Tanto en la prensa peruana como chilena, la palabra empleada que más se ajusta a la sentencia emitida por la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJLH), es la de salomónico. Este ha sido un fallo que le ha dado, en partes, la razón a ambas naciones. Por lo general, se suele decir, que un fallo que no deja contentos del todo a los contendientes suele ser el más justo y que se cumplirá con mayor eficacia.
Los peruanos no podemos sentirnos triunfadores, pero tampoco derrotados. Lo mismo sucede con Chile, aunque ellos pierden soberanía sobre 19,000 kilómetros cuadrados de mar. Eso sí, la Resolución de la CIJLH, les reconoce la línea paralela a lo largo de 80 millas (ver gráfico), lo que permitirá a los pescadores de Arica continuar sus faenas sin mayor alteración y frustra a los de Tacna y Moquegua en sus pretensiones previas al fallo. En suma, entonces, un fallo que hará posible su cumplimiento e implementación a la brevedad, y que a su vez, permitirá que ambos países pasen la página de la infausta guerra del Pacífico y basen su relación en el futuro y no en el pasado.
La tarea es evitar que el patrioterismo, tome la sentencia como un triunfo o una derrota. Esta es una victoria conjunta, en la que todos ganan, y en especial lo hace lo hace el futuro conjunto de los dos países. Superados los temas pendientes, solo nos queda diseñar y fortalecer la agenda de un futuro común para la prosperidad de nuestros pueblos.
Lo que nos une es mucho más de lo que realmente nos separa. A lo largo de las últimas décadas, las dos naciones han venido consolidando y estrechando sus lazos económicos de forma sostenida, lo que ha permitido el crecimiento, la mejora de servicios y la integración de los pueblos hasta convertirlos en un bloque económico bastante sólido. Que Perú y Chile sean socios en la Alianza del Pacífico es una muestra de que miran el futuro en la misma dirección. Esa es la senda por lo que debe avanzar la relación, dejando atrás los enconos del pasado. Si Alemania y Francia, los dos enemigos jurados del siglo XIX y XX, han podido unirse para constituir la Unión Europea, Perú y Chile, con mayor razón podrán hacer posible ese sueño.
Unidos lo podemos todo
Mención aparte, merece el trabajo de nuestra Delegación ante La Haya. Brillante, según la propia prensa chilena.
En sus primeras declaraciones, tras el fallo, nuestro agente ante La Haya, Allan Wagner, señaló. “Me siento orgulloso y honrado”. Es así, como nos sentimos los peruanos. Orgullosos y honrados de tener una representación que tan profesionalmente llevó a cabo este encargo. Orgullosos y honrados, de que tres gobiernos democráticos (Toledo, García y Humala), con sus diferencias, tonos y estilos, hayan considerado que este era un objetivo nacional al que había que apartarlo de la política. Se confió en un mismo equipo y una misma estrategia, que hoy vemos, dio resultados.
Los políticos, esta vez, estuvieron a la altura de las circunstancias y más. No cayeron en las provocaciones ni en la tentación de politizar un tema tan delicado. Por el contrario, mantuvieron por separado las relaciones con el gobierno chileno en los planos económicos, comerciales y de integración, pero fueron firmes en las exigencias ante la CIJLH. Hay que decirlo, también, evitaron el patrioterismo fácil y trataron de serenar a la población.
Este es pues, un mérito de nuestra clase política, a la que criticamos por tantas cosas, pero que por lo menos en dos aspectos ha sabido ponerse de acuerdo en aras de los grandes intereses nacionales. El manejo técnico de la economía y, éste, la delimitación marítima con Chile.
Sin duda, hoy es un día para sentirnos orgullosos, crecer sobre nuestras debilidades y proyectarnos al futuro con grandeza. Lampadia