Tuitié estas líneas apenas me enteré: “Papapa Camet pesaba 34 kilos. El equipo que lideró enderezó la economía. A él (y el “Ñato”) se les trató injustamente. Debimos ser agradecidos”. Estas han sido mayoritariamente cuestionadas por personas a las que respeto y con las que generalmente coincido. La institucionalidad va primero, sostienen correctamente. Refuerzo el punto añadiendo el argumento central del libro de Acemoglu y Robinson que estoy leyendo: requerimos instituciones políticas inclusivas (de las que carecemos y ni siquiera enunciamos cómo cambiaremos), que son clave para el desarrollo. Algunos citan que Camet y Saucedo fueron enjuiciados por la compra de los Mig 29. Yo era analista de un banco de inversión cuando se compraron. El MEF desbarató el trato coimero, no lo avaló o se hizo de la vista gorda. Otros mencionan que JJ Camet contrató indebidamente con el Estado. Recuerdo que su cuota de mercado cayó mientras el ingeniero fue ministro, sin embargo.
Nunca voté por Fujimori. Aún recuerdo las anécdotas de algunos científicos que lo conocían en la Agraria. Fui realmente consciente de la corrupción y las violaciones de derechos humanos desde el gobierno aprista. De la importancia de las instituciones después, cabalmente desde la maestría. No pienso como la mayoría de empresarios por eso. Ni siquiera, en algunos aspectos, como el equipo que trabajó con Papapa, al que respeto y debo mucho por lo que he aprendido de ellos y por lo que han hecho por nuestro país.
Pero no puedo ser mezquino. Camet, Jalilie, Abusada, Du Bois, Valderrama, para centrarme en el MEF y solo en algunos funcionarios, enderezaron la economía de un Estado fallido. Los millones de peruanos que ya no son pobres han salido de esa condición por su iniciativa, principalmente, pero también por las reformas adoptadas por aquellos. Nunca hemos vuelto a hacer reformas a ese ritmo —ni nada que se le acerque— pese a que lo requerimos. Necesitamos otras reformas, reformas que creen instituciones políticas inclusivas. Seguramente trabajaremos en ellas con muchos de quienes me criticaron, con alguna razón. Pero no podemos ignorar lo que hicieron por todos. Cómo Papapa se enfrentó a Vladimiro, hasta que este y Fujimori se quedaron solos cuando salió. Cómo paseaba a Fujimori para adoptar reformas cuando no tenía su apoyo.
Me apenó mucho visitarlo en su arresto domiciliario. Me partió el corazón verlo como una sombra de sí mismo. Realmente lamento que no le agradeciéramos lo que hizo por nosotros. Seríamos más país. Que repitamos leyendas urbanas. Necesitamos un balance ponderado, que ni lo endiose ni lo envilezca.
Publicado en El Comercio, 3 de noviembre de 2013