Milton Friedman afirmaba que “los Gobiernos nunca aprenden, solo la gente aprende”. Sin embargo, parece ser que ello no aplica para dos casos excepcionales, en un sentido decepcionante, desde luego: Argentina y Venezuela. Ambos países, además de hacer hoy el más burdo despliegue de su influencia política en la región, haciendo honor a la vieja escuela de dictaduras socialista, controlan precios, emplean irresponsablemente sus reservas internacionales e invierten empresas privadas, e incluso instituciones públicas, para intentar exponer al mundo y a sus ciudadanos una fachada de “bienestar social”, palabra clave en los demagógicos discursos de sus líderes. A saber, Argentina y Venezuela están al borde de la estanflación (recesión e inflación, simultáneas)
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