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El incremento de la desigualdad mundial

El incremento de la desigualdad mundial

Compartimos a continuación un reciente artículo escrito por el connotado economista Nouriel Roubini en la revista Project Syndicate, sobre los riesgos que enfrenta el mundo en torno al incremento de la desigualdad, producto de una recuperación económica post-pandemia bastante heterogénea entre los países y que además está limitada por la vacunación y la mutación de futuras cepas del covid.

Como destaca Roubini, se tiene por un lado a las economías de EEUU, China y buena parte del Asia emergente con muy buenos prospectos de crecimiento, mientras que Europa y Oriente Medio se encontrarían bastante rezagados a sus niveles pre-pandemia finalizado el año. Asimismo, cabe agregar que, aunque no lo menciona, América Latina como región también estaría en este espectro como ya lo hemos comentado en Lampadia: La recesión económica en nuestra región.

Las últimas previsiones de crecimiento de los países desarrollados son, sin embargo, muy auspiciosas. Se estima que este año, EEUU crecerá un 7%, los países de la OCDE en 5.8% y China continuará afirmando su crecimiento.

El mayor problema es para países como el Perú, que han dejado de enfocarse en el crecimiento, dañando severamente la posibilidad de corregir los mayores niveles de pobreza que resultaron del pésimo manejo, casi criminal, de la pandemia.

Todo ello exacerbaría la desigualdad y la pobreza entre países e intra países, incluido el Perú, por lo que cabe el momento para hacer algunas recomendaciones de política para evitar los riesgos mencionados por Roubini.

En primer lugar, todavía hay espacio para hacer política fiscal contracíclica, es decir, programas de empleo temporal a través de inversión pública, bonos a familias que han caído en situación de pobreza y la expansión y reprogramación de créditos a microempresas. Ello porque aún cuando el PBI vaya mejorando sus tasas de crecimiento, el empleo adecuado tomará mucho más tiempo aún recuperarse, por lo que la intervención a través de subsidios en el corto plazo es fundamental para reactivar el gasto hasta que las condiciones del mercado laboral mejoren.

Ello por supuesto no quita que el principal motor de nuestra recuperación debe seguir siendo el impulso de la inversión privada y el consumo con el destrabe de proyectos de infraestructura, irrigación y mineros paralizados – que conllevará a su vez a una mejora de las expectativas empresariales – y la mayor apertura de los sectores terciarios (servicios, turismo y restaurantes), incrementando sus aforos en espacios abiertos y extendiendo el toque de queda más de las 9 pm. Asimismo, la vacunación debe acelerarse en tanto es transversal para que ambos componentes del gasto privado (inversión y consumo) también se puedan desenvolver con mayor libertad progresivamente.

En conclusión, si realmente queremos que la desigualdad no suba a niveles alarmantes y se reduzca la pobreza – como avizora el economista Roubini para este año – debemos trabajar desde el lado público y privado y no hacer lo contrario, como amenaza el candidato Castillo. Lampadia

Líderes y rezagados en la recuperación pos-pandemia

Nouriel Roubini
Project Syndicate
24 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Si bien algunas economías importantes se están recuperando rápidamente de la recesión inducida por la pandemia, otras languidecen y otras permanecen en un estado de crisis aguda. El grado en que persistan estas desigualdades globales dependerá de una variedad de factores y tendrá profundas implicaciones para la estabilidad social, política y geopolítica.

Después de la recesión mundial más severa en décadas, los pronosticadores privados y oficiales son cada vez más optimistas de que la producción mundial se recuperará con fuerza este año y a partir de entonces. Pero la próxima expansión se distribuirá de manera desigual, tanto entre las economías como dentro de ellas. Si la recuperación tiene forma de V (un fuerte retorno al crecimiento por encima del potencial), forma de U (una versión más anémica de la V) o forma de W (una recesión de doble inmersión) dependerá de varios factores en las diferentes economías. y regiones.

Con el coronavirus todavía desenfrenado en muchos países, una pregunta clave es si la aparición de nuevas cepas virulentas desencadenará ciclos repetidos de paradas y arranques, como hemos visto en algunos casos en los que las economías se reabrieron demasiado pronto. Una posibilidad particularmente siniestra es que aparezcan más variantes resistentes a las vacunas, lo que aumenta la urgencia de los esfuerzos de vacunación que hasta ahora han sido demasiado lentos en muchas regiones.

Más allá del virus, hay una serie de riesgos económicos relacionados a considerar. Una recuperación lenta o insuficientemente sólida podría resultar en cicatrices permanentes si demasiadas empresas quiebran y los mercados laborales comienzan a mostrar histéresis (cuando el desempleo de larga duración deja a los trabajadores desempleados debido a una erosión de las habilidades). Otra pregunta es cuánto desapalancamiento habrá entre las empresas muy endeudadas (pequeñas y grandes) y los hogares, y si este efecto se compensará por completo con la liberación de la demanda reprimida a medida que los consumidores gasten los ahorros de la era de la pandemia.

Otra área de preocupación es la sociopolítica: ¿se convertirá la creciente desigualdad en una fuente aún más destacada de inestabilidad y depresión de la demanda agregada? Mucho dependerá de la escala, el alcance y la inclusión de las políticas para respaldar los ingresos y gastos de los que se quedan atrás. Asimismo, queda por ver si el estímulo macroeconómico (monetario, crediticio y fiscal) implementado hasta ahora será suficiente, insuficiente o realmente excesivo, lo que en algunos casos generará un fuerte aumento de la inflación y las expectativas de inflación.

Teniendo en cuenta todas estas incertidumbres, la recuperación actualmente parece que será más fuerte en los EEUU, China y los mercados emergentes asiáticos que forman parte de las cadenas de suministro globales chinas. En EEUU, la disminución de las nuevas infecciones, las altas tasas de vacunación, el aumento de la confianza de los consumidores y las empresas y los efectos de largo alcance de la expansión fiscal y monetaria impulsarán una sólida recuperación este año.

Aquí, el principal riesgo es el sobrecalentamiento. El reciente aumento de la inflación podría resultar más persistente de lo que esperaba la Reserva Federal de EEUU, y los espumosos mercados financieros de hoy podrían sufrir una corrección, debilitando así la confianza.

En China y las economías estrechamente vinculadas a ella, la recuperación debe gran parte de su fuerza al éxito de las autoridades en contener el virus de manera temprana y a los efectos de los macroestímulos, todo lo cual permitió una rápida reapertura y restauración de la confianza en las empresas. Pero los altos niveles de deuda y apalancamiento en algunas partes de los sectores público y privado de China plantearán riesgos, ya que China intenta mantener un crecimiento más fuerte mientras controla el crédito excesivo. En términos más generales, la perspectiva de una creciente rivalidad, una guerra más fría, entre EEUU y China amenazará el crecimiento chino y mundial, especialmente si conduce a un desacoplamiento económico más completo y un proteccionismo renovado.

Europa está peor, después de haber sufrido una recesión de doble caída en el último trimestre de 2020 y el primer trimestre de 2021, debido a una nueva ola de infecciones y bloqueos. Su recuperación seguirá siendo débil durante el segundo trimestre, pero el crecimiento podría acelerarse en la segunda mitad del año si las tasas de vacunación continúan aumentando y la política macroeconómica sigue siendo acomodaticia. Pero eliminar gradualmente los esquemas de permisos y varias garantías de crédito demasiado pronto podría causar cicatrices e histéresis más permanentes.

Además, sin las reformas estructurales necesarias desde hace mucho tiempo, partes de la eurozona seguirán registrando un bajo crecimiento potencial y elevados coeficientes de deuda pública. Mientras el Banco Central Europeo siga comprando activos, los diferenciales soberanos (es decir, la diferencia entre los rendimientos de los bonos alemanes e italianos) pueden permanecer bajos. Pero el apoyo monetario eventualmente deberá eliminarse gradualmente y será necesario reducir los déficits. Y el espectro de los partidos euroescépticos populistas que buscan explotar la crisis se cierne constantemente.

Japón también ha tenido un reinicio mucho más lento. Tras un bloqueo para controlar una nueva ola de infecciones, experimentó un crecimiento negativo en el primer trimestre de este año y ahora está luchando por mantener el rumbo de los Juegos Olímpicos de verano en Tokio. Japón también necesita desesperadamente reformas estructurales para aumentar el crecimiento potencial y permitir una eventual consolidación fiscal. Y su enorme deuda pública puede eventualmente volverse insostenible, a pesar de la monetización persistente por parte del Banco de Japón.

Por último, el panorama es más frágil para muchas economías emergentes y en desarrollo, donde la alta densidad de población, los sistemas de atención médica más débiles y las tasas de vacunación más bajas continuarán permitiendo que el virus se propague. En muchos de estos países, la confianza de las empresas y los consumidores está deprimida; los ingresos del turismo y las remesas se han agotado; los coeficientes de endeudamiento ya son elevados y posiblemente insostenibles; y las condiciones financieras son difíciles debido a los mayores costos de los préstamos y las monedas más débiles. Además, hay un espacio limitado para la flexibilización de las políticas y, en algunos casos, la credibilidad de las políticas podría verse socavada por la política populista.

Entre las economías más problemáticas a tener en cuenta se encuentran India, Rusia, Turquía, Brasil, Sudáfrica, muchas partes del África subsahariana y las partes más frágiles e importadoras de petróleo del Medio Oriente. Muchos países están experimentando una depresión, no una recesión. Más de 200 millones de personas corren el riesgo de volver a caer en la pobreza extrema. Para agravar estas desigualdades, los países más vulnerables al hambre y las enfermedades también tienden a enfrentar la mayor amenaza del cambio climático y, por lo tanto, seguirán siendo fuentes potenciales de inestabilidad.

Si bien la confianza general se está recuperando, algunos mercados financieros son irracionalmente exuberantes y hay mucho riesgo e incertidumbre subyacentes. La crisis de COVID-19 probablemente conducirá a un aumento de la desigualdad dentro y entre países. Cuanto más se dejen atrás las cohortes vulnerables, mayor será el riesgo de inestabilidad social, política y geopolítica en el futuro. Lampadia

Nouriel Roubini, presidente de Roubini Macro Associates, es un ex economista senior de asuntos internacionales en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca durante la administración Clinton. Ha trabajado para el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal de EEUU y el Banco Mundial.




Argentina y Venezuela a la cabeza

Argentina y Venezuela a la cabeza

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Según el Índice Mundial de Miseria, Venezuela figura en el primer lugar, como el país más miserable del mundo, y Argentina en el séptimo puesto. Ambos países extraordinariamente ricos, pero que han caído en las garras del socialismo, que en los dos casos, ha sido especialmente dañino.

El caso venezolano tiene ya 22 años de una forzada aplicación del llamado socialismo del siglo xxi, que solo ha traído empobrecimiento, corrupción y pérdida de soberanía en manos de los agentes cubanos.

Como vemos en el siguiente cuadro, la pobreza afecta a más del 96% de los venezolanos, y la pobreza extrema al 79%. Su riqueza ha sido dilapidada en un profundo fango de corrupción. Chávez, quien encontró la producción petrolera en 3.5 millones de barriles por día, ofreció llevarla a 5 millones, pero terminó reduciéndola a 350,000 barriles diarios.

Esta situación de pobreza y la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela fueron originadas por la aplicación del socialismo del siglo xxi.

La tragedia de Argentina data de mucho tiempo atrás. Resulta que desde el gobierno peronista de mediados del siglo pasado, luego de optar por una suerte de populismo y socialismo nacionalista, Argentina interrumpió su desarrollo y cayó de su posición de privilegio como uno de los países más ricos del mundo, a lo que es hoy día, un país que a pesar de sus riquezas naturales, no puede dar un buen estándar de vida a su población.

En el siguiente gráfico podemos ver que hacia 1947, Argentina tenía un PBI per cápita que lo ubicaba como el sexto del mundo; pero desde entonces cayó sin parar, a su pobre nivel actual cercano al puesto número 75.

Así tenemos que dos de los países más ricos de América Latina, por obra y gracia de sus malas políticas públicas, se distinguen como los países más miserables del mundo.

Ellos aplicaron políticas como las que hoy tiene Perú Libre en su plan de gobierno. No permitamos que el Perú se vuelva a acercar a ese socialismo que solo destruye. Necesitamos políticas públicas que construyan, que sumen. Los peruanos queremos prosperidad para todos. Lampadia

Aleteia
Macky Arenas
01/05/21

Es triste el dato en el caso de estos dos países, uno petrolero que nadó en la abundancia y el otro que figura entre los diez países con más riquezas naturales

 

RONALDO SCHEMIDT – AFP.jpg

Lo publica The National Revue y se elabora en la Universidad de Baltimore –Maryland- en Estados Unidos, donde su director, Steve Hanke es profesor de economía e investigador. Se llama Índice de Miseria. Se llama Misery Index -de Hanke- y acaba de conocerse su edición 2021.

Venezuela aparece en primer lugar y Argentina en el séptimo. Dos países que hasta hace poco eran prósperos debido al petrolero, el uno, y a la excelente ganadería y demás recursos el otro. Brasil está en el puesto 11, Uruguay en el 33, Colombia en el 35 y Chile en el 75.

Entre los 10 primeros en desdicha se ubican, detrás de Venezuela y en este orden: Zimbabue, Sudán, Líbano, Surinam, Libia, Irán, Argelia y Madagascar. En estos países se comprende, pues muchos de ellos están afectados por graves conflictos tanto bélicos como civiles. En el caso del Líbano, agravado por la inesperada explosión que los sumió en un desbarajuste mayúsculo.

Oportunidades perdidas y gobiernos erráticos

Pero Venezuela y Argentina, con riquezas y recursos, no obstante, acumulan oportunidades perdidas y gobiernos erráticos en el manejo de sus políticas públicas. Son países, ambos, cuyos gobernantes no leen las condiciones del entorno lo cual es esenciales para un proceso sólido de toma de decisiones. No descomprimen al Estado, no dejan respirar a la economía y sus medidas responden más a criterios ideológicos que a las demandas reales del país o a las normas del funcionamiento económico. La incertidumbre es el resultado, lo que genera desinversión y desencadena todos los vicios que conducen…a los primeros puestos en los índices de miseria.

El mito de Sísifo

Argentina tiene la crisis del peso y una seguidilla de crisis económicas acumuladas desde 1876 hasta el 2019. La inflación de marzo en Argentina registró su nivel más alto desde el 2018. Los colapsos de la moneda, las altas tasas de interés y ahora el desempleo agrega carga en sus alforjas.

Hace poco, el diario El País publicaba un reportaje donde recordaba que “desde hace un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo, ha experimentado una inflación anual media del 105% y ha tenido que cambiar cinco veces de moneda. Hoy es el principal deudor del Fondo Monetario y sufre una de las contracciones más graves de América por la pandemia”. Y se preguntaba: “¿Dónde anida la maldición de la economía argentina?”.

Primero, en habituarse a la quiebra y la recuperación, al «declive relativo», a no resolver el tema de fondo sino ir arreando con lo que viene. “Como vaya viniendo vamos viendo”, es un refrán muy latinoamericano. Improvisación versus continuidad y seriedad. Pero los países siguen funcionando. Entran en caos, pero no se acaban, no se borran del mapa. Pero, como Sísifo, están condenados a vidas sin sentido, a subir cuestas a diario rodando la misma piedra.

En segundo lugar hay razones para el cerco inflacionario, como que su economía está poco conectada con el comercio internacional aparte de que, en opinión de expertos, el país no logra superar la contradicción histórica entre las necesidades de su agricultura y su industria. Eso tan atávico de proteger lo propio y confiarse en que «somos más baratos» ha perjudicado mucho al crecimiento y solidez de las economías latinoamericanas.

Nuestras políticas macroeconómicas son inconsistentes, altamente dependientes de las divisas y, por tanto, de las oscilaciones del comercio global, con las dificultades que ello conlleva.

Con respecto a Argentina, dijo Diego Sánchez-Ancochea, profesor de Economía Política para el Desarrollo en la Universidad de Oxford: “Es una suma de crisis. Se crean espacios de tranquilidad, pero no se resuelven nunca los problemas estructurales. Las crisis regresan porque nunca se fueron”.

Países en donde las sociedades, más que las economías, son las que parecen estar enfermas. Tal vez echan mano del más despreciable de los recursos: vivir culpando al gobierno anterior de todos los males.

Vale para Argentina, pero también para Venezuela.

Primer lugar en miseria

Venezuela, de nuevo, ocupa el primer lugar en los rankings de miseria de Hanke, teniendo en cuenta las cifras de desempleo, inflación, crecimiento real del PIB y tasa de crédito bancarias, todos índices claves de la economía para poner cara a cara miseria y felicidad en un país.

Curiosamente es Cuba el país mejor posicionado de la región, seguido por Ecuador, Chile y México. Y la explicación está en que lo que se indica es la coyuntura y no la estructura, y lo que se toma es la tasa de desempleo y no la de pobreza, la variación del PBI y no la competitividad o solidez de una economía. Así, con un “Índice de Miseria” de 3.827,6 puntos, Venezuela encabeza, dejando muy atrás a los que siguen debido a una tasa de inflación de 3.713% (en 2019 había sido de 7.374%), de interés del 33,1%, de desempleo del 50,3% (más del doble que en 2019) y una caída del PBI per cápita del 30,9 por ciento.

Desde la medición presentada en 2019, Venezuela, donde los ciudadanos protestan contra la falta de servicios básicos como la electricidad, gas y agua, encabezaba la lista de los países más desdichados. La nación sudamericana ocupa el primer lugar entre los países más miserables del mundo, liderando el Índice Anual de Miseria de Hanke (HAMI) como el país más miserable del mundo en 2020, un título que se le ha asignado desde hace cinco años.

Mario A. Torres-cc

Las siete plagas

Ciertamente, podríamos apelar al simbolismo bíblico de las siete plagas, o más. Venezuela no sólo tiene inflación, escasez, crisis de efectivo, destrucción del aparato productivo y desmantelamiento de las industrias básicas, sino restricciones bancarias en el exterior, acreedores al acecho, despilfarro de los dineros públicos y una corrupción voraz junto a una severa crisis inmobiliaria.

El gobierno, en lugar de revisar sus políticas y evaluar seriamente los daños, sólo alega que los problemas son el resultado de una “guerra económica contra Venezuela”; pero lo cierto es que la gobernanza antidemocrática, la corrupción y la mala gestión de la economía son las causas principales de la crisis. La desinversión, por ejemplo, se acentuó debido a la hostilidad de Maduro contra las empresas extranjeras, lo que produjo un éxodo corporativo. Pepsi, General Motors y United Airlines fueron algunas de las empresas pioneras en mermar su presencia o salir de todo del país. Luego, siguieron otras, y otras, y otras.

De hecho, desde 2013 existe una crisis económica en Venezuela, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las expropiaciones, las restricciones del control de cambio de la moneda y la corrupción, entre otros. Desde entonces, se ha producido una aguda y sostenida recesión económica que ha sido una de las más largas en la historia económica del país, al igual que más de dos años de hiperinflación.

El resultado es el caos

Venezuela es hoy un pandemónium. Un ejecutivo extranjero indicaba que “para mantenerse a flote, Maduro aumentó el salario mínimo varias veces. Esta estrategia proporciona un poco de alivio a corto plazo para los pobres, pero los expertos sostienen que a largo plazo ha terminado por crear más dolor a través de una moneda sin valor”. En esa horca caudina, el mandante venezolano optó por pagar las deudas a China y Rusia, dejando de lado los acuciantes problemas de las mayorías como el acceso a alimentos y medicinas.

Además de ello, ha negado sistemáticamente la posibilidad de entrada de ayuda humanitaria y ahora se muestran reticentes, con terquedad digna de mejores causas, a distribuir vacunas de manera equitativa. Sólo quienes están registrados en el sistema de discriminación que han impuesto están siendo llamados a recibir las dosis.

Pobre país rico

En líneas generales, estos datos del Índice de Miseria, coinciden con las cifras de la más reciente y prestigiosa Encuesta Nacional de Condiciones de Vida -Encovi-, cuya sola existencia representa un esfuerzo mancomunado de distintas universidades venezolanas -entre las cuales está la Católica Andrés Bello dirigida por los jesuitas- por documentar los indicadores que nos permitan saber cómo va cambiando la vida de los venezolanos. Ya sabemos que durante 20 años en Venezuela el poder ha sido opaco. La ausencia de transparencia es una constante adosada a su proceder, más cuando se trata de datos que visibilicen su incompetencia.

Ver en Lampadia: El desastre del socialismo del siglo XXI – La ominosa pobreza en Venezuela.

“La encuesta ha demostrado –se lee en la reseña de Equipo Cinco8- que Venezuela es ahora parte de ese club de países de la antigua órbita soviética o de África donde la población se encoge a causa de la emigración. El estudio pone en evidencia que el número de familias venezolanas que no pueden pagar un estándar de vida básico ha ido creciendo desde 2012, dos años antes de que el país entrara en recesión y mucho antes de que llegaran las sanciones internacionales contra Maduro y su régimen”.

Pobreza estructural

Justo antes de que la pandemia se declarara, documentaron que había en Venezuela 639.000 niños con desnutrición crónica. Y una conclusión escalofriante: Si la comida que hay en Venezuela se repartiera por igual entre todos sus habitantes, igual estos estarían desnutridos pues existe un crecimiento generalizado y estructural de la pobreza. El promedio de desnutrición infantil en el país empuja hacia abajo el promedio latinoamericano.

Han establecido que ser pobre no solo implica que tú y tu familia no tienen plata suficiente para comer, sino también que las condiciones en que viven no son las que deben ser. Y eso es lo que pasa con, al menos, 6 de cada 10 familias venezolanas. Otro número que ha ido subiendo desde 2014, y que hoy es parte de los indicadores que muestran a Venezuela como el país más pobre en América Latina y el Caribe. Es decir, íbamos directo al último puesto, lo que comprensiblemente hoy ha colocado a Venezuela en el primero de miseria y desdicha. Lampadia




Radiografía del trabajador independiente en el Perú

Radiografía del trabajador independiente en el Perú

Uno de cada tres trabajadores en el país es independiente. Su ingreso promedio es la mitad de lo que ganan sus pares asalariados.

Ocho de cada diez trabajadores independientes laboran en condiciones de informalidad.

Informe de El Comercio – IPE
9 de marzo de 2020

Las condiciones y la calidad del empleo que se genera en un país son consideraciones importantes para quienes toman decisiones de políticas públicas. Las particularidades de cada tipo de trabajo demandan estrategias distintas para problemas diversos.

El empleo independiente, por ejemplo, es atractivo para algunos por las posibilidades de manejar horarios propios y trabajar en distintos lugares y sectores. Para la mayoría, sin embargo, puede resultar una alternativa forzada por la falta de trabajo dependiente y con flujo de ingresos claro. Sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares, el IPE puso bajo la lupa a los trabajadores independientes en el ámbito urbano del país.

Lo primero a resaltar es que tienen una participación importante en la fuerza laboral urbana, pues uno de cada tres trabajadores es independiente. De los 13 millones de personas que forman la población económicamente activa en el área urbana, 3,9 millones serían independientes y 5,9 millones, dependientes. El resto de trabajadores cae en las categorías desempleado, trabajador del hogar o trabajador familiar no remunerado.

Identificando a los independientes

Cuando se aplica la Enaho, la persona se auto identifica en alguna de las categorías de empleo. Se considera como trabajadores independientes a aquellos que reportan esta categoría como su ocupación principal y secundaria, en caso la tuvieran.

Su contraparte, los trabajadores dependientes, son quienes se reportan como empleado u obrero en su ocupación principal y en ocupación secundaria, en caso cuenten con ella.

Situación actual

El dato más saltante respecto a los trabajadores independientes es que, en promedio, su ingreso representa la mitad de lo que percibe uno de sus pares asalariados. Al cierre del 2018, un independiente ganaba unos S/986 al mes; mientras un dependiente recibía S/1.826. En los últimos 15 años, esta brecha se ha mantenido invariante, aunque sí resalta que los ingresos nominales promedio de ambos grupos se han duplicado desde el 2004.

Ingresos del trabajador independiente son la mitad frente a sus pares dependientes.

¿A qué responde que ganen menos? En parte, porque laboran en condiciones de informalidad. Mientras 49% de los dependientes son informales, ocho de cada 10 independientes laboran en la informalidad. Como se recuerda, la literatura económica subraya que el empleo informal tiene una relación muy estrecha con la baja productividad, lo que redunda en menores salarios.

En este punto, es importante considerar que los independientes tendrían hoy pocas probabilidades de insertarse en un empleo asalariado formal. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima esa cifra en 7,5%. En tanto, de cada 100 personas que dejan un trabajo independiente, 20 ingresan a empleos dependientes informales y 33 a otro empleo independiente. Así, sus posibilidades de pasar a empleos de mejor calidad son reducidas, de acuerdo a la entidad internacional.

Según la actividad económica, el grueso de los independientes se desempeña en comercio y transportes (54% del total) y servicios (23%), cuyos salarios promedio son S/1.051 y S/1.008, respectivamente. Los trabajadores dependientes también se agrupan mayoritariamente en estos sectores (60% en conjunto), aunque perciben mayores salarios: S/1.557 en comercio y S/1.859 en servicios. Un detalle a notar es que la rama de electricidad, agua y gas es la más atractiva para los independientes, pues ganan S/3.302 al mes, en promedio. Sin embargo, apenas 0,01% trabaja en esos sectores.

Situación de independientes en el Perú.

Capital humano

En línea con los menores salarios, hay temas de capital humano que están relacionados con los menores ingresos de los trabajadores independientes, que además explicarían por qué la brecha respecto a los dependientes persiste y las dificultades de incorporarse a una planilla. Un primer punto es que los independientes tienden a conseguir menos logros en términos de educación. Por ejemplo, el 42% de los independientes no cuenta con educación básica completa, el 33% sí la completó y solo 25% alcanzó estudios superiores.

Esto contrasta con las cifras de los trabajadores asalariados. El 51% sí tiene estudios superiores, el 31% completó secundaria y el 18% no logró terminar la educación básica.

Un factor adicional que apunta a la vulnerabilidad es que los trabajadores independientes, en su mayoría, carecen de acceso a servicios de salud eficientes. De cada 10 independientes, cuatro están afiliados al Seguro Integral de Salud (SIS) y cuatro no tienen ningún tipo de seguro. En contraste, alrededor de cinco de cada 10 trabajadores dependientes tienen acceso a Essalud y otros tres tienen seguros privados o SIS.

Situación en regiones

En el ámbito regional existe mucha heterogeneidad respecto de la preponderancia de los independientes. Por un lado, en Tumbes representan el 41% de los trabajadores y se ocupan, principalmente, en comercio y transporte.

En contraste, en Huancavelica y Pasco, se registra la menor participación de trabajadores independientes (24%); ellos laboran en actividades como comercio y agro. La explicación es que estas últimas regiones se caracterizan por contar con una presencia importante de trabajadores familiares no remunerados. Finalmente, Lima Metropolitana es la tercera región con menor presencia de independientes, con 28% de la fuerza laboral. Lampadia




La batalla mundial contra el coronavirus

La batalla mundial contra el coronavirus

El coronavirus, o covid-19 como se le conoce al brote de la enfermedad producida por el brote del mencionado virus, sigue traspasando las fronteras de los países y los gobiernos se encuentran impulsando múltiples esfuerzos de política pública para evitar su propagación en masa.

Un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, resume de forma muy ilustrativa estas iniciativas y propone interesantes líneas de acción que deberían acometerse en el plano económico y en la salud pública para mitigar el golpe de esta posible pandemia, que ya ha impactado en nuestro país.

Como se deja entrever del análisis del popular medio británico, existen múltiples frentes que aún no están siendo explorados por los países, siendo el otorgamiento de créditos por enfermedad y la flexibilización laboral, las más importantes. En situaciones como estas, la reducción de la burocracia gubernamental que implique lograr incrementar rápidamente la cobertura médica o el intercambio prestacional, así como que las empresas brinden facilidades para dar a sus empleados licencias por enfermedad, son fundamentales.

Además, y como comentamos en Lampadia: La búsqueda de una vacuna al coronavirus, es importante que los países compartan libremente las investigaciones que logran recabar para encontrar una cura al mencionado virus. El dar límites o imponer regulaciones para ello es un sinsentido puesto que implica no reconocer los beneficios de la globalización y lo que gracias a ella se logró en relación al combate de anteriores contagios masivos de otras enfermedades, como el caso del ébola en África Occidental.

Esperemos que el presente gobierno, que se jacta de pedir confianza hacia un sistema de salud pública que está colapsado, se dé cuenta de sus falencias propias y acometa acciones que giren en torno a las recomendaciones aquí presentadas. Lampadia

Covid-19
La medicina adecuada para la economía mundial

Hacer frente a la pandemia involucra a todo el gobierno, no solo al sistema de salud

The Economist
5 de marzo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

No es una lucha justa, pero es una lucha que muchos países enfrentarán de todos modos. Dejándola en paz, la pandemia de covid-19 se duplica cada cinco o seis días. Cuando reciba su próximo número de The Economist, el brote podría, en teoría, haber infectado al doble de personas que hoy. Los gobiernos pueden frenar ese ritmo feroz, pero el tiempo burocrático no es lo mismo que el tiempo del virus. Y en este momento los gobiernos de todo el mundo se están quedando con los pies planos.

La enfermedad se encuentra en 85 países y territorios, frente a los 50 de la semana anterior. Se han registrado más de 95,000 casos y 3,200 muertes. Sin embargo, nuestro análisis, basado en patrones de viaje hacia y desde China, sugiere que muchos países que han detectado decenas de casos tienen cientos más circulando sin ser detectados. Irán, Corea del Sur e Italia están exportando el virus. EEUU ha registrado 159 casos en 14 estados, pero a partir del 1 de marzo había probado de manera indefensa a solo 472 personas cuando Corea del Sur estaba evaluando 10,000 al día. Ahora que EEUU está buscando, seguramente encontrará decenas de infecciones y posiblemente descubra una epidemia desbocada.

Dondequiera que el virus se apodere, contenerlo y mitigar sus efectos implicará más que médicos y paramédicos. La Organización Mundial de la Salud ha extraído lecciones de China sobre cómo deberían hacer frente los sistemas de atención de la salud. Se necesita el mismo pensamiento en todo el gobierno, especialmente sobre cómo proteger a las personas y las empresas, ya que las cadenas de suministro se fracturan y los preocupados y los enfermos se encierran.

La primera tarea es llevar mano de obra y dinero a los hospitales. China reclutó a 40,000 trabajadores de salud para la provincia de Hubei. Gran Bretaña puede sacar a los médicos de la jubilación. Esta semana, el Banco Mundial dio US$ 12,000 millones y el FMI US$ 50,000 millones disponibles para el covid-19. La Global Fund, que combate enfermedades como la malaria y la tuberculosis, dijo que los países pueden cambiar las subvenciones. En EEUU, el Congreso está asignando US$ 8,300 millones de fondos. El país tiene algunos de los hospitales más avanzados del mundo, pero su sistema de salud fragmentado tiene poca capacidad disponible. Se necesitará mucho más dinero.

Igual de importante es retrasar la propagación de la enfermedad haciendo que los pacientes se presenten a las pruebas cuando los brotes son pequeños y posibles de contener. Pueden ser disuadidos en muchos países, incluida gran parte de EEUU, donde 28 millones de personas no tienen cobertura de salud y muchos más tienen que pagar una gran cantidad de su propio tratamiento. Las personas también necesitan aislarse si tienen síntomas leves, como lo hará aproximadamente el 80% de ellos. Aquí la paga por enfermedad es importante, porque muchas personas no pueden permitirse perder el trabajo. En EEUU, una cuarta parte de los empleados no tienen acceso a licencia por enfermedad remunerada y solo los estados y ciudades dispersas ofrecen beneficios por enfermedad. A menudo, los trabajadores independientes, una quinta parte de la fuerza laboral de Italia, no califican. Un estudio encontró que, en epidemias, el pago garantizado por enfermedad reduce la propagación de la gripe en EEUU en un 40%.

El pago por enfermedad también ayuda a suavizar el golpe a la demanda que, junto con un shock de oferta y un pánico general, afecta a las economías. Estos tres factores, como muestra China, pueden tener un efecto dramático en la producción. La actividad manufacturera se hundió en febrero a su nivel más bajo desde que los gerentes fueron encuestados por primera vez en 2004. En el trimestre hasta marzo, la economía en general podría contraerse por primera vez desde la muerte de Mao Zedong. La OCDE espera que el crecimiento mundial este año sea el más lento desde 2009. El modelado realizado por académicos de la Universidad Nacional de Australia sugiere que el PBI en América y Europa sería un 2% más bajo de lo que hubiera sido en ausencia de una pandemia y quizás tanto como 8% más bajo si la tasa de muertes es muchas veces mayor de lo esperado. Los mercados financieros tienen precios de miedo. El S&P 500 ha caído un 8% desde su máximo del 19 de febrero. La emisión de deuda corporativa en Wall Street se ha detenido más o menos. El rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años cayó por debajo del 1% por primera vez.

En los países ricos, la mayor parte del esfuerzo económico se ha dirigido a calmar los mercados financieros. El 3 de marzo, la Reserva Federal de EEUU redujo las tasas una quincena antes de su reunión de política monetaria, y en un medio punto inusualmente grande. Los bancos centrales de Australia, Canadá e Indonesia también han actuado. Se espera que el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo aflojen la política también.

Sin embargo, esta desaceleración no es una recesión de los libros de texto. Las tasas más bajas aliviarán los costos de los préstamos y reforzarán el sentimiento, pero ninguna cantidad de crédito barato puede evitar que las personas caigan enfermas. La política monetaria no puede reparar las cadenas de suministro rotas o tentar a las personas ansiosas a aventurarse. Estas limitaciones obvias ayudan a explicar por qué los mercados de valores no pudieron revivir después del recorte de la Reserva Federal.

Es mejor apoyar la economía directamente, ayudando a las personas y empresas afectadas a pagar facturas y pedir dinero prestado si lo necesitan. Para las personas, la prioridad debe ser pagar la atención médica y proporcionar licencia por enfermedad pagada. La administración Trump está considerando pagar algunas facturas de hospital para las personas con el virus. El gobierno de Japón cubrirá los salarios de los padres que se quedan en casa para cuidar a sus hijos o familiares enfermos; Singapur ayudará a los conductores y jefes de taxi cuyos empleados son derrotados. Se necesitarán más ideas de este tipo.

Para las empresas, el gran desafío será la liquidez. Y aunque este shock es diferente a la crisis financiera, cuando el veneno se propagó desde adentro, ese período sí mostró cómo lidiar con una crisis de liquidez. Las empresas que pierden ingresos aún enfrentarán impuestos, salarios e intereses. Aliviar esa carga, mientras dure la epidemia, puede evitar quiebras y despidos innecesarios. La ayuda temporal sobre los impuestos y los costos salariales puede ayudar. Se puede alentar a los empleadores a elegir horarios más cortos para todo su personal en lugar de despidos para algunos de ellos. Las autoridades podrían financiar a los bancos para que otorguen préstamos a empresas que están sufriendo, como lo hicieron durante la crisis financiera y como lo está haciendo China hoy. China también está ordenando a los bancos que sean más fáciles con los prestatarios morosos. Los gobiernos occidentales no pueden hacer eso, pero a los prestamistas de todas partes les interesa mostrar tolerancia hacia los prestatarios que enfrentan un problema de liquidez, como lo hicieron los bancos con los empleados del sector público durante el cierre del gobierno de EEUU en 2018-19.

Hay una tensión. La política de salud tiene como objetivo ahorrar a los hospitales al reducir el pico de la epidemia para que sea menos intensa, aunque más duradera. La política económica, por el contrario, tiene como objetivo minimizar el tiempo que las fábricas están cerradas y el personal ausente. Eventualmente, los gobiernos tendrán que encontrar un equilibrio. Hoy, sin embargo, están tan lejos de la epidemia que la prioridad debe ser frenar su propagación. Lampadia




Los miedos infundados por las nuevas tecnologías

Los miedos infundados por las nuevas tecnologías

Los temores acerca de los posibles impactos negativos futuros de las tecnologías nacidas en el seno de la 4ta Revolución Industrial (4IR) siguen emergiendo entre los opinólogos alrededor del mundo desarrollado. El argumento más citado que tiene ver con el desempleo masivo que se producirían en los sectores primarios y secundarios de la economía producto de los avances de la inteligencia artificial y la robótica no solo no se condice con la evidencia, sino que se alimentan del desconocimiento de la naturaleza de tales tecnologías y de la creación de nuevas ocupaciones que están suscitando en los sectores terciarios (ver Lampadia: Automatización demandará nuevos empleos y habilidades). Pero también se debe a un factor de incertidumbre acerca de la evolución que podría desencadenarse al interior de ellas.

Por otra parte, lo que no discuten dichos opinólogos es que este patrón de pesimismo frente al avance de las tecnologías ya se ha repetido innumerables veces en la historia. Esto lo resume muy bien un reciente artículo publicado por The Economist, y que compartimos líneas abajo, en el que se hace un breve recuento de cómo dicho pesimismo surgió en su momento también en la Revolución Industrial con el surgimiento de las máquinas y posteriormente en la edad contemporánea con la creación de los automóviles, por mencionar las tecnologías más representativas. Todos estos sucesos fueron precedidos por una preocupación de la sociedad tal cual hoy, pero con el pasar del tiempo dio paso a debates que produjeron soluciones conjuntas que inhibieron cualquier intento de que dichas tecnologías “pisotearan” la dignidad de las personas como usualmente se pretende hacer creer.

En ese sentido, creemos, como deja entrever The Economist en el presente artículo, que esta misma sucesión de hechos podría pasar también con las tecnologías de la 4IR, lo cual debería levantar de una vez por todas las preocupaciones infundadas, pero sobretodo satanizaciones que muchas veces se hacen de estas tecnología que eventualmente pueden conllevar a que se hagan políticas públicas que atentan contra las libertades económicas, ya sea regulando la creación de bienes o imponiendo cargas absurdas y sin ningún sustento técnico. Lampadia

Tecnología y sociedad
Pesimismo vs progreso

Las preocupaciones contemporáneas sobre el impacto de la tecnología son parte de un patrón histórico
18 de diciembre, 2019
The Economist
Traducido y comentado por
Lampadia

Más rápido, más barato, mejor: la tecnología es un campo en el que muchas personas confían para ofrecer una visión de un futuro mejor. Pero a medida que comienza la década de 2020, el optimismo es escaso. Las nuevas tecnologías que dominaron la última década parecen empeorar las cosas. Se suponía que las redes sociales unirían a las personas. En la primavera árabe de 2011 fueron aclamadas como una fuerza liberadora. Hoy son más conocidos por invadir la privacidad, difundir propaganda y socavar la democracia. El comercio electrónico, el transporte y la economía de los conciertos pueden ser convenientes, pero están acusados de pagar menos a los trabajadores, exacerbar la desigualdad y obstruir las calles con vehículos. A los padres les preocupa que los teléfonos inteligentes hayan convertido a sus hijos en zombis adictos a la pantalla.

Las tecnologías que se espera dominen la nueva década también parecen arrojar una sombra oscura. La inteligencia artificial (en adelante, IA) puede afianzar prejuicios, amenazar su trabajo y apuntalar a gobernantes autoritarios. El 5G está en el corazón de la guerra comercial sino-estadounidense. Los autos autónomos todavía no funcionan, pero logran matar a las personas de todos modos. Las encuestas muestran que las empresas de Internet ahora son menos confiables que la industria bancaria. En el momento en que los bancos se esfuerzan por renombrarse como empresas tecnológicas, los gigantes del Internet se han convertido en los nuevos bancos, transformándose de imanes de talento a parias. Incluso sus empleados están en revuelta.

El New York Times resume la oscuridad invasora. “Un ambiente de pesimismo”, escribe, ha desplazado “la idea del progreso inevitable nacido en las revoluciones científicas e industriales”. Excepto que esas palabras son de un artículo publicado en 1979. En aquel entonces, el periódico se preocupó que la ansiedad fuera “alimentada por crecientes dudas sobre la capacidad de la sociedad para controlar las fuerzas aparentemente desbocadas de la tecnología “.

El ánimo sombrío de hoy se centra en los teléfonos inteligentes y las redes sociales, que despegaron hace una década. Sin embargo, antes ha surgido la preocupación de que la humanidad haya dado un giro tecnológico erróneo o de que determinadas tecnologías puedan estar haciendo más daño que bien. En la década de 1970, el desánimo fue provocado por las preocupaciones sobre la sobrepoblación, el daño ambiental y la perspectiva de la inmolación nuclear. La década de 1920 fue testigo de una reacción violenta contra los automóviles, que anteriormente se había visto como una respuesta milagrosa a la aflicción de los vehículos tirados por caballos, que llenaron las calles de ruido y estiércol, y causaron congestión y accidentes. Y la plaga de la industrialización fue denunciada en el siglo XIX por los luditas, los románticos y los socialistas, quienes se preocuparon (con buena razón) por el desplazamiento de artesanos calificados, el despojo del campo y el sufrimiento de las manos de las fábricas que trabajaban en las fábricas de humo.

Aléjese, y en cada uno de estos casos históricos, la decepción surgió de una mezcla de esperanzas no realizadas y consecuencias imprevistas. La tecnología desata las fuerzas de la destrucción creativa, por lo que es natural que conduzca a la ansiedad; para cualquier tecnología, sus inconvenientes a veces parecen ser mayores que sus beneficios. Cuando esto sucede con varias tecnologías a la vez, como hoy, el resultado es un sentido más amplio de tecnopesimismo.

Sin embargo, ese pesimismo puede ser exagerado. Con demasiada frecuencia, las personas se centran en los inconvenientes de una nueva tecnología y dan por sentado sus beneficios. Las preocupaciones sobre el tiempo frente a la pantalla deben compararse con los beneficios mucho más sustanciales de la comunicación ubicua y el acceso instantáneo a la información y el entretenimiento que los teléfonos inteligentes hacen posible. Otro peligro es que los esfuerzos de el ludita para evitar los costos a corto plazo asociados con una nueva tecnología terminarán negando el acceso a sus beneficios a largo plazo, algo que Carl Benedikt Frey, un académico de Oxford, llama una “trampa tecnológica”. El temor de que los robots roben los trabajos de las personas puede llevar a los políticos a grabarlos, por ejemplo, para desalentar su uso. Sin embargo, a la larga, los países que deseen mantener su nivel de vida a medida que su fuerza laboral envejezca y se reduzca necesitarán más robots, no menos.

Eso apunta a otra lección, que es que el remedio a los problemas relacionados con la tecnología a menudo involucra más tecnología. Las bolsas de aire y otras mejoras en las características de seguridad, por ejemplo, significan que en EEUU las muertes en accidentes automovilísticos por cada mil millones de millas recorridas han disminuido de alrededor de 240 en la década de 1920 a alrededor de 12 en la actualidad. La IA se está aplicando como parte del esfuerzo para detener el flujo de material extremista en las redes sociales. El último ejemplo es el cambio climático. Es difícil imaginar una solución que no dependa en parte de las innovaciones en energía limpia, captura de carbono y almacenamiento de energía.

La lección más importante es sobre la tecnología misma. Cualquier tecnología poderosa puede usarse para bien o para mal. Internet difunde la comprensión, pero también es donde los videos de personas decapitadas se vuelven virales. La biotecnología puede aumentar el rendimiento de los cultivos y curar enfermedades, pero igualmente podría conducir a armas mortales.

La tecnología en sí misma no tiene agencia: son las elecciones que las personas hacen al respecto las que dan forma al mundo. Por lo tanto, el techlash es un paso necesario en la adopción de nuevas tecnologías importantes. En el mejor de los casos, ayuda a enmarcar cómo la sociedad acepta las innovaciones e impone reglas y políticas que limitan su potencial destructivo (cinturones de seguridad, convertidores catalíticos y regulaciones de tráfico), acomoda el cambio (escolarización universal como respuesta a la industrialización) o inicia un trade-off (entre la conveniencia del transporte y la protección de los trabajadores). Un escepticismo saludable significa que estas preguntas se resuelven mediante un amplio debate, no por una camarilla de tecnólogos.

Enciende el motor moral

Quizás la verdadera fuente de ansiedad no sea la tecnología en sí misma, sino las crecientes dudas sobre la capacidad de las sociedades para mantener este debate y encontrar buenas respuestas. En ese sentido, el tecnopesimismo es un síntoma del pesimismo político. Sin embargo, hay algo perversamente tranquilizador sobre esto: un debate sombrío es mucho mejor que ningún debate. Y la historia todavía defiende, en general, el optimismo. La transformación tecnológica desde la Revolución Industrial ha ayudado a frenar los males antiguos, desde la mortalidad infantil hasta el hambre y la ignorancia. Sí, el planeta se está calentando y la resistencia a los antibióticos se está extendiendo. Pero la solución a tales problemas requiere el despliegue de más tecnología, no menos. Entonces, a medida que transcurre la década, deje a un lado la penumbra por un momento. Estar vivo en la década de 2020 obsesionada por la tecnología es estar entre las personas más afortunadas que jamás hayan vivido. Lampadia




La calle atormenta América Latina

La calle atormenta América Latina

Las recientes protestas en buena parte de América Latina han significado un duro golpe a la derecha política gobernante e inclusive la ha lanzado a implementar ciertas políticas públicas, que fuera de constituirse como soluciones a los problemas económicos y sociales que subyacen en tales países, son meramente placebos y populismos para calmar la violencia.

Fijación e incrementos de salarios mínimos, permanencia de los subsidios en las tarifas de los servicios públicos, topes a los costos de los medicamentos, entre otras medidas reflejan cómo las ideas del liberalismo poco a poco van perdiendo terreno frente a un intervencionismo en los mercados hechos para satisfacer a un populorum que reclama cambios al “modelo” imperante en sus países.

Esta problemática es muy bien descrita en un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo, en el cual se incide sobre la aguda debilidad de los gobiernos frente a estas manifestaciones. Ello, en un contexto de desaceleración económica y escándalos de corrupción, no vaticinaría buenos visos para el futuro inmediato de la región.

Como se deja entrever del análisis The Economist, el Perú ha quedado exento, por el momento, de manifestaciones tan violentas como las acaecidas en Chile, exceptuando las recientes protestas de los colectiveros en la capital, porque el presidente Vizcarra ha evitado emprender las reformas estructurales que el país necesita pero que son impopulares frente al ojo público. Aquí se encuentra por ejemplo la reforma laboral, que lejos de concretarse, se la apuñala con un anuncio de incremento del salario mínimo que se hará efectivo a inicios del próximo año.

Dado que el populismo es lo único que mantendría los índices de aprobación de Vizcarra, sería solo cuestión de tiempo para que el descontento de la población aflore por el frenazo por el que se encuentra pasando la economía peruana. Ojalá que esto, solo por mera imitación de los del vecindario de la región, no se concrete en manifestaciones violentas y más bien llame la atención a la administración de gobierno actual para retomar la agenda del desarrollo que requiere el Perú. Lampadia

La calle desafía a los políticos de América Latina

La región sufre un caso agudo de descontento que está barriendo el mundo

The Economist
30 de noviembre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

Otra semana, y otro país latinoamericano está en la calle. Ahora es Colombia, donde se han producido grandes protestas desde el 21 de noviembre. En otros lugares, las manifestaciones han sido provocadas por cosas específicas, incluso si las demandas de los manifestantes iban más allá de ellas: aumentos en las tarifas del metro en Chile y los precios del combustible en Haití y Ecuador, y fraude electoral en Bolivia. Pero en Colombia solo hay un sentimiento generalizado de descontento con un gobierno impopular. Ha llevado a grupos dispares a las calles, desde estudiantes, sindicalistas y activistas indígenas y homosexuales hasta arqueólogos contra la minería. Un estado de ánimo similar prevalece en gran parte de la región. Cuanto más se prolongue, más puede paralizar a los gobiernos.

Las protestas no carecen de precedentes ni se limitan a América Latina. A principios de la década de 2000, los gobiernos elegidos fueron derrocados en Argentina, Ecuador y Bolivia (dos veces, en desórdenes liderados por Evo Morales, quien acaba de sufrir el mismo destino). Grandes protestas surgieron de casi nada en Brasil en 2013.

Como en 1968, este es un momento de descontento global, pero es particularmente intenso en América Latina. Las protestas no son su única manifestación. La ira popular apareció el año pasado en victorias electorales para populistas contrastantes, Jair Bolsonaro en Brasil y Andrés Manuel López Obrador en México. La tendencia general de las recientes elecciones latinoamericanas ha sido la derrota de los titulares, confirmada en el regreso del peronismo en Argentina en octubre. En Uruguay, Luis Lacalle Pou, de centro-derecha, parece haber terminado 15 años de gobierno de centro-izquierda en una elección presidencial el 24 de noviembre.

Las causas de este mal humor incluyen el estancamiento o la desaceleración económica, la disminución de oportunidades y el miedo a volver a caer en la pobreza en medio de una persistente desigualdad profunda. La brecha entre ricos y pobres no se ha ampliado en América Latina, pero se ha vuelto más visible. Tomemos a Chile, donde Costanera Center, un centro comercial construido alrededor de una torre de oficinas de 64 pisos en Santiago, ha sido objeto de ira. “Una persona que gana 300,000 pesos [US$ 375] al mes ve un bolso que cuesta 4 millones de pesos”, dice Marta Lagos, de Mori Chile, una encuestadora. Ferraris y Maseratis han llegado, sus propietarios aparentemente ajenos a las viviendas deficientes, los autobuses superpoblados y la atención médica irregular.

La clase política de América Latina ha sido desacreditada por la corrupción y los escándalos de financiamiento de campañas. Estos también son más visibles que en el pasado, gracias a fiscales más combativos, periodistas de investigación, denunciantes y leyes de libertad de información. En otras palabras, el crecimiento de la transparencia ha superado al de la buena gobernanza. Los partidos políticos, muchos de los cuales están debilitados y fragmentados, han dejado de hacer su trabajo fundamental de canalizar el descontento. En resumen, los políticos han sido dominados por la calle.

El diagnóstico es fácil, pero encontrar una cura será mucho más difícil, como están descubriendo los gobiernos. Muchos de los problemas tienen raíces profundas y sus soluciones son a largo plazo. Un mayor crecimiento, impuestos más progresivos, salarios mínimos más altos y una mejor provisión social calmarían el descontento. El problema es que el crecimiento depende de aumentar la productividad, lo que requiere reformas impopulares. Y las élites conservadoras se resisten a pagar más impuestos. La izquierda en Chile y Colombia se queda en la calle para ganar más concesiones. En 1968, el desorden global prolongado terminó en una reacción conservadora. Ese riesgo es especialmente alto en Chile, donde continúan el saqueo y el vandalismo.

La respuesta oficial inmediata ha sido correr para cubrirse. En Ecuador, el gobierno de Lenín Moreno canceló el aumento del precio del combustible y está luchando para obtener el consentimiento del Congreso para moderados aumentos de impuestos. El gobierno de Chile está luchando contra una acción de retaguardia contra las demandas de un gasto público mucho mayor. En Colombia, el presidente Iván Duque puede alejarse de las reformas laborales y de pensiones debatidas. En Brasil, Bolsonaro pospuso un proyecto de ley que recortaría los salarios y los empleos en el sector público inflado por temor a que pudiera desencadenar protestas.

La reforma rara vez ha sido fácil en América Latina. Más presidentes pueden imitar a Martín Vizcarra en Perú. En 20 meses en el cargo, eludió decisiones impopulares, como aprobar una gran mina. Montando una ola de ira antipolítica, cerró un congreso “obstructivo”. Junto con López Obrador, es uno de los cuatro únicos presidentes latinoamericanos con un índice de aprobación de más del 50%. Los gestos agradables para la multitud pueden calmar las calles. Posponen el descontento, pero no lo disminuirán. Lampadia




El éxodo venezolano

El éxodo venezolano

La crisis humanitaria que pasa nuestro país vecino Venezuela lejos de encontrar término, se prolonga y la inmigración masiva ya empieza a pasar factura a los países de la región, en especial, Colombia. Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, precisa los pormenores que los gobiernos ya están enfrentando para lidiar con lo que se ha denominado como “El éxodo más grande de América Latina”. Brookings Institute proyecta que, al 2020, esta afluencia de venezolanos se dispare a 8 millones, una cifra grotesca que debería llamar la atención a la comunidad internacional a incrementar la ayuda externa. A continuación, un gráfico que muestra cómo se estructura esta movilización.

Y es que el problema ya no solo se reduce a la provisión de servicios públicos, que de por sí ya representa un gran porcentaje de los presupuestos gubernamentales, ni el incremento de la informalidad y la caída de los salarios, en un contexto de desaceleración económica de la región; también se ha complicado lidiar con un creciente descontento de la ciudadanía en torno a la delincuencia de una minoría de grupos, que lamentablemente, ha valido el rotundo rechazo de las ciudadanías hacia el inmigrante venezolano promedio.

Lo que es peor, lejos de ser objeto de la agenda prioritaria de las políticas públicas de los gobiernos, esta problemática es usualmente aminorada o pasada a segundo plano, cuando debería ser aprovechada para gatillar el crecimiento potencial de los países, un tema urgente en el Perú, por el capital humano calificado que estaría predominando entre la mayoría de venezolanos, varios de los cuales, cuentan con educación superior universitaria o técnica.

A estas alturas, es certero que la dictadura chavista de Nicolás Maduro no afrontará una salida pacífica, dentro de los cauces constitucionales. Como hemos reflexionado en anteriores oportunidades, la clave estaría en inducir un colapso en las cuentas fiscales del nefasto dictador desde sus principales fuentes de financiamiento; entre las que destaca Cuba. Ello conllevaría a forzar su salida lo más pronto posible y sin violencia alguna.

En lo que respecta al Perú, es imperativo que el gobierno sostenga su posición en contra de la dictadura de Maduro y siga reconociendo a Juan Guaidó como verdadero presidente interino de Venezuela.  En lo relacionado a la inmigración, urge tomar medidas en el plano laboral, en particular, una urgente reforma laboral que pueda flexibilizar y facilitar los procesos de contratación y despido, de manera que se pueda enfrentar satisfactoriamente este gran éxodo venezolano y no se incremente la informalidad laboral, que de por sí ya es alta en nuestro país para su actual nivel de desarrollo. Ello incluye por supuesto también medidas en el plano de la educación superior, como validaciones de certificados estudiantiles, de manera que las habilidades de esta población pueda ser mejor aprovechada por empresarios formales. Nuestros vecinos venezolanos merecen todo el apoyo que se les pueda dar. Lampadia

Cae la oscuridad
Millones de refugiados de Venezuela están agotando la hospitalidad de los vecinos

Continúa el éxodo más grande de América Latina

The Economist
14 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Bogotá, Lima, Puerto de España, Quito, Santiago y Sao Paulo. Katalina, una estudiante de enfermería de 20 años de Barquisimeto en el noroeste de Venezuela, huyó el año pasado cuando las condiciones de vida se volvieron intolerables. Pasó 11 meses en Perú, pero sus anfitriones fueron hostiles hacia los migrantes venezolanos, especialmente las mujeres, y encontró poco trabajo. Entonces, en junio, se mudó a Chile, llegando justo cuando su gobierno endureció las reglas para los venezolanos que ingresan al país y comenzó a expulsar a aquellos sin los documentos adecuados. Se escabulló a través de la frontera por la noche, temiendo que pisaría una mina terrestre plantada por Chile en el desierto en la década de 1970. Ahora se está quedando con un amigo en Santiago, la capital de Chile, esperando el permiso para quedarse. “Todo lo que quiero es que mi situación se regularice”, dice ella.

Las barreras no impedirán que los venezolanos huyan del caos y la represión en casa. El éxodo podría superar los 8 millones, una cuarta parte de la población, para fines de 2020, a menos que la democracia y la estabilidad regresen, predice la Institución Brookings en Washington. Incluso entonces, no todos volverán; los que lo hagan les tomará tiempo. “Estamos analizando un conjunto complejo de necesidades para los próximos dos años, incluso si hoy existe una solución política”, dice Eduardo Stein, representante de los migrantes venezolanos de la agencia de refugiados de la ONU y la Organización Internacional para las Migraciones.

Hasta ahora, el mayor desplazamiento de personas en la historia de América Latina ha ocurrido sin mucho alboroto internacional. En parte, esto se debe a que ha tenido lugar principalmente por tierra, sin ser provocado por la guerra o los desastres naturales. Cuatro quintos de los migrantes se han quedado dentro de la región. La buena gracia con la que la mayoría de los países vecinos los han recibido hasta ahora ha permitido que otros ignoren la crisis. Los donantes externos han dado solo US$ 100 por cada migrante venezolano, en comparación con US$ 5,000 por cada uno de los 5.6 millones de refugiados de Siria.

Pero a medida que la crisis de Venezuela se prolonga, los países de destino están retirando su cálida bienvenida inicial. Los refugiados recientes son más pobres que los de las oleadas anteriores. Están llegando a países donde el crecimiento económico es lento, los buenos empleos son escasos y los presupuestos para la salud y la educación se estiran. Las primeras promesas de cooperar en el tratamiento del flujo de migrantes se están incumpliendo. Los portazos se suman al número de inmigrantes ilegales, que son vulnerables a la explotación por parte de los empleadores y al reclutamiento por parte de grupos criminales.

Aumenta la carga sobre Colombia, que sigue siendo el más abierto de los países de destino. Esto se debe en parte a que no puede vigilar su frontera de 2,200 km (1,400 millas) con Venezuela. La afluencia se suma al desorden en una frontera ya plagada por grupos guerrilleros respaldados por Venezuela. Ahora Colombia debe hacer frente a una acumulación en su frontera sur de refugiados que esperaban ingresar a Perú y Ecuador. Aunque es probable que los venezolanos impulsen el crecimiento económico en sus nuevos países, pocos gobiernos aprecian la oportunidad.

Más visibles son aquellos que aparecen en las esquinas para vender dulces o mendigar. Los trabajadores no calificados aumentan la fuerza laboral informal, en países donde una gran proporción de los empleos son informales. Muchas mujeres en Trinidad encuentran trabajo en bares y clubes, a veces una puerta de entrada a la prostitución. En Boa Vista, la capital de Roraima, la población de 400,000 ahora incluye más de 50,000 venezolanos. “Perdimos el control de la ciudad”, dice su alcalde, Teresa Surita. La falta de vivienda en las ciudades de la frontera de Colombia con Venezuela se ha disparado.

Aunque están dejando entrar menos venezolanos, los gobiernos están tratando de proporcionar servicios a los que ya han llegado. Eso es una lucha. Los hospitales en Roraima tienen escasez de personal, en parte porque Cuba retiró a sus médicos ante la hostilidad del presidente derechista del país, Jair Bolsonaro. El gobierno de Colombia estima que el costo de brindar atención médica, educación y otros servicios a los venezolanos será del 0.5% del PBI este año, aproximadamente una quinta parte de su déficit presupuestario esperado. Ecuador, cuyo gobierno altamente endeudado ha tenido que acudir al FMI en busca de ayuda financiera, gastará US$ 170 millones al año en salud y educación para los titulares de una “visa humanitaria excepcional” y los venezolanos que llegaron antes de que entrara en vigencia la regla de la visa.

“La gente solía sentir lástima por [los venezolanos], pero ahora hay miedo al crimen”, dice Amparo Goyes, un residente de Tumbaco, un suburbio de Quito, la capital de Ecuador. En enero, el apuñalamiento de una mujer ecuatoriana embarazada por parte de su ex novio venezolano desencadenó ataques contra migrantes en la ciudad norteña de Ibarra y contribuyó a la decisión de endurecer los requisitos de entrada. Una encuesta realizada por el gobierno peruano encontró que el 86% de los peruanos esperan ser víctimas de un crimen el próximo año.

Tales tensiones son actitudes endurecedoras. Una encuesta de Gallup publicada en junio mostró que el apoyo entre los colombianos para aceptar refugiados cayó por debajo del 50% por primera vez. La “imagen negativa” de los venezolanos aumentó al 67%, su nivel más alto. Una encuesta de los chilenos por Cadem, una encuestadora, publicada en julio encontró que el 73% aprobó la represión del gobierno y el 83% respaldó las restricciones a la inmigración. En Trinidad, los políticos opositores han pedido controles más estrictos sobre los venezolanos.

Colombia no tiene esa opción. Ha sido un ejemplo, emitiendo permisos que permiten que 700,000 venezolanos trabajen y reciban servicios públicos durante al menos dos años. Planea emitir un permiso para los migrantes sin los documentos correctos, permitiéndoles quedarse si encuentran un empleador. En marzo, la mayoría de los partidos con miembros en el Congreso firmaron un pacto prometiendo no provocar resentimiento contra los venezolanos en las campañas para las elecciones regionales que se realizarán el próximo mes.

Pero las nuevas barreras de sus vecinos están poniendo nerviosa a Colombia. Un alto funcionario dice que la cooperación entre los países de destino comenzó bien, pero en los últimos cuatro meses ha retrocedido. Recientemente, Colombia pidió a sus vecinos que abrieran un “corredor humanitario de frontera a frontera”. Ecuador acordó dejar pasar a los inmigrantes con visas para otros países. La ONU ha instado a todos los países de la región a que den a los venezolanos los derechos de los refugiados, bajo la presunción de que quedarse en casa los pone en riesgo.

Lo único en lo que todos los países receptores están de acuerdo es que necesitan más ayuda externa. La ONU ha recaudado menos de un tercio de los US$ 738 millones que buscó en 2018, principalmente de los EEUU. En la Asamblea General de las Naciones Unidas este mes, el presidente de Colombia, Iván Duque, encabezará un llamamiento regional para obtener más información. “Desafortunadamente, el mundo no ha visto esto como una crisis global”, dice David Smolansky, un alcalde venezolano exiliado que dirige el grupo de trabajo de migrantes de la Organización de Estados Americanos. Para que América Latina continúe haciendo frente tan bien como lo ha hecho, eso debe cambiar. Lampadia




Cuidado con entender las cosas al revés

Cuidado con entender las cosas al revés

En esta entrega, seguimos con el análisis sobre el progreso de Rafael Rincón-Urdaneta de la Fundación para el Progreso (FPP) – Chile. (Ver en Lampadia: ¿Hemos progresado o seguimos igual?).

Centraremos el tema en los prejuicios o ideas preconcebidas, que crean un falso sentido común.

Rincón-Urdaneta se pregunta porqué las personas opinan sobre la realidad de manera tan diversa y hasta opuesta, siendo que muchas veces existen evidencias de una realidad concreta. Al respecto, como cita el autor del análisis, el campeón en promover lecturas correctas de la realidad, basadas en datos concretos, fue Hans Rosling.

Ver en Lampadia:

En eso de sembrar noticias falsas o distorsionar la realidad, el ejemplo más claro es el mito de que cada día los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Pero la realidad dice otra cosa. Ver el siguiente gráfico de Hans Rosling:

En el gráfico podemos ver que cuando la población mundial era de 4,000 millones de personas, los pobres eran 2,000 millones, el 50%. Pero ahora, en el siglo XXI, la población supera los 7,000 millones de personas y los pobres son el 12%. (El 9.6% según otras fuentes).

En el caso del Perú, se escucha frecuentemente decir que, con todo el crecimiento económico de los últimos años no se ven mejoras de los ciudadanos comunes. Para contradecir este mito, basta preguntarse que ha sucedido para que la pobreza descienda de casi 60% a 20%. ¿No ha sido consecuencia del crecimiento?

Esta suerte de síndrome cognitivo enturbia varios procesos, pero especialmente la política y la percepción de las políticas públicas. Por ello seguiremos presentando las siguientes entregas.

Progreso: cuestión de criterios y razón
Fundación para el Progreso (FPP) – Chile
Junio 2019
Rafael Rincón-Urdaneta Z.
Glosado por Lampadia

¿Por qué las personas tienen tan distintos diagnósticos y opiniones sobre el estado del mundo y el progreso de la humanidad? ¿Qué conceptos, criterios e ideas pueden ayudar a lograr una evaluación más precisa y una reflexión más inteligente sobre nuestro porvenir, apartando los prejuicios y combatiendo la ignorancia para aproximarnos más racionalmente a la realidad? Esta serie de Rafael Rincón-Urdaneta Z., Director de Estrategia y Asuntos Globales de FPP, ha sido elaborada con vocación de sentido común y pensamiento crítico. Y propone algunas claves útiles para estudiantes, profesores, analistas y líderes, entre otros. En esta segunda entrega veremos algunos criterios esenciales para evaluar el estado y el progreso del mundo.

Imaginen esta escena: Una paciente sin nombre se encuentra en el hospital en un estado gravísimo. Delira y tiene espasmos. Está fría y pálida. Urge adoptar medidas para salvarle la vida. Han llegado los resultados de los exámenes —análisis de sangre, radiografías, ecografías y tal— y se reúne el equipo de atención para decidir sobre los pasos a seguir. Pero hay un problema: solo un profesional de la medicina, el Dr. Rosling, es parte del grupo. El resto está conformado por personas de una diversidad absurda, o cuando menos disfuncional para el caso. Hay un sacerdote especialista en exorcismos, para quien la pobre mujer, como Linda Blair encarnando a Regan en la película El Exorcista, está poseída por Lucifer. ¡Vade retro Satanás! También hay un santero, coincidente en lo de la posesión, pero convencido de que el bicho es otro, un espíritu maligno de poca monta. Así que propone invocaciones diferentes para expulsar al indeseable inquilino. El otro miembro del tragicómico conjunto es una activista anti-vacunas y rabiosa opositora a la medicina científica. Su advertencia: tendrá que pasar sobre su cadáver quien intente acercarle una jeringa o algún fármaco a la desdichada paciente, que a estas alturas convulsiona mientras el exorcista la mira esperando que levante vuelo o tuerza el cuello. Los últimos miembros son un homeópata, un aprendiz de naturista con un manojo de hierbas bajo el brazo y un joven chofer de la funeraria que se equivocó de puerta y no tiene la menor idea de qué hace allí.

La discusión es de película y nadie está de acuerdo en el diagnóstico, menos aún en el tratamiento. Todos hablan jergas de oficio diferentes —el de la funeraria solo pregunta repetidamente a quién tiene que llevarse— y ni siquiera los exámenes con las pistas necesarias han ayudado a consensuar un curso de acción. Cada cual tiene una interpretación distinta de la realidad. El Dr. Rosling, desesperado, impotente y a punto de un ataque, agita los exámenes en el aire y llama a seguridad. ¿Creen que la dama en angustioso sufrimiento salga de esta? Si pudieran, ¿a quién le confiarían la autoridad para hacerse cargo?

Si Ud., como yo, le ha dado el mando al Dr. Rosling es porque valora el conocimiento, la ciencia y la razón. Y sabe que la primera información que tiene a mano es el cuadro visible —y penoso— de la mujer agonizante, los exámenes médicos y años de estudio y experiencia. Añada Google, inteligencia artificial y lo que quiera, pero lo primero es la vocación crítica y científica frente al problema.

El nombre de nuestro galeno no es casual. Es un homenaje a Hans Rosling (1948-2017), sueco, médico, fundador de Gapminder y autor del libro Factfulness[1], publicado en 2018 después de su temprano fallecimiento en pleno auge de su fama. Y viene a cuento en esta entrega porque uno de sus grandes aportes en vida fue combatir la ignorancia con una visión del mundo basada en hechos, en evidencia. Para esta serie sobre el progreso, de esta historia, del legado de Hans Rosling y de lo que he visto en las salas de clase como profesor universitario, quisiera rescatar justamente esa forma de ver y abordar las cosas. Y proponer, entre otros posibles, unos cinco hábitos y criterios de análisis que nos evitarán exabruptos, vergüenzas y situaciones no muy lejanas de nuestra caricaturesca y absurda escena hospitalaria.

[Líneas abajo compartimos el primer criterio de análisis]

Cuidado con las ideas preconcebidas

¿Cuántas veces no ignoramos planteamientos contrarios a nuestras creencias, o descartamos una prueba que atenta contra una idea preconcebida, fija en nuestras cabezas? Hace un tiempo atrás en Malmö, Suecia, en una conversación con Johan Norberg, el autor de Progreso: 10 razones para mirar al futuro con optimismo, surgió este tema. «Es increíble la cantidad de gente que realmente cree que los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres», dijo. «La verdad es que la primera parte de esa afirmación es cierta, pero la segunda está completamente equivocada», completó enfáticamente. Y así explicó cómo el mundo se ha enriquecido, y cómo particularmente la población más necesitada lo ha hecho a gran velocidad. Y es que, si en 1820 más o menos 94% del mundo vivía en extrema pobreza y en 1990 la proporción era de 34%, para luego llegar a un 9.6% en 2015, pues no hay manera de sostener que los pobres son cada vez más pobres.

Más aún, un estudio de Brookings Institution titulado A global tipping point: Half the world is now middle class or wealthier, a cargo de Homi Kharas y Kristofer Hamel, dice que para septiembre de 2018, según sus cálculos, más de 50% de la población mundial —unos 3,8 mil millones de personas— vivía en hogares con gastos discrecionales suficientes como para ser considerados de «clase media» o «ricos».[2]

Así, el rezo de que los ricos son cada vez más ricos y que los pobres van de mal en peor es simplemente una idea preconcebida, una de esas que se graban en la mente con la misma facilidad que se graban —y repiten— los eslóganes.

Hay algunas ideas preconcebidas que caen con «trampas» diseñadas para confrontar a las personas consigo mismas y hasta con el sentido común. En una universidad chilena, en las clases de una asignatura sobre política e instituciones que yo dirigía como profesor, solíamos discutir sobre los mejores y peores sistemas políticos y económicos, y sobre los países más prósperos y prometedores para vivir. Había en el ambiente un cierto sentimiento —muy de estos tiempos— anticapitalista, receloso del libre mercado y antiliberal. O «anti-neoliberal», para usar el término popular. Así que les planteaba «maliciosamente» un ejercicio, una situación ficticia en la que los estudiantes debían listar unas 5 o 10 alternativas de países a donde emigrarían en caso de que tuvieran que hacerlo, como hoy lo hacen los venezolanos huyendo de la hecatombe chavista. Los resultados eran perfectamente predecibles: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Japón, Nueva Zelanda, Suiza, Dinamarca, Noruega, Alemania, Estonia, Suecia, los Países Bajos… y así. Era como leer los primeros lugares de los índices de libertad económica de Fraser Institute o Heritage Foundation. La «trampa» es efectiva y los resultados demoledores. El desconcierto era general.

Esto de las ideas preconcebidas podemos extenderlo a muchas situaciones y temas. A veces las personas creen y repiten irreflexivamente lo que escuchan o leen, o están predispuestas a pensar que las cosas están o estarán peor de lo que demuestra la realidad, sea por generalizaciones, por proyecciones de sus experiencias o por sesgos ideológicos. O acaso por pura y simple deshonestidad intelectual. Así, abrir la mente a la posibilidad de que los hechos vayan contra lo que pensamos, o a que nos veamos descubiertos actuando en dirección opuesta a lo que profesamos, es el primer hábito útil para analizar el mundo con claridad. Algo parecido sugiere el Prof. Steven Pinker, citado en la primera entrega de esta serie, en el capítulo sobre la «progresofobia» de su libro En defensa de la ilustración. Lampadia

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Bibliografía:

[1] El título completo del libro es Factfulness: Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo. Y por qué las cosas están mejor de lo que piensas.

[2] Kharas, H. y Hamel K. (2018). A global tipping point: Half the world is now middle class or wealthier. Brookings Institution. Recuperado el 29 de julio de 2019. Disponible en: https://www.brookings.edu/blog/future-development/2018/09/27/a-global-tipping-point-half-the-world-is-now-middle-class-or-wealthier/




Políticas públicas

En el siguiente artículo de Ricardo Hausmann en Project Syndicate, se hace un análisis de la formación de las escuelas de políticas públicas, que resulta muy interesante para juzgar la performance de las propias políticas públicas.

Hausmann explica cómo, a diferencia de la formación de los médicos, que incluye prácticas extensivas, previas al ejercicio de la profesión, en las carreras de políticas públicas se llega hasta a evitar las prácticas como elemento formativo.

Interesante análisis que nos lleva a reflexionar sobre el desarrollo de los Estados y sus políticas públicas, sobre la performance de los economistas y la búsqueda del bienestar general.

No culpen a la economía, culpen a la política pública

Project Syndicate
1 de setiembre, 2019
RICARDO HAUSMANN

Hoy es costumbre culpar a la economía o a los economistas por muchos de los males del mundo. Los críticos sostienen que las teorías económicas son responsables de la creciente desigualdad, de la escasez de buenos empleos, de la fragilidad financiera y del bajo crecimiento, entre otras cosas. Pero si bien las críticas pueden impulsar a los economistas a mayores esfuerzos, la arremetida contra la profesión ha desviado involuntariamente la atención de una disciplina que debería asumir una porción mayor de la culpa: la política pública.

La economía y la política pública están estrechamente relacionadas, pero no son lo mismo, y no deberían ser vistas como si lo fueran. La economía es a la política pública lo que la física es a la ingeniería, o la biología a la medicina. Si bien la física es fundamental para el diseño de cohetes que pueden usar energía para desafiar la gravedad, Isaac Newton no fue responsable del desastre de la nave espacial Challenger. Tampoco hay que culpar a la bioquímica por la muerte de Michael Jackson.

La física, la biología y la economía, en tanto ciencias, dan respuesta a preguntas sobre la naturaleza del mundo en el que vivimos, generando lo que el historiador económico Joel Mokyr de la Northwestern University llama conocimiento proposicional. La ingeniería, la medicina y la política pública, por otro lado, responden interrogantes sobre cómo cambiar el mundo de maneras específicas, lo que conduce a lo que Mokyr califica como conocimiento prescriptivo.

Si bien las facultades de ingeniería enseñan física y las facultades de medicina enseñan biología, estas disciplinas profesionales se han desarrollado de forma bastante independiente del desenvolvimiento de sus ciencias básicas. De hecho, al desarrollar sus propios criterios de excelencia, planes de estudio, revistas académicas y carreras profesionales, la ingeniería y la medicina se han convertido en especies distintas.

Las escuelas de política pública, por el contrario, no han sufrido una transformación equivalente. Muchas de ellas ni siquiera contratan a su propio personal docente, sino que utilizan a profesores de ciencias fundacionales como la economía, la psicología, la sociología o la ciencia política. La escuela de política pública de mi propia universidad, Harvard, sí cuenta con un amplio cuerpo docente propio –pero esencialmente contrata doctores recién graduados en las ciencias fundacionales y los promueve sobre la base de sus publicaciones en las principales revistas especializadas de esas ciencias, no en política pública.

A los profesores jóvenes se les desaconseja adquirir experiencia práctica en políticas públicas antes de que alcancen la titularidad (tenure) y no es frecuente que la adquieran. Y hasta los profesores titulares tienen una interacción sorprendentemente limitada con el mundo exterior, debido a las prácticas de contratación prevalecientes y al miedo de que un compromiso externo pueda implicar riesgos para la reputación de la universidad. Para compensar esta carencia, las facultades de política pública contratan a los llamados “profesores de la práctica”, como es mi caso, que han adquirido previamente una experiencia en políticas públicas en otra parte.

Desde el punto de vista de la enseñanza, uno podría pensar que las escuelas de política pública adoptarían una estrategia similar a las facultades de medicina. Después de todo, tanto los médicos como los especialistas en política pública son llamados a resolver problemas y necesitan diagnosticar las causas respectivas. También necesitan entender el conjunto de posibles soluciones y descifrar los pros y los contras de cada una de ellas. Finalmente, tienen que saber cómo implementar la solución que proponen y evaluar si funciona o no.

Sin embargo, las escuelas de política pública ofrecen sólo programas de maestría de uno o dos años, y tienen un pequeño programa de doctorado con una estructura típicamente similar a la que se aplica en las ciencias. Eso se compara desfavorablemente con la manera en que las facultades de medicina capacitan a los médicos e impulsan su disciplina.

Las facultades de medicina (al menos en Estados Unidos) admiten a los alumnos después de que hayan terminado una carrera universitaria de cuatro años en la que hayan tomado un conjunto mínimo de cursos relevantes. Los estudiantes de medicina luego participan en un programa de dos años de enseñanza principalmente en aulas, seguido por dos años en los que rotan por diferentes departamentos en los llamados hospitales escuela, donde aprenden cómo se hacen las cosas en la práctica al acompañar al médico principal y a sus equipos.

Al final de los cuatro años, los médicos jóvenes reciben un diploma. Pero entonces deben empezar una residencia de tres a nueve años (dependiendo de la especialidad) en un hospital escuela, donde acompañan a médicos principales, pero donde se les asignan cada vez más responsabilidades. Después de siete a trece años de estudios de posgrado, finalmente se les permite ejercer la práctica como médicos sin supervisión, aunque algunos hacen pasantías adicionales supervisadas en áreas especializadas.

Por el contrario, las escuelas de política pública esencialmente dejan de enseñarles a los alumnos después de sus dos primeros años de una educación esencialmente en las aulas y (aparte de los programas de doctorado) no ofrecen los muchos años adicionales de formación que brindan las facultades de medicina. Sin embargo, el modelo de hospital escuela podría ser efectivo en política pública también.

Consideremos, por ejemplo, el Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard, que fundé en 2006 después de dos experiencias en políticas públicas sumamente enriquecedores en El Salvador y Sudáfrica. Desde entonces, hemos trabajado en más de tres docenas de países y regiones. En algunos sentidos, el Laboratorio se asemeja un poco a un hospital escuela y de investigación. Se centra tanto en la investigación como en el trabajo clínico de atender “pacientes”, o gobiernos en nuestro caso. Es más, reclutamos PhDs recién graduados (equivalente a los profesionales médicos recién recibidos) y graduados de programas de maestría (como los estudiantes de medicina después de sus dos primeros años de universidad). También contratamos graduados de licenciaturas como asistentes de investigación, o “enfermeros”.

Al abordar los problemas de nuestros “pacientes”, el Laboratorio desarrolla nuevas herramientas de diagnóstico para identificar tanto la naturaleza de las restricciones que enfrentan los países como los métodos terapéuticos para superarlas. Y trabajamos junto con los gobiernos para implementar los cambios propuestos. En verdad, es allí donde más aprendemos. De esa manera, garantizamos que la teoría enriquezca a la práctica, y que los conocimientos obtenidos en la práctica enriquezcan nuestra investigación futura.

Los gobiernos tienden a confiar en el Laboratorio, porque no tenemos un ánimo de lucro, sino más bien el simple deseo de aprender con ellos al ayudarlos a resolver sus problemas. Nuestros “residentes” permanecen con nosotros durante tres a nueve años, como en una facultad de medicina, y suelen asumir puestos de relevancia en los gobiernos de sus propios países cuando nos dejan. En lugar de utilizar nuestra experiencia adquirida para crear “propiedad intelectual”, la hacemos ampliamente disponible a través de publicaciones, herramientas online y cursos. Nuestra recompensa es que otros adopten nuestros métodos.

Esta estructura no fue planeada: simplemente emergió. No fue promovida desde arriba, sino que sencillamente se la dejó evolucionar. Sin embargo, si se abrazara la idea de estos “hospitales escuela”, podría cambiar radicalmente la manera en que la política pública se desarrolla y se enseña, y se la pone al servicio del mundo. Si esto llegara a ocurrir, quizá la gente deje de culpar a los economistas por cosas que nunca debieron haber estado bajo su responsabilidad.

Ricardo Hausmann, ex ministro de planificación de Venezuela y ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, es profesor en la Harvard Kennedy School y director del Harvard Growth Lab.

Lampadia




Los avances de la Biología sintética

Los avances de la Biología sintética

Con el pasar de los años, los avances de la biología sintética se han hecho presentes en una serie de campos que  incluyen la genética, los alimentos, los fármacos, los combustibles fósiles, por destacar los más importantes.

Sin embargo, como todo proceso transformador de la interacción entre las relaciones humanas y la naturaleza de los demás seres vivos, podría eventualmente – sin las previsiones del caso – acometer algunos efectos contraproducentes hacia algunos segmentos sociales o hacia al mismo medio ambiente, en su desarrollo posterior.

Pero como sugiere un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo) al respecto, “Para aprovechar la promesa y minimizar el peligro, vale la pena aprender las lecciones del pasado”.

Así, el popular diario británico hace una breve reseña acerca de los impactos positivos y negativos de las grandes disrupciones en materia biológica que acontecieron en la historia de la humanidad y, a partir de ellos, advierte de los potenciales beneficios y peligros que podría desatar esta nueva tendencia moderna liderada por la biología sintética.

Si bien sus beneficios son innumerables e incluyen el reemplazo de energías contaminantes, una mejora notable de la productividad agrícola y la prevención de enfermedad nutricionales a partir del diseño de dietas más saludables; su misma utilidad podría utilizarse para malos fines como, por ejemplo, el uso de armas biológicas.

Pero aún con ello, la superioridad de otros armamentos militares alternativos como la energía nuclear  limitaría estos usos malintencionados. Un argumento que, dadas las circunstancias que caracterizaron a los más recientes conflictos bélicos mundiales,  puede sostenerse en nuestra opinión.

En este sentido, todos podemos ganar con la biología sintética. Pero dependerá de nosotros mismos y de las políticas públicas encausar su uso hacia una verdadera mejora en la calidad de vida global. Lampadia

Rediseñando la vida
La promesa y los peligros de la biología sintética

Para entenderlos bien, mira al pasado

The Economist
4 de abril, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Durante los últimos cuatro mil millones de años, la única forma en que la vida en la Tierra produjo una secuencia de ADN, un gen, fue copiando una secuencia que ya tenía a mano. A veces, el gen se dañaría o se mezclaría, la copia sería imperfecta o se realizaría repetidamente. De esa materia prima surgieron las glorias de la selección natural. Pero por debajo de todo, gen engendraba gen.

Eso ya no es cierto. Ahora los genes pueden escribirse desde cero y editarse repetidamente, como texto en un procesador de textos. La capacidad de diseñar las cosas vivas que esto proporciona representa un cambio fundamental en la forma en que los humanos interactúan con la vida del planeta. Permite la fabricación de todo tipo de cosas que solían ser difíciles, incluso imposibles de hacer: productos farmacéuticos, combustibles, telas, alimentos y fragancias pueden construirse molécula por molécula. Lo que hacen las células y lo que pueden llegar a ser es manejable también. Se le puede pedir a las células inmunitarias que sigan las órdenes de los médicos; las células madre deben ser mejoradas para convertirse en nuevos tejidos; huevos fertilizados programados para convertirse en criaturas bastante diferentes a sus padres.

Las primeras etapas de dicha “biología sintética” ya están cambiando muchos procesos industriales, transformando la medicina y comenzando a llegar al mundo del consumidor. El progreso puede ser lento, pero con la ayuda de nuevas herramientas y una gran porción de machine learning, la fabricación biológica podría eventualmente producir tecnologías verdaderamente cornucopicas. Los edificios podrían ser cultivados de madera sintética o coral. Los mamuts producidos a partir de células de elefantes diseñados podrían atravesar Siberia.

La escala de los cambios potenciales parece difícil de imaginar. Pero mirando hacia atrás a través de la historia y las relaciones de la humanidad con el mundo vivo han visto tres grandes transformaciones: la explotación de los combustibles fósiles, la globalización de los ecosistemas del mundo después de la conquista europea de las Américas y la domesticación de cultivos y animales en los albores de la agricultura. Todos trajeron prosperidad y progreso, pero con efectos secundarios dañinos. La biología sintética promete una transformación similar. Para aprovechar la promesa y minimizar el peligro, vale la pena aprender las lecciones del pasado.

La nueva biología pone en duda a todos

Comience con el más reciente de estos cambios anteriores. Los combustibles fósiles han permitido a los humanos impulsar una notable expansión económica en el presente utilizando la productividad biológica de épocas pasadas, almacenada en carbón y petróleo. Pero se ha perdido mucho desierto, y los átomos de carbono que vieron por última vez la atmósfera hace cientos de millones de años han fortalecido el efecto invernadero del planeta en un grado que puede resultar catastrófico. Aquí, la biología sintética puede hacer el bien. Ya se está utilizando para reemplazar algunos productos hechos de productos petroquímicos; con el tiempo también podría reemplazar algunos combustibles. Esta semana, Burger King introdujo en algunos de sus restaurantes un Whopper sin carne que obtiene su sabor carnoso de una proteína vegetal diseñada; estas innovaciones podrían facilitar enormemente el cambio a dietas menos perjudiciales para el medio ambiente. También podrían usarse para hacer más con menos. Las plantas y sus microbios del suelo podrían producir sus propios fertilizantes y pesticidas, los rumiantes menos gases de efecto invernadero, aunque para garantizar que la biología sintética produzca tales objetivos ambientales loables será necesario contar con una política pública, así como con las claves del mercado.

El segundo ejemplo de cambio biológico que arrasa el mundo es el intercambio colombiano, en el que la red de comercio mundial del siglo XVI reunía a las criaturas del Nuevo Mundo y del Viejo. Caballos, ganado y algodón fueron introducidos en las Américas; Maíz, papas, chile y tabaco para Europa, África y Asia. Los ecosistemas en los que viven los seres humanos se globalizaron como nunca antes, proporcionando una agricultura más productiva en todos los aspectos y dietas más ricas para muchos. Pero también hubo consecuencias desastrosas. El sarampión, la viruela y otros patógenos corrían por el Nuevo Mundo como un incendio forestal, cobrándose decenas de millones de vidas. Los europeos armaron esta catástrofe, conquistando tierras empobrecidas y desordenadas por la enfermedad.

La biología sintética podría crear tales armas por diseño: patógenos diseñados para debilitar, incapacitar o matar, y quizás también para limitarse a determinados tipos de objetivos. Aquí hay un motivo de preocupación real, pero no una alarma inmediata. Para tal armamento, como el resto de la biología sintética de vanguardia, sería necesario contar con equipos altamente capacitados y con recursos significativos. Y los ejércitos ya tienen muchas formas de aplanar ciudades y matar a personas en gran número. Cuando se trata de la destrucción masiva, una enfermedad es un pobre sustituto para un arma nuclear. Además, la comunidad actual de biología sintética está a la altura de los ideales de apertura y servicio público mejor que muchos campos más antiguos. Mantenida y alimentada, esa cultura debe servir como un poderoso sistema inmunológico contra elementos deshonestos.

La primera transformación biológica, la domesticación, produjo lo que fue hasta ahora el mayor cambio en la forma en que los humanos vivían sus vidas. Al azar, y luego a propósito, los humanos criaban cereales para ser más abundantes, el ganado para ser más dóciles, los perros para ser más obedientes y los gatos para ser más sociables (el último fue un éxito parcial, en el mejor de los casos). Esto permitió nuevas densidades de asentamientos y nuevas formas de organización social: el mercado, la ciudad, el estado. Los seres humanos se domesticaron a sí mismos, al igual que sus cultivos y animales, creando un espacio para el trabajo pesado de la agricultura de subsistencia y las jerarquías políticas opresivas.

La biología sintética tendrá un efecto cascada similar, transformando las relaciones de los humanos entre sí y, potencialmente, su propia naturaleza biológica. La capacidad de reprogramar el embrión es, con razón, el sitio de la mayoría de las preocupaciones éticas de hoy. En el futuro, pueden extenderse más allá; ¿qué se debe hacer con las personas con la fuerza de la parte superior del cuerpo de los gorilas, o mentes impermeables al dolor?; cómo los humanos pueden elegir cambiarse biológicamente es difícil de decir; que algunas elecciones sean controvertidas no lo es.

Lo cual nos lleva a la forma principal en que esta transformación difiere de las tres anteriores. Su importancia fue descubierta sólo en retrospectiva. Esta vez, habrá previsión. No será perfecta: ciertamente habrá efectos imprevistos. Pero la biología sintética será impulsada por la búsqueda de objetivos, tanto anticipados como deseados. Se pondrá a prueba la capacidad humana de sabiduría y previsión. Podría derrotarla. Pero cuidadosamente nutrida, también podría ayudar a expandirla. Lampadia




Compromiso Cívico

Compromiso Cívico

El Perú adolece de una clase dirigente pasiva, que no asume su rol en el debate nacional y en la generación de políticas públicas, y tampoco promueve la creación de instituciones que lo hagan, como en Chile y Colombia.

En el último CADE Empresarial, Eric Rey de Castro presentó a un político y a un empresario chilenos, que compartieron sus testimonios sobre el compromiso cívico de la clase dirigente chilena.

Felipe Kast, Senador por la Región de la Araucanía del Congreso Nacional de Chile y Bernardo Larraín, Presidente de Sociedad de Fomento Fabril –SOFOFA, hicieron un par de presentaciones que consideramos muy importante compartir con nuestros lectores. Veamos algunas líneas y el video del CADE:

Felipe Kast

  • La importancia de cuidar las instituciones, pues estas no caen del cielo.
  • Compromiso con la defensa de ideas y combate del populista, que se presenta como supermán para conseguir votos, pero una vez en el gobierno cambia las reglas para peremnizarse en el poder.
  • No hay que pensar que a ti no te va ha pasar.
  • Las élites suelen mirarse el ombligo y se apartan de la lucha por sus ideas.
  • Las izquierdas buscan modelos económicos alejados del mercado.
  • El empresario es un agente social que debe debatir y defender sus ideas.
  • En Chile crearon Centros de Estudio o Think Tanks para fomentar debates profundos sobre políticas públicas que insidieran en el en largo plazo.
  • Los liberales debemos esforzarnos el doble, pues siempre estamos bajo la sospecha de trabajar por los empresarios .
  • Nuestro compromiso es con la libertad y la meritocracia.
  • En sus Centros de Estudios deben hacer política con contenido, proyectos colectivos, construir reglas de juego para todos, para un juego sin trampas.

Bernardo Larraín

  • Lo más importante es fortalecer las instituciones.
  • La experiencia chilena nos habla de cuatro lecciones:
    • Ideas: que institucionalizamos a través de Centros de Estudio.
    • Política: que institucionalizamos a través de partidos políticos fuertes.
    • Sociedad civil: que institucionalizamos a través de ONGs, fundaciones, etc.
    • Empresarios: que hicimos gremios fuertes.
  • Los Centros de Estudio que hicimos en los 90 aportaron a la política abrazando las ideas de la libertad.
  • A partir de 2010 se dio una sensación de malestar por el deseo de mejoras, espectativas, fragilidades y desigualdades.
  • Cuatro autocríticas:
    • El piloto automático, bajamos el impulso reformista.
    • La política no procesaba las demandas sociales en forma sustentable.
    • La economía se adormeció y la productividad se estancó.
    • Teníamos una porfiada desigualdad explicada por privilegios de origen.
  • Los empresarios tomamos comsciencia más allá de nuestro perímetro.
  • Faltó transparencia.
  • El empresario debe ser activo durante todos los gobiernos.
  • Nuestro role es promover políticas públicas.
  • Los empresarios somos más capaces de adaptarnos que la política.
  • Tenemos que asumir nuestros roles, no delegarlos.
  • Los gremios deben ser pro-positivos, no reactivos.
  • Los Centros de Estudio son una pieza importante para influir en las políticas públicas y defender el modelo liberal.

Excelentes lecciones para reflección del empresariado del Perú.

Veamos el video de la presentación de Kast y Larraín.

Lampadia




La regulación del comercio global de alimentos

Gracias al desarrollo de las agro-exportaciones, el Perú es hoy en día un gran productor de alimentos. Nuestro desarrollo se nutrió de una feliz coincidencia de políticas públicas locales promocionales y de un ambiente global propicio al crecimiento del libre comercio.

Efectivamente, detrás de la promulgación de la Constitución del 93, el sector privado pudo volver a invertir en el campo y aprovechar el gran potencial productivo del país, que había invernado por treinta años. Los resultados son conocidos por todos, más de 5,000 millones de dólares de exportaciones de frutas y hortalizas de primera calidad, más la consolidación de productos como el café y el cacao. Hoy llegamos a todos los mercados del mundo con una gran variedad de productos.

Fruit Logistica Berlin 2018

Pero, además, algo determinante de nuestro éxito fue también el espacio de desarrollo global propicio al libre comercio, sin el cual nuestro desarrollo hubiera sido sustancialmente menor. Por ejemplo, en el ecosistema político de comercio, imperante hoy en el mundo, no hubiéramos alcanzado los mismos resultados.

Esto nos lleva a comentar que, actualmente, se está produciendo una reversión de las políticas pro comercio y que el marco regulatorio global, en vez de perfeccionarse, se deteriora.

¿Qué implica esto para el Perú?

Simplemente que, si no nos ocupamos, perderemos espacio de desarrollo productivo y comercial, con todo lo que ello representa.

Por lo tanto, tenemos que entender que debemos desarrollar una presencia promotora del comercio de alimentos en todos los foros mundiales. Pero no una presencia pasiva, sino una presencia activa, de liderazgo. En otras palabras, detrás de nuestras agro-exportaciones, el Perú debiera ser el paladín de la promoción del libre comercio de alimentos.

En vez de que una parte importante del gobierno peruano se avoque a restringir el desarrollo del sector agro-exportador, debiéramos tener un gobierno promotor en el Perú y en todos los foros globales.

Pero esta no es una tarea que el gobierno pueda afrontar solo. Tiene que ser acompañado por el sector privado. Lo ideal sería formar una gran asociación público privada para asentar la presencia de nuestro liderazgo, allá donde podamos mejorar el ambiente comercial para las frutas y hortalizas.

Este desarrollo puede también acompañarse con un esfuerzo de investigación y desarrollo en el que se puede incorporar a nuestras universidades.

Hemos creado una gran industria exportadora de frutas y hortalizas, ha llegado el momento de acompañarla de esfuerzos sistémicos que la fortalezcan, que se expresen en la colaboración entre el Estado y el sector privado, ayudando a cambiar el clima de desconfianza imperante entre las partes, por un gran espacio de prosperidad. Lampadia

La seguridad alimentaria reside en el comercio

Project Syndicate
Nov 19, 2018
Ángel Gurría, José Graziano da Silva

De la granja a la mesa, la comunidad internacional se enfrenta a retos cada vez mayores para erradicar el hambre y la desnutrición. Y, sin embargo, pese a que algunas partes del mundo están evidentemente mejor dotadas que otras en términos de clima, suelo, agua y geografía, hay alimentos en abundancia para todos. Entonces, ¿por qué es la inseguridad alimentaria un problema para tantas personas en tantos países?

Lo que faltan son las condiciones adecuadas para que quienes lo necesitan tengan acceso a alimentos saludables y nutritivos. Los países excedentarios tienen que estar en posición de suministrar a los países deficitarios, y más aún ahora que el cambio climático está socavando las condiciones para la producción de alimentos en muchas partes del mundo.

En otras palabras, para conseguir que todos los hogares tengan acceso a la cantidad, calidad y variedad de alimentos nutritivos necesarios para llevar una vida saludable y satisfactoria es necesario que exista un comercio libre, predecible, no discriminatorio y justo. Lo que, a su vez, solo puede garantizarse a través de las normas mundiales acordadas en la Organización Mundial del Comercio (OMC); unas normas que, hasta el momento, han permitido un aumento del 270 % en el comercio mundial de productos alimentarios y agrícolas desde 1996.

Desde luego, el sistema de comercio mundial no está exento de problemas, y algunos países no siempre respetan las reglas. Además, existen importantes deficiencias en materia de control de las restricciones a las exportaciones (cuyo objetivo sería reducir la incertidumbre en los países que dependen de las importaciones) y de las subvenciones y barreras comerciales que distorsionan el mercado. En 2017, estas últimas supusieron 330 000 millones de dólares estadounidenses en todo el mundo. Es necesario actualizar las normas comerciales para reflejar los cambios que se han producido en los mercados y en las políticas desde que se creó la OMC en 1995, en especial, el aumento de la importancia de las economías emergentes.

Es imperativo que las reformas del comercio agrícola estén sobre la mesa. Estas reformas deben ser parte de una estrategia integrada más amplia que incluya otras políticas e inversiones nacionales (respaldadas, en caso necesario, por ayuda internacional). El objetivo debe ser garantizar que más personas puedan beneficiarse de las nuevas oportunidades que brinda la economía mundial y que aquellos que más lo necesitan cuenten con ayuda disponible.

Para aprovechar los beneficios del comercio de productos alimentarios y agrícolas, la comunidad internacional debe hacer tres cosas.

  • En primer lugar, los gobiernos deben ayudar a los agricultores (en especial, a los agricultores familiares) a ser más eficientes. Esto implica invertir en infraestructuras (también digitales) y educación, aplicar un registro de tierras y derechos de propiedad y apoyar la investigación en los ámbitos de la conservación de recursos escasos, la lucha contra el cambio climático y la mejora de la sostenibilidad y la resiliencia frente a los impactos. Cada uno de estos ingredientes es necesario para posibilitar que los agricultores consigan unos ingresos dignos. Pero podrían no ser suficientes; en muchos casos, los gobiernos también deberán diseñar programas de seguridad alimentaria, como son los sistemas de seguros sociales y las transferencias directas dirigidas a las personas con menos recursos.
  • La segunda tarea de los gobiernos es alejarse de las intervenciones en el sector agrícola que distorsionan los mercados y dañan el medio ambiente. Muchos gobiernos intentan mejorar los ingresos de los agricultores estableciendo unos precios elevados dentro del país y levantando barreras comerciales para impedir las importaciones. En último término, estas medidas aumentan los precios para los consumidores, agravan la presión sobre los recursos, socavan la biodiversidad y contribuyen al incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Por último, los gobiernos tienen que anclar estas reformas en normas internacionales, de forma que se genere confianza en que las medidas nacionales se mantendrán. Con independencia de la forma que adopten, estas normas internacionales deben estar redactadas de forma que fomenten y premien las políticas e inversiones nacionales adecuadas en agricultura.

El hecho de que las políticas agrícolas no hayan girado de forma más rápida hacia la dirección que acabamos de describir ha tenido un gran coste, para el propio sector y para la comunidad internacional. Pese a todo, las importantes medidas que los gobiernos han adoptado con vistas a prohibir las subvenciones a la exportación demuestran que todavía es posible avanzar.

De cara al futuro, la máxima prioridad debe ser abordar las cuestiones pendientes de resolver con todos los actores sentados a la mesa, dejando fuera los tabús. Los responsables de formular las políticas deben reconsiderar las ayudas nacionales, teniendo en cuenta las actuales condiciones del mercado y de las políticas. Además, se debe mejorar el acceso a los mercados y convencer a los países de que se comprometan con un régimen más estricto de cumplimiento de las cuestiones relacionadas con la competencia de las exportaciones y con las restricciones a las exportaciones.

Erradicar el hambre, acabar con la inseguridad alimentaria y asegurar la sostenibilidad son prioridades a escala mundial que necesitan una acción colectiva. Debemos fortalecer, y no debilitar, la cooperación internacional. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la OCDE continuarán apoyando los esfuerzos de la OMC para promover el comercio de productos alimentarios y agrícolas. Intensificaremos nuestros esfuerzos para ayudar a los países a adoptar las políticas que necesitan para conseguir un crecimiento inclusivo de la productividad y la seguridad alimentaria para todos.

Angel Gurría, former Secretary of Foreign Affairs (1994-1997) and Secretary of Finance (1998-2000) of Mexico, is Secretary-General of the OECD. He is a member of the Foundation Board of the World Economic Forum.

José Graziano da Silva is Director-General of the United Nations Food and Agriculture Organization.