Julio Luque, Presidente de IPAE
El Comercio, 18 de diciembre de 2016
En IPAE estamos muy satisfechos con el desarrollo y los resultados del último CADE. La calidad de los expositores, incluyendo nueve ministros de Estado, y la fijación de 21 metas de desarrollo institucional, social y económico de cara al bicentenario dejaron en los más de 1.200 participantes la sensación de que el país ha recuperado el rumbo y el liderazgo que perdimos en los últimos cinco años.
Estamos, además, muy honrados por haber contado con la presencia del presidente de la República a lo largo de casi todo el evento.
No podemos, sin embargo, dejar de admitir que estamos desconcertados por algunas críticas dirigidas principalmente a la nutrida participación de las principales autoridades del Poder Ejecutivo, lideradas por el propio presidente. No es que no estemos acostumbrados a las críticas, las recibimos cada año y entendemos que provienen de personas que, por convicciones ideológicas, ven con recelo y desconfi anza una reunión que congrega a los principales líderes de los sectores público y privado.
Lo que nos desconcierta es que, por ejemplo, uno de los más connotados líderes de la bancada ofi cialista en el Congreso declare en una entrevista que “los CADE, en lugar de ser fuente de políticas públicas, son la inauguración de la temporada playera”, o que una inteligente y bien informada experta en políticas públicas y columnista de un diario escriba que “en CADE se vive como en la OCDE: lejos, muy lejos del Perú real”, para luego cerrar su artículo con broche de oro: “¿Por qué es importante que el Ejecutivo le lleve su visión a los empresarios y no a los informales, por ejemplo?”. Nos decepciona que un usualmente agudo analista político escriba en su columna semanal en este mismo diario que “la inédita concurrencia de nueve ministros de Estado al último CADE constata la debilidad del gobierno por los aplausos empresariales”.
—La inversión privada—
Somos conscientes de que las críticas suelen provenir de personas que no participaron en el evento y en consecuencia no podemos descartar que se trate de una especie de protesta inconsciente por la exclusión. Lamentablemente creemos que esta no es la principal razón.
Lo que estas y muchas otras críticas nos indican con claridad es que inclusive entre personas inteligentes, bien intencionadas y bien informa das no existe un cabal entendimiento de la vital importancia de la inversión privada para el bienestar de todos los peruanos. El sector privado es responsable por el 80% de la inversión que se realiza en el Perú. Esta inversión es la que genera empleo formal, con derechos, con acceso a salud, con vacaciones, con licencias de maternidad. Es la que paga los impuestos que permiten financiar la educación pública. Es la única manera de generar inclusión, reducción de la pobreza, crecimiento de la clase media.
Esa burbuja, que para algunos es el CADE, es la que mueve el país con sus inversiones. Si no logramos cambiar la tendencia de caída de la inversión privada, cualquier perspectiva de progreso, de mejoría en la calidad de vida de todos los peruanos, es pura ilusión. Y llevamos 10 trimestres consecutivos de reducción. La inversión privada cayó 2,1% en el 2014, 4,3% en el 2015, y solo en el tercer trimestre del 2016, 8,6%.
Existen sin duda muchas razones que explican esta caída y, en consecuencia, la solución es compleja y pasa por la ejecución de estrategias y políticas en distintas áreas. Pero en esta coyuntura resultaba indispensable que el gobierno se presente ante sus empresarios y les ofrezca una visión de futuro, los convenza de lo oportuno que resulta retomar las inversiones ahora, ya. Para suerte de todos los peruanos, y no solo de los empresarios, lo hizo bien. Muy bien.