Carlos Gálvez Pinillos
Ex presidente de la SNMPE
Para Lampadia
Así le decía Napoleón a su asistente cuando se preparaba para la guerra; “vísteme despacio que estoy apurado”. De este modo se aseguraba de no cometer errores y prepararse con la tranquilidad debida para el propósito principal de su vida, conquistar territorios y poblaciones para incorporarlos a su imperio.
Parece que, pasados más de dos siglos, no hemos aprendido de alguien que fue principalmente un estratega. Un personaje que hacía un perfecto análisis de la situación que debía enfrentar (hoy le llamamos análisis FODA) y a partir de ahí planificaba sus guerras y conquistas, para luego diseñar la estructura del Estado y forma de gobierno de su creciente Imperio.
Dos siglos después, venimos cometiendo errores que él jamás se hubiera permitido, así:
- Nadie discute que el Perú requiere una reforma política, pero, para que sea exitosa y no vernos obligados en muy corto plazo a “reformar lo reformado”, se ha debido; convocar a distintas personalidades a que analicen la estructura del Estado y manejo político del país, sus fortalezas y debilidades, tanto como sus oportunidades y amenazas. Luego de hacer público este análisis, convocar a distintas organizaciones académicas, profesionales y gremios a que aporten ideas. Recién en ese momento se debe convocar, por invitación a personalidades académicas, profesionales y empresariales, entre otros a plantear la reforma política necesaria a la luz del análisis previo y sugerencias alcanzadas. Una vez estructurada la propuesta, debió ser sometida a un análisis exhaustivo de pros y contras, ponderando su impacto en la marcha futura del Perú. Recién ahí, después del aporte intelectual de sus personalidades más reconocidas, debía remitirse al Congreso para su debate y aprobación o ser sometida a un Referéndum que conduzca a la reforma planteada.
Pero no, aquí pusimos la carreta delante de los caballos. Como atarantados, soltamos cuatro disparates incoherentes y los sometimos a Referéndum, para después convocar a una comisión que concluye que, el remedio obtenido en la consulta es más dañino que la enfermedad. Ahora debemos buscar la “cuadratura del círculo” para ver si se puede corregir la metida de pata y si no, “tragarse el sapo” y hacer tiempo para corregir el grave error.
Hemos centrado la reforma política en algunos temas probablemente importantes (unos más que otros), pero no estamos atacando la parte medular de nuestra maraña administrativa, fuente esencial de la corrupción en la estructura del Estado. No estamos poniendo en debate; si se requiere 19 ministerios, 25 regiones, 192 provincias y 1,890 distritos con autoridades elegidas y autonomía.
Si seguimos con este archipiélago de reyezuelos, será imposible desterrar la incapacidad y la corrupción que tanto nos afecta. Las líneas de mando y de responsabilidad se han vuelto caóticas y “a rio revuelto, ganancia de pescadores”, por lo que es URGENTE ver el problema. En lo político, sorprende que más allá de los 24 “partidos políticos” inscritos y las reglas para su vigencia (felizmente eso sí ha sido parte de las reformas planteadas al Congreso), es incomprensible que se permita, con respaldo del Tribunal Constitucional, que dentro del Congreso se conformen más bancadas, diferentes a aquellas que llegaron al Congreso respaldadas por partidos políticos electos. ¡Peor aún, que ni siquiera responden a algún partido vigente no elegido… Plop! ¡¡Exijo una explicación!! Esto sólo en el Perú…
- Si hablamos de la reforma judicial, nos ocurre otro tanto. Tratamos de constituir una Junta Nacional de Justicia cuyos miembros tengan una talla moral y profesional superior a quienes constituyeron el Consejo Nacional de la Magistratura, pero cometemos el mismo error del pasado, convocando por concurso público y con exámenes a quienes pudieran ocupar esos cargos. ¡Si hacemos lo mismo del pasado, el resultado no puede ser diferente!
Debemos tener claro que, las personalidades que como Nación quisiéramos ocupen esas posiciones, no es gente que esté buscando empleo, ni llegar a un cargo de estos para ascender en la estructura social. Lo que debiéramos haber planteado es, la convocatoria por invitación a personalidades públicamente reconocidas por sus méritos, trayectoria profesional y conducta intachable a lo largo de su vida, invocándolos a que den su contribución al Perú.
Pero no, nuevamente “la meritocracia” por concurso… Ninguna de las figuras que quisiéramos ocupen esas posiciones y asuman esas responsabilidades en nombre de la Nación, que merezcan ser denominados como Honorables y ser miembros de la Junta Nacional de Justicia, se prestará a un “manoseo” como aquel al que puede estar dispuesto quien busca empleo…
Con este par de perlas, siguen desde el Ejecutivo presionando por una rápida reforma política y judicial. Ya está en marcha la selección de los miembros de la Junta Nacional de Justicia (y ya están apareciendo los “dolores”, sólo 3 aprobados en conocimientos de los 104 examinados) y por otro lado, presionando al Congreso para la “reforma política” urgente… El ejecutivo dice; “Ya los proyectos tienen meses de presentados y no se han aprobado”. Pero quede claro que, no se está resolviendo los problemas de fondo. ¿Trataremos de cambiar todo para que nada cambie? ¡Pero eso sí, “al paso ligero”! Lampadia