1

La desconfianza interpersonal en la emergencia

La desconfianza interpersonal en la emergencia

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Carlos Meléndez se preguntaba (Peru21, 21-03) inteligentemente a qué se debe que mientras la sociedad chilena tomó voluntariamente la decisión de autorrecluirse en sus hogares, los peruanos hemos sido compelidos a hacerlo a punta de estados de emergencia y toques de queda.

La razón de ello -responde Meléndez- radica en la desconfianza interpersonal, que en el Perú, según LAPOP, es muy alta, una de las más altas del continente, en tanto que en Chile es una de las más bajas. La desconfianza interpersonal de los peruanos se equipara a la de los africanos.

Su línea de explicación sirve para iluminar lo que está pasando. Pero donde me parece que no da exactamente en el blanco es cuando señala la causa de esa desconfianza. El considera que proviene de episodios de crisis anteriores. “Nuestras respuestas autoritarias a previas crisis económicas y de seguridad (lucha contrasubversiva), se fundamentaron en un orden impuesto “desde arriba” y no en la construcción de un tejido social sostenible y para el bien público”.

La verdad, no es claro ni exacto. La crisis económica fue afrontada en agosto de 1990 con un shock que fue dado en democracia. Muchas reformas se adelantaron en democracia. El autogolpe se produjo el 5 de abril de 1992. En todo caso, ¿cómo podría haberse enfrentado la crisis económica, la hiperinflación, desde abajo? Para compensar los efectos del shock, en cambio, sí se potenció la organización social existente, desde comedores populares hasta núcleos ejecutores. Sí es cierto, sin embargo, que los Comités Locales de Administración de Salud (CLAS), por ejemplo, donde la comunidad gestionaba las postas con mayor eficiencia que el Estado, fueron anulados cuando en el gobierno de Toledo los médicos, que eran contratados, pasaron a ser nombrados, despojando de poder de gestión a los Comités. Una lástima.

Y en cuanto a la lucha contrasubversiva, la afirmación de Meléndez es válida para la estrategia que se aplicó en buena parte de los 80 -aunque los gobiernos fueran democráticos-, pero no para la que se empezó a ejecutar desde fines de los 80 y sobre todo en los 90, que se basó precisamente en una alianza con las comunidades campesinas para derrotar a Sendero. El éxito de esa estrategia estuvo precisamente en esa alianza, y en inteligencia en las ciudades.

Meléndez lo advierte sin embargo cuando, a continuación, escribe: “Las excepciones de fortalecimiento comunitario fueron soslayadas. Así, ni las organizaciones sociales de subsistencia vecinal ni las rondas campesinas de autodefensa se transformaron en redes sociales de apoyo en épocas de “normalidad”.

Pero el “fortalecimiento comunitario” no fue una excepción: fue el eje central de la estrategia que derrotó a Sendero en el campo. En lo que sí tiene razón es que ya en normalidad las rondas no se incorporaron, por ejemplo, al sistema nacional de seguridad. Pasaron al olvido.

No solo eso. El Estado nacional y la sociedad civil nunca agradecieron ni reconocieron en el nivel debido el papel de las comunidades y rondas en la derrota del terrorismo. Al defender al país, los campesinos andinos adquirieron ciudadanía nacional. Pero esa ciudadanía no fue reconocida. Los campesinos más bien fueron victimizados o perseguidos. El país está en deuda.

La causa profunda de la desconfianza interpersonal no está solo en la falta de abrazo e incorporación institucional del aporte popular y andino, sino en algo que el propio Meléndez apunta cuando señala: “Aunque muchos empeños emprendedores del sector “informal” se basan en capital social existente entre familiares y paisanos, la ausencia de referentes institucionales ahonda en una indiferencia por el bien común”.

Pero lo que hay que hacer es describir un poco mejor este fenómeno e identificar su causa. Cuando el círculo de confianza se agota en la familia o la comunidad, es que todavía no se ha pasado de la sociedad de “status” a la de “contrato”, al decir de Henry Maine. Un migrante puede vivir en una ciudad de 10 millones de habitantes, pero solo trabaja con sus familiares y paisanos y los intercambios económicos o de trabajo fuera de ese círculo son eventuales o se basan también en relaciones personales. Esa persona no se ha convertido aun plenamente en un sujeto-ciudadano plenamente portador de derechos civiles (libertad, propiedad, contrato, justicia), en un agente económico y social autónomo -como diría Guillermo 0’Donnell-, en la sociedad mayor.

La confianza en la sociedad mayor no es una confianza basada en relaciones personales. Es la confianza en el título y registro de propiedad como garantía de mis posesiones; en el contrato, que puede ser realmente defendido en una corte de justicia; en la asociación en una empresa con un socio no familiar, sobre la base de una institucionalidad que protege mi participación. Es una confianza abstracta, en el sistema, en la institucionalidad mayor.

Pero esa confianza abstracta repercute en la confianza interpersonal. Los demás no son potenciales depredadores en una selva sin reglas, sino ciudadanos igualmente obligados a la ley.

El que eso no exista esa confianza abstracta es la informalidad. No se participa de la institucionalidad mayor, de la ley, que es la que garantiza los derechos individuales. Pero la causa de esto está en la naturaleza de esa institucionalidad. Está diseñada para grandes unidades económicas, no para las pequeñas. Resulta, entonces, demasiado onerosa y engorrosa, alejada de la realidad. Es inaccesible.

Esa es la gran reforma que hay que hacer. Lampadia




Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Las primeras políticas económicas de Alberto Fernández

Estabilizar la economía argentina es un reto que el presidente Fernández se ha propuesto enfrentar en el plazo inmediato, sin embargo, con medidas equivocadas a nuestro parecer, dado el accionar que ha tomado en la línea de política fiscal y monetaria en el primer mes que viene gobernando.

Un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide sobre cómo la administración de Fernández persiste en controles de precios que son fundamentales en la asignación de recursos en una economía como son los salarios y el tipo de cambio. Lo que es peor, en el frente monetario, se ha convenido por seguir expandiendo la oferta de dinero con la justificación de incentivar el consumo, a la vez que se utiliza para financiar el creciente déficit presupuestario.

Un país como Argentina que enrumba hacia la hiperinflación -el año pasado la inflación fue del 54% anual, la más alta en casi tres décadas – esta estrategia no haría más que consolidar un suicidio económico que propendería más indigencia y pobreza en los próximos meses.

Finalmente consideramos que en el frente fiscal también se visualizan errores de política. En vez de darle respiro a la economía de la excesiva carga fiscal de la cual es víctima, además considerada entre las más altas en el mundo, se persiste en aumentar impuestos a las exportaciones agrícolas. A la par se propone hacer frente al pago del principal adicional pedido por el gobierno de Macri al FMI – de US$ 11,000 millones – lo cual hace menos creíble el honrar la deuda pública hacia los inversionistas tenedores de bonos.

En ese sentido, persistimos que la única salida para el problema económico de Argentina es un plan de ajuste (ver Lampadia: Un análisis del plan económico de Fernández), reflejado fundamentalmente en una liberalización de precios y corte de la emisión monetaria. Si bien esto tendría un impacto negativo en el corto plazo como todo programa de shock, en el mediano y largo plazo aliviaría sobremanera a una economía que sigue enferma por la persistencia de políticas populistas en las últimas 7 décadas de su historia. Lampadia

El nuevo gobierno de Argentina se enfrenta a la economía
Los peronistas son confusos sobre sus planes a largo plazo

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Hace un mes que Alberto Fernández asumió el cargo de Mauricio Macri como presidente de Argentina y, contrariamente a lo que se pronostica, el cielo sobre la Pampa aún no se ha derrumbado. Después de haber heredado una situación económica grave, que incluía lo que Fernández, un peronista, llamó un “incumplimiento virtual” de las deudas del país, su gobierno ha comenzado haciendo más o menos lo que dijo que haría. Adoptando casi el enfoque opuesto a su predecesor, ha presentado una política fiscal dura y una política monetaria laxa y aún no ha dicho mucho sobre cómo manejará la deuda. Los controles de cambio y precios, y la calma del verano del sur, se han combinado para comprar el tiempo del nuevo equipo. ¿Pero lo usarán sabiamente?

Intentaba ganar tiempo para reformar una economía enferma que puso a Macri en problemas. Un conservador de libre mercado, acumuló deuda para financiar un ajuste fiscal gradual hasta que los inversores se asustaron, lo que provocó una carrera por el peso y obligó al gobierno a los brazos del FMI. La economía cayó en recesión, la inflación aumentó al 54% el año pasado y Macri perdió las elecciones presidenciales. El primer objetivo del nuevo equipo, según Martín Guzmán, el ministro de economía, es “detener la caída”.

Han impulsado rápidamente un paquete de emergencia de medidas principalmente fiscales. Estos incluyen aumentos de impuestos sobre las exportaciones agrícolas y los viajes al extranjero, y una congelación de seis meses de muchos precios, salarios y pensiones. El impacto en los argentinos más pobres se ha atenuado con pagos adicionales. Según la Fundación Capital, una consultora en Buenos Aires, las medidas se suman a una restricción fiscal de alrededor del 1,5% del PBI. Si se implementan completamente, equilibrarían los libros antes de los pagos de la deuda este año.

Esto ha sido compensado por una opaca política monetaria. El banco central ha dicho que su intención es mantener tasas de interés reales positivas y evitar préstamos “excesivos” al gobierno. En la práctica, el banco está impulsando las tasas de interés hacia territorio negativo y es “la imprenta del gobierno”, como lo expresa un economista que trabajó para una administración peronista anterior. Los funcionarios piensan que esta expansión monetaria revivirá el consumo y, por lo tanto, la economía. Confían en los controles de precios para mitigar su impacto inflacionario. Los críticos creen que simplemente ampliará la brecha entre la tasa de cambio oficial de 60 pesos por dólar y la tasa de libre mercado (en 77 esta semana). Esto impulsará la inflación.

Tanto Fernández como sus funcionarios insisten en que Argentina quiere pagar sus deudas (a diferencia de 2001, cuando los peronistas aplaudieron el incumplimiento) pero que necesita más tiempo para hacerlo. Eso es ampliamente aceptado por sus acreedores. Se espera que una misión del FMI visite Buenos Aires en las próximas semanas. Guzmán, un estudioso de las crisis de la deuda sin experiencia en el mercado financiero o el gobierno, dice que quiere un acuerdo con los tenedores de bonos por $ 100,000 millones para fines de marzo.

El tiempo es la esencia. Si el gobierno se mueve rápidamente, los bonos seguirán en manos de inversionistas institucionales en lugar de fondos de buitres litigiosos, señala Héctor Torres, quien era el director de Argentina en el directorio del FMI. Con el propio FMI, el gobierno probablemente buscará un nuevo acuerdo de reserva para extender los US$ 43,000 millones que debe pagar en 2022-23. Ha evitado retirar US$ 11,000 millones pendientes del préstamo del FMI de Macri. Eso es un error, argumenta Torres, ya que el dinero podría hacer que sea más fácil llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos. Sería arrojar dinero bueno después del malo, reconoce el nuevo equipo de gobierno.

“Estamos navegando por un pasaje estrecho”, según Guzmán. Falta una tabla para el otro lado del corredor. A menos que sean estrictamente temporales, los controles crearán grandes distorsiones del tipo que se acumuló bajo Cristina Fernández de Kirchner, la poderosa vicepresidenta, que ocupó el cargo principal de 2007 a 2015. El gobierno aún no ha vinculado sus medidas de emergencia a un plan macroeconómico. Esto puede deberse a que Fernández, un moderado pragmático, debe negociar no solo con los acreedores sino también con su vicepresidenta, una populista de izquierda.

Su postura es, pues, ambigua. Por un lado, ha subrayado acertadamente que Argentina necesita aumentar sus exportaciones, y ha pedido un consenso nacional sobre un plan a largo plazo. Por otro lado, en referencia al FMI, arremetió contra “recetas que siempre han fallado”. De hecho, siempre han fallado solo en Argentina, que siempre ha querido jugar según sus propias reglas. “El mundo, desafortunadamente, es real”, como lo expresó el escritor Jorge Luis Borges. Es tarea de Fernández persuadir a los argentinos de eso. Lampadia




El oro virtual

El oro virtual

La rampante hiperinflación que enfrenta la economía venezolana ha provocado la generación de mercados de monedas virtuales que han servido de escape a los agentes económicos que han visto sus salarios reales desplomarse con el paso de los meses.

Un reciente artículo que publicó The Economist, y que compartimos líneas abajo, da cuenta del éxito de la denominada “agricultura del oro virtual” en Venezuela. Siguiendo la lógica del minado de las bitcoins (ver  Lampadia: Una mirada a los bitcoins) pero con la innovadora característica de ser tranzado en los videojuegos de estrategia online, el oro virtual se ha terminado de cimentar entre aquellos gameplayers que buscan hacer dinero fuera de un mundo real en el que las leyes de la oferta y la demanda apenas se vislumbran como vestigios de antaño.

Este hecho – que parece hasta paradójico por las limitaciones en cuanto al tiempo que sería necesario aprender las maniobras y tácticas de los videojuegos de estrategia que usan oro virtual – ha podido generar tales ganancias mensuales a los venezolanos, que inclusive han más que quintuplicado el salario mínimo impuesto desde el Estado.

Ello no hace más que confirmar la naturaleza libertaria del ser humano que, ante la coacción estatal para realizar transacciones voluntarias en diversos contextos, siempre termina aflorando ya sea en mercados negros o inclusive virtuales.

Mientras que no se frene la desenfrenada emisión monetaria, utilizada para financiar el exorbitante déficit fiscal que exhibe el fisco; y no se levanten los controles de precio en Venezuela, como agrega finalmente The Economist, “muchos venezolanos trabajarán en el mundo de la fantasía.”  Lampadia

Economía de la fantasía
El papel moneda de Venezuela no tiene valor, por lo que su gente busca oro virtual

La ley de la oferta y la demanda se ignora en Venezuela, pero no en línea

The Economist
23 de noviembre, 2019
Traducida y comentada por Lampadia

La corrupción, la incompetencia y las sanciones han devastado la industria petrolera de Venezuela, la principal fuente de divisas del país. Pero la crisis económica de Venezuela ha alentado el crecimiento de otro: la “agricultura” de oro virtual en los mundos artificiales creados por los videojuegos. Los venezolanos pasan horas jugando juegos de rol multijugador masivos en línea (MMORPGS) para extraer monedas de oro (la moneda en RuneScape) o las de cristal (Tibia). Los venden por dinero real, a través de sitios web intermediarios, a otros jugadores, que los gastan en objetos de valor virtuales como armas, armaduras y pociones mágicas.

Los venezolanos que juegan RuneScape pueden ganar entre 500,000 y 2 millones de piezas de oro por hora asesinando en masa dragones y produciendo runas en masa. Al tipo de cambio actual, 1 millón de monedas valen unos 50 centavos. Un productor de oro puede ganar US$ 40 al mes, una suma ordenada en un país donde el salario mínimo vale US$ 7.50 al mes. Algunos agricultores intercambian las monedas por Bitcoin, que, aunque es más volátil que la mayoría de las monedas convencionales, es más estable que el bolívar de Venezuela. (La extracción de oro real, en parte ilegal, es otra fuente de ingresos para los venezolanos desesperados).

El “comercio del mundo real” no es nuevo. Comenzó en las salas de juego llenas de humo de Corea del Sur a fines de la década de 1990. En China, a mediados de la década de 2000, tal vez 50,000 “granjas de oro” cosecharon oro virtual durante todo el día. Los agricultores colectivamente ganaron cientos de millones de dólares no gravados.

Los desarrolladores de juegos se resistieron. Los productores de oro no están realmente jugando el juego, sostienen. Algunos piratean las cuentas de otras personas y roban su oro virtual. El exceso de cultivo de oro puede causar inflación en el juego, aunque menos del 200,000% que el FMI pronostica para Venezuela este año. Algunos proveedores de juegos gratuitos venden oro virtual ellos mismos, y no les gusta la competencia de los productores de oro sin licencia.

Después de su apogeo en la década de 2000, la producción de oro disminuyó. Los MMORPGS se volvieron menos populares. Los desarrolladores de juegos reforzaron sus equipos de cumplimiento. EBay, donde los jugadores subastaron bienes virtuales, prohibió la producción de oro, al igual que Corea del Sur. Últimamente, sin embargo, los MMORPGS han tenido un regreso alimentado por la nostalgia, y los productores de oro en la Venezuela golpeada por la crisis se han beneficiado rápidamente.

Su asiduidad irrita a otros jugadores. Ha degradado el poder adquisitivo de las monedas de oro en Grand Exchange, un mercado de RuneScape donde los jugadores pueden comprar artículos virtuales como carbón, troncos de arce, cimitarras y pieles de dragón verde (que pueden convertirse en armaduras). Cuando Venezuela sufrió cortes de energía a nivel nacional este año, las ventas de estos bienes cayeron en picada. Esto se debe a que los “agricultores” sin electricidad no podían producir oro, y la falta de monedas virtuales obligó a subir los precios del kit imaginario.

Hace dos años, un usuario de Reddit que se hace llamar Cerael publicó una guía racialmente abusiva sobre cómo matar venezolanos en los lugares “jugador vs jugador” donde se produce el cultivo de oro. Los moderadores eliminaron la publicación y los comentarios intemperantes sobre ella. Jagex, el desarrollador británico de RuneScape, ha prohibido los sitios web comerciales e intermediarios del mundo real. Este mes, la compañía ganó una demanda que cerró dos sitios web de cultivo de oro.

Sin embargo, la industria no morirá. Aunque los desarrolladores quieren que los juegos sean competencias de habilidad y dedicación, se formarán mercados ilícitos donde exista la oferta y la demanda (una verdad que se pierde para los líderes socialistas de Venezuela). Cuando se cierra un sitio web intermediario, aparece uno nuevo para reemplazarlo. Los recursos necesarios para cerrar cada pequeño productor de oro venezolano en pequeña escala son demasiado grandes para que el esfuerzo sea rentable. No vale la pena el tiempo del desarrollador del juego “para hacer cumplir las reglas en ese nivel de granularidad”, dice Edward Castronova, quien investiga mundos virtuales en la Universidad de Indiana.

El reciente relanzamiento de “World of Warcraft Classic”, la versión original de 15 años de un popular MMORPG, probablemente le dará a la agricultura de oro otro estímulo. Y mientras sea difícil ganarse la vida en la verdadera Venezuela, muchos venezolanos trabajarán en el mundo de la fantasía. Lampadia




¿Una nueva macroeconomía?

¿Una nueva macroeconomía?

La independencia del quehacer de la política monetaria constituye una de las bases de la ortodoxia económica y ha sido la principal responsable del éxito en el combate de las hiperinflaciones en nuestra región, tal como hemos escrito extensamente en anteriores oportunidades (ver  Lampadia: MMT: Insisten con desastres monetarios, Se proponen nuevos disparates monetarios).

Por otra parte, la disciplina fiscal, bajo la cual se prevé asumir déficits presupuestal razonables y siempre convergiendo a sus niveles de largo plazo, ha permitido no sobre endeudar a varios países latinoamericanos, pero sobretodo les ha posibilitado enfrentar recesiones con buenas herramientas de política fiscal contra-cíclica.

La experiencia del Perú es muy ilustrativa del éxito de ambas políticas. Mientras que la independencia del BCRP permitió acabar con la hecatombe económica que sumió al país a finales de los años 80, la política fiscal contra cíclica palió los potenciales efectos negativos de la crisis financiera internacional del 2008, de la cual salimos prácticamente ilesos.

El mundo desarrollado también ha sostenido, en mayor y menor medida y bajo diferentes formas, tal instrumental de políticas durante varias décadas. Ello ha dado, si se mira en retrospectiva, cierta estabilidad a a la economía mundial durante el tiempo en el que se implementaban plenamente. Sin embargo, las condiciones comerciales y financieras en las que se mece actualmente el mundo desarrollado, entre las que se destacan bajos niveles de desempleo y bajas tasas de inflación, así como tasas de interés cercanas a 0 o inclusive negativas – que fueron heredadas de la crisis del 2008 y potenciadas por la guerra comercial de EEUU-China – están generando una síntesis peligrosa de la política monetaria y fiscal, sin que las instituciones públicas que las impulsan estén probablemente advirtiendo ello.

Esta es la principal idea que destaca un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, en el que se analiza las implicancias que tendría este proceso para los países ricos, de cara a sus necesidades no solo para enfrentar recesiones futuras, sino también para asignar presupuestos en grandes rubros de gasto como las inversiones públicas y el gasto social.

Creemos que compartir este análisis – que puede estar pasando desapercibido entre los medios – es sumamente importante entre los funcionarios del MEF y del BCRP porque puede dar mayores visos sobre los impactos que tendrían a la luz de esta nueva macroeconomía las decisiones de la FED o el BCE, por ejemplo, sobre ciertas variables de la economía local en los análisis de coyuntura que se realizan mes a mes. Lampadia

Macroeconomía
Las extrañas nuevas reglas de la economía mundial

El funcionamiento de las economías del mundo rico ha cambiado radicalmente

The Economist
10 de octubre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Las economías de los países ricos consisten en mil millones de consumidores y millones de empresas que toman sus propias decisiones. Pero también cuentan con poderosas instituciones públicas que intentan dirigir la economía, incluidos los bancos centrales, que establecen la política monetaria, y los gobiernos, que deciden cuánto gastar y pedir prestado. Durante los últimos 30 años o más, estas instituciones han funcionado bajo las reglas establecidas. El gobierno quiere un mercado laboral en auge que gane votos pero, si la economía se sobrecalienta, causará inflación. Y, por lo tanto, se necesitan bancos centrales independientes para quitarle la ponchera justo cuando la fiesta se calienta, para pedir prestada la broma familiar de William McChesney Martin, que una vez fue jefe de la Reserva Federal. Piense en ello como una división del trabajo: los políticos se centran en el tamaño a largo plazo del Estado y en una miríada de otras prioridades. Los tecnócratas tienen el difícil trabajo de domesticar el ciclo económico.

Este ordenado arreglo se está derrumbando. El vínculo entre un menor desempleo y una mayor inflación se ha perdido. La mayor parte del mundo rico está disfrutando de un auge del empleo, incluso cuando los bancos centrales superan los objetivos de inflación. La tasa de desempleo de EEUU, en 3.5%, es la más baja desde 1969, pero la inflación es solo de 1.4%. Las tasas de interés son tan bajas que los bancos centrales tienen poco espacio para recortar en caso de recesión. Incluso ahora, algunos todavía están tratando de apoyar la demanda con flexibilización cuantitativa (QE), es decir, comprando bonos. Este extraño estado de cosas una vez pareció temporal, pero se ha convertido en la nueva normalidad. Como resultado, las reglas de la política económica necesitan una nueva redacción y, en particular, la división del trabajo entre los bancos centrales y los gobiernos. Ese proceso ya está cargado. Todavía podría volverse peligroso.

La nueva era de la política económica tiene sus raíces en la crisis financiera de 2007-09. Los bancos centrales promulgaron medidas temporales y extraordinarias como el QE para evitar una depresión. Pero desde entonces ha quedado claro que fuerzas profundas están trabajando. La inflación ya no aumenta de manera confiable cuando el desempleo es bajo, en parte porque el público ha llegado a esperar aumentos moderados de los precios y también porque las cadenas de suministro mundiales implican que los precios no siempre reflejan las condiciones locales del mercado laboral. Al mismo tiempo, un exceso de ahorro y la renuencia de las empresas a invertir han reducido las tasas de interés. Tan insaciable es el apetito mundial por ahorrar que más de una cuarta parte de todos los bonos de grado de inversión, con un valor de US$ 15 trillones, ahora tienen rendimientos negativos, lo que significa que los prestamistas deben pagar para mantenerlos hasta su vencimiento.

Economistas y funcionarios han luchado por adaptarse. A principios de 2012, la mayoría de los funcionarios de la FED pensaron que las tasas de interés en EEUU se establecerían en más del 4%. Casi ocho años después son solo 1.75-2% y son las más altas en el G7. Hace una década, casi todos los formuladores de políticas e inversores pensaban que los bancos centrales eventualmente se relajarían al vender bonos o dejar que sus tenencias maduren. Ahora la política parece permanente. Los balances combinados de los bancos centrales de EEUU, la zona euro, Gran Bretaña y Japón representan más del 35% de su PBI total. El Banco Central Europeo (BCE), desesperado por impulsar la inflación, está reiniciando el QE. Durante un tiempo, la FED logró reducir su balance general, pero desde septiembre sus activos han comenzado a crecer nuevamente, ya que ha inyectado liquidez en los tambaleantes mercados monetarios. El 8 de octubre, Jerome Powell, presidente de la FED, confirmó que este crecimiento continuaría.

La implicancia de este nuevo mundo es obvia. A medida que los bancos centrales se queden sin formas de estimular la economía, una mayor parte del trabajo pesado recaerá en los recortes de impuestos y el gasto público. Debido a que las tasas de interés son tan bajas o negativas, la alta deuda pública es más sostenible, particularmente si los préstamos se utilizan para financiar inversiones a largo plazo que impulsan el crecimiento, como la infraestructura. Sin embargo, la política fiscal reciente ha sido confusa y algunas veces perjudicial. Alemania no ha logrado mejorar sus carreteras y puentes en descomposición. Gran Bretaña recortó los presupuestos profundamente a principios de la década de 2010 mientras su economía era débil: su falta de inversión pública es una de las razones de su crecimiento crónicamente bajo en la productividad. EEUU tiene un déficit mayor que el promedio, pero para financiar recortes de impuestos para las empresas y los ricos, en lugar de reparaciones de carreteras o redes de energía verde.

Mientras que los políticos titulares luchan por desplegar la política fiscal de manera apropiada, aquellos que aún no han ganado el cargo están considerando a los bancos centrales como una fuente conveniente de efectivo. La “teoría monetaria moderna”, una noción descabellada que está ganando popularidad en la izquierda de EEUU, dice que no hay costos para expandir el gasto gubernamental mientras la inflación es baja, siempre que el banco central esté en posición supina. (Los ataques del presidente Donald Trump contra la Reserva Federal lo hacen más vulnerable.) El opositor Partido Laborista de Gran Bretaña quiere usar el Banco de Inglaterra para dirigir el crédito a través de una junta de inversión, “uniendo” los roles de canciller, ministro de negocios y gobernador del Banco de Inglaterra.

En una imagen espejo, los bancos centrales están comenzando a invadir la política fiscal, el territorio de los gobiernos. Las tenencias masivas de bonos del Banco de Japón apuntalan una deuda pública de casi el 240% del PBI. En la zona del euro, el QE y las bajas tasas brindan alivio presupuestario a los países del sur endeudados, lo que este mes provocó un ataque punzante en el banco central por algunos destacados economistas del norte y ex funcionarios. Mario Draghi, presidente saliente del BCE, ha hecho llamamientos públicos para el estímulo fiscal en la zona euro. Algunos economistas piensan que los bancos centrales necesitan palancas fiscales que puedan utilizar ellos mismos.

Aquí yace el peligro en la fusión de la política monetaria y fiscal. Así como los políticos están tentados a entrometerse con los bancos centrales, los tecnócratas tomarán decisiones que son el dominio legítimo de los políticos. Si controlan las palancas fiscales, ¿cuánto dinero deberían dar a los pobres? ¿Qué inversiones deberían hacer? ¿Qué parte de la economía debería pertenecer al estado?

Una nueva frontera

En recesiones, los gobiernos o los bancos centrales deberán administrar un estímulo fiscal rápido, poderoso pero limitado. Una idea es reforzar los estabilizadores fiscales automáticos del gobierno, como el seguro de desempleo, que garantizan mayores déficits si la economía se estanca. Otra es proporcionar a los bancos centrales una herramienta fiscal que no intente redistribuir el dinero y, por lo tanto, no invite a un frenesí de alimentación en las imprentas, por ejemplo, transfiriendo una cantidad igual a la cuenta bancaria de cada ciudadano adulto cuando la economía se deprime. Cada camino conlleva riesgos. Pero el viejo arreglo ya no funciona. Las instituciones que dirigen la economía deben ser rehechas para el extraño nuevo mundo de hoy. Lampadia




Misterios de la política monetaria

Líneas abajo presentamos un interesante análisis de Robert Barro (profesor de economía de Harvard University), sobre el impacto del control del tipo de interés nominal a corto plazo, en particular la tasa de fondos federales de la FED, para controlar la inflación.

Una política iniciada en los gobiernos de Nixon y Ford, llevada al extremo con Paul Volcker (en la FED) con Reagan, que permitió controlar el aumento de inflación en EEUU, llevando la tasa de interés de la FED hasta niveles de 22% anual.

Desde entonces la inflación se ha mantenido en niveles de 1.5 a 2%.

Una lección muy importante para el Perú, que no hace mucho sufrió los embates de la hiperinflación.

Project Syndicate
Jul 4, 2019

ROBERT J. BARRO

CAMBRIDGE – Uno de los hechos notables de la historia económica de la posguerra es la domesticación de la inflación en Estados Unidos y muchos otros países lograda desde mediados de los ochenta. Antes de eso, la tasa de inflación en Estados Unidos (según el deflactor de gastos de consumo personal) fue del 6.6% anual en promedio durante los setenta, y superó el 10% en 1979‑1980.

A principios y mediados de los setenta, los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford intentaron contener la inflación con una desacertada combinación de controles de precios y exhortaciones, sumados a una moderada restricción monetaria. Pero entonces llegó el presidente Jimmy Carter, quien tras mantener por algún tiempo esta estrategia, en agosto de 1979 designó a Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Con Volcker, la FED empezó poco después una política de subir el tipo de interés nominal a corto plazo a cualquier nivel que fuera necesario para bajar la inflación.

Volcker, con respaldo del presidente Ronald Reagan después de enero de 1981, se aferró a esta estrategia, pese a una intensa oposición política, y en julio de ese año la tasa de política monetaria llegó a un máximo de 22%. La política funcionó: la inflación anual se redujo marcadamente a un promedio de apenas 3.4% entre 1983 y 1989. La FED había cumplido con creces lo que más tarde se conocería como principio de Taylor (o, más correctamente, principio de Volcker), según el cual los aumentos de la tasa de política monetaria superan a los aumentos de la tasa de inflación.

Desde entonces, el principal instrumento de política monetaria de la Fed ha sido el control del tipo de interés nominal a corto plazo, en particular la tasa de fondos federales. Cuando después de la crisis financiera de 2008 el poder de la Fed sobre el tipo de interés a corto plazo se vio disminuido (porque la tasa de fondos federales se acercó al límite inferior aproximado de cero), la Fed agregó a aquel instrumento la transmisión de señales de trayectoria futura (forward guidance) y la flexibilización cuantitativa (FC).

A juzgar por la tasa de inflación en Estados Unidos durante las últimas décadas, la política monetaria de la Fed funcionó de maravillas. La inflación ha sido 1.5% anual en promedio desde 2010, ligeramente por debajo de la meta explícita de la Fed (2%), y sorprendentemente estable. Y sin embargo, la pregunta es cómo se logró. ¿Estuvo la inflación contenida porque todos pensaban que si subía muy por encima de la franja del 1.5 al 2%, la Fed respondería con una suba de tasas mucho mayor?

La influencia de variaciones de la tasa de política monetaria sobre la economía ha sido objeto de numerosas investigaciones. Por ejemplo, en un trabajo publicado en 2018 por Emi Nakamura y Jón Steinsson en el Quarterly Journal of Economics, se halló que un shock monetario contractivo (una suba imprevista de la tasa de fondos federales) aumenta los rendimientos de los títulos del Tesoro durante unos tres a cinco años, con un efecto máximo a los dos años. (Los resultados para shocks expansivos son simétricos.) La mayoría de estos efectos se aplican al tipo de interés real (ajustado por inflación), y se manifiestan tanto en los bonos indexados como en los convencionales. El efecto de un shock contractivo sobre la inflación prevista es negativo, pero de magnitud moderada, y sólo se siente después de tres a cinco años.

Si bien por convención los aumentos inesperados de la tasa de política monetaria suelen catalogarse como contractivos, Nakamura y Steinsson hallaron que la previsión de crecimiento económico para el año posterior a una suba de tasas inesperada en realidad es mayor. Es decir, un aumento de tasas pronostica más crecimiento, y una disminución, menos crecimiento. La causa probable de esta pauta es que la Fed suele aumentar las tasas cuando recibe información de que la economía está mejor de lo esperado, y las rebaja cuando sospecha que está peor de lo que se pensaba.

En el mismo trabajo también se halló que un aumento imprevisto de la tasa de política monetaria es malo para el mercado de acciones (y viceversa), lo cual se condice con ideas arraigadas de muchos comentaristas financieros, por no hablar del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Los autores calculan que una rebaja imprevista de 50 puntos básicos a la tasa aumenta el índice bursátil S&P 500 más o menos un 5%, aun cuando la previsión de crecimiento del PIB real disminuya. La razón probable es la disminución del rendimiento real esperado de instrumentos financieros alternativos, como los bonos del Tesoro, en los 3 a 5 años siguientes. Este efecto tasa de descuento supera la incidencia negativa de la disminución prevista de las ganancias futuras reales sobre la cotización de las acciones.

Pero una vez más, el enigma es cómo puede la Fed mantener una inflación estable del orden del 1.5 al 2% anual usando una herramienta de política cuyo efecto al parecer es débil y opera con retardo. La suposición sería que si la inflación superara considerablemente la franja de 1.5 a 2%, la Fed iniciaría aumentos drásticos del tipo de interés nominal a corto plazo como los que aplicó Volcker a principios de los ochenta, y esos cambios tendrían un efecto negativo importante y acelerado sobre la inflación. Asimismo, si la inflación cayera muy por debajo de la meta, tal vez hasta territorio negativo, la Fed aplicaría una baja marcada de tasas (o, si ya hubiera llegado al límite inferior de cero, usaría políticas expansivas alternativas) y esto tendría un efecto positivo importante y acelerado sobre la inflación.

Según esta idea, la amenaza creíble de que la Fed responda con medidas extremas le habría evitado en la práctica repetir las políticas de la era Volcker, y desde entonces, la asociación entre variaciones de la tasa y la inflación fue moderada, pero la posibilidad hipotética de cambios drásticos fue más potente.

Francamente, esta explicación no me convence. Es como decir que la inflación está contenida porque sí. Y no hay duda de que un factor clave es que la inflación real y la esperada hayan sido simultáneamente bajas: son gemelas íntimamente relacionadas. Pero esto es sugerir que la política monetaria detrás del actual nivel bajo y estable de la inflación real y de la esperada seguirá funcionando hasta que, de pronto, ya no funcionará más.

Esto me deja con el deseo de tener una mejor comprensión de la relación entre política monetaria e inflación. También con el deseo de que los responsables de la política monetaria la comprendan mejor que yo. Habrá sin duda muchos lectores que digan que el segundo deseo ya fue concedido. Esperemos que tengan razón.

Traducción: Esteban Flamini

Robert J. Barro is Professor of Economics at Harvard




MMT: Insisten con desastres monetarios

MMT: Insisten con desastres monetarios

Como escribimos en Lampadia: Se proponen nuevos disparates monetarios, en los últimos meses diversos portavoces del partido demócrata en EEUU han venido difundiendo – entre los círculos políticos y académicos del país americano – un enfoque de política monetaria denominado Modern Monetary Theory (Teoría Monetaria Moderna) – MMT, que, vale la pena enfatizar, de moderno no tiene nada.

Así, indicamos que la esencia de tal peligroso enfoque, basado en utilizar la emisión primaria de la banca central para financiar los déficits en los que pudiese incurrir el gobierno para el gasto social, había sido implementada por el régimen populista peruano de Alan García en la década de los 80, trayendo consecuencias económicas y sociales nefastas para nuestro país, entre ellas, una hiperinflación galopante.

 

No es por gusto que nuestra salida a tal hecatombe económica de aquellos años pasó necesariamente por asignarle total independencia a nuestro banco central – quitándole su rol de banco de los gobiernos de turno -, una medida que a la fecha nos ha permitido mantener la inflación más baja de América Latina en los últimos 18 años (ver Lampadia: Los sólidos fundamentos macroeconómicos).

Fuente: BCRP

En esta ocasión y en línea con profundizar nuestras críticas en torno a la MMT, compartimos un reciente artículo escrito (ver artículo líneas abajo) por el reconocido economista chileno, Sebastián Edwards – profesor de Economía Internacional en la Anderson Graduate School of Management de la UCLA – y publicado en la revista Project Syndicate, en el que se suma a los esfuerzos por desenmascarar esta “moderna” teoría a la luz de su puesta en práctica en varios regímenes en América Latina, con los consecuentes colapsos en sus economías. Como se podrá constatar, Venezuela y Argentina son los casos actuales más ilustrativo al respecto.

No volvamos a tropezar con la misma piedra. Y menos con políticas económicas trasnochadas a sabiendas de las consecuencias negativas que pueden golpear con mayor fuerza a quienes más se quiere beneficiar en un principio, los pobres. Lampadia

Desastres monetarios modernos

 

Sebastián Edwards
Project Syndicate
16 de mayo, 2019 
Traducido y glosado por Lampadia

La Teoría Monetaria Moderna (en adelante, MMT), un enfoque aparentemente nuevo de la política económica, se ha convertido en un tema candente, que cuenta con el apoyo de los principales progresistas de EEUU, como el candidato presidencial Bernie Sanders y la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez. Pero los entusiastas de la MMT deben prestar atención a las lecciones aprendidas en América Latina, donde las políticas basadas en ideas similares terminan inevitablemente en una catástrofe económica.

Según los partidarios de la MMT, la Reserva Federal de EEUU debe imprimir grandes cantidades de dinero para financiar proyectos de infraestructura pública masivas, junto con un programa de “garantía de empleo”, dirigido a lograr el pleno empleo. Un aumento importante de la deuda del sector público, los partidarios de la MMT afirman, no representa un peligro para un país que puede pedir prestado en su propia moneda, como es el caso de EEUU.

Esta visión poco convencional ha sido criticada por keynesianos y monetaristas por igual. Muchos economistas académicos respetados, entre ellos Paul Krugman, Kenneth Rogoff y Larry Summers, dicen que la MMT tiene poco sentido.

En respuesta, los partidarios de la MMT argumentan que los críticos de la teoría no entienden completamente cómo funciona una economía monetaria moderna. Según los defensores de la MMT influyentes como Stephanie Kelton, los gobiernos en países con su propia moneda nacional, como los EEUU, no enfrentan restricciones presupuestarias difíciles porque simplemente pueden imprimir más dinero para financiar gastos más altos.

La evaluación de los méritos de la MMT es difícil, por dos razones. Para empezar, sus partidarios no han proporcionado una descripción detallada y unificada de cómo debe funcionar el modelo. Como Krugman escribió recientemente, los partidarios de la MMT “tienden a ser poco claros sobre cuáles son exactamente sus diferencias con los puntos de vista convencionales, y también tienen la fuerte costumbre de descartar cualquier intento de dar sentido a lo que están diciendo”. Además, los partidarios de la MMT no han ofrecido ninguna idea de cómo podría funcionar la política en la práctica, especialmente a mediano y largo plazo.

Sin embargo, el enfoque no es sin precedentes. La MMT, o alguna versión de esta, se ha probado en varios países latinoamericanos, incluidos Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Perú y Venezuela. Todos tenían su propia moneda en ese momento. Además, sus gobiernos, los cuales eran en su mayoría populistas, se basaron en argumentos similares a los utilizados por los partidarios de la MMT de hoy para justificar enormes aumentos en el gasto público financiado por el banco central. Y todos estos experimentos llevaron a una inflación descontrolada, enormes devaluaciones de la moneda y precipitaciones decrecientes en los salarios reales.

Cuatro episodios en particular son instructivos:

  • Chile bajo el régimen socialista del presidente Salvador Allende desde 1970 hasta 1973
  • Perú durante la primera administración del presidente Alan García (1985-1990)
  • Argentina bajo los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner desde 2003 hasta 2015
  • Venezuela desde 1999 bajo los presidentes Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

En los cuatro casos, surgió un patrón similar. Después de que las autoridades crearon dinero para financiar déficits fiscales gigantescos, inmediatamente se produjo un auge económico. Los salarios aumentaron (ayudados por aumentos sustanciales del salario mínimo) y el desempleo disminuyó. Pronto, sin embargo, aparecieron cuellos de botella y los precios se dispararon, en algunos casos a tasas hiperinflacionarias. La inflación alcanzó el 500% en Chile en 1973, aproximadamente el 7,000% en Perú en 1990, y se espera que este año llegue a casi 10,000,000 % en Venezuela. Mientras tanto, en Argentina, la inflación fue más moderada pero aún muy alta, con un promedio del 40% en 2015.

Las autoridades respondieron imponiendo controles de precios y salarios y políticas proteccionistas rígidas. Pero los controles no funcionaron, y la producción y el empleo eventualmente colapsaron. Peor aún, en tres de estos cuatro países, los salarios ajustados por inflación se redujeron drásticamente durante el experimento tipo MMT. En los períodos en cuestión, los salarios reales disminuyeron un 39% en Chile, un 41% en Perú y más de un 50% en Venezuela, perjudicando a los pobres y la clase media.

En cada caso, el banco central estaba controlado por políticos, con resultados predecibles. En Chile, la oferta de dinero creció un 360% solo en 1973, lo que ayudó a financiar un déficit presupuestario equivalente a un sorprendente 24% del PBI. En Perú, en 1989, el crecimiento del dinero fue de 7,000% y el déficit fiscal superó el 10% del PBI. En Argentina, en 2015, el déficit fue del 6% del PBI, con una tasa anual de creación de dinero que supera el 40%. Y Venezuela actualmente tiene un déficit del 32% del PBI, y se estima que la oferta monetaria crecerá a una tasa anual de más de 1,000%.

A medida que aumentaba la inflación en estos países, las personas reducían considerablemente sus tenencias de dinero nacional. Pero como los gobiernos exigían que los impuestos se pagaran en moneda local, no desapareció por completo. En cambio, la velocidad a la que el dinero cambió de manos, lo que los economistas llaman “velocidad de circulación”, aumentó dramáticamente. Nadie quería tener un papel moneda que perdiera el 20% o más de su valor cada mes.

Cuando la demanda de dinero se derrumba, los efectos del crecimiento del dinero sobre la inflación se amplifican y se crea un círculo vicioso. Una consecuencia seria es que la moneda se deprecia rápidamente en los mercados internacionales. Los partidarios de MMT ignoran convenientemente el simple hecho de que la demanda de dinero local disminuye drásticamente cuando su valor cae. Sin embargo, esta es quizás una de las debilidades más grandes de la teoría, y una que hace que sea extremadamente arriesgado que cualquier país la implemente.

La experiencia de América Latina debe servir como una clara advertencia para los entusiastas de la MMT de hoy. En una variedad de países, y en momentos muy diferentes, las expansiones fiscales que se financiaron imprimiendo dinero resultaron en una pérdida incontrolable de la estabilidad económica. Las ideas de política económica son a menudo tan peligrosas en la práctica como defectuosas en la teoría. La MMT puede ser un buen ejemplo. Lampadia

Sebastián Edwards es profesor de Economía Internacional en la Anderson Graduate School of Management de la UCLA. Su último libro es American Default: The Untold Story of FDR, the Supreme Court and the Battle over Gold.




Los gobiernos de Alan García

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Alan García fue el culpable de que yo derivara en el periodismo a la edad de 37 años. Su mensaje electoral en la campaña del 85 había puesto énfasis en la necesidad de reivindicar la producción andina abatida desde Velasco por las importaciones doblemente subsidiadas de alimentos y por el dólar barato. Pero la política económica que puso en marcha el flamante presidente fue traicionando crecientemente ese mensaje, primero congelando los precios de varios alimentos con el pretexto de controlar la inflación, y luego, otorgando el tristemente célebre dólar MUC mucho más rebajado para importar precisamente alimentos baratos ilusamente en favor de la alimentación popular. Lejos de devolverle el mercado nacional a los campesinos andinos, como había prometido, les clavaba el puntillazo final de importaciones masivas y artificialmente baratas de trigo y productos lácteos que dejaban cada vez menos espacio a la papa, la leche y otros productos andinos que no podían competir. Fue entonces que decidí escribir un artículo –algo que nunca había hecho-, y enviárselo a Manuel Ulloa, dueño del diario Expreso y con quien yo había trabajado en la PCM en el gobierno de Belaunde. Fue publicado un domingo de febrero o marzo de 1987 y Manuel D’Ornellas me pidió que siguiera escribiendo todos los domingos. Al cabo de unos meses, Ulloa me ofreció la jefatura de editorial del periódico, y acepté.

O sea que le debo a Alan García mi entrega al periodismo. Y también haber podido participar en los mejores años de debate ideológico que se hayan dado en el periodismo nacional, que fueron los que se desarrollaron entre 1987 y 1990 entre las posiciones liberales esgrimidas desde el diario Expreso y las socialistas defendidas desde el diario La República. Fue esa crítica liberal desde las editoriales y los artículos publicados por varios autores en el diario la que generó la base de opinión que permitió y acompañó la emergencia de Hernando de Soto y Mario Vargas Llosa como los adalides de la conciencia liberal en el país, luego del intento de estatización de la banca.

Como era previsible, el intervencionismo económico denunciado en esos artículos produjo finalmente la tremenda hiperinflación que ocasionó el colapso total del Estado.

Fujimori, que había ganado la elección con un mensaje anti shock económico, pudo sin embargo aplicarlo y llevar adelante las reformas liberales y privatizadoras, porque cualquier cosa era mejor que la desesperada angustia económica sin futuro que vivíamos los peruanos. Paradójicamente, el abismo al que nos llevó el primer gobierno de García creó las condiciones que permitieron un cambio de modelo económico que ha generado estabilidad y crecimiento sostenido en las siguientes casi tres décadas, aunque un intervencionismo de baja intensidad restaurado a partir del 2011 nos haya frenado el crecimiento económico.

Reelegido el 2006 pese a su desastroso primero gobierno solo porque la alternativa de Ollanta Humala amenazaba con políticas aún peores, García había aprendido la lección económica y aplicó políticas exactamente contrarias a las de su primer gobierno. Mantuvo la libertad de los mercados heredada desde los 90 y se propuso atraer gran inversión para desarrollar el país. Logró tasas de crecimiento muy altas, ayudado en parte por los buenos precios de los minerales. Pero, interesado solo en los grandes proyectos, desdeñó, pese a habérselos explicado, los programas –como Sierra Productiva- que hubieran podido aumentar la productividad de los campesinos andinos convirtiéndolos en empresarios para dar un salto histórico en el paisaje rural andino. Más bien cometió el grave error político –incomprensible en un hombre de su inteligencia- de desarrollar en varios artículos la tesis del “perro del hortelano”, que en buena cuenta adjudicaba tal condición precisamente a las comunidades que eventualmente se oponían a la inversión minera o petrolera.  

No obstante, Alan García siempre tuvo un alto sentido de su misión histórica y de llevar al Perú a un destino superior. Por eso también el énfasis en los grandes proyectos. Canalizó acertadamente la animadversión a los chilenos transformándola en una competencia económica, retando a crecer más para alcanzarlos. Tenía una visión geopolítica del país y por eso fue él quien ideó y planteó la Alianza del Pacífico, que hoy es el área de integración regional que más avances ha logrado.

No impulsó reformas institucionales salvo una: la creación de SERVIR como herramienta para avanzar hacia un Estado profesional y meritocrático, acaso para remediar en alguna medida la demagógica reducción de sueldos de los altos funcionarios que adoptara al inicio de su segundo gobierno y que debilitó al Estado.

También llevó a cabo una reforma clave que ni Fujimori, en su gobierno autocrático, se había atrevido a ejecutar: la evaluación de los maestros. Dio la ley de carrera magisterial con un contenido claramente meritocrático, algo que parecía muy difícil en un gobierno democrático. Pero su liderazgo y los exámenes que mostraban los bajísimos rendimientos de los escolares y de los propios maestros, convencieron a la opinión pública, y la ley pudo aprobarse e implantarse pese a la oposición organizada del Sutep. No tuvo la misma suerte el globo de ensayo que lanzó para aprobar una reforma laboral que permitiera la inclusión de las mayorías informales. A la primera manifestación de oposición, abandonó la causa.

En el balance, su segundo gobierno fue bueno, el mejor de los últimos 20 años. Sin duda se reivindicó ante la historia. Pero en los últimos tiempos las acusaciones lo cercaron y él prefirió matarse antes que sufrir el vejamen de la prisión. Decisión dramática fundada en la defensa de dignidad del más alto cargo que representa y personifica a la Nación. Que, pese a todo, lo redime y enaltece. Lampadia




Dándole la estocada final a la crisis venezolana

La crisis humanitaria, económica, social y política de Venezuela parece no tener fin. Según los últimos datos proyectados del FMI al cierre del presente año, el déficit fiscal en este país superaría el 7% del PBI y la deuda pública ascendería a casi el 70%. Esta política de mayor gasto público, financiada en gran parte por un banco central capturado por la dictadura de Maduro, más allá de reactivar la economía – Venezuela fue la única economía de América Latina y el Caribe que no creció en el 2017, caída que ascendió al 14% – ha generado una hiperinflación, que el FMI estima que cerrará este año en un 1’000,000%. 

Este aumento generalizado y desenfrenado de precios que parece de nunca acabar ha destruido los salarios reales de los venezolanos que, según un reciente artículo escrito por Ricardo Haussman, profesor de economía de la Universidad de Harvard, a duras penas les permite comprar 2 huevos al día.

Sin embargo, aún cuando la solución del problema económico de Venezuela se encuentre en cualquier libro de texto de macroeconomía básico de primeros ciclos de un estudiante universitario de economía, estos no son sus únicos problemas.

Como indica Haussman, existen también graves problemas de salud y de delincuencia que afectan a la población venezolana como por ejemplo, un aumento notable de enfermedades, como la malaria y la anemia, así como una mayor presencia de organizaciones delictivas, como las FARC y el ELN de Colombia, que han hecho de gran parte del territorio venezolano, su hogar.

Como bien señala uno de los fundadores de la escuela de economía de la Universidad de Chicago y también Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, si deseas saber cómo se siente la gente ordinaria con respecto a la condición de vida de su país, debes mirar cómo votan con los “pies”. Y en el caso de Venezuela, lo que se ha observado es la mayor inmigración que ha podido presenciar Las Américas, con magnitudes semejantes a las de Siria. En este sentido, ¿Es posible darle fin a esta crisis que tanto aqueja a nuestros hermanos venezolanos y que los obliga a buscar mejores oportunidades en la región?

Ciertamente es posible, pero como sugiere Haussman, requiere de una coordinación entre la comunidad internacional y las fuerzas democráticas venezolanas. Es necesario que el 10 de enero, la Asamblea Nacional, que fue elegida y respaldada en el 2015 por más del 60% de la población, designe a un nuevo gobierno y a un nuevo mando militar, que permitan retornar a la democracia, aún cuando esto implique una falta a la constitución vigente.

Asimismo, para un correcto proceder en este proceso, es fundamental que las fuerzas armadas respeten las decisiones de la Asamblea, con el objetivo de asegurar que no se vulneraran los derechos humanos de ningún ciudadano venezolano que apoye la reforma.

Con respecto al apoyo internacional, este ya está dado pues los resultados de las elecciones que tuvieron lugar en mayo del presente año no fueron avalados ni por los países más importantes de América Latina ni por Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón, entre muchos otros. En ese sentido, el apoyo está más que garantizado si es que se toma esta  dura decisión.

Urge ponerla en práctica a la brevedad, de ser posible, el 10 de enero del 2019, día en el que empieza el nuevo mandato, no reconocido interna y externamente, de Maduro. ¡Nuestros hermanos venezolanos lo piden a gritos! Lampadia

Cómo poner fin a la pesadilla de Venezuela

3 de diciembre, 2018
RICARDO HAUSMANN
Traducción de Ana María Velasco

Ricardo Hausmann, ex ministro de planificación de Venezuela y ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, es director del Centro para el Desarrollo Internacional (CID) en la Universidad de Harvard y profesor de economía en la Kennedy School of Government de Harvard.

CAMBRIDGE – Desear que un problema desaparezca, rara vez es una estrategia efectiva. Mientras la comunidad internacional ha estado enfocando su atención en otros asuntos, la catástrofe venezolana se ha profundizado. Y de continuar las tendencias actuales, ella solo puede empeorar.

Con un día de trabajo al salario promedio, ahora se compran 1.7 huevos o un kilo de yuca, la caloría más barata disponible. Un kilo de queso local cuesta 18 días de trabajo al salario promedio, y un kilo de carne cuesta casi un mes, dependiendo del corte. Los precios se han estado elevando a tasas hiperinflacionarias durante 13 meses seguidos y la inflación va camino a exceder la marca de 1,000,000% este mes. La producción continúa cayendo como una piedra: según la OPEP, en octubre de 2018 había bajado el 37% en relación al año anterior, o casi 700,000 barriles diarios.

De acuerdo a Alianza Salud, una coalición de ONG, los nuevos casos de malaria en 2018 se han multiplicado por 12 desde 2012, lo que se traduce en un total de más de 600,000, que es el 54% de todos los casos en Las Américas. Amplias extensiones de territorio venezolano han sido cedidas a organizaciones delictivas, entre ellas grupos terroristas como las FARC y el ELN de Colombia, que actúan en colusión con miembros de la Guardia Nacional en la producción de oro y coltan, como también en el narcotráfico.

Como consecuencia, los venezolanos han estado saliendo de su país de manera masiva, creando una crisis de refugiados de proporciones semejantes a Siria, y que es la más grande de la historia de Las Américas. Dado que Facebook informa que tiene 3.3 millones de usuarios venezolanos en el exterior, mi equipo de investigadores en el Center for International Development de la Universidad de Harvard estima que debe haber por lo menos 5.5 millones en total. Entre quienes tuiteaban solo desde Venezuela en 2017, para noviembre, más del 10% había dejado el país. Pese a sus valerosos esfuerzos, Colombia, Ecuador y Perú encaran cada vez mayores dificultades para hacer frente al flujo de refugiados.

Es más que evidente que los problemas de Venezuela no se resolverán a menos que y hasta que haya un cambio de régimen. Después de todo, tanto el régimen como el colapso económico son consecuencia de la eliminación de los derechos básicos. Los venezolanos no pueden invertir y producir para satisfacer sus necesidades debido a que se les han arrebatado sus derechos económicos; y tampoco pueden cambiar políticas desatinadas porque también se les han arrebatado sus derechos políticos. Un giro requiere el re-empoderamiento de los venezolanos.

Afortunadamente, se vislumbra un fin a esta pesadilla, pero ello exigirá coordinación entre las fuerzas democráticas venezolanas y la comunidad internacional. El 10 de enero marca el fin del periodo del presidente Nicolás Maduro, el que comenzó con su elección en 2013. Su elección a un segundo periodo en mayo de este año fue una farsa: no se permitió que participaran los principales partidos de oposición y sus candidatos, y Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, Japón y los países más importantes de América Latina, entre muchos otros, se negaron a reconocer el resultado de dicha elección. Esto significa que no reconocen la legitimidad de la presidencia de Maduro más allá del 10 de enero.

La solución lógica es que la Asamblea Nacional, elegida en diciembre de 2015 con una mayoría de dos tercios de la oposición, resuelva el impasse constitucional designando a un nuevo gobierno interino y a un nuevo alto mando militar, capaces de organizar el retorno a la democracia y de poner fin a la crisis. Sin embargo, los diputados están actuando con cautela en relación a esto, puesto que, en el mejor de los casos, temen ser ignorados o, en el peor, ser encarcelados, exiliados o torturados a muerte y luego arrojados por la ventana de un décimo piso, como le ocurrió en octubre a Fernando Albán, concejal de la ciudad de Caracas. A menos que las fuerzas armadas respeten las decisiones de la Asamblea Nacional, será muy difícil hacerlas cumplir.

Es por ello que esta solución requiere de la coordinación entre la comunidad internacional y las fuerzas democráticas venezolanas. Estas no saben con certeza cuánto apoyo internacional van a recibir, y la comunidad internacional tampoco sabe con certeza cuáles son los planes ni el nivel de cohesión que tienen dichas fuerzas.

Como es el caso con todos los problemas de coordinación, hay buenos y malos resultados que se auto cumplen. Por ahora, dado que la comunidad internacional no ha dejado en claro a quién se reconocerá como gobernante legítimo de Venezuela después del 10 de enero, las fuerzas democráticas venezolanas no han logrado unirse en torno a una solución.

Pero los venezolanos han estado haciendo sus tareas y sentando las bases organizacionales para el cambio. Los partidos políticos, los sindicatos, las universidades, las ONG y la Iglesia Católica se han unido para formar una iniciativa llamada Venezuela Libre. Han organizado congresos en los 24 estados del país, en los que han participado 12,000 delegados, y, el 26 de noviembre, llevaron a cabo un evento nacional para lanzar un manifiesto que esboza el camino de regreso a la democracia. Además, han estado elaborando un detallado plan económico, que han discutido ampliamente con la comunidad internacional, para superar la crisis y restaurar el crecimiento.

Esta es una excelente oportunidad para que la comunidad internacional se mueva hacia una solución coordinada: una negativa explícita a reconocer a Maduro después del 10 de enero, junto con el reconocimiento de las decisiones de la Asamblea Nacional con respecto al gobierno de transición, y ayuda para implementarlas. Además, es preciso enviar un claro mensaje a las fuerzas armadas venezolanas de que las decisiones de la Asamblea Nacional deben ser respetadas.

Una solución a la catástrofe venezolana no solo es deseable, sino también posible. El mundo no puede dejar pasar esta oportunidad. El 10 de enero puede convertirse en un nuevo comienzo. Lampadia




La educación escolar como trofeo político

La educación escolar como trofeo político

La infausta ‘huelga magisterial 2017’ va llegando a su fin con resultados que solo podemos calificar de una de las mayores irresponsabilidades históricas de nuestra clase política.

Más de 50 días de huelga y ni siquiera se ha compartido con la ciudadanía, información seria sobre la situación y perspectiva de la educación escolar en el Perú. ¿Qué mejor ocasión para ello, que la de tener todos los días, en todos los medios, el tema de la educación de nuestros niños y jóvenes?

No se ha aprovechado la circunstancia para poner encima de todo el imperioso objetivo de privilegiar la calidad de la educación. No se ha aprovechado la ocasión para poner encima de la mesa, con sinceridad y transparencia, los problemas y los retos de la educación. No se han mostrado los datos que necesitan nuestros ciudadanos para tener una visión mejor informada de nuestra realidad. Más bien, los ciudadanos hemos sido adormecidos con elementos distractivos, medias verdades o mentiras abiertas. Estamos seguros, que hoy, nuestra sociedad está más confundida que empoderada para influir en el diseño del futuro escolar.

Veamos si en Lampadia podemos rescatar un mejor análisis del tema:

• Calidad, reto y encaminamiento

La calidad de la educación escolar en el Perú es una de las peores del mundo, por lo tanto, la sociedad debiera hacer un gran esfuerzo de superación, en el menor tiempo posible.

Si a ello, le agregamos que estamos viviendo una nueva revolución tecnológica (Cuarta Revolución Industrial), que está transformando la vida de las personas, empresas y países, en todo el mundo; con impacto especial en la educación; el reto de superarnos requiere absolutamente, de toda nuestra atención.

Dicha revolución aporta un cambio de paradigma muy importante para la calidad de la educación: la transición de la producción en masa, a la producción en segmentos ‘tamaño uno’. En otras palabras, la educación del futuro será individualizada y, además, basada en el desarrollo de capacidades más que de aprendizajes.

El enfoque de la educación en el Perú sigue siendo regimentado, centralizado e inspirado en los paradigmas del siglo xx. El Ministerio de Educación, bajo la batuta del ex ministro Saavedra, adormeció a nuestra clase dirigente, haciéndole creer que podían desentenderse del tema, pues bastaba con tenerlo a cargo, apoyado por las múltiples consultorías que contrató con la PUCP, mientras combatía el aporte del sector privado a la educación.

• La tragedia de los maestros

La profesión de maestro es una de las más importantes de toda sociedad. Como en todas partes, hasta hace varias décadas, nuestros maestros eran respetados, contaban con los mismos instrumentos y prácticas educativas que se empleaban en el resto del mundo y sus remuneraciones estaban acordes con la realidad del país, sin ningún maltrato relativo a otro sector.

Pero, como hemos explicado en Lampadia (ver: La tragedia de los servidores del Estado ), la hiperinflación creada desde los años 70 por las políticas socialistas de la dictadura militar, mantenida y exacerbada por Belaunde II y García I, desquició la vida de todos nuestros servidores públicos. Ellos tuvieron que recurrir al cachueleo para sobrevivir y finalmente pasaron a jornadas laborales de medio día, con lo que se perdió, tanto para los maestros, como para los médicos y policías, la vocación de servicio.

Ver el perfil de la gran hiperinflación peruana, que duró 25 años y llegó a un pico de 7,482% en un solo año:

A medida que subía la inflación, fueron bajando los ingresos reales de los maestros. Veamos como caen al 12% real, desde la dictadura militar hasta fines de los años 90. Desde entonces empieza la recuperación, multiplicándose por 3.6 veces hacia mediados de la presente década.

Así, fue que nuestros maestros fueron empujados, junto con el resto de los servidores públicos, a privilegiar su esfuerzo por sobrevivir, por encima de cualquier otra cosa.

El siguiente gráfico, muestra la evolución del salario de los maestros durante cada período de gobierno:

Contrariamente a lo declarado por el Presidente PPK, hace cuatro días en el sentido de que hay que entender los reclamos de los maestros, pues sus ingresos habrían estado estacados durante los últimos diez años, podemos ver, según informa Macroconsult, que si bien durante el gobierno de García II bajaron 10% (la economía creció más rápido que sus salarios), durante el gobierno de Humala, el crecimiento fue de 65% real. Lo terrible, es más bien, que este aumento se hizo sin que los maestros se comprometieran con una gesta por la calidad, sin que renuncien a la agenda política de la ‘lucha de clases’, y sin que colaboren, como plantea, Jaime de Althaus  con apoyar el desarrollo de los proyectos mineros y otros, para tener de donde seguir mejorando sus ingresos. Gran irresponsabilidad de Jaime Saavedra.

• El desarrollo sindical

En las condiciones descritas, era solo natural que los maestros, el mayor conjunto de servidores del Estado, buscaran en el desarrollo de un sindicato reivindicativo, el mecanismo más adecuado para negociar con el resto de la sociedad sus mejoras relativas, que, en un país estancado, solo podían lograrse a costa del resto.

Así se sustentó el nacimiento y fortalecimiento del SUTEP, que eventualmente fue capturado por el Partido Comunista del Perú (Patria Roja), que aún hoy día se adscribe a la ‘lucha de clases’. Además, el SUTEP controla la Derrama Magisterial, que hoy maneja alrededor de 1,800 millones de soles.

Durante los últimos años, Patria Roja ha ido perdiendo el liderazgo y el control del sindicato magisterial. Quienes disputan la supremacía del gremio son el CONARE, Pukallacta y otros grupos vinculados al MOVADEF, organismo de fachada de Sendero Luminoso.

Hoy día, los movimientos filo terroristas están muy cerca de tomar el control definitivo de la representación sindical y luego de la Derrama, cuyo directorio está controlado en su gran mayoría por el SUTEP.

• Obsolescencia social y fortalecimiento político

Con la recuperación de la economía ya no hace sentido que se mantenga la existencia de un sindicato reivindicativo, pues hace buenos 15 años hemos pasado de ser una sociedad estancada, donde el modelo político era ‘ganar-perder’ (solo podías mejorar a costa de los demás), a un modelo ‘ganar-ganar’, donde el crecimiento permite que todos progresemos juntos.

Por lo tanto, hace años debimos empezar a desarmar, por obsoleto, el poder del SUTEP y transitar hacia una verdadera revolución educativa que revalore al nuevo maestro y empodere a nuestros niños y jóvenes para una vida plena en el siglo xxi.

Pero, la irresponsabilidad de nuestra clase política ha evitado el transito (necesariamente duro), de reconvertir los elementos estructurales de la educación pública. Uno de los mayores responsables de esta pérdida de enfoque, fue el ministro Saavedra, que prefirió convivir con el statu quo.

• El aporte de la educación privada

A diferencia de otros países, donde la educación es fundamentalmente estatal, en el Perú la participación de la educación privada viene creciendo de forma importante.(Ver presentación de Antonio Rodríguez Lobatón, miembro del Instituto Riva Agüero, en diciembre, 2014, La educación en el Perú y una meta inalcanzable, fuente de los datos que presentamos líneas abajo).

En otros países, la mayor parte de la educación privada goza de subsidios estatales, mediante vouchers educativos o aportes directos, lo que la hace, factualmente estatal. En cambio, en el Perú, el desarrollo de la educación privada es puramente el aporte del sector privado. En el año 1984, la educación privada no pasaba de 15%, sin embargo, desde el año 2000, la matrícula privada se incrementó notablemente, mientras la educación pública, entre 2002 y 2013, perdía alrededor de un millón de alumnos. Hoy se estima que, a nivel nacional, la matrícula privada llega al 30%. El Lima alcanza al 48% y en ciudades como Arequipa y Trujillo, los porcentajes son similares.

En cuanto a la inversión privada en educación, en 1994 alcanzaba el 1.9% del PBI, y la del Estado 2.8%.

Para el año 2000, el aporte privado llegó al 2.6%del PBI y, el total ya superaba el 6% establecido por el Acuerdo Nacional.

En la actualidad, se estima que el aporte privado es de entre 3 y 3.5% del PBI, prácticamente lo mismo que aporta el Estado.

Pero los gobiernos nunca han reconocido públicamente este importante aporte. Quién hizo todos los esfuerzos posibles por ocultarlo y desmerecerlo fue el ministro Saavedra, de triste recordación en Lampadia, donde hace años venimos propugnando una verdadera revolución educativa.

Afortunadamente, el Presidente PPK si lo reconoció hace pocos días, indicando que, en conjunto, el Estado y el sector privado invertían anualmente, más de 6% del PBI.

• La derrota que está a punto de sufrir el Estado

Según la información que tenemos, el gobierno estaría a punto de hacer concesiones absolutamente inadecuadas a las beligerantes dirigencias filo terroristas que están a punto de tomar el control total del SUTEP y la Derrama Magisterial. Se estaría por acordar:

  • La dispensa de todos los delitos cometidos durante la huelga.
  • No hacer descuentos por los días no trabajados.
  • No ir adelante con despidos a los dirigentes violentistas y maestros que dejaron de trabajar.
  • Adelantar el aumento general de dos mil soles a noviembre del presente.
  • Diluir la evaluación del magisterio y las exigencias de calidad.
  • Seguir haciendo aumentos sin el correspondiente compromiso por la calidad de los maestros.

Como un solitario acto de consecuencia y responsabilidad con el futuro de la educación en el Perú, en Lampadia insistimos en ir adelante con una revolución educativa.

Ver:

Estamos viviendo un momento muy difícil en nuestra vida nacional. Ante ello pedimos grandeza y sentido de propósito. Lampadia




Entendamos los riesgos que nos trae el ‘Eje Cuba-Venezuela’

Desde el 1 de abril, los manifestantes anti-gobierno han organizado protestas diarias en toda Venezuela, las cuales continúan enfrentándose violentamente por parte de las fuerzas de la dictadura chavista, dejando a miles arrestados, cientos heridos y 75 muertos (hasta ahora). Los activistas de la oposición protestan contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, culpándolo por un régimen corrupto que ha creado una crisis económica y humanitaria sin precedentes.

Fuente: CNN

Esta es la mayor ola de protestas que los venezolanos han visto en décadas. Lo que impulsa esta indignación no es sólo rabia, sino desesperación. Están protestando por la falta de alimentos y medicinas, el deplorable sistema de salud, la inseguridad y la falta de libertad. La hiperinflación está fuera de control y a ha destruido lo que quedaba de los ahorros de las personas. Un país lleno de recursos, que debería estar entre los más ricos del mundo, está sumido en la miseria, gracias a las ‘ideas muertas’ del llamado socialismo del siglo xxi.

Un proceso de cubanización

Lo que sucede es que el pueblo venezolano se está enfrentando una dictadura dirigida por los expertos del castrismo cubano que ha convertido a Venezuela en su colonia. Venezuela está ante un ‘proceso de cubanización’, la instalación de una dictadura a largo plazo asociada al narcotráfico y auspiciada por socios internacionales fuera del eje occidental, como Rusia e Irán. Este ‘Eje Cuba-Venezuela’ es una mezcla peligrosamente tóxica de dos regímenes liderados por dictadores que patrocinan el terrorismo, violan los derechos humanos, censuran los medios de comunicación, secuestran ciudadanos inocentes y rutinariamente incumplen con las normas internacionales. Ver en Lampadia: No permitamos la consolidación del ‘Eje Cuba-Venezuela’ y la opinión de Moisés Naim: Maduro no importa. En ambas publicaciones se explica que Venezuela está dominada por tres poderes: el narcotráfico internacional, los cubanos y los militares corruptos de Venezuela.

Esto es especialmente peligroso porque el ‘Eje Cuba-Venezuela’ pretende extender el control territorial de Cuba a Sudamérica, algo muy difícil de combatir sin apoyo exterior. Como afirma Carlos Sánchez Berzaín (Director del Interamerican Institute for Democracy) en el Diario Las Américas (diario hispano del sur de la Florida):

“El enemigo real del pueblo venezolano es la dictadura cubana que tiene subordinadas las dictaduras del socialismo del siglo XXI (SSXXI). (…) el pueblo venezolano, en la recuperación de su libertad y su democracia, no está luchando contra el “dictador títere Nicolás Maduro”, no es un problema interno entre venezolanos. El enemigo es el “imperialismo dictatorial castrista” con su centro de poder hegemónico en La Habana y con: sus incondicionales Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Salvador; con 18 países más del Petrocaribe; con las FARC y el narcotráfico movilizados (como lo estuvieron para el derrocamiento del presidente boliviano el 2003); con un aparato de control y/o neutralización de organizaciones internacionales; con aliados mundiales muy poderosos coincidentes en su ataque a Estados Unidos y/o en muy buenos negocios; con corruptela transnacional que teme el destape de sus crímenes; con nuevos ricos operando medios de comunicación y prensa; con dinero ilimitado para corromper; con vinculaciones al terrorismo islámico. Por su propia seguridad las democracias no pueden dejar solo al pueblo venezolano”.

Una crisis migratoria en Latinoamérica

En cuanto a la región latinoamericana, sería suicida seguir ignorando la crisis por la que están pasando nuestros vecinos. No solo es inaceptable que sigamos impasivos ante la crisis humanitaria impuesta al pueblo venezolano, también debemos cuidar las implicancias de la penetración cubana en Sudamérica:

  • Como una interferencia grave en nuestro espacio político
  • Como fuente de corrupción de las mafias del narcotráfico
  • Como una futura ola de migración con alto costo social

Hoy ya tenemos una importante migración de venezolanos, pero si se consolida en el poder el ‘Eje Cuba-Venezuela’, tendremos que recibir, ¿a la mitad? ¿a dos tercios de los venezolanos? Eso implica un alto costo social para los migrantes y las poblaciones que tengan que recibirlos.

Fuente:  elconfidencial.com

Una encuesta del 2016 de Datincorp, un encuestador de Caracas, encontró que alrededor del 57 % de los venezolanos querían salir del país. La pregunta es si el resto de América Latina está listo para asumir estos inmigrantes. Recordemos la catastrófica situación que se está viviendo en Europa, donde los países ya están cerrando sus fronteras porque la situación está llegando a niveles inmanejables, y los refugiados están ejerciendo una presión en las finanzas de los distintos países.

La primera parada para muchos venezolanos que huyen es Colombia o Brasil, sus fronteras. El Washington Post estima que 10,000 venezolanos están cruzando a Brasil cada mes, la mayoría busca alimentos y medicinas. Los mercados en auge de Pacaraima hicieron que Maduro respondiera de la misma manera que hizo a Cúcuta (Colombia): cerrando la frontera, afirmando que era una medida necesaria contra los negocios del mercado negro.

¿Cómo se puede detener esta dictadura venezolana?

Las constantes manifestaciones en Venezuela dejan claro el nivel de desesperación de  una nación indefensa, y son una señal de que la población quiere salir de esta situación y lucharán hasta lograrlo. Sin embargo, necesitan más que manifestaciones. Necesitan el apoyo de sus países vecinos y de instituciones mundiales. La dictadura juega a agotarlos y eventualmente, imponer una poderosa y brutal dictadura, como lo hicieron los Castro en Cuba.

Hasta ahora, los chispazos de rebeldía observados en las fuerzas armadas, han sido rápidamente resueltos con carcelería a todos los implicados. No nos olvidemos que la maquinaria de inteligencia de los cubanos es una de las más sofisticadas del mundo. Hace un par de días, salió la noticia de que el hijo de uno de los jerarcas del régimen había fallecido en los enfrentamientos con los esbirros del régimen. Quién sabe si algo así, permita una reacción más contundente entre quienes acompañan a Maduro y los cubanos.

La posibilidad de que Maduro salga del poder solo por las protestas es cada vez más improbable, y tampoco por las acciones políticas del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y de la coalición de la oposición, que ya discuten sobre un simbólico retiro del presidente.

Para que se pueda consolidar una reacción militar contraria al régimen hay que definir qué se les ofrece a los militares que son parte de él, persecución o perdón si lo derrocan.

Maduro se ha convertido en la cabeza (sustituible) del Eje Cubano-Venezolano que tortura a un gran país. Sin apoyo externo, difícilmente se podrá parar la dictadura chavista. Más vale que los latinoamericanos comprometidos con la libertad, la democracia y la economía de mercado, vayamos entendiendo que, tarde o temprano, tendremos que enfrentar una situación límite. Lampadia

 




¡Fin a la dictadura en Venezuela!

EXIGIMOS ELECCIONES LIBRES EN 2017

La semana pasada, el Tribunal Supremo de Venezuela (TSJ) avanzó un paso más en dirección de la dictadura al asumir las competencias del Parlamento, la única institución dirigida por la oposición, afirmando que “las competencias parlamentarias serán ejercidas directamente” por su Sala Constitucional o por “el órgano que ella disponga”. Por lo tanto, se apoderó de sus poderes y declaró inválido el organismo elegido por votación popular. El fallo de la corte del miércoles pasado fue, en palabras de los legisladores, nada menos que un golpe de Estado. Varios líderes de la oposición pidieron manifestaciones callejeras y otras formas de “resistencia democrática”.

Como informamos el viernes pasado, el gobierno del Perú se enalteció, al retirar definitivamente a su Embajador en Caracas. Acto no imitado, lamentablemente,  por los demás países de la región.

Ante la reacción a tan estúpida medida, el dictador Maduro citó de emergencia al consejo de Estado el viernes en la noche. Después de largas horas de sesión, el TSJ decidió dar marcha atrás. Sin embargo, ya se había roto el último eslabón democrático de Venezuela, su Asamblea Nacional, que ahora recibe la ‘gracia’ para seguir operando en condiciones sumamente precarias.

Ya no se puede parar en la resistencia contra la tiranía del chavismo, soportada por la fuerzas armadas venezolanas y la desproporcionada presencia de Cuba en los asuntos llaneros.

Fuente: La Nación

Veamos como vienen las cosas: Las facciones políticas de Venezuela han estado en desacuerdo desde que los opositores al presidente Nicolás Maduro tomaron el control de la legislatura el año pasado. Desde entonces, la Corte Suprema, en gran parte leal al gobierno de Maduro, ha frenado los poderes del congreso y anulado casi todas las leyes aprobadas. Sin embargo, hasta el miércoles no había ido tan lejos como asumir directamente las funciones del Congreso.

El presidente de la Asamblea Nacional, el opositor Julio Borges, afirmo que “Esto no tiene otro nombre que un golpe de Estado y dictadura. En Venezuela no hay Constitución, hoy Nicolás Maduro tiene todo el poder que de manera ilegal le otorgó la Sala Constitucional del TSJ”. En la rueda de prensa en el palacio legislativo Borges mostró una copia de la sentencia y la rompió en pedazos. “No la acatamos”, resaltó.

Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, rompe el decreto del Tribunal. Fuente: Univision

Por su parte, el ex candidato presidencial Henrique Capriles dio una conferencia de prensa en Bogotá y pidió que la OEA convoque “de emergencia” a su Consejo Permanente para abordar la situación en Venezuela, donde afirmó que el Tribunal Supremo dio un “golpe de Estado”. Al respecto, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, también consideró un “auto golpe de Estado” lo ocurrido en Venezuela. Afirmó que la decisión del TSJ de asumir las competencias del Parlamento, sumada a la adoptada ayer que retira inmunidad a los legisladores, son “los últimos golpes con que el régimen subvierte el orden constitucional del país y termina con la democracia”. “Aquello que hemos advertido lamentablemente se ha concretado”, señaló Almagro, que desde el año pasado encabeza una campaña para aplicar a Caracas la Carta Democrática del organismo.

La situación económica, social y política de Venezuela es verdaderamente catastrófica. El autoritarismo chavista ha devenido en una dictadura abusiva e insensible, que cada día acosa con mayor desparpajo a los opositores políticos y a los pobladores que reclaman una solución al empobrecimiento generalizado que los está llevando a la desesperación.

Todo esto empezó con una serie de medidas económicas heterodoxas que incluyen: la expansión del gasto del gobierno, el control de precios y medidas proteccionistas a la industria nacional, siempre y cuando fuera propiedad de los amigos del régimen. Estatizaciones, confiscaciones y regalos de petróleo y divisas a los países del circuito pro cubano, del llamado socialismo del siglo XXI. Basados en la proverbial riqueza de Venezuela, no midieron las consecuencias y generaron una inflación galopante, escases de divisas y energía, déficit fiscal, el colapso de la industria petrolera, escases de alimentos y divisas y, la entronización de las mafias del narcotráfico y la corrupción en las vísceras del régimen.

Lo que fue una vez una de las potencias económicas latinoamericanas y un peso pesado diplomático regional, ahora ha caído en una de las situaciones más trágicas del mundo. Desde hace mucho tiempo el gobierno ha detenido la publicación periódica de las cifras del PBI, pobreza, inflación y cualquier indicador económico o social que pueda mostrar el verdadero desastre de su manejo político.

El Fondo Monetario Internacional estima una contracción de 10 %, lo que haría de Venezuela la peor economía del mundo el año pasado. Algunos economistas privados son menos conservadores y estiman una caída de hasta 15 %. Los ingresos del petróleo representan el 95% de los ingresos de divisas, y su precio cayó más de tres cuartas partes desde 2014 antes de comenzar a recuperarse moderadamente el año pasado.

La hiperinflación va tomando cuerpo; el Fondo Monetario Internacional estimó que los precios subieron casi un 500% en 2016 de 122% el año pasado. Con la moneda del país cada vez más devaluada, algunas tiendas han empezado a usar la balanza para pesar los billetes en lugar de contarlos.

Fuente: Univision

Los ciudadanos se han visto forzados a esperar en largas colas para encontrar bienes de uso común, alimentos y medicinas esenciales. Los saqueos por alimentos se están convirtiendo en parte de la vida cotidiana de muchos venezolanos. Actualmente hay más de 10 saqueos diarios en el país, según el Observatorio Venezolano de la Violencia. Y más de una cuarta parte de las protestas en 2016 fueron por comida.

Esta terrible situación económica ha traído un aumento en la criminalidad, llegando a un nivel que se lo podría considerar una crisis humanitaria. Las dimensiones exactas son difíciles de conocer, porque hace más de una década que el gobierno venezolano no publica información sobre la delincuencia.

El Observatorio Venezolano de la Violencia, un grupo no gubernamental, estimó que hubo 27,875 asesinatos en 2015, lo que haría que la tasa de homicidios de Venezuela sea una de las más altas del mundo: 90 homicidios por cada 100,000 habitantes. El grupo encontró que la tasa subió más en 2016, a 92 por 100,000. Uno de los motivos por el aumento en criminalidad es la falta de impunidad: un 92% estimado de homicidios no resultan en una condena.

Y la situación está aumentando la presión sobre el presidente Maduro, con un creciente sentimiento anti-gobierno impulsando los esfuerzos de la oposición para llevar a cabo un referéndum revocatorio. Y ante una crisis humanitaria provocada por un régimen dictatorial, nadie debe ponerse de costado. Es hora de presionar al gobierno venezolano con todo lo que esté a nuestro alcance para terminar esta tragedia que afecta a nuestros hermanos.

Como reclaman los líderes de los movimientos civiles, dentro y fuera de Venezuela: ¡Exigimos elecciones libres en 2017! Lampadia




Venezuela se zambulle en la destructiva hiperinflación

La crisis en Venezuela los ha llevado a un caos generalizado. La escasez de alimentos y medicinas y los constantes saqueos son la expresión más clara de la crisis humanitaria que se ha venido fraguando durante un largo tiempo. La actividad económica está disminuyendo drásticamente y la inflación sigue aumentando al galope, creando un ciclo vicioso que es reforzado por la parálisis política, la falta de electricidad y la prepotencia política del agonizante régimen del ‘socialismo del siglo XXI’.

La población de Venezuela sufre actualmente una grave crisis de inflación. La tasa de inflación real de Venezuela es un gran misterio, dado que el gobierno rara vez publica los números oficiales. Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela cerrará el año con una inflación del 475.8%. Esos números exorbitantes se empequeñecen frente a las perspectivas: El FMI cuadruplica las cifras para el 2017.

A medida que el país se aproxima a los niveles de hiperinflación, la compra de artículos cotidianos (cuando están disponibles) utiliza tantos de billetes que los negocios han empezado a abandonar el conteo y están pesando el dinero. Cajas y bolsas de billetes se están convirtiendo en una molestia para los dueños de tiendas que tienen que encontrar lugares para almacenar sus ingresos.

En Venezuela el dinero vale tan poco que ya no se cuenta, se pesa

Esta situación nos hace recordar a los peruanos nuestra propia historia. En la década de 1970, la dictadura militar de Velasco y Morales Bermúdez iniciaron una de las mayores inflaciones de la historia de la economía mundial. Una de las mayores en dos aspectos, por su incidencia y su duración. La hiperinflación peruana descalabró a nuestra sociedad por más de 20 años y en un solo año llegó a generar un aumento de precios de 7,482% (1990).

Para recordarles un poco a los más jóvenes que no sufrieron de esta situación, ésta es una pequeña descripción de la inflación (Ver en Lampadia: La tragedia de los servidores del Estado):

En economía, la inflación se define como un aumento sustancial, persistente y sostenido del nivel general de precios a través del tiempo. Otra forma de definirlo es como la disminución del valor del dinero respecto a la cantidad de bienes o servicios que se pueden comprar con dicho dinero.

En otras palabras, si a principios de año tu ingreso fijo como maestro era de 1,000 soles al mes, tu poder de compra te permitía adquirir bienes por valor de 1,000 soles. Pero si la inflación anual era de 50%, al final del año, los mismos bienes habían subido de precio con la inflación a 1,500 soles, pero no tu ingreso. Por lo tanto, ya no podías comprar las mismas cosas. Solo podías comprar por 1,000 soles, o sea dos tercios (1,000/1,500) de las cosas que podías adquirir a inicios de año.

Hasta ahora, mientras el bolívar se hundía, el gobierno se negaba a imprimir billetes de mayor denominación. El billete de 100 bolívares (el de más alta denominación) vale menos de diez centavos de dólar. Hace unas semanas, el gobierno ya ha solicitado a varias compañías de impresión de moneda que presenten propuestas para billetes de mayores denominaciones: 500 – 1,000 – 5,000 – 10,000, y quizás de 20,000 bolívares. El pedido es que los billetes estén listos a tiempo para los aguinaldos de Navidad.

Exacerbando la situación, el 40% de los venezolanos no tienen cuentas bancarias y a un tercio de los trabajadores se les paga en efectivo. Con tanto efectivo en el país, parecería que obtener dinero en efectivo sería bastante fácil, pero esa no es la situación. De hecho, el Banco Central de Venezuela publicó un estudio que muestra una disminución en los cajeros automáticos disponibles. Los cajeros automáticos que antes se recargaban cada pocos días, ahora se están reponiendo cada pocas horas.

Además, Nicolás Maduro, anunció que el salario mínimo subiría de manera integral 40 % a partir del 1 de noviembre. Éste es el cuarto ajuste al alza que el Ejecutivo ordena en lo que va de año, tiempo en el que se ha profundizado la crisis económica. Ver en Lampadia: La dictadura de Maduro lleva a Venezuela al borde del abismo.

La inflación de Venezuela es una de las alarmas más claras del estallido social. Es una historia cuyo originada por las malas políticas monetarias y la mala regulación del mercado libre. En 2013, el gobierno depreció su moneda a un tercio del valor original con el fin de reducir los costos de exportación y fortalecer los negocios domésticos.

Al hacer las importaciones más caras, el gobierno motivó a los consumidores a comprar productos nacionales. Sin embargo, también aseguró que el país exportara más e importara menos, lo que redujo el suministro de productos para comprar, al tiempo que aumentaba la cantidad de dinero que los consumidores tenían que comprar. La devaluación de la moneda puede parecer que protegía a las empresas nacionales, que sienten menos presión para competir, pero también aumentó los costos de los materiales, lo que causó un resultado neto de reducción de la producción. Esto se debe a que a medida que la oferta de bienes cae mientras aumenta la oferta de divisas para ofertarlos, los precios suben.

Devaluar el bolívar frente al dólar ha detenido la importación de muchos productos de los que el pueblo venezolano dependía para vivir. Los fabricantes estadounidenses tienen poco incentivo para negociar contra una moneda tan devaluada. También ayudó a expulsar al dólar estadounidense del país, lo que ha llevado a la escasez de productos básicos como papel higiénico, arroz, café y medicinas.

Esta crisis ha generado una oleada migratoria, producto de la invivible situación que se está sufriendo en Venezuela. El año pasado, 7,307 venezolanos solicitaron asilo en Estados Unidos, una cifra casi 150% superior a la del año anterior, según los Servicios de Ciudadanía e Inmigración estadounidenses (USCIS). Desde principios de 2014, Venezuela ha estado entre los 10 países cuyos ciudadanos piden más asilo en Estados Unidos, también según los USCIS.

Según la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, la cifra de venezolanos que pidieron residencia aumentó 55.57% entre 2013 y 2014, para convertirse en la procedencia que más ha crecido. Por otro lado, en Colombia, la inmigración venezolana también va en ascenso, con un aumento de 13% en 2015 respecto al año anterior, según la oficina de migración de ese país. Ver en Lampadia: Dictadura socialista sigue agravando crisis humanitaria

Los planes del gobierno de Nicolás Maduro sólo han generado un creciente sufrimiento de la población. La realidad habla por sí sola: el modelo político y económico de Venezuela es insostenible y solo los llevará a la miseria de una espantosa crisis humanitaria que no tiene cuando acabar. Lampadia