“Ha muerto”. El mes pasado, la prensa económica mundial se llenó de vaticinios sobre el final del “superciclo” de los commodities, que arrancó en el 2000. Nic Johnson, gestor de cartera de commodities de Pimco, declaró su deceso en las páginas del “ Wall Street Journal”. Poco antes, Citi había dicho textualmente que en el 2013 se oirían campanas anunciando su muerte.
Lo que viene no es tanto un descalabro, sino un desacoplamiento que hará que los commodities sigan trayectorias disímiles. Ya no se verá un alineamiento entre los metales base y los metales preciosos, puesto que lo lógico es que tengan una correlación inversa (los primeros son más demandados cuando la economía crece, mientras que los segundos sirven de refugio de valor en épocas de crisis). Afortunadamente, el Perú es un exportador relevante de ambos, lo que le da a su producción minera una cobertura financiera (‘hedge’) natural muy preciada.
Michael Haigh, jefe de investigación en commodities de Société Générale, le augura otros 15 a 20 años al superciclo pero, si este realmente ha llegado a su fin, deberíamos preguntarnos cuánto provecho le sacamos como país. Y la respuesta es: muchísimo. Más allá de liderar la región en tasas de crecimiento, supimos retroalimentar un proceso francamente notable de reducción de la pobreza, en condiciones de estabilidad macroeconómica, sentando las bases de un modelo sostenible, reduciendo la desigualdad y beneficiando en mayor medida a las zonas rurales.
Es un logro extraordinario, nunca visto en el Perú. Pero ahora pensemos en lo que no hicimos. No logramos desarrollar competencias en los distintos niveles de gobierno para invertir sabia y eficazmente la tributación resultante de la bonanza. Ampliamos significativamente la inversión en infraestructura, pero no lo suficiente como para cerrar la brecha. Y lo más penoso es que no pudimos transformar esos ingresos extras en conocimiento, pues nunca tuvimos una estrategia en educación, ciencia, tecnología e innovación. Si el superciclo acabó, esto nos puede costar caro.
Publicado por El Comercio, 19 de agosto del 2013