial.

Para un análisis aleccionador de este creciente antagonismo, y un plan para evitar que provoque una guerra de superpotencias, visité el piso 33 de un edificio Art Deco en el centro de Manhattan, la oficina de Henry Kissinger.

El 27 de mayo, Kissinger cumplirá 100 años. Nadie vivo tiene más experiencia en asuntos internacionales, primero como estudioso de la diplomacia del siglo XIX, luego como asesor de seguridad nacional y secretario de Estado de Estados Unidos, y durante los últimos 46 años como consultor y emisario a monarcas, presidentes y primeros ministros. Kissinger está preocupado. “Ambos bandos se han convencido a sí mismos de que el otro representa un peligro estratégico”, dice. “Estamos en el camino hacia la confrontación de las grandes potencias”.

A fines de abril, The Economist habló con Kissinger durante más de ocho horas sobre cómo evitar que la contienda entre China y Estados Unidos se convierta en una guerra. En estos días está encorvado y camina con dificultad, pero su mente es aguda como una aguja. Mientras contempla sus próximos dos libros, sobre inteligencia artificial ( ia ) y la naturaleza de las alianzas, sigue más interesado en mirar hacia adelante que en hurgar en el pasado.

Kissinger está alarmado por la competencia cada vez más intensa de China y Estados Unidos por la preeminencia tecnológica y económica. Incluso cuando Rusia cae en la órbita de China y la guerra ensombrece el flanco oriental de Europa, teme que la ia esté a punto de potenciar la rivalidad chino-estadounidense. En todo el mundo, el equilibrio de poder y la base tecnológica de la guerra están cambiando tan rápido y de tantas maneras que los países carecen de un principio establecido sobre el cual puedan establecer el orden. Si no pueden encontrar uno, pueden recurrir a la fuerza. “Estamos en la clásica situación previa a la Primera Guerra Mundial”, dice, “donde ninguna de las partes tiene mucho margen de concesión política y en la que cualquier perturbación del equilibrio puede tener consecuencias catastróficas”.

Estudia la guerra un poco más

Kissinger es vilipendiado por muchos como un belicista por su participación en la guerra de Vietnam, pero él considera que evitar los conflictos entre las grandes potencias es el centro del trabajo de su vida. Después de presenciar la carnicería causada por la Alemania nazi y sufrir el asesinato de 13 parientes cercanos en el Holocausto, se convenció de que la única forma de evitar un conflicto ruinoso es una diplomacia realista, idealmente fortalecida por valores compartidos. “Este es el problema que hay que resolver”, dice. “Y creo que he pasado mi vida tratando de lidiar con eso”. En su opinión, el destino de la humanidad depende de si Estados Unidos y China pueden llevarse bien. Él cree que el rápido progreso de la ia , en particular, les deja solo de cinco a diez años para encontrar una manera.

Kissinger tiene un consejo inicial para los aspirantes a líderes: “Identifiquen dónde se encuentran. Sin piedad. En ese espíritu, el punto de partida para evitar la guerra es analizar la creciente inquietud de China. A pesar de su reputación de ser conciliador con el gobierno de Beijing, reconoce que muchos pensadores chinos creen que Estados Unidos está en una pendiente descendente y que, “por lo tanto, como resultado de una evolución histórica, eventualmente nos suplantarán”.

Él cree que los líderes de China resienten el discurso de los políticos occidentales sobre un orden global basado en reglas, cuando lo que realmente quieren decir son las reglas de Estados Unidos y el orden de Estados Unidos. Los gobernantes de China se sienten insultados por lo que ven como un trato condescendiente ofrecido por Occidente, de otorgar privilegios a China si se comporta (seguramente piensan que los privilegios deberían ser suyos por derecho, como potencia en ascenso). De hecho, algunos en China sospechan que Estados Unidos nunca lo tratará como un igual y que es una tontería imaginar que podría hacerlo.

Sin embargo, Kissinger también advierte contra la mala interpretación de las ambiciones de China. En Washington, “Dicen que China quiere dominar el mundo… La respuesta es que ellos [en China] quieren ser poderosos”, dice. “No se dirigen a la dominación mundial en un sentido hitleriano”, dice. “Así no es como piensan o nunca han pensado en el orden mundial”.

En la Alemania nazi, la guerra era inevitable porque Adolf Hitler la necesitaba, dice Kissinger, pero China es diferente. Ha conocido a muchos líderes chinos, comenzando con Mao Zedong. No dudó de su compromiso ideológico, pero éste siempre ha estado ligado a un agudo sentido de los intereses y capacidades de su país.
Kissinger ve el sistema chino como más confuciano que marxista. Eso enseña a los líderes chinos a alcanzar la máxima fuerza de la que su país es capaz y a buscar ser respetados por sus logros. Los líderes chinos quieren ser reconocidos como los jueces finales del sistema internacional de sus propios intereses. “Si lograran una superioridad que realmente se pueda usar, ¿la llevarían al punto de imponer la cultura china?” él pide. “No sé. Mi instinto es No… [Pero] creo que está en nuestra capacidad evitar que esa situación surja mediante una combinación de diplomacia y fuerza”.

Una respuesta estadounidense natural al desafío de la ambición de China es probarlo, como una forma de identificar cómo mantener el equilibrio entre las dos potencias. Otra es establecer un diálogo permanente entre China y Estados Unidos. China “está tratando de desempeñar un papel global. Tenemos que evaluar en cada punto si las concepciones de un rol estratégico son compatibles”. Si no lo son, entonces surgirá la cuestión de la fuerza. “¿Es posible que China y Estados Unidos coexistan sin la amenaza de una guerra total entre ellos? Pensé y sigo pensando que [es]”. Pero reconoce que el éxito no está garantizado. “Puede fallar”, dice. “Y por lo tanto, tenemos que ser lo suficientemente fuertes militarmente para soportar el fracaso”.

La prueba urgente es cómo se comportan China y Estados Unidos con respecto a Taiwán. Kissinger recuerda cómo, en la primera visita de Richard Nixon a China en 1972, solo Mao tenía autoridad para negociar sobre la isla. “Cada vez que Nixon planteaba un tema concreto, Mao decía: ‘Soy un filósofo. No trato estos temas. Dejen que Zhou [Enlai] y Kissinger hablen de esto’… Pero cuando se trataba de Taiwán, fue muy explícito. Él dijo: ‘Son un montón de contrarrevolucionarios. No los necesitamos ahora. Podemos esperar 100 años. Algún día los pediremos. Pero está muy lejos’”.

Kissinger cree que el entendimiento forjado entre Nixon y Mao fue anulado después de solo 50 de esos 100 años por Donald Trump. Quería inflar su imagen dura exprimiendo concesiones de China sobre el comercio. En política, la administración Biden ha seguido el ejemplo de Trump, pero con una retórica liberal.

Kissinger no habría elegido este camino con respecto a Taiwán, porque una guerra al estilo de Ucrania destruiría la isla y devastaría la economía mundial. La guerra también podría hacer retroceder a China internamente, y el mayor temor de sus líderes sigue siendo la agitación interna.

“No es un asunto sencillo para los Estados Unidos abandonar Taiwán sin socavar su posición en otros lugares”

El miedo a la guerra crea motivos para la esperanza. El problema es que ninguna de las partes tiene mucho espacio para hacer concesiones. Todos los líderes chinos han afirmado la conexión de su país con Taiwán.

La salida de Kissinger de este callejón sin salida se basa en su experiencia en el cargo. Comenzaría bajando la temperatura y luego gradualmente construiría confianza y una relación de trabajo. En lugar de enumerar todas sus quejas, el presidente estadounidense le diría a su homólogo chino: “Señor presidente, los dos mayores peligros para la paz en este momento somos nosotros dos. En el sentido de que tenemos la capacidad de destruir a la humanidad”. China y Estados Unidos, sin anunciar nada formalmente, intentarían practicar la moderación.

Nunca fanático de las burocracias de formulación de políticas, a Kissinger le gustaría ver un pequeño grupo de asesores, con fácil acceso entre sí, trabajando juntos tácitamente. Ninguna de las partes cambiaría fundamentalmente su posición sobre Taiwán, pero Estados Unidos se preocuparía por cómo despliega sus fuerzas y trataría de no alimentar la sospecha de que apoya la independencia de la isla.

El segundo consejo del Sr. Kissinger para los aspirantes a líderes es: “Definir objetivos que puedan reclutar personas. Encuentre medios, medios descriptibles, para lograr estos objetivos”. Taiwán sería solo la primera de varias áreas donde las superpotencias podrían encontrar puntos en común y así fomentar la estabilidad global.

En cuanto a la economía, el peligro es que la agenda comercial sea secuestrada por halcones que no están dispuestos a darle a China ningún espacio para desarrollarse.

Esa actitud de todo o nada es una amenaza para la búsqueda más amplia de distensión. Si Estados Unidos quiere encontrar una manera de vivir con China, no debería apuntar a un cambio de régimen. Kissinger se basa en un tema presente en su pensamiento desde el principio. “En cualquier diplomacia de estabilidad, tiene que haber algún elemento del mundo del siglo XIX”, dice. “Y el mundo del siglo XIX se basaba en la proposición de que la existencia de los estados que lo disputaban no estaba en discusión”.

Algunos estadounidenses creen que una China derrotada se volvería democrática y pacífica. Sin embargo, por mucho que Kissinger prefiera que China sea una democracia, no ve ningún precedente para ese resultado. Lo más probable es que el colapso del régimen comunista llevaría a una guerra civil que se endureció hasta convertirse en un conflicto ideológico y solo aumentó la inestabilidad global. “No nos interesa llevar a China a la disolución”, dice.

En lugar de atrincherarse, Estados Unidos tendrá que reconocer que China tiene intereses. Un buen ejemplo es Ucrania.

El presidente de China, Xi Jinping, contactó recientemente a Volodymyr Zelensky, su homólogo ucraniano, por primera vez desde que Rusia invadió Ucrania en febrero del año pasado. Muchos observadores han desestimado el llamado de Xi como un gesto vacío diseñado para aplacar a los europeos, que se quejan de que China está demasiado cerca de Rusia. Por el contrario, Kissinger lo ve como una declaración de intenciones serias que complicará la diplomacia en torno a la guerra, pero que también puede crear precisamente el tipo de oportunidad para construir la confianza mutua de las superpotencias.

Kissinger comienza su análisis condenando al presidente de Rusia, Vladimir Putin. “Ciertamente fue un error de juicio catastrófico por parte de Putin al final”, dice. Pero Occidente no está exento de culpa. “Pensé que la decisión de… dejar abierta la membresía de Ucrania en la otan fue muy equivocada”. Eso fue desestabilizador, porque colgar la promesa de la protección de la otan sin un plan para llevarla a cabo dejó a Ucrania mal defendida incluso cuando estaba garantizado que enfurecería no solo a Putin, sino también a muchos de sus compatriotas.

La tarea ahora es poner fin a la guerra, sin preparar el escenario para la próxima ronda de conflicto. Kissinger dice que quiere que Rusia entregue la mayor cantidad posible del territorio que conquistó en 2014, pero la realidad es que en cualquier cese al fuego es probable que Rusia mantenga Sebastopol (la ciudad más grande de Crimea y la principal base naval de Rusia en el Mar Negro), como mínimo. Tal acuerdo, en el que Rusia pierde algunas ganancias pero retiene otras, podría dejar tanto a una Rusia como a una Ucrania insatisfechas.

En su opinión, esa es una receta para la confrontación futura. “Lo que los europeos están diciendo ahora es, desde mi punto de vista, tremendamente peligroso”, dice. “Porque los europeos están diciendo: ‘No los queremos en la otan , porque son demasiado arriesgados. Y, por lo tanto, los armaremos muchísimo y les daremos las armas más avanzadas’”. Su conclusión es contundente: “Ahora hemos armado a Ucrania hasta el punto en que será el país mejor armado y con menos recursos estratégicos. Liderazgo experimentado en Europa”.

Para establecer una paz duradera en Europa, Occidente debe dar dos saltos de imaginación. El primero es que Ucrania se una a la otan , como un medio para restringirla y protegerla. El segundo es que Europa diseñe un acercamiento con Rusia, como una forma de crear una frontera oriental estable.

Es comprensible que muchos países occidentales se resistan a uno u otro de esos objetivos. Con China involucrada, como aliada de Rusia y opositora de la otan , la tarea será aún más difícil. China tiene un interés primordial en que Rusia salga intacta de la guerra en Ucrania. Xi no solo tiene una asociación “sin límites” con Putin para honrar, sino que un colapso en Moscú preocuparía a China al crear un vacío de poder en Asia Central que corre el riesgo de ser llenado por una “guerra civil de tipo sirio”.

Tras la llamada de Xi a Zelensky, Kissinger cree que China puede estar posicionándose para mediar entre Rusia y Ucrania. Como uno de los arquitectos de la política que enfrentó a Estados Unidos y China contra la Unión Soviética, duda que China y Rusia puedan trabajar bien juntas. Cierto, comparten una sospecha de los Estados Unidos, pero también cree que tienen una desconfianza instintiva el uno del otro. “Nunca he conocido a un líder ruso que dijera algo bueno sobre China”, dice. “Y nunca he conocido a un líder chino que haya dicho algo bueno sobre Rusia”. No son aliados naturales.

Los chinos han entrado en la diplomacia sobre Ucrania como una expresión de su interés nacional, dice Kissinger. Aunque se niegan a tolerar la destrucción de Rusia, reconocen que Ucrania debería seguir siendo un país independiente y han advertido contra el uso de armas nucleares. Incluso pueden aceptar el deseo de Ucrania de unirse a la otan . “China hace esto, en parte, porque no quiere chocar con Estados Unidos”, dice. “Están creando su propio orden mundial, en la medida de lo posible”.

La segunda área en la que China y Estados Unidos deben hablar es la ia . “Estamos en el comienzo de una capacidad en la que las máquinas podrían imponer una pestilencia global u otras pandemias”, dice, “no solo nuclear sino cualquier campo de destrucción humana”.

Reconoce que incluso los expertos en ia no saben cuáles serán sus poderes (según la evidencia de nuestras discusiones, transcribir un acento alemán grueso y grave todavía está más allá de sus capacidades). Pero Kissinger cree que la ia se convertirá en un factor clave en la seguridad dentro de cinco años. Compara su potencial disruptivo con la invención de la imprenta, que difundió ideas que contribuyeron a causar las devastadoras guerras de los siglos XVI y XVII.

“No hay limitaciones. Cada adversario es 100% vulnerable… [Vivimos] en un mundo de destructividad sin precedentes”

“[Vivimos] en un mundo de destrucción sin precedentes”, advierte Kissinger. A pesar de la doctrina de que un humano debe estar al tanto, se pueden crear armas automáticas e imparables. “Si miras la historia militar, puedes decir que nunca ha sido posible destruir a todos tus oponentes, debido a las limitaciones geográficas y de precisión. [Ahora] no hay limitaciones. Cada adversario es 100% vulnerable”.

la ia no puede ser abolida. Por lo tanto, China y Estados Unidos necesitarán aprovechar su poder militarmente hasta cierto punto, como elemento disuasorio. Pero también pueden limitar la amenaza que plantea, de la misma manera que las conversaciones sobre el control de armas limitaron la amenaza de las armas nucleares. “Creo que tenemos que iniciar intercambios sobre el impacto de la tecnología entre nosotros”, dice. “Tenemos que dar pequeños pasos hacia el control de armas, en el que cada lado presente al otro material controlable sobre capacidades”. De hecho, él cree que las negociaciones en sí mismas podrían ayudar a generar confianza mutua y la confianza que permite a las superpotencias practicar la moderación. El secreto son líderes lo suficientemente fuertes y sabios para entender que la iano debe llevarse al límite. “Y si luego confías completamente en lo que puedes lograr a través del poder, es probable que destruyas el mundo”.

El tercer consejo de Kissinger para los aspirantes a líderes es “vincular todo esto a sus objetivos nacionales, sean cuales sean”. Para Estados Unidos, eso implica aprender a ser más pragmático, centrándose en las cualidades de liderazgo y, sobre todo, renovar la cultura política del país.

El modelo de pensamiento pragmático de Kissinger es India. Recuerda una función en la que un ex alto administrador indio explicó que la política exterior debe basarse en alianzas no permanentes orientadas a los problemas, en lugar de atar a un país en grandes estructuras multilaterales.

Tal enfoque transaccional no será algo natural en Estados Unidos. El tema que recorre la épica historia de las relaciones internacionales de Kissinger, “Diplomacia”, es que Estados Unidos insiste en describir todas sus principales intervenciones en el extranjero como expresiones de su destino manifiesto de rehacer el mundo a su propia imagen como un país libre, democrático y capitalista. sociedad.

El problema para Kissinger es el corolario, que es que los principios morales superan con demasiada frecuencia los intereses, incluso cuando no producirán el cambio deseable. Reconoce que los derechos humanos importan, pero no está de acuerdo con ponerlos en el centro de su política. La diferencia está entre imponerlas o decir que afectará las relaciones, pero la decisión es de ellos.

“Intentamos [imponerlos] en Sudán”, señala. “Mira a Sudán ahora”. De hecho, la insistencia instintiva en hacer lo correcto puede convertirse en una excusa para no pensar en las consecuencias de la política, dice. Las personas que quieren usar el poder para cambiar el mundo, argumenta Kissinger, a menudo son idealistas, aunque los realistas suelen ser vistos como dispuestos a usar la fuerza.

India es un contrapeso esencial al creciente poder de China. Sin embargo, también tiene un historial cada vez peor de intolerancia religiosa, parcialidad judicial y una prensa amordazada. Una implicación, aunque Kissinger no hizo ningún comentario directo, es que, por lo tanto, India será una prueba de si Estados Unidos puede ser pragmático. Japón será otro. Las relaciones serán tensas si, como predice Kissinger, Japón toma medidas para asegurar las armas nucleares dentro de cinco años. Con un ojo en las maniobras diplomáticas que más o menos mantuvieron la paz en el siglo XIX, mira a Gran Bretaña y Francia para ayudar a Estados Unidos a pensar estratégicamente sobre el equilibrio de poder en Asia.

Se buscan rellenos de zapatos grandes

El liderazgo también importará. Kissinger ha sido durante mucho tiempo un creyente en el poder de los individuos.

Franklin D. Roosevelt fue lo suficientemente previsor como para preparar a una América aislacionista para lo que vio como una guerra inevitable contra las potencias del Eje.

Charles de Gaulle le dio a Francia una creencia en el futuro.

John F. Kennedy inspiró a una generación.

Otto von Bismarck diseñó la unificación alemana y gobernó con destreza y moderación, solo para que su país sucumbiera a la fiebre de la guerra después de que él fuera derrocado.

Kissinger reconoce que las noticias las 24 horas y las redes sociales dificultan su estilo de diplomacia. “No creo que un presidente hoy pueda enviar un enviado con los poderes que yo tenía”, dice. Pero argumenta que angustiarse sobre si es posible un camino a seguir sería un error. “Si miras a los líderes a quienes he respetado, no hicieron esa pregunta. Preguntaron: ‘¿Es necesario?’”.

Recuerda el ejemplo de Winston Lord, miembro de su personal en la administración de Nixon. “Cuando intervinimos en Camboya, él quería renunciar. Y le dije: ‘Puedes renunciar y marchar por este lugar con una pancarta. O puede ayudarnos a resolver la guerra de Vietnam. Y decidió quedarse… Lo que necesitamos [es] personas que tomen esa decisión, que vivan en este momento y quieran hacer algo al respecto, además de sentir lástima por sí mismos”.

El liderazgo refleja la cultura política de un país. A Kissinger, como a muchos republicanos, le preocupa que la educación estadounidense se detenga en los momentos más oscuros de Estados Unidos. “Para tener una visión estratégica necesitas fe en tu país”, dice. La percepción compartida del valor de Estados Unidos se ha perdido.

También se queja de que los medios carecen de sentido de la proporción y el juicio. Cuando estaba en el cargo, la prensa era hostil, pero todavía dialogaba con ellos. “Me volvieron loco”, dice. “Pero eso era parte del juego… no fueron injustos”. Hoy, en cambio, dice que los medios no tienen ningún incentivo para ser reflexivos. “Mi tema es la necesidad de equilibrio y moderación. Institucionalizar eso. Ese es el objetivo”.

Sin embargo, lo peor de todo es la política misma. Cuando Kissinger vino a Washington, los políticos de los dos partidos solían cenar juntos. Estaba en términos amistosos con George McGovern, un candidato presidencial demócrata. Para un asesor de seguridad nacional del otro lado, eso sería poco probable hoy, cree. Gerald Ford, quien asumió el cargo después de la renuncia de Nixon, era el tipo de persona cuyos oponentes podían confiar en que actuaría decentemente. Hoy en día, cualquier medio se considera aceptable.

“Creo que Trump y ahora Biden han llevado [la animosidad] al límite”, dice Kissinger. Teme que una situación como Watergate pueda conducir a la violencia y que Estados Unidos carezca de liderazgo. “No creo que Biden pueda proporcionar la inspiración y… espero que los republicanos puedan encontrar a alguien mejor”, dice. “No es un gran momento de la historia”, lamenta, “pero la alternativa es la abdicación total”.

Estados Unidos necesita desesperadamente un pensamiento estratégico a largo plazo, cree. “Ese es nuestro gran desafío que debemos resolver. Si no lo hacemos, las predicciones de fracaso serán ciertas”.

Si el tiempo es corto y falta liderazgo, ¿dónde deja eso las perspectivas de que China y Estados Unidos encuentren una manera de vivir juntos en paz?

“Todos tenemos que admitir que estamos en un mundo nuevo”, dice Kissinger, “porque cualquier cosa que hagamos puede salir mal. Y no hay curso garantizado”. Aun así profesa sentir esperanza. “Mira, mi vida ha sido difícil, pero da lugar al optimismo. Y la dificultad, también es un desafío. No siempre debería ser un obstáculo”.

Destaca que la humanidad ha dado pasos agigantados. Es cierto que ese progreso a menudo ha ocurrido después de un conflicto terrible, después de la Guerra de los Treinta Años, las guerras napoleónicas y la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, pero la rivalidad entre China y Estados Unidos podría ser diferente. La historia sugiere que, cuando dos potencias de este tipo se encuentran, el resultado normal es un conflicto militar. “Pero esta no es una circunstancia normal”, argumenta Kissinger, “debido a la destrucción mutua asegurada y la inteligencia artificial”.

“Creo que es posible que puedas crear un orden mundial sobre la base de reglas a las que podrían unirse Europa, China e India, y eso ya es una buena parte de la humanidad. Entonces, si observa la practicidad de esto, puede terminar bien, o al menos puede terminar sin una catástrofe y podemos progresar”.

Esa es la tarea de los líderes de las superpotencias de hoy. “Immanuel Kant dijo que la paz ocurriría a través de la comprensión humana o algún desastre”, explica Kissinger. “Pensó que se produciría por la razón, pero no podía garantizarlo. Eso es más o menos lo que pienso”.

Por lo tanto, los líderes mundiales tienen una gran responsabilidad. Requieren realismo para hacer frente a los peligros que se avecinan, visión para ver que la solución pasa por lograr un equilibrio entre las fuerzas de sus países y moderación para abstenerse de utilizar al máximo sus poderes ofensivos. “Es un desafío sin precedentes y una gran oportunidad”, dice Kissinger.

El futuro de la humanidad depende de hacerlo bien. Bien entrada la cuarta hora de la conversación del día, y solo unas semanas antes de las celebraciones de su cumpleaños, Kissinger agrega con un guiño característico: “No estaré presente para verlo de ninguna manera”. Lampadia




Ciegos y clarividentes

J. Eduardo Ponce Vivanco
Ex Vice Canciller del Perú
Para Lampadia

No recuerdo de que más de veinte ex Cancilleres de Chile hayan emitido un pronunciamiento tan acabado y macizo en apoyo a la Alianza del Pacífico y a la coordinación que, como Presidencia “pro tempore”, ahora corresponde al Perú según establece nítidamente el Acuerdo Marco de la Alianza (artículo 7.1), un tratado internacional cuyas obligaciones deben ser respetadas por todos los Estados Parte que lo suscribieron.

Declaración de ex Cancilleres de Chile:

“INJERENCIAS QUE DAÑAN LA INTEGRACIÓN Y CONCERTACIÓN REGIONALES”

Algunos hechos recientes debieran alertar a nuestra Cancillería y a la opinión pública nacional [Chile] acerca de las dañinas injerencias que se repiten por parte de gobernantes y entidades de izquierda latinoamericanas, en detrimento de la estabilidad democrática regional.

El primero, se refiere al rechazo del presidente mexicano (AMLO) a entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico a Perú por considerar que su presidenta Dina Boluarte carece de legitimidad y es una “usurpadora”. Esto no solo constituye una evidente intromisión en los asuntos internos del Perú, sino también un desconocimiento arrogante e inadmisible del proceso constitucional y democrático que ha seguido dicho país ante el fallido autogolpe del expresidente Castillo. El incumplimiento del estatuto de Alianza del Pacifico, es un pésimo precedente para uno de los pocos organismos integracionistas latinoamericanos que funciona en forma independiente de los gobiernos de turno.

El segundo, dice relación con declaraciones del presidente Gustavo Petro de Colombia sobre una fiscal general peruana, demostrando su desconocimiento acerca de la independencia y autonomía constitucional de que goza el poder judicial en cualquier sistema democrático. Ni López Obrador ni Petro son buenos ejemplos para el futuro de la democracia y la integración en América Latina. Ambos, en su sesgada defensa del defenestrado Castillo, parecieran no tener otro objetivo que horadar la institucionalidad peruana.

Un tercer hecho lamentable, es que el desacreditado Grupo de Puebla manifiesta su “profunda inquietud” por el resultado de la reciente elección de consejeros constitucionales chilenos. Hace un llamado a los sectores progresistas a cerrar filas para detener los “avances de la derecha reaccionaria regional”. Ni una sola palabra sobre la impecabilidad del proceso electoral, ni el derecho soberano del pueblo chileno para decidir su futuro constitucional.

Es en virtud de todo lo anterior, que los embajadores chilenos abajo firmantes no sólo deploramos la excesiva ideologización y radicalización que está operando en la región, sino que alertamos contra proyectos de nuevas instituciones regionales al estilo de Unasur. Qué duda cabe, varios de estos líderes populistas tienen claros intereses ideológicos en recrear instancias regionales para profundizar la izquierdización y división del continente.”

Roberto Alonso B., Andrés Barbé G., Hernán Brantes G., Jorge Canelas U., Benjamín Concha G., Ricardo Concha G., Samuel Fernández I., Rodrigo Gaete V., Alfredo García C., Carlos Klammer B., Alberto Labbé G., Cecilia Mackenna E., José Luis Morales M., Juan Salazar S., Leonel Searle C., Alfonso Silva N., James Sinclair M., Pedro Suckel A., Isauro Torres N., Patricio Torres E., Horacio del Valle I y Fabio Vio U.”

Salta a la vista que los gobernantes de México y Colombia – AMLO y Petro – no están a la altura del trascendental compromiso asumido por sus Estados y ni de las expectativas que la Alianza suscitó en la comunidad internacional, atrayendo un sinnúmero de países observadores de todas las latitudes.

Es deplorable y condenable el tropical ejemplo gubernamental mexicano-colombiano que contrasta con la seriedad de los ex cancilleres de Chile y de los empresarios que, bajo la coordinación peruana, se siguen reuniendo normalmente en el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico (CEAP) para construir nuevos pisos sobre las ricas posibilidades que el Acuerdo Marco permite en el ámbito de los emprendedores privados.

Ellos ven claramente la acogida que recibió la AP en el inmenso y prometedor espacio económico y comercial del Asia Pacífico. Y han percibido también la ceguera política de AMLO Y Petro, cuyas trasnochadas ideologías son ampliamente superadas en el dinámico nivel de los agentes económicos que forjan la riqueza de nuestros pueblos. Lampadia




De una guerra más peligrosa

Alejandro Deustua
17 de mayo de 2023
Para Lampadia

Frente a la inminente contraofensiva ucraniana contra el invasor ruso la comunidad internacional podría expresar mayor preocupación por las consecuencias de la guerra.

Especialmente si el multibillonario rearme ucraniano en Occidente se expresa en sofisticada y cuantiosa capacidad militar adicional, Rusia consume stocks y reservistas en dimensiones extraordinarias y las alianzas que respaldan a los beligerantes expresan clara intolerancia a aceptar derrotas definitivas de sus asociados. El escalamiento está a la vista sin otro límite que el riesgo nuclear, el agotamiento económico o político de los involucrados o los límites de un indefinido largo plazo.

Es más, frente a la inestabilidad creciente del sistema, la fragmentación evidente en diversos alineamientos y bloques económicos y con otro schock global a la vista, era de esperarse que la comunidad internacional se hubiera empeñado en atajar conflictos en que se involucran las superpotencias si las consecuencias de la invasión de febrero del año pasado aún no son superadas.

Especialmente cuando éstas exacerban tendencias reflejadas en persistentes niveles de inflación, pobreza extrema, inseguridad alimentaria, disfunción de cadenas de valor y degradación ambiental y menor crecimiento (Rogoff).

Pero he aquí que, a pesar de que 141 estados (entre ellos, el Perú) rechazaran inicialmente la invasión rusa, demandaran el retiro de sus tropas y fueran afectados seriamente por los efectos de la guerra, la propensión de no pocos estados calificados como “mercados emergentes” a no involucrarse en el atajo de la guerra se ha incrementado y hasta han desarrollado racionalizaciones para impulsar esa conducta.

Para contrariar ese impulso o para atizarlo han surgido dos bandos.

1. El primero está integrado por los miembros del G7 que se reunirán en Hiroshima en estos días. Entre otros asuntos, ellos probablemente intentarán orientar la conducta de algunos de esos países -o simplemente, cooptarlos- en relación a los dos puntos de atención bélica: Ucrania y Taiwán.

Esa no es una buena idea si la intención no toma en serio los requerimientos de una tregua con retiro de tropas y/o de un acuerdo de paz en Eurasia. Si sólo China y Brasil han iniciado intentos de intermediación siguiendo sus propios intereses o aspiraciones, por lo menos ellos muestran objetivos que los países en desarrollo (o parte de ellos) deberían proponer a los beligerantes para apurar el momento en que éstos muestren predisposición a considerar esta posibilidad.

2. El segundo convocante es un grupo de intelectuales, quizás amparados por uno o más estados del “sur global” (un neologismo que desea reemplazar al antiguo “Tercer Mundo” -y más específicamente, a la América Latina-), llamando la atención sobre su creciente participación en el comercio, la inversión y la producción globales. Pero sin diferenciar siquiera entre el no involucramiento en complicaciones estrictamente bélicas y la necesidad de tomar acción preventiva frente a los efectos de las mismas, ellos no cuentan con una propuesta apropiada para desescalar el escenario de guerra. Y ni siquiera se permiten su esbozo.

Su preocupación ronda más bien en torno a la emergencia multipolar, a una redundante agenda multilateral y a varias carencias: escasez de motivación (el anticolonialismo de mediados del siglo pasado ha desaparecido), de instituciones efectivas (el G77 subsiste a fuerza de oportunismo) y de parámetros sistémicos (no pocos miembros del NO AL ya tienen un alineamiento con China). Sin cohesión básica, que no sea la del foro o gabinete proponente, esa agrupación parece no haber tomado nota de la inexistencia de intereses comunes sistémicos entre los países en desarrollo que son partícipes también de la realidad de la fragmentación.

En épocas de guerra, esa iniciativa parece más bien un poco imaginativo artilugio diplomático-académico que juega a cierta equidistancia como si ésta fuese un valor superior a la realidad sangrienta de una invasión territorial en un escenario geopolítico crucial y a las necesidades de contener su escalamiento y mitigar sus graves consecuencias.

Entre los concretos requerimientos del caso, es claro que además de la muy posible emergencia de un Niño global, debemos prepararnos para afrontar una renovada crisis de combustibles, problemas de aprovisionamiento de insumos básicos para la agricultura, renovadas distorsiones de las cadenas de valor que afectarán el transporte, el comercio y la inversión con efectos de mediano o largo plazo.

Las consecuencias inflacionarias y eventualmente recesivas de esa crisis son graves en un contexto con poco espacio para soportar nuevos ejercicios de política monetaria, de fuerte limitación fiscal y de vulnerabilidad a los efectos de la desglobalización (que equivaldrían al 2% del PBI global si se considera sólo el impacto en la inversión, a 7% si el escenario fuera de “fragmentación intensa” y a cotas más altas si se añadiese la fragmentación tecnológica -FMI-).

Por lo demás, debe tenerse en cuenta de que, fuera del escenario de guerra, una proyección del Banco Mundial estima que los precios de los metales, luego de haber repuntado en el primer trimestre, caerían este año alrededor de 8% interanual debido a un decrecimiento de la demanda y un incremento de la oferta (BM).

Esa proyección está en línea con las proyecciones de desaceleración global (de 3.4% en 2022 a 2.8% este año con Latinoamérica cayendo de 4% % a 1.6% ese ese período) reportada en abril por el FMI.

Éstos son los problemas de corto y mediano plazo que debemos afrontar en la región que requieren de un escenario cooperativo bien distinto a la conflictiva situación actual. Y en el gran escenario externo, antes de plantear equívocas estrategias sobre el “sur global” con intereses fuertemente discrepantes, quizás la región podría expresar a los beligerantes euroasiáticos la preocupación de los latinoamericanos por una guerra agravada advirtiéndoles de sus efectos en el resto del mundo. Lampadia




“México queda como un país poco serio”

Entrevista a Hugo Palma
Perú21, 17 de Mayo del 2023

Perú21TV conversó con el embajador Hugo Palma sobre las recientes declaraciones del presidente de México Manuel López Obrador sobre el Perú.

Para el embajador (r) Hugo Palma, México no quedará bien visto ante los ojos de la comunidad internacional ante el arrebato casi “infantil” de no ceder la Presidencia Pro Tempore al Perú de la Alianza del Pacífico.

López Obrador volvió a referirse al Perú e insiste en no entregar la Presidencia Pro Tempore de la Alianza del Pacífico.

El señor López Obrador tiene una capacidad ilimitada para decir cosas que no debe. Esas palabras son absolutamente contrarias con la tradición de la política mexicana e inclusive con la política de respeto internacional establecida por la Cancillería de México en la doctrina Estrada en los años 30 y que se corresponde con el derecho internacional. La doctrina Estrada dice que México no califica, ni en el acto ni en el después, sustituir a los gobiernos (no reconociéndolos). Es un ejemplo excelente del principio de no intervenir en los asuntos internos de los demás países, respetar su independencia y soberanía. Otro ejemplo de respeto al derecho internacional es lo que dijo el gran presidente mexicano Benito Juárez, en 1867: entre los individuos y naciones, el derecho es la paz.

¿Qué consecuencias trae esta actitud?

Tengo la impresión que AMLO está decidido a escalar su lenguaje ofensivo e intervencionista; creo que el Perú no lo debe permitir. Se está cometiendo una violación del derecho internacional, pues México tiene obligaciones ineludibles en un tratado. La Alianza del Pacífico establece que la presidencia es rotativa y consecuentemente corresponde al Perú. No tiene derecho a decir que la presidencia del Perú es espuria; es una barbaridad. El daño se lo hace a su país, a nosotros nos ofende, pero a México lo perjudica porque queda como un país poco serio.

¿Qué puede hacer el Perú?

Perú debería protestar a través de la Cancillería. Siempre es conveniente la prudencia, la protesta se puede hacer directamente porque las relaciones no se han roto.




El Brexit ha fracasado

El ex líder de UKIP dice que las empresas ahora pueden estar más reguladas que cuando el Reino Unido estaba en la UE.

Evening Standard
Nicolás Cecil, redactor político

Brexit ha fallado, dice Nigel Farage.

El exlíder del UKIP hizo la admisión contundente a medida que crece la evidencia sobre el daño económico a Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea.

Los economistas dicen que dejará a millones de trabajadores en el Reino Unido £1,300 peor que si el Reino Unido hubiera permanecido en el bloque comercial europeo.

Farage le dijo a Newsnight de la BBC: “En realidad, no nos hemos beneficiado económicamente del Brexit, lo que podríamos haber hecho.

“Lo que Brexit ha demostrado, me temo, es que nuestros políticos son tan inútiles como lo fueron los comisionados en Bruselas.

“Hemos manejado esto totalmente mal.

“Cosas simples, como adquisiciones, impuesto de sociedades, estamos alejando los negocios de nuestro país.

“Podría decirse que ahora que volvimos a tener el control, estamos regulando nuestros propios negocios incluso más de lo que lo estaban como miembros de la UE.

“El Brexit ha fracasado.

“No hemos cumplido con las fronteras, no hemos cumplido con el Brexit, los tories nos han decepcionado muy, muy mal”.

Sin embargo, todavía negó que el Reino Unido hubiera estado económicamente mejor permaneciendo en la UE.

Pocos, si es que alguno, de los principales partidarios del Brexit han aceptado alguna culpa por el daño causado a Gran Bretaña al separarse de la UE.

Rishi Sunak se niega a reconocer cualquier daño económico al Reino Unido a pesar del creciente peso de la evidencia.

El organismo de control económico del Gobierno, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, ha dicho que el acuerdo comercial posterior al Brexit alcanzado con la UE reducirá la productividad a largo plazo de Gran Bretaña en un cuatro por ciento, en comparación con si el Reino Unido hubiera permanecido en el bloque.

Agregó que tanto las exportaciones como las importaciones serán alrededor de un 15 por ciento más bajas a largo plazo que si Gran Bretaña se hubiera quedado en la UE.

La economía de Gran Bretaña se está estancando y no muestra signos de un repunte significativo.

El canciller Jeremy Hunt, que hizo campaña a favor de la permanencia, ha aceptado algunos daños causados por el Brexit, pero también dice que hay oportunidades para Gran Bretaña.

El secretario de Comercio Internacional, Kemi Badenoch, elogió una serie de acuerdos comerciales con otros países, pero muchos economistas dicen que se ven eclipsados por la pérdida de negocios con la UE.

El exsecretario de Medio Ambiente, George Eustice, criticó un acuerdo comercial alcanzado con Australia por ser demasiado favorable para Australia a expensas del Reino Unido.

La afirmación de los Brexiteers de que Leaving permitiría al Reino Unido recuperar el control de sus fronteras también suena hueca, con un número récord de personas que cruzaron el Canal en “pequeños botes” y la migración legal también en espiral.

El exministro del Brexit, Jacob Rees-Mogg, también se ha negado a aceptar el daño económico causado al Reino Unido.

Pero atacó la decisión del Gobierno de reducir los planes posteriores al Brexit para eliminar las leyes de la UE como “patéticamente poco ambicioso”.

Los ministros han defendido la demora para que las leyes de la UE puedan desecharse de manera ordenada, en lugar de causar más caos.

Pero el exministro del gabinete, Rees-Mogg, criticó al primer ministro en una conferencia de la derecha en Westminster el lunes por romper su promesa de completar una “hoguera” de las leyes restantes de la era de la UE para fin de año. Lampadia




“Gavin, eres un embajador y no un activista…”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 5 de Mayo del 2023

“El embajador británico en Perú, Gavin Cook, debería concentrarse en explicarnos qué ha pasado con la reconstrucción del norte que su país gestiona o en trabajar de verdad con la Cámara de Comercio Peruano-Británica, en lugar de colgar tantas fotitos laudatorias y demagogas en Twitter (..)”.

-¿Se fijaron en los términos que han inventado los caviares y que nuestra prensa ingenua recoge cándidamente? A la lucha contra el terrorismo le llaman “conflicto armado interno”. Una revuelta, bloqueo o disturbio es “un conflicto social”. Las lamentables muertes de unos manifestantes son “ejecuciones extrajudiciales” dentro de “una masacre”. Como bien anotó George Orwell en 1984, la izquierda inventa un nuevo lenguaje para dominar las mentes. -Nos visita nada menos que el canciller japonés, el más importante personaje internacional que llega a Lima tras la caída de Castillo, y eso apenas significa unas líneas escondidas en nuestra prensa. Pero también eso revela la colosal ineptitud comunicacional del gobierno. -Este domingo, Chile elige a los 50 representantes que decidirán finalmente cómo será su nueva Constitución, pues ellos revisarán el anteproyecto elaborado por expertos. Todo apunta a una severa derrota de Boric y la izquierda. ¡Ojalá! -Ojo que estos temblores bancarios en EE.UU. aún no han acabado, pues varias entidades regionales aún están movidas. -Florida no deja de sorprender con sus medidas de sentido común: ayer una ley estableció que los baños públicos se usan solo en base a tu sexo natural y no a tu supuesta “identidad de género”. Eso es lo cuerdo.

PD: El embajador británico en Perú, Gavin Cook, debería concentrarse en explicarnos qué ha pasado con la reconstrucción del norte que su país gestiona o en trabajar de verdad con la Cámara de Comercio Peruano-Británica, en lugar de colgar tantas fotitos laudatorias y demagogas en Twitter con caviares como Glatzer Tuesta (IDL) o Paola Ugaz, veteranos coleguitas de odios que generan mucho repudio entre quienes no somos izquierdistas. Cook parecía una mejora respecto a su insufrible figuretti antecesora Kate Harrison, pero ha resultado otro obsesionado con lo “políticamente correcto” y la agenda de género. Cook, usted es un embajador y no un activista pontificador. Cíñase a su cargo y no genere rechazos gratuitos.




El Informe de Situación de los Derechos Humanos en el Perú

Humberto Abanto Verástegui
Para Lampadia

I

El Informe de Situación de los Derechos Humanos en Perú en el contexto de las protestas sociales (Informe), elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ha despertado polémica. No podía ser de otro modo. La materia que trata es controversial y posee una altísima carga política, por lo que resultaba inevitable que encendiera las pasiones. No obstante, es imprescindible ponerse por encima de ellas y leer detalladamente el documento para apreciar, con la mayor objetividad posible, las luces y las sombras que proyecta.

Cabe señalar, en primer lugar, que la CIDH ubica muy bien, en el tiempo, los sucesos que son objeto de su pronunciamiento. El Informe dice:

El marco temporal de este informe se refiere a los hechos sucedidos entre el 7 de diciembre de 2022 y el 23 de enero de 2023, en virtud de la información recibida en terreno, así como la información completaría recibida con posterioridad a la visita y al constante monitoreo sobre la situación del Perú

En segundo lugar, no hay duda de que el grupo de trabajo tiene clara la cadena de sucesos que llevó a la escalada de violencia que vivió el Perú en el lapso señalado. Leamos la descripción que la CIDH hace:

4. El 7 de diciembre de 2022 el entonces Presidente de la República, Pedro Castillo, tomó la decisión, por fuera de los procedimientos constitucionales, de disolver el Congreso de la República e intervenir en el Poder Judicial y el Ministerio Público con el fin de reorganizarlos. Asimismo, anunció su decisión de gobernar por decreto. Ante ello, la Comisión condenó el rompimiento del orden constitucional y saludó, mediante un comunicado de prensa, la rápida actuación de las diferentes instituciones del Estado para el pronto restablecimiento del orden institucional. En el ámbito interno esa decisión fue denunciada como un golpe de estado por parte de instituciones de los diferentes poderes del Estado y fue objeto de pronunciamientos condenatorios por parte de distintos países de la región.

5. Este hecho dio lugar a la captura en flagrancia e investigación penal en contra del expresidente Castillo, así como a una posterior declaratoria de vacancia presidencial. Según lo establecido en la Constitución del Perú, operó la sucesión presidencial de quien hasta entonces fungía como vicepresidenta electa, Dina Boluarte; razón por la que asumió el cargo de Presidenta Constitucional de Perú. La crisis política desatada por estos hechos dio lugar a masivas protestas en todo el país.

Más aún, el Informe expone la metodología a emplear en su desarrollo:

10. El informe aborda, como primer punto, información general sobre Perú; luego, explica los antecedentes y contexto de la crisis política y social actual. Posteriormente, presenta una cronología de hechos, empezando por la crisis constitucional de 2022 y un registro de los sucesos más relevantes en el marco de las protestas, incluyendo hechos de violencia fuera del derecho de protesta o manifestación pacífica; y la correspondiente respuesta estatal. A continuación, en un capítulo específico, el informe contiene un análisis jurídico sobre presuntas violaciones de derechos humanos y afectaciones derivadas de la violencia; para luego formular conclusiones y recomendaciones dirigidas al Estado.

Hasta aquí las luces.

II

Las sombras caen sobre el Informe cuando los problemas de sesgo aparecen en el planteamiento del problema, como se puede apreciar:

6. Durante el marco de observación de la CIDH, tuvieron lugar numerosas y masivas manifestaciones pacíficas en el país. Además, se registraron complejas situaciones de conflictividad social con un lamentable saldo de decenas de personas fallecidas y cientos heridas. Entre los hechos acaecidos, el presente el informe da cuenta presuntas violaciones de derechos humanos como consecuencia del uso desproporcionado de la fuerza en casos concretos, inclusive de forma indiscriminada contra la población; ataques a periodistas; así como detenciones masivas de personas manifestantes.

7. Al mismo tiempo, sucedieron hechos de violencia y vandalismo por fuera del derecho de protesta, tales como ataques a infraestructura pública y medios de comunicación; quemas de instituciones públicas, inclusive de distintas sedes del Poder Judicial y del Ministerio Público, de inmuebles privados; y saqueos. Adicionalmente, se registraron bloqueos y tomas de infraestructura crítica, que, en determinados eventos, por su extensión en tiempo y escala, provocaron afectaciones en diferentes regiones del Perú, como escasez de alimentos, medicamentos y combustible e inclusive la muerte de personas. En este contexto tuvieron lugar numerosos enfrentamientos con la fuerza pública.

8. La crisis política y el descontento social no son hechos aislados, sino que, según la información recibida por la Comisión durante la visita, guardan estrecha relación con la desigualdad estructural y la discriminación histórica, en particular hacia los pueblos indígenas y las comunidades campesinas de las provincias ubicadas al sur del país. Regiones donde se concentraron la mayor cantidad de protestas, de mensajes estigmatizantes y denuncias de violaciones de derechos humanos, así como de hechos de violencia.

La CIDH tenía el deber de diferenciar las manifestaciones pacíficas -protegidas por el derecho a la libertad de reunión, como bien señala- de las manifestaciones violentas -a las que no protege el mencionado derecho fundamental-. La diferenciación resultaba indispensable, en la medida en que el Informe habla de numerosas y masivas manifestaciones pacíficas en el país, por una parte, y de hechos de violencia y vandalismo por fuera del derecho de protesta, por la otra.

Así, un examen riguroso de los hechos exigía, en primer orden, determinar en cuáles situaciones resultó legítimo el uso de la fuerza e, incluso, el uso de fuerza letal para proteger la vida, la salud o la integridad física de los agentes del orden y las de las personas no participantes de las manifestaciones, entre las que se contaban aquellas emplazadas en la infraestructura pública y privada objeto de ataque violento masivo; y, en segundo orden, para determinar si en la respuesta estatal se detecta «la existencia de “prácticas sistemáticas y masivas”, “patrones” o “políticas estatales” en que los graves hechos se han enmarcado, cuando “la preparación y ejecución” de la violación de derechos humanos de las víctimas fue perpetrada “con el conocimiento u órdenes superiores de altos mandos y autoridades del Estado o con la colaboración, aquiescencia y tolerancia, manifestadas en diversas acciones y omisiones realizadas en forma coordinada o concatenada”, de miembros de diferentes estructuras y órganos estatales», a que hace referencia la doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en orden a la determinación de la existencia de graves violaciones de derechos humanos.[1]

No fue lo que la CIDH hizo. Sus miembros optaron por abigarrar todos los acontecimientos en un solo juicio indiferenciado, lo que, lógicamente, facilitó que arribara a conclusiones erróneas y atribuyese -indebidamente, por cierto- responsabilidades estatales, así como oscureciera injustificadamente los actos de violencia generalizada y su impacto en el conjunto de los hechos.

III

Se suma al empleo conceptualmente indisciplinado de la categoría graves violaciones de derechos humanos, que oscurece los razonamientos expuestos en el Informe de la CIDH, una violación directa del principio de igualdad en la aplicación del derecho, en orden a la supuesta violación de los derechos a las libertades de reunión, expresión y asociación, al descalificar el cuestionamiento de las autoridades estatales y de importantes sectores de la sociedad peruana a la plataforma proclamada por los promotores y participantes de las manifestaciones violentas.

El Informe da cuenta de las cinco reclamaciones, a las que denomina consignas, proclamadas y perseguidas por quienes organizaron y participaron en las protestas de diciembre 2022 y enero 2023:

77. La vacancia presidencial por incapacidad moral permanente de Pedro Castillo a consecuencia del rompimiento constitucional y la sucesión de Dina Boluarte, quien en 2021 fue electa como Vicepresidenta de la República, dieron origen, a partir del 7 de diciembre, a una serie de protestas a nivel nacional que tuvieron 5 consignas con diferente nivel de consenso. Las consignas de las protestas eran: i) el adelanto de elecciones generales; ii) el cierre del Congreso; iii) la convocatoria de una asamblea constituyente; iv) la renuncia de la Presidenta Boluarte; y v) la liberación del expresidente Castillo. Estas demandas de índole político fueron variando con el 126 paso del tiempo en intensidad; a la fecha de cierre del informe, los llamados se centraban, principalmente, en el adelanto de elecciones y la renuncia de la Presidenta Dina Boluarte.

Frente a dichos cuestionamientos, la CIDH declara:

Al respecto, la CIDH recuerda que existe una presunción de protección sobre el contenido de todo tipo de expresión en las protestas, salvo la propaganda de la guerra y la apología del odio que constituyen incitación a la violencia, conforme al artículo 13.5 de la CADH. La ciudadanía tiene el derecho de derecho (sic) a elegir el contenido y los mensajes de la protesta y corresponde al Estado mantener neutralidad frente a los contenidos.[2]

Desde el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) y, específicamente, desde la doctrina establecida por el Comité de Derechos Humanos (CDH) de la Organización de Naciones Unidas, acerca de los límites de protección del derecho a la libertad de expresión dentro del contexto del ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica, la CIDH olvida que sí se puede juzgar la legitimidad del mensaje de protesta:

49. Las normas aplicables a la libertad de expresión se deberían cumplir en lo que respecta a los elementos expresivos de las reuniones. Por consiguiente, las restricciones a las reuniones pacíficas no se deben utilizar, explícita o implícitamente, para reprimir la expresión de la oposición política a un gobierno, los desafíos a la autoridad, incluidos los llamamientos en favor de cambios democráticos de gobierno, la constitución o el régimen político, o la búsqueda de la libre determinación. No se deberían utilizar para prohibir los insultos al honor y la reputación de los funcionarios o los órganos del Estado.

50. Según el artículo 20 del Pacto, las reuniones pacíficas no se pueden utilizar con fines de propaganda en favor de la guerra (art. 20, párr. 1) o apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia (art. 20, párr. 2). En la medida de lo posible, se deberían adoptar medidas en esos casos contra los autores individuales y no contra la reunión en su conjunto. La participación en reuniones cuyo mensaje dominante incida en el ámbito de aplicación del artículo 20 se debe abordar de conformidad con los requisitos para las restricciones establecidos en los artículos 19 y 21.

No solo eso, la propia CIDH, siguiendo la doctrina de la Corte IDH sobre el derecho a la libertad de asociación que, en el ejercicio del derecho a la libertad de reunión pacífica, dentro cual se verifican las actividades de protesta social, tiene declarado que cabe evaluar la legitimidad de los fines perseguidos en una protesta:

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, “Corte Interamericana”) ha señalado que la libertad de asociación “presupone el derecho de reunión y se caracteriza por habilitar a las personas para crear o participar en entidades u organizaciones con el objeto de actuar colectivamente para la consecución de los más diversos fines, siempre y éstos sean legítimos”.[3]

La CIDH no ha sometido las cinco consignas que movieron las manifestaciones violentas a ningún examen de legitimidad convencional, constitucional y democrática. Más bien, sin una premisa que sustente la conclusión de su silogismo, ha enlazado las manifestaciones violentas de diciembre 2022 y enero 2023 -que buscaban trastocar el orden constitucional y, de alguna manera, revivificar el rompimiento del orden constitucional ejecutado por Pedro Castillo Terrones- «con demandas sociales de carácter estructural derivadas de un contexto de discriminación y desigualdad que han generado la exclusión en el acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA). En particular, hacia los pueblos indígenas y las comunidades campesinas de las provincias ubicadas al sur del país; regiones donde se ha concentrado la mayor cantidad de protestas, de mensajes estigmatizantes y de denuncias de violaciones de derechos humanos, así como hechos de violencia.»[4]

No menos inexplicable es que la CIDH, con inocencia fingida, refiera que «[E]n Lima, se reportaron incidentes de violencia durante la jornada denominada por algunas organizaciones y personas manifestantes como la “Toma de Lima”», sin expresar ningún juicio de valor sobre la legitimidad del objetivo de tomar la ciudad capital de un país con el propósito de que un sector del país imponga a otro las consignas políticas que movían sus manifestaciones violentas.

IV

La oscuridad se hace total cuando la CIDH, excediendo por completo el ámbito de su pronunciamiento y so pretexto de presentar el contexto de los hechos de violencia acontecidos en el Perú después de la debelación del golpe de estado que intentó perpetrar Pedro Castillo Terrones, juzga el modelo económico peruano y presenta conclusiones despojadas de un análisis completo de la data existente:

32. La economía peruana está basada, primordialmente, en un modelo extractivista, cuyas regalías no han contribuido a reducir significativamente la desigualdad ni han traído desarrollo a las regiones donde predominan los pueblos indígenas y las comunidades campesinas. Según la Encuesta Nacional de Percepción de Desigualdades, el 55% de la población considera que Perú es un país económicamente muy desigual, mientras que el 60% estima que la brecha de desigualdad ha aumentado en los últimos dos años. En tal sentido, si bien las protestas que comenzaron el mes de diciembre de 2022 tienen consignas políticas puntuales, en el fondo guardan relación con el modelo social y económico, así como el acceso a derechos en condiciones de igualdad. Máxime cuando, según diversos testimonios recibidos, una de las fuentes de conflictividad social histórica se relaciona con el modelo extractivista que incluye concesiones de largo término con beneficios tributarios.

El concepto extractivismo es una categoría política y no científica económica. Su empleo, por tanto, expresa una proclividad ideológica que oscurece más aún el trabajo de la CIDH. No se trata de que el modelo económico peruano sea ejemplar, perfecto y, consecuentemente, libre de todo cuestionamiento o crítica. Aunque pueda decirse en su favor que tiene un excelente registro de crecimiento económico y reducción de la pobreza que los comisionados soslayan y una solidez monetaria que sorprende a la región.

El asunto es que un juicio como el proferido por los comisionados carece de lugar en el contexto de un examen jurídico sobre el cumplimiento de las obligaciones internacionales del Perú en materia de derechos humanos y, específicamente, sobre los derechos a las libertades de reunión pacífica, expresión y asociación. Ese sesgo ideológico marca todo el Informe y explica los sesgos lógicos, metodológicos y epistemológicos que experimentan los razonamientos que son expuestos en el Informe.

V

Toda vez que el análisis del Informe se hace desde la doctrina del CDH, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) -condensada en las Directrices sobre el derecho a la libertad de reunión pacífica, preparadas por la Comisión de Venecia para el Consejo de Europa- y la Corte IDH, cabe señalar que no todo el trabajo de la CIDH es desdeñable. Resulta difícil, sino imposible, separarse de su invocación al desarrollo de una investigación exhaustiva, prolija e independiente, sujeta a las garantías del debido proceso, para determinar si se perpetraron delitos y, si se perpetraron, identificar a quienes los perpetraron, satisfaciendo las exigencias derivadas de las obligaciones de prevenir, investigar y sancionar las violaciones de derechos humanos.

El problema es que, mientras recomienda esa investigación exhaustiva, prolija e independiente, a que nos obligan nuestra Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos suscritos y en vigor, la CIDH adelanta conclusiones estridentes que podrían reencender la llama de la violencia en el Perú. Una regla metodológica esencial manda que las conclusiones sucedan a la investigación y no al revés. Sería aconsejable que, en el futuro, los comisionados tuvieran en cuenta la necesidad de ser metodológicamente rigurosos, en lugar de ideológicamente apasionados. Lampadia

[1] Corte IDH, Caso Perozo y otros vs. Venezuela, párrafo (p.) 149.

[2] Informe, párrafo 216, página 79.

[3] CIDH, Protesta social y derechos humanos, 2010, párrafo 20, página 12.

[4] Informe, párrafo 25, página 16.




Los derechos humanos al servicio de una ideología

Jaime de Althaus
Para Lampadia

El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre las protestas sociales demanda que se investigue con celeridad las muertes ocurridas durante las movilizaciones de diciembre y enero, como debe ser, pero recoge una narrativa compuesta de falsedades y ausencias notorias que la acercan parcialmente a la narrativa insurreccional.

Para comenzar, no identifica cual fue la idea que impulsó las movilizaciones: que el congreso aliado con los grandes poderes económicos había dado un golpe a Castillo, que es algo que aun cree más de la mitad de la población.

No reconoce que lo que movilizó a muchas personas fue un mito, una mentira infundida por la prensa alternativa de izquierda y las dirigencias radicales, que aprovechaba la identificación de los sectores andinos con un presidente campesino. Una manipulación fraseada en clave de lucha de clases.

El informe más bien se hace eco de aspectos de esa retórica. Señala como telón de fondo de la insurrección que “Las provincias apartadas demandan que se valore la diversidad étnico-racial del país, no ser estigmatizadas, ser consultadas sobre los proyectos extractivos que pueden tener impactos considerables en su territorio, y que la riqueza que éstos generan se distribuya equitativamente”.

Por supuesto que hay racismo y estigmatización, pero no es cierto que las comunidades no sean consultadas sobre los proyectos extractivos y que la riqueza que generan no se distribuya. Hay consulta previa rigurosa y el canon minero, que es el 50% del impuesto a la renta, se distribuye en los distritos, provincias y regiones donde se ubican las operaciones mineras. Lo que debió señalar el documento es que la ejecución de ese canon es pésima y corrupta porque la descentralización no ha funcionado.

El informe recoge sin pudor el relato de la izquierda anti extractivista cuando afirma que

“los pueblos indígenas y las comunidades campesinas también han sido los más afectados por los pasivos ambientales de las industrias extractivas que han impulsado una parte importante del crecimiento económico del país. En este orden de ideas, la Defensoría del Pueblo ha revelado que, de los 211 conflictos sociales activos a septiembre de 2022, 136 estuvieron motivados por causas socioambientales, vinculadas, en el 67% de los casos, con actividades mineras que afectan territorios, ríos y reservas naturales”.

Cuando todo el mundo sabe que la mayor parte de esos conflictos no tienen una motivación ambiental sino rentista, la presión para extraerle a la mina mayores rentas.

El informe recoge desembozadamente el discurso de la izquierda cuando en el punto 32 condena el “modelo extractivista” y concluye que las protestas “en el fondo guardan relación con el modelo social y económico”.

La conclusión 287 señala que “la protesta social y pacífica es un derecho que en contextos de crisis políticas sostenidas puede constituirse como la única vía de participación política para comunidades sobre las que se ejerce discriminación estructural, exclusión política y social”.

Nuevamente, lo que movilizó a la población no fue el modelo económico ni las condiciones sociales o económicas, sino una posverdad, un mito, que llevó a la gente a pensar que le habían robado el voto.

    • La Comisión desconoce que ese modelo que condena ha reducido la pobreza de 60% a 20% (el 2019) y que también redujo la desigualdad social y regional.
    • Seguramente propone el modelo del socialismo del siglo XXI.
    • Richard Webb ha demostrado que el sector rural andino fue el que más incrementó sus ingresos desde los años 90.
    • Un análisis del centro Wiñaq demuestra que las revueltas se produjeron en las regiones en las que mejoró en mayor medida el índice de desarrollo humano en los últimos veinte años.

El problema ha sido la descomposición del Estado y de la política. La burguesía rural que ha emergido en los últimos 30 años ha elevado su nivel de demandas y ve impotente cómo los gobiernos locales y regionales se roban la plata, los servicios no funcionan y las obras se paralizan. Y no puede formalizarse por el costo de las leyes. El gran esfuerzo integrador del estado peruano -la descentralización-, ha fracasado.

Por supuesto, el informe no identifica la participación de dirigencias radicales, incluyendo a las del Fenate-Movadef, ni juzga los niveles de violencia de los ataques a aeropuertos, comisarías, fiscalías, empresas, etc. No menciona cuantos policías heridos hubo. No establece el carácter insurreccional de los hechos.

Si reconoce que en Juliaca las fuerzas de seguridad fueron atacadas con piedras, palos y fuegos pirotécnicos, como avellanas, pero eso no le impide concluir que allí hubo uso excesivo e indiscriminado de la fuerza por parte de agentes del Estado, que habrían resultado en graves violaciones de derechos humanos.

¿Debieron los policías actuar como en Ica, donde se limitaron a recibir piedras, palos y bombardas?

Menos aún identifica la entronización de verdaderas dictaduras locales regidas por esas dirigencias que bloqueaban carreteras, cerraban mercados y tiendas, acallaban periodistas, incendiaban canales de televisión y locales institucionales, azotaban a autoridades que osaban hablar con el Ejecutivo, etc. Es decir, abiertas, flagrantes y continuadas violaciones a los derechos humanos de las personas comunes y corrientes que la Comisión no vio ni reconoció ni condenó.

El país no puede aceptar un informe que pone el importante tema de los derechos humanos al servicio de una causa ideológica profundamente equivocada. Lampadia




O País Mais Grande Do Mundo

Uri Landman
Para Lampadia

La semana pasada, viajé al país más grande del mundo para participar en una feria del rubro automotriz. A pesar que Brasil no es el país con más extensión territorial, ni el que más población tiene, los brasileros consideran que su país, es el más grande del mundo y tienen razones justificadas para pensar así.

Brasil es la décimo segunda economía más grande del mundo con un PBI de 1,600 billones de dólares en el año 2021. Es el país más extenso de América del Sur y el quinto a nivel mundial con 8.51 millones de kilómetros cuadrados. El 60% del mayor bosque tropical del mundo, el Amazonas, está contenido dentro del territorio brasilero.

Con una población de 215 millones de personas, Brasil es el séptimo país más poblado del mundo. Si bien se considera a Brasil como una economía emergente (es parte del grupo llamado BRICS), la distribución de la riqueza es muy desigual, ubicándose en el puesto 85 con un PBI per cápita de $ 7,518 (datos al 2021).

Parte de la riqueza del país proviene de sus recursos naturales. Brasil, es el segundo exportador del mundo de mineral de hierro, con 46.2 billones de dólares en el año 2021. Es el principal exportador de granos de soya con 39 billones de dólares en el 2021. Es el mayor exportador de azúcar con un monto de 10 billones de dólares, lo que representó unos 720 millones de toneladas o el 40% de la producción de azúcar a nivel mundial. Por supuesto, no nos podemos olvidar de uno de sus productos preferidos: el café, siendo Brasil el mayor productor de café del mundo con 62 mil sacos al año (más del doble del segundo lugar, Vietnam).

Brasil ha sido capaz de industrializar sus recursos naturales para darles un alto valor agregado. El sector industrial ha estado en constante crecimiento desde la década de 1930, cuando el gobierno de Getulio Vargas, decidió invertir en infraestructura, reglamentar el mercado de trabajo y poner en marcha diversas medidas que estimularon la industrialización.

El sector industrial representa el 17.6% del PBI y emplea el 19.9% de la población. La industria brasilera es tan avanzada que el país produce automóviles, trenes, aviones, maquinaria, entre muchas otras manufacturas de alta calidad.

Todas las exportaciones brasileras pueden salir al mundo gracias a las mega-obras en infraestructura que tiene el país, como carreteras, trenes, puertos y aeropuertos.

Un claro ejemplo lo tenemos en el aeropuerto de Sao Paulo – Guarulhos. Al aterrizar en este aeropuerto y ver sus dimensiones, nos damos cuenta que el concesionario del Aeropuerto Jorge Chávez, Lima Airport Partners (LAP), nos está haciendo el cuento cuando nos dice que el nuevo terminal único de pasajeros que se está construyendo en conjunto de la segunda pista de aterrizaje y de la nueva torre de control, convertirán a nuestro aeropuerto en uno de los más grandes y modernos de la región. Esta afirmación contrasta con la realidad de aterrizar en un aeropuerto como el de Sao Paulo, donde uno solo de sus terminales (de los tres que tiene) tiene la capacidad operativa de todo el Jorge Chávez, con su nuevo terminal y torre incluidos.

Al salir del aeropuerto comprobamos que no es necesario visitar Europa o Norteamérica para ver carreteras del primer mundo, con tres o cuatro carriles por cada sentido, con intercambios viales elevados y peajes automáticos. En Brasil, podemos manejar en una carretera de cuatro vías que nos lleva desde Sao Paulo hasta el puerto de Santos, pagando un peaje equivalente a 28 soles. La autopista “Rodovia dos imigrantes” tiene 72 kilómetros de extensión. La Pista Sur, que nos lleva al puerto tiene cuatro túneles, con dos de ellos de más de 3,000 metros de longitud bajo la “Serra Do Mar”. La construcción de esta autopista es una verdadera maravilla de la ingeniería brasilera.

Para movilizarnos dentro de la ciudad, se recomienda usar el Metro de Sao Paulo, el más moderno de la región. Este sistema de transporte masivo cuenta con 104 kilómetros de vías, en seis líneas que conectan 91 estaciones. La red del Metro transporta aproximadamente 8 millones de personas al día. La línea 17 del Metro, también conocida como Línea Ouro, no ha sido ajena a uno de los grandes problemas de Brasil, la corrupción.

La línea 17 debió ser inaugurada en el año 2014, sin embargo, hasta el día de hoy esta no ha sido terminada. Con un costo de 1,500 millones de dólares, el consorcio integrado entre otros por la constructora brasilera Andrade Gutiérrez, abandonó las obras en el año 2015. En el año 2016, la compañía del metro anuló el contrato aplicando millonarias multas al consorcio constructor, con la promesa de retomar las obras para concluir la línea. Promesas que no han sido cumplidas.

Es difícil entender por qué un país tan rico como Brasil, es una economía emergente en lugar de un país desarrollado. En mi opinión, la corrupción, es la respuesta a esta interrogante. Solo basta analizar el caso Lava Jato para entender el nivel de corrupción de todas las esferas del gobierno y del empresariado brasilero. Otra posible explicación es la falta de idoneidad de su clase política. ¿Cómo podemos explicarnos que un presidente izquierdista condenado por corrupción, como Lula Da Silva, haya sido elegido nuevamente para el cargo?

Si bien Brasil tiene innumerables desafíos por enfrentar, la lucha contra la corrupción y el populismo de sus gobernantes debe ser su prioridad.

Parafraseando a Pelé: “Ningún individuo puede ganar un partido por sí mismo”. Solamente si los brasileros se unen, podrán ganarle el partido a la corrupción. Lampadia




El cambio autocrático de Rusia puesto de relieve

Por: Paul Keller
El Comercio. 25 de Abril del 2023

“El caso de Kara-Murza es una prueba más de la catastrófica erosión de la democracia en Rusia que cuestiona la ética de la no intervención seguida por casi todos los países latinoamericanos”.

El encarcelamiento del galardonado activista de derechos humanos y prodemocrático Vladimir Kara-Murza es la prueba más concluyente hasta ahora del regreso de Rusia al autoritarismo estalinista de la década de 1930. Este fue uno de los capítulos más oscuros de la historia moderna de Rusia, marcado por la purga de los opositores al gobierno. Tras un juicio a puerta cerrada, Kara-Murza, un periodista ruso de 41 años, fue declarado culpable de traición por criticar a Vladimir Putin y su guerra contra Ucrania. Su enjuiciamiento por motivos políticos ha enviado una declaración enfática sobre cómo el Kremlin pretende tratar con aquellos que cuestionan sus políticas autoritarias.

La sentencia a 25 años en uno de los centros de detención más duros de Rusia fue condenada por Estados Unidos, que llama a Kara-Murza el objetivo de una “creciente campaña de represión” de Rusia. Gran Bretaña ha impuesto sanciones a los investigadores rusos detrás de su arresto. Su difícil situación también se erige como una reprimenda a los defensores de la política de neutralidad de América Latina: Rusia se está deslizando hacia el totalitarismo. Al ser condenado, Kara-Murza dijo que su único remordimiento era que no había hecho más para subrayar los hechos terribles que están pasando en Rusia.

El caso de Kara-Murza demuestra que el régimen de Vladimir Putin ha eliminado toda restricción a su ambición de aplastar la disidencia local. El propio Kara-Murza sufrió dos intoxicaciones casi fatales en el 2015 y el 2017. A pesar de conocer los peligros, regresó a Rusia el año pasado y fue arrestado. Incluso aquellos que han huido de Rusia no están a salvo. El envenenamiento por radiación de los disidentes rusos en Gran Bretaña en los últimos años lo ha dejado claro. Tales ataques, y la impunidad con la que se llevan a cabo, logran no solo aterrorizar a la oposición, sino socavar aún más el Estado de derecho y las normas democráticas en Rusia.

En segundo lugar, el hecho de que Rusia haya encarcelado a Kara-Murza, que también tiene pasaporte británico y está bien conectado en Washington, muestra lo poco que a Putin le importa hoy su relación con Occidente. Ahí está también el reciente arresto en Rusia del periodista estadounidense Evan Gershkovich, el primer corresponsal estadounidense desde la Guerra Fría en ser detenido por acusaciones de espionaje. Esto no es nada nuevo para un líder que ha ignorado la diplomacia (o el Estado de derecho) desde que llegó al poder. Putin llevó a Rusia a una sangrienta guerra en Chechenia, antes de anexarse ilegalmente Crimea, un acto por el que muchos gobiernos occidentales hicieron de la vista gorda en ese momento. El líder ruso ahora enfrenta una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Ucrania. Bajo su liderazgo, las fuerzas rusas han bombardeado áreas civiles específicas, como parte de su plan para castigar a Ucrania por prosperar como democracia, al tiempo que expone las deficiencias de la Rusia autocrática.

Finalmente, el destino de Kara-Murza es un recordatorio de que detrás de la postura autocrática de Putin en su país y en el extranjero se encuentra una estrategia geopolítica más grande: desafiar el orden global dominado por Occidente y establecido después de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, esto enfrenta a un bloque autoritario liderado por China y Rusia, que han fortalecido sus lazos mutuos, contra aquellos comprometidos con la defensa de los valores democráticos. Los partidarios de la democracia en América Latina deberían estar preocupados: el caso de Vladimir Kara-Murza es una prueba más de la catastrófica erosión de la democracia en Rusia, un país con vínculos económicos con la región. Por implicación, cuestiona la ética de la no intervención seguida por casi todos los países latinoamericanos. Después de la pandemia, el impacto económico de la guerra ha perjudicado a las comunidades más pobres de países como el Perú, elevando los precios del combustible, mientras que las sanciones comerciales han reducido las importaciones urgentemente necesarias de fertilizantes rusos.

La neutralidad latinoamericana nace de la experiencia de la intervención estadounidense en la región a finales del siglo XIX y XX, solidificada por la Guerra Fría. Por lo tanto, si bien la decisión de países como Brasil o el Perú de permanecer neutrales sobre Ucrania tiene sentido históricamente, desde una perspectiva económica se trata de ‘realpolitik’ a corto plazo, simplemente un medio para no perder el acceso a los mercados rusos y, por asociación, a los de su aliado, China, un importante inversor que tiene sed de expandir su influencia en la región. En general, Rusia representa menos del 1% del comercio latinoamericano.

Esta postura pragmática es mejor ejemplificada por el presidente Lula da Silva, quien, en un reciente viaje a China, acusó a Estados Unidos de “alentar” la continuación de la guerra en Ucrania. Después de muchas críticas, Lula ha atenuado su retórica, pero el hecho es que la neutralidad de Brasil, junto con la de otros gobiernos regionales, se justifica, en parte, por una creencia ingenua –o, peor aún, falsa– de que Ucrania y Occidente tienen alguna responsabilidad por el conflicto.

Mientras Rusia desciende a la autocracia, un hecho confirmado por el encarcelamiento injusto de Vladimir Kara-Murza, América Latina enfrenta un dilema con grandes implicaciones económicas: mantenerse neutral, pero arriesgarse a alienar a Estados Unidos y la Unión Europea, sus principales socios comerciales; o tomar partido contra la guerra de Putin en Ucrania, pero perder las importaciones rusas o, lo que es más importante, la inversión china. Sin embargo, enmarcado de otra manera, la cuestión se reduce a una pregunta: ¿qué sucede cuando las democracias hacen pactos con estados que son criminales (Rusia) o motivados imperialmente (China)? Por lo menos, la historia del siglo XX muestra que hacer un trato con el diablo nunca termina bien.




Se hunde la Bolivia de Evo

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia 

Cuando el afán es la búsqueda del poder, la ideología el medio para engatusar a los pobres, y la corrupción el sustento de las castas gobernantes; no hay manera de tener buenos resultados económicos, sociales e institucionales. 

O impones un autoritarismo castrante y empobreces a toda la población, como en Cuba y Venezuela, o implosionas como parece ser el futuro de Bolivia, el modelito dizque exitoso de la izquierda regional.  

Según The Economist en su artículo ‘los límites del populismo de izquierda’, Bolivia se está quedando sin dinero y está sufriendo una creciente crisis bancaria. Ya prácticamente cerró uno de los bancos más importantes del país, el Banco Fassil. 

El gobierno va a recurrir a todo lo que pueda para evitar que esta crisis desemboque en una crisis política. Ha amenazado con capturar los fondos privados de pensiones, y ante la escasez de divisas, seguramente dispondrá de las reservas de oro; pero los errores se pagan, la inversión privada, las exportaciones, las reservas internacionales y el precio de los bonos del gobierno, han colapsado. 

Como dice The Economist: “La hostilidad hacia el capital privado eventualmente regresa para morderte”.  

No hay ninguna experiencia exitosa de gobierno que descuide el crecimiento de la economía y la inversión privada. Bolivia es otro ejemplo de todo lo que no se debe hacer. 

Leamos a The Economist: 

La crisis de Bolivia
Los límites del populismo de izquierda

El país se está quedando sin dinero. Debería servir de advertencia a América Latina

The Economist
20 de abril de 2023
Traducido y glosado por Lampadia

Durante varias semanas se vienen dando escenas extraordinarias en Bolivia. Como informamos, el mes pasado el banco central comenzó a vender dólares directamente al público luego de que pareciera que las casas de cambio se habían quedado sin billetes verdes. Las colas para comprarlos se extendían por las calles de La Paz, la capital. El banco central ha dejado de publicar datos sobre sus reservas de moneda extranjera, lo que sugiere que le queda peligrosamente poco efectivo. El precio de los bonos del gobierno se ha derrumbado a medida que los inversores huyen: un bono con vencimiento en 2028 ahora se cotiza a solo 48 centavos por dólar.

La pesadilla de Bolivia refleja varios problemas a corto plazo, como un aumento en las tasas de interés en todo el mundo y mayores precios de los combustibles debido a la guerra en Ucrania. Estos han encarecido el endeudamiento y aumentado el costo de las importaciones.

Pero la verdadera causa de su predicamento es un modelo económico imprudente que ha existido desde que los populistas de izquierda tomaron el control hace casi dos décadas. 

Cuando Evo Morales, un ex cultivador de coca, juró como presidente en 2006, declaró el fin de “la era colonial y neoliberal” y colgó detrás de su escritorio un retrato del Che Guevara, un violento revolucionario marxista, hecho con hojas de coca.

Hoy, el costo total del populismo económico se está volviendo claro, al igual que tres lecciones para los muchos otros países latinoamericanos tentados por él.

La primera lección es antigua: no cuente con los auges de las materias primas. 

Morales ganó el premio gordo cuando asumió el cargo, ya que los precios del gas natural se dispararon, proporcionando una ganancia inesperada para el país, que produce el 0.4% del gas mundial incluso hoy. Las exportaciones aumentaron. Bolivia fue capaz de acumular las mayores reservas de divisas de su historia: pasaron del equivalente al 12% del pib en 2003 al 52% en 2012. Morales y Luis Arce, quien ahora es presidente, pero fue ministro de Hacienda, gastaron despilfarradoramente, incluso en subsidios al combustible, que valieron casi el 4% del pib en 2022. Desafortunadamente, los precios y la producción del gas han estado cayendo y el flujo de efectivo se está agotando.

La segunda lección es tener cuidado con los tipos de cambio fijos. 

En 2008 se introdujo un tipo de cambio fijo, que desde 2011 se fija en 6.96 bolivianos por dólar. Por un tiempo esto mantuvo baja la inflación y proporcionó un ancla para una economía con un historial de turbulencias. Pero con el tiempo, la vinculación ha demostrado ser exorbitantemente costosa. En lugar de proporcionar estabilidad, ha reprimido los problemas.

Finalmente, la hostilidad hacia el capital privado eventualmente regresa para morderte. 

Bolivia emprendió una ola de nacionalizaciones que incluyó los campos de gas y la red eléctrica. Su gobierno ha tratado a los negocios con desprecio. Como era de esperar, la inversión se ha marchitado. El flujo de inversión a largo plazo de las empresas multinacionales se ha reducido desde un máximo del 12% del pib en 1999 a un promedio de sólo el 0.1% en los últimos cinco años. Es probable que la inversión total sea solo del 14% del pib este año, la tasa más baja de América del Sur. No hay grandes empresas cotizadas.

La charla de Arce sobre la atracción de empresarios es demasiado escasa y demasiado tardía. Solo le quedan malas opciones. Su gobierno podría imponer austeridad, tratar de pedir prestado aún más de los prestamistas multilaterales, incumplir o vender algunos de sus amplios depósitos de litio a China, cuyas empresas respaldadas por el gobierno están relajadas sobre los derechos de propiedad escamosos, pero exigirán precios de liquidación.

Pocos otros países latinoamericanos tienen tipos de cambio fijos. Pero muchos dependen de mercancías de un tipo u otro. Y la región está experimentando una nueva “marea rosa”, con gobiernos de tendencia izquierdista en el poder, la mayoría de los cuales están debatiendo hasta qué punto dar rienda suelta a su instinto de fuerte intervención estatal. El mensaje de Bolivia, un país que literalmente se está quedando sin dinero, es que hay límites. Lampadia




La piedra que se volverá a patear

Alejandro Deustua
18 de abril de 2023
Para Lampadia

En el transcurso del último medio siglo, el mundo ha padecido crisis inflacionarias y recesivas que resultaron en fuerte inestabilidad política global.

Empecemos en 1973.  En el marco de la quiebra del sistema de libre convertibilidad vinculada al oro establecido en Bretton Woods y del incremento de los precios del petróleo decretado por la OPEP, la crisis de ese año tuvo graves implicancias bélicas en el Medio Oriente y muy serias consecuencias económicas para América Latina y el mundo. La escasa disciplina con que ésta fue afrontada por Estados Unidos y la irresponsabilidad controlista de los productores petroleros relanzó la inflación hasta otro pico en 1979-1980 que concluyó en una severa recesión global en 1981-1983 y en la crisis de la deuda latinoamericana (la tenebrosa “década pérdida”).

Hoy, luego del gran incremento del gasto global reclamado por la pandemia y del impacto de la guerra en Ucrania en los gastos de defensa de las potencias y en los precios influidos por distorsiones de oferta (especialmente petrolera y alimentaria) y de cadenas de suministros, la inflación global se muestra persistente a pesar de políticas generales de aumento de intereses. Su carácter pernicioso, asociado a mercado laborales ajustados y desorden bancario reciente, ha generado una fuerte desaceleración del crecimiento y del comercio globales en un marco de desconfianza generalizada.

Aunque esta crisis pudiera no tener las capacidades destructivas de las del siglo pasado ni la de la “gran recesión” del 2008-2009, su impacto global ha multiplicado los riesgos de sus orígenes proyectando un año muy severo para la comunidad internacional.

En efecto, la consecuencia de la crisis se expresa también en la cancelación de la posibilidad de un “aterrizaje suave” de la economía global que algunos esperaban y nos acerca a una solución mucho más dura del problema. La dimensión del riesgo consecuente es tal que, si la cooperación de políticas monetarias y fiscales se pierde entre medidas indisciplinadas, podría desencadenar una recesión global (Goldman Sachs ya elevó a 35% las posibilidades de una recesión en Estados Unidos este año).

Ésta no es la opinión de economistas que anuncian una nueva gran debacle económica (Roubini) sino la más moderada expresión del FMI, que destaca presiones inflacionarias adicionales a las señaladas.

Entre ellas se incluye tendencias estructurales de creciente fragmentación global;
políticas de desacoplamiento (especialmente tecnológico);
realidades de mercados laborales ajustados de propensión inflacionaria en los países desarrollados;
temores de contagio del sistema financiero producido por el desorden bancario existente; y
desequilibrios geopolíticos.

Como resultado de ello la proyección de crecimiento global para el año ha sido rebajada por esa entidad a 2.8% (vs 3.4% en 2022 y 6% en 2021 año de recuperación del -4-4% generado por el COVID en 2020). Tan precaria performance se emparenta con las cuotas anuales más bajas desde la “gran depresión” (la crisis financiera del 2008-2009 a la que siguieron años de muy bajo crecimiento en 2012, 2013, 2016, 2019-BM-) consolidando década y media de decepcionante performance global.

A ese proceso aletargado se agrega una nueva caída del comercio global (el intercambio de bienes y servicios crecerá en el año apenas 2.4%, menos de la mitad del 5.1% de 2022 que no satisfizo las expectativas de la UNCTAD). El repunte pronosticado para 2024 es de apenas 3.5%.

Con las economías desarrolladas rindiendo 1.3% (Estados Unidos y la Zona del Euro proyectan apenas 1.6 y 0.8% para el año, respectivamente, bien por debajo de su potencial y de los registros del 2022 que duplicaron los actuales), las economías emergentes no tienen, con 3.9%, poder de arrastre global (la economía de mayor impacto, China, con 5.2%, no puede salvar sola la precaria situación). 

Mucho menos en lo que toca a América Latina que apenas crecerá este año 1.6% reiterando cotas por debajo del promedio global y de las que marcan sus pares emergentes. Su pésima performance promedia apenas 0.9% en la última década (“un rendimiento peor que el de la ‘década perdida’, según la Secretaría General de la CEPAL). Según esa entidad, ésta se resume en “una trampa estructural de bajo crecimiento, elevada desigualdad, instituciones débiles y mala gobernanza”.

Frente a ello, el FMI recomienda persistir en el esfuerzo anti- inflacionario coordinado, prestar atención al equilibrio fiscal y mantener la alerta sobre problemas del sistema bancario. Esto sería atendible en la medida que las grandes economías mantengan o mejoren las políticas del caso. A la luz de las medidas unilaterales vinculadas al proteccionismo selectivo, subsidios o medidas coercitivas más o menos arbitrarias impulsadas por Estados Unidos o la Unión Europea, aquello no es seguro.

De otro lado, sustantivos requerimientos adicionales (atender la carga de la deuda, prevenir el riesgo de las economías emergentes -25% de las cuales que se acercan a las líneas de incumplimiento- y revertir las tendencias de fragmentación sistémica y de políticas de desacoplamiento que arruinan el comercio y generan mayor fricción) es decisión de unos pocos con poder. Para que ello ocurra necesitaríamos ser nuevamente redimidos.

En el caso latinoamericano, algunos lugares comunes pueden servir de guía, pero no de saneamiento pleno. La CEPAL, habiendo agotado también su stock de ideas, redunda en ellos: emprender con energías renovables y nuevas tecnologías, mejorar la gobernabilidad, renovar la “arquitectura financiera”. Y reitera también ciertas alegorías orientadas a mantener la esperanza como política: esperar que las altas tasas de interés rindan frutos antinflacionarios, recuperar el turismo, insistir en la integración regional y en las “reformas”.

Si todo ello ha sido recomendado ya en múltiples ocasiones por instituciones y autores de numerosas procedencias, la persistencia y la confianza (o la fe) a pesar de que en la región se trabaje contra ellas (el sabotaje mexicano de la de la Alianza del Pacífico es, al respecto, un gran ejemplo) quedan como remedios de última instancia.

Antes de reencontramos con una nueva década perdida y con algún conflicto adicional que genere mayor inestabilidad todavía, quizás nuestros políticos y tecnócratas deseen acudir a nuevas fuentes de inspiración para renacer salvando el matrimonio entre capitalismo y democracia. Leer al respecto a Martin Wolf puede ser un buen inicio. Lampadia