Por Humberto Olaechea, Arequipa
(05 de Mayo de 2015)
Libertad, libertad…a cuantos han matado en tu nombre; a cuantos esclavizaron y a cuantos más se engañó. Así como muchos ofrecieron “liberarnos”, tantos como los que han ofrecido decirnos la verdad, ahora hay quienes con “buena fe”, nos dicen “dialoguemos”, que el dialogo lo arregla todo; y quieren que sacrifiquemos a su paso, casi todo, incluyendo los valores y las razones que deberían sustentar ese dialogo, para que no termine justificando lo injustificable, o que en algunos casos, como este, se llegue al extremo de hacer del dialogo un fin, que justifica cualquier medio…parece quieren convertir al dialogo en otro fundamentalismo.
Menciono esto por la violencia descontrolada que hay en el paro indefinido, convocado desde el 23 de Marzo en el Valle de Tambo; por dirigentes y Alcaldes, que se denominan a si mismo antimineros, porque se oponen hace años al proyecto Tía María. Los que de una u otra manera hemos participado en este “proceso”, un conflicto social, ambiental y político, hemos escuchado que estas personas, antes y después del paro, la marcha y la violencia, dicen que quieren dialogar…pero invariablemente, hemos visto que nunca dialogan y que por el contrario, justifican su violencia porque dicen es en “defensa del pueblo”.
Entonces, para “algunos” el dialogo solo es un discurso, solo es una estrategia, para ganar tiempo, para acumular fuerzas, o neutralizar a las autoridades; no necesitan dialogar porque siempre se han impuesto con la violencia. Entonces la historia no es nueva, es la misma, con los mismos actores; por eso resulta casi perverso que se repita, que para evitar la violencia, como en el 2009 y 2011, mejor que se postergue el proyecto minero; como todo se hizo nuevamente mal, sin que nadie responda por ello, los “otros”, piden que se vuelva a informar, a evaluar y revaluar el EIA, el proyecto, etc. …en resumen que se vuelva a dialogar; pero, ¿se dialogó antes… sirvió para algo?.
El saldo de 40 días de paro, sin contar el daño al País, son absurdas agresiones, a los bomberos, a sus propios vecinos, que se oponen a la violencia, hasta el ataque a comisarias y sabotaje de servicios públicos, que nos dejan enormes perdidas; además de la lamentable muerte de una persona y mas de un centenar de heridos, la mayoría policías. Esto significa la comisión de varios y graves delitos, que se resumen en el terror que allí se vive; el secuestro de miles de seres humanos, que no pueden transitar libremente, miles de niños que no pueden asistir al colegio, por inseguridad y la grave situación de desplazados, refugiados, en la misma Arequipa, como en la peor época del terrorismo.
Frente a esto las autoridades, todas, tienen como mejor respuesta que hay que dialogar, presionados por este nuevo fundamentalismo del dialogo y su influencia mediática; también cuenta la debilidad del gobierno, en permanente crisis y su falta de rumbo. Por supuesto hay que dialogar, pero primero hay que cumplir la Ley y cada uno su rol, sus funciones o responsabilidades; la PNP restaurar el orden público y el principio de autoridad, el estado de derecho, para proteger la integridad física y emocional de las personas; sino se puede, dar paso a un estado de emergencia legitimo, en los tres distritos, hoy convertidos en tierra de nadie, por encapuchados al servicio de los organizadores del paro y de la sin razón.
Los operadores del sistema judicial, supuesto poder de Estado, ¿también esperan dialogar?, cuando ellos son los llamados a terminar con la principal fortaleza de la violencia, la impunidad. No es aceptable, no es bueno, mas allá del proyecto minero, de cualquier circunstancia, que se dinamite la institucionalidad, la gobernabilidad del País; condición impostergable para cualquier desarrollo, para el proyecto de un país viable, con justicia, sin exclusiones, etc., etc. Decir que el dialogo es la solución mágica en Tía María, lleva a desvirtuar su verdadera naturaleza de entendimiento; no olviden como se instrumentalizo, pervirtió y desprestigio el dialogo, en las llamadas “mesas de diálogo”.
Por supuesto que hay que dialogar, es parte de la naturaleza humana, en nuestra necesidad de comunicarnos; en nuestras sociedades además adquiere importancia como un valor, es una forma de vida. Es la cultura dialógica a la que aspiramos, que tiene que ver con el ejercicio de una verdadera ciudadanía y se sustenta en valores, principios; requiere de tolerancia, de respeto a los demás. Se reconoce la necesidad de escuchar, no solo oír; predisposición, voluntad, aptitud, condiciones mínimas; dialogar no es una negociación y menos en una situación de conflicto.
Así no tiene mucho sentido, salvo que el dialogo sea el fin, porque en este conflicto hay violencia que debe parar; se pretenda llamar a “dialogar” como una virtud del entendimiento, que no ha habido y peor, con quienes han expresado una sola demanda, que no haya mina y para eso no necesitan dialogar, no reconocen el derecho, ni el interés de otros. Entonces por qué aceptan el chantaje de la violencia, para “dialogar”, si por naturaleza el dialogo es todo lo contrario.
Está claro, para gestionar este conflicto todos tenemos que escuchar, participar, informar y luego con las condiciones mínimas de respeto a la vida, a la Ley, recuperar el dialogo en la comunidad, un dialogo de sanación, como un valor moral, personal, cívico, ciudadano. Pero ahora nos quieren hacer creer que piden dialogo y que se está dialogando, cuando solo se impone la violencia y se rinde la democracia, el Estado de Derecho, el gobierno y a la razón; puede servir para firmar un acta, para que terminen las agresiones y los actos vandálicos, es útil, pero de ninguna manera es el dialogo, ni dialogar.