Antonio Zapata utiliza las cifras del nuevo año base (2007) de las cuentas nacionales del INEI, que revelan que el 79% del empleo es informal y solo el 19% del PBI es producido por el sector informal, para desprender la conclusión de que “el modelo macroeconómico hace crecer espectacularmente la ganancia del capital…, pero deja de lado a muchos otros y particularmente a los trabajadores mal remunerados en todos los niveles… Queda claro que el factor trabajo es el gran perdedor…”. Razón por la cual los trabajadores “tienen necesidad de organizarse, para cambiar estas injustas condiciones de distribución de la ganancia social”.
Es casi una proclama, un manifiesto. Quiere ser la gran bandera que aglutine la izquierda. Pero ve la foto, no la película. El propio documento del INEI revela que la participación de las remuneraciones en el PBI sube de 25,1% a 30,7% entre 1994 y 2007, y las ganancias del capital bajan de 64% a 60,5% del PBI. Es decir, todo lo contrario de lo que sostiene Zapata. Más aun considerando que de ese 60,5%, un 20,5% corresponde a “ingresos de las empresas familiares” donde las ganancias son a la vez remuneraciones.
Por eso el índice de Gini, que mide la desigualdad, ha disminuido y los ingresos de los sectores populares se han incrementado en mayor proporción. El modelo liberal ha sido redistributivo: los ingresos por trabajo en Lima Metropolitana subieron en 46% entre el 2004 y el 2012, pero en el medio rural subieron en 100%, ¡más del doble en proporción! Y lo que ha ocurrido con el empleo adecuado es asombroso: prácticamente se dobló como porcentaje de la población ocupada en el área urbana entre el 2005 y el 2012: pasó de un 30% a un 59%. Y el subempleo bajó de 63% a menos de 37% (subempleados: cuya remuneración no cubre su canasta mínima vital o trabajan menos de 35 horas por semana).
La informalidad urbana, sin embargo, es cierto, se mantiene alta, pero también ha descendido, aunque en mucho menor medida que el subempleo. Pasó de un 68% en el 2005 a 60% en el 2011 (Enaho-Macroconsult).
¿Qué explica la diferencia entre el gran crecimiento del empleo adecuado y el pequeño crecimiento de la formalidad? Pues que el ‘modelo’ genera mucho empleo e ingresos en los sectores menos intensivos en capital –todo lo contrario de lo que afirma la izquierda– pero no se formaliza debido a los altos costos de la formalidad (y a la baja productividad, que, sin embargo, ha mejorado en el medio rural). No es el mercado el que está fallando. Es el Estado, la legalidad. El modelo económico es redistributivo, pero el modelo institucional, legal, es excluyente. Esa es la principal razón por la que, pese a todo, cuatro de cada cinco trabajadores siguen siendo informales pero no pobres, porque ahora solo un 25% de los peruanos son pobres.
Entonces, cuando Zapata llama a los trabajadores a “organizarse para cambiar estas injustas condiciones”, sabemos cuáles son esas ‘injustas condiciones’: una formalidad laboral y tributaria costosa, rígida y opresiva que excluye a las mayorías de los derechos laborales básicos.
Publicado en El Comercio, 14 de marzo de 2014.