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Fantasmas de la gran transformación y cuentas por pagar

Fantasmas de la gran transformación y cuentas por pagar

Por Enrique Bernales

(El Comercio, 10 de Noviembre del 2014)

En “Hamlet”, Shakespeare recrea a los fantasmas; son las sombras y voces de espectros que hacen conocer las vilezas de los reyes Claudio y Gertrudis. La tesis subyacente es que, aunque pase el tiempo, la maldad o el error no tienen el premio del olvido. El recuerdo de la equivocación, del engaño, de la mentira o del crimen persiguen; las sombras de un pasado tormentoso suelen crear alucinaciones que amenazan con supuestas revelaciones sobre verdades de pecados ocultos.

Freud tampoco cree en los fantasmas, pero admite que los recuerdos van al subconsciente. Allí anidan, sometidos a una censura, que solo permite que afloren los buenos recuerdos. Pero cuando la censura afloja y surgen elementos que estimulan las vivencias que se quieren olvidar, comienzan las perturbaciones que se convierten en cuentas por pagar. La literatura ha popularizado a esos espectros del pasado que inquietan el presente. A ellos también se refieren muchas historias políticas. No debiera extrañarnos, pues los fantasmas suelen tener a muchos políticos entre sus víctimas predilectas. El Perú ilustra bien de esas presencias fantasmagóricas que asustan con denuncias que a veces no son más que simples venganzas por odios, rencores, envidias y fanfarronadas de quienes podríamos llamar “portafantasmas”. Hacen daño porque los ayuda el rumor y la sospecha, pero el fin que los anima no es la verdad, sino saldar cuentas y animosidades de un pasado denso, y lleno de oscuridades.

Ahora bien, ¿cuáles son las historias fantasmales que aquejan a la organización y dirigencia política que nos gobierna actualmente?

Mi hipótesis es que esas presencias inoportunas están ligadas al período en que organizar al Partido Nacionalista significó un intento por volver a armar el rompecabezas de aquella izquierda posterior a la Segunda Guerra Mundial, que tenía como espacio la guerra fría, la descolonización de África y las corrientes socialistas democráticas intentando un diálogo con las posiciones marxistas-leninistas, el cual no arribó nunca a buen puerto. Pero ese espacio estalló al desaparecer la Unión Soviética, amén de otros factores concurrentes, como la aceleración de la revolución científico-tecnológica, la recuperación de la economía liberal, las mayores exigencias por derechos humanos y libertades, más democracia, globalización. En fin, el pragmatismo chino para ganar presencia mundial en el mercado.

La carencia de referentes internacionales forzó a los nacionalistas a mirar con ojos complacientes al chavismo y en el plano interno a tomar como bandera la lucha contra la exclusión y la pobreza subsistente en el país pese al crecimiento de la economía. Surgió así el proyecto de la gran transformación y la opción por una línea política antisistema. El proyecto, aunque frágil en sus referentes externos e internos, adquirió popularidad. Incluir, acortar desigualdades y combatir la pobreza no son ni pueden ser temas desdeñables, pero los planteamientos y programas de la gran transformación fueron más allá. En las elecciones en primera vuelta del 2006 y el 2011, los nacionalistas no alcanzaron el tercio electoral. Para lograrlo, en el 2011 Ollanta Humala cambió la tesis antisistema para suscribir el compromiso de la hoja de ruta. Con ella, ganó la elección y se convirtió en presidente, pero también comenzaron los problemas de las cuentas pendientes con el pasado.

Debo decir que Humala ha sido leal con el país en el cumplimiento de la hoja de ruta, aunque los resultados no sean totalmente satisfactorios. Pero es inocultable que esta corrección sin brillos ha venido acompañada de problemas provenientes más del frente interno partidario y sus entornos, que por un rechazo al gobierno proveniente de las algaradas opositoras en el Congreso.

El problema radica principalmente en la aparición de espectros provenientes de los días de la gran transformación, que nunca terminaron de aceptar un cambio de proyecto político que los dejaba fuera del poder. La ambigüedad en las relaciones con el gobierno del señor Nicolás Maduro puede ser un recuerdo fantasmagórico de los tiempos del chavismo. Pero ¿no son acaso fantasmas de un pasado que se resiste a desaparecer, los compromisos aparentemente acordados con la minería ilegal de Madre de Dios, y los favores concedidos a las dirigencias cocaleras que se excedieron en sus cargos y se relacionaron con el narcotráfico? ¿Son fantasmas de un pasado que se desea no hubiera existido nunca, los Belaunde Lossio, los López Meneses, los Santos, los Chanduví real o fictamente vinculados a las etapas iniciales a la gran transformación?

El tema es que en los tiempos en que la legitimidad partidaria se obtenía con una identificación antisistema muchas cosas que ahora no lo son parecían permisibles. En verdad, no se puede olvidar el pasado, pero sí deslindar tajantemente con él. Tal vez ese sea el paso que falta para que el gobierno, o el Partido Nacionalista, se libre de esos molestos fantasmas. Eso no significa pagar deudas y menos darle patente de convivencia a los espectros del pasado.




Gloria Álvarez: Deshagámonos del populismo

Gloria Álvarez: Deshagámonos del populismo

Extraordinaria presentación de una joven guatemalteca sobre la necesidad de deshacernos del populismo en la región.

Intervención de Gloria Álvarez (Movimiento Cívico Nacional) en el 1er Parlamento Iberoamericano de la Juventud. Organizado por Red Iberoamérica LIDER que se llevó a cabo entre el 17 y 19 de setiembre del 2014 en Zaragoza, España.

Transcripción:

Muchísimas gracias a todo el comité organizador, a todas las instituciones de Zaragoza que nos han recibido aquí.

Queridos amigos y compañeros latinoamericanos creo que los retos que se nos viene en este Primer Parlamento Iberoamericano son bastante grandes y la propuesta que yo quiero hacer, específicamente, retomando la cátedra que nos acaba de dar el doctor Florentino es que desmantelemos el populismo a través de la tecnología, y les voy a explicar por qué.

Ya el debate de izquierdas y derechos, de hecho, es más utilizado por los populistas que por las personas que estamos tratando de rescatar las instituciones. El populismo platicando con las personas que hemos platicado y compartiendo lo que hemos compartido a lo primero que se encarga es a desmantelar instituciones poco a poco, a reescribir constituciones para poderlas acomodar a los antojos de los diferentes lideres corruptos que tenemos en Latinoamérica.

El populismo  sin embargo, no ha llegado ahí por pura causalidad. Y también es parte nuestra no sólo denunciar las atrocidades que el populismo comete contra nuestras instituciones, sino también reconocer el pésimo trabajo de los sistemas gubernamentales que precedieron y que llevaron a la absoluta crisis a las personas y a las poblaciones que en desesperación recurrieron a estos líderes. A veces por vías democráticas y que por lo mismo justifican su permanencia en el poder.

Por eso mismo, creo  que la batalla más entre izquierdas y derechas, las personas que estamos en contra del populismo, debemos de hablar de populismo versus república, porque es la república la que realmente garantiza la institucionalidad del Estado.

Desde los tiempos ancestrales de los griegos, filósofos como Sócrates y Aristóteles, vieron los defectos de la democracia y, ¿por qué los vieron? Porque hay tres derechos fundamentales e inalienables a cada uno de nosotros, nuestra vida a través de la cual podemos ejercer nuestros proyectos, nuestra libertad, a través de la cual  nos podemos expresar, podemos comerciar, podemos trabajar, podemos movilizarnos, acogernos a la creencia que sea de nuestra preferencia y poder expresar así también nuestros sistemas políticos y lo que buscamos de un gobierno y por último nuestra propiedad privada y nuestra propiedad empieza por nuestro cuerpo, por nuestra integridad, nuestra propiedad es el cumulo de todas las cosas, desde el día que nacemos hasta el día que morimos que nosotros podemos lograr.

Estos tres derechos, sin embargo, pueden existir en cada uno de nosotros sin impedir esos derechos en alguien más. Ahora qué pasa con otros derechos, como por ejemplo, derecho a la salud, a la educación, a la vestimenta y a una serie de derechos que han sido exigidos por poblaciones en cada uno de nuestros países y que no han sido atendidos.

El problema con esos derechos y que los griegos lo reconocieron desde ese entonces es que necesitan una renuncia previa del derecho de propiedad de alguien más para poder ser otorgado y ahí es donde nuestros gobiernos han fallado, porque si bien hablamos de que todas las poblaciones tienen derecho a estas cosas nunca queda estipulado quién debe renunciar a ciertos derechos para otorgar esos otros y de ese malestar es que nuestras poblaciones han decidido recurrir a los regímenes totalitarios y populistas que hoy vemos.

Independientemente de nuestra ideología política seamos liberales o seamos socialdemócratas debemos recordar que eso es un debate que la región debe tomar. Si vamos a hablar de derechos de dónde los vamos a sacar y con qué recursos se van a pagar porque si eso no queda establecido nuestras poblaciones van a seguir interminablemente viendo en estos líderes la respuesta y la solución.

Me gustaría retomar lo que dijo el señor Florentino a cerca de su definición de populismo. Cuando él dijo que es el atajo por el cual jugamos con las pasiones, ilusiones e ideales de la gente para prometer lo que es imposible, aprovechándose de la miseria de la gente dejando fuera absolutamente toda la razón y la lógica en la toma de decisiones. Juega con la necesidad para sencillamente imponer una dictadura. Juega con la necesidad de nuestros pueblos y eso fue  algo que los griegos previeron desde que dijeron hay tres tipos de gobierno, o te gobierna uno que se llama monarquía y se puede generar en dictadura, o te gobierna un grupo que se llama aristocracia y se degenera en una oligarquía, y eso lo conocemos nosotros en Latinoamérica porque nuestras aristocracias y nuestras élites se degeneraron en oligarquías, o  tienes una democracia donde todos gobiernan que se genera en una demagogia que es también algo que nosotros conocemos.

Cuando los griegos vieron estas tres formas de gobierno se dieron cuenta que la República era la respuesta porque la República daba estas tres institucionalidades, el monarca en la forma del presidente, la aristocracia en la forma de un parlamento, y la democracia como el vehículo y la vía de la comunicación. Es por eso que la república anula los vicios de una de las tres formas de gobierno para agrupar los tres y formar la institucionalidad  que el populismo hoy está destruyendo.

Por eso el llamado que yo quiero proponerles es que desmantelemos el populismo a través de la tecnología y, ¿por qué a través de la tecnología? Porque hoy mismo hablamos que los cambios que están surgiendo en nuestros países y que están surgiendo con la tecnología no van acompañados de la educación necesaria. Y qué pasa si yo empiezo a recibir nuevos insumos, nuevas formas tecnológicas de comunicarme con el mundo, pero al mismo tiempo no me educo, no tengo prioridades claras.

Y por eso en nuestros parlamentos ya no se intercambian ideas, ya la razón y la lógica han perdido la importancia que deberían de tener, ya no hay un respeto por el argumento, por dejar afuera las falacias, y nuestros lideres populistas anulan toda la razón y toda la lógica de su argumento levantando pasiones.

Nosotros también tenemos que levantar una pasión, una pasión por la educación, una pasión por el intercambio de ideas, una pasión por el conocimiento, por querer ser personas e individuos empoderados, porque la otra cosa que hace el populismo es que le anula la dignidad a las personas, hace sentir a las personas que esa persona no es capaz, ni digna de gobernar su propia vida, y que necesita de un líder que le maneje absolutamente todo para poder salir adelante.

La definición de Florentino también va acotada a algo que en el movimiento nosotros decimos: el populismo ama tanto a los pobres que los multiplica, porque lo que busca es esa multiplicación de miseria para seguir recibiendo voto a través de cualquier objeto material que en ese momento la gente necesita.

¿Cuál es el reto? Cómo hacemos que una población cuya Pirámide de Maslow está en lo más bajo, vea en la república la respuesta institucional que necesitan las futuras generaciones para seguir con esos ciclos de pobreza. La admiración que hay en países como el mío por el régimen cubano, por el régimen venezolano es absurda. Esa admiración no va guiada por esa razón y ese conocimiento. Muy pocos son los guatemaltecos, por ejemplo, que de repente, reconocen que en cuba un ingeniero civil prefiere trabajar de taxista. Muy pocos son los guatemaltecos, los centroamericanos y los latinoamericanos en general, que ven, en el régimen chavista, las atrocidades y las violaciones a los derechos que se están cometiendo porque todo lo que pueden ver es: “allá hay educación gratis, allá hay salud gratis”. Nada es gratis. Todo viene pagado de algo y, cuando no hay institucionalidad, es cuando empieza la corrupción y cuando empieza entonces, todo un sistema que va degenerando esas virtudes.

En el caso de Guatemala tenemos elecciones el próximo año, y desgraciadamente las tres personas que probablemente van a llegar a la presidencia, los tres candidatos que mejor se perfilan, van por la vía populista. Sean de izquierda o sean de derecha, porque otra cosa que tenemos que reconocer es que el populismo se ha impregnado en todas las ideologías.

El mecanismo que los populistas usan es seguir con ese discurso: tú estás mal porque alguien está bien. Y nosotros lo que tenemos que rescatar es que todos podemos estar bien, que el hecho de que una persona acumule riqueza no le impida a otra acumularla. Pero para eso se necesita instituciones, se necesita seguridad jurídica, se necesita un estado de derecho y, sobre todo, rescatar en nuestros parlamentos el respeto y la admiración por el debate de ideas con argumentos razón y lógica.

Pero una población que no tiene educación no va a exigir de sus políticos un debate con lógica y con razón y con argumentos y se va a manipular fácilmente a través de las pasiones. Las herramientas que nos proporciona la era del conocimiento son la clave. Utilizar las redes sociales, la tecnología y la facilidad de comunicación que tenemos con tan solo un clic entre todo nuestro continente, donde compartimos idioma, compartimos cultura, compartamos ahora un intercambio de ideas para llevar y empezar a exponer y desmantelar el populismo como lo que es una postergación de la pobreza, de la ignorancia y de mantener a los pueblos sometidos bajo la ilusión de que solo los bienes materiales son lo que importan a la hora de votar.

Es por eso que amigos que yo les propongo  que el día de mañana cuando firmemos  la declaración de Zaragoza, todos como líderes latinoamericanos que somos, nos comprometamos a desmantelar el populismo utilizando la tecnología y usando como herramienta la república, que es el único sistema que realmente rescata a las instituciones, basados en la razón, en la lógica y en los argumentos y el intercambio de ideas. Muchas gracias. 




¿Debería haber sido presidenta Hillary?

¿Debería haber sido presidenta Hillary?

Por Timothy Garton Ash

(El Comercio, 26 de Octubre del 2014)

Comentario de Lampadia:

El artículo de Garton Ash coincide plenamente con nuestro artículo del 7 de julio del 2014. Ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia.

¿Qué fue del mesías? Hablo de aquel por el que los estadounidenses bailaron en las calles gritando “yes we can!” en la inolvidable noche electoral de hace solo seis años. Aquel cuyo nombre estaba en boca de todos los europeos. Aquel que prometió que la humanidad recordaría ese momento “en el que se frenó la subida de los mares y nuestro planeta empezó a curarse”.

En vísperas de las elecciones legislativas del 4 de noviembre, exactamente seis años después de la elección de Barack Obama, los candidatos demócratas no quieren aparecer junto a él. Elizabeth Drew, una veterana observadora de la política norteamericana, escribe: “Es muy probable que no haya habido tanto rechazo de los candidatos a figurar junto al presidente de su partido desde la época de Richard Nixon”. Su índice de aprobación está en torno al 40%. En Europa ya casi no hablamos de él: hemos pasado del “¡Obama! ¡Obama!” al “No-drama-Obama” y luego al “Nobama”.

¿Qué ha ocurrido? ¿O esta desilusión es tan poco realista como la euforia inicial? Este verano, en Estados Unidos, he pedido a varios comentaristas que hicieran un balance de la presidencia de Obama. Por supuesto, todavía pueden pasar muchas cosas en los dos años largos que le quedan, pero seguramente ha tomado ya la mayoría de sus grandes decisiones, y cada vez da más la impresión —con sus canas, su desapego y sus discursos cansados— de que preferiría estar jugando al golf.

Hay que recordar que ningún presidente, desde 1945, había empezado en una situación tan difícil. Llegó al poder con la peor crisis financiera desde los años treinta, tras la desastrosa e innecesaria guerra de George W. Bush en Irak, con un sistema político disfuncional en torno a un Congreso manipulado y dominado por el dinero, y en pleno cambio histórico del equilibrio mundial de poder. Este año, China sobrepasará a Estados Unidos como primera economía del mundo (medido en paridad de poder adquisitivo). En un artículo que escribí desde Washington al día siguiente de la elección de Obama ya expresé mis dudas de que aquel ánimo esperanzado bastara para superar todos esos obstáculos.

Y no supe prever otro obstáculo. Aunque se proclamó que la llegada de un negro a la Casa Blanca era el final de la peor mancha en la mayor democracia del mundo, resulta que sigue habiendo muchos prejuicios. “Es innegable”, dice Drew, “que la raza del presidente es un factor importante en el lenguaje y los métodos tan destructivos que se emplean para atacarle”.

Dicho esto, ¿cuál es el balance provisional? Mi respuesta es: moderadamente bueno en política interior, muy malo en política exterior. La economía estadounidense es la que mejor va de todas las desarrolladas. Ha crecido casi el 8% desde el primer trimestre de 2008, mientras que la de la Eurozona ha caído más de un 2% en ese mismo periodo. El paro ha caído a menos del 6%. El déficit fiscal para el año 2014 fue inferior al 3% del PBI (el límite teórico de la Eurozona). Podemos debatir sin descanso de quién es el mérito —el Gobierno, Ben Bernanke, el gas de esquisto, el dinamismo de un mercado interior inmenso, el innato espíritu emprendedor de los estadounidenses, Dios Todopoderoso—, pero todo eso ha pasado durante la presidencia de Obama. Las restricciones de la ley Dodd-Frank al sistema financiero son tímidas e incompletas, pero la Agencia de Protección Financiera para el Consumidor, creada por él, ofrece nuevas formas de amparo frente a los banqueros. Asimismo, Obama ha hecho todo lo posible para empezar a reducir las emisiones de carbono, a pesar del poder de los grupos de presión en el Congreso.

El lanzamiento inicial de la página web de Obamacare fue un desastre, pero el programa ha permitido que alrededor de 10 millones de personas tengan por primera vez un seguro de salud. Dos profesores de Princeton han descubierto que, en su primer mandato, Obama dedicó mucho más dinero a programas contra la pobreza que otros presidentes demócratas. Ha hablado menos de los pobres pero ha hecho mucho más por ellos. Falta (todavía) una gran reforma de la inmigración, pero el motivo fundamental es que los republicanos están más preocupados en asegurarse las primarias frente al Tea Party que en obtener los votos de los hispanos. No está mal para ser una época de vacas flacas.

Por el contrario, en política exterior, el presidente del que el mundo esperaba tantas cosas ha hecho muy poco. No ha cometido “estupideces” como invadir Iraq. Pero eso es todo.

El estadista visionario del discurso de 2009 en El Cairo no aprovechó la oportunidad de la primavera árabe, en especial en Egipto, donde más de 1.000 millones de dólares de ayuda otorgaban a Estados Unidos la capacidad de influir en el ejército, de nuevo dominante y represor. Obama declaró una línea roja sobre el uso de armas químicas en Siria y luego dejó que el presidente El Asad la cruzara con impunidad. El Asad dirigió sus ataques contra la oposición moderada, para la que Hillary Clinton había pedido a Obama más ayuda. El resultado fue que el Estado Islámico (EI) se hizo fuerte. Su debilidad en las negociaciones con el primer ministro chií de Iraq, Nouri al Maliki empujó a algunos suníes descontentos a unirse también al EI. Y ahora Estados Unidos ha vuelto a intervenir en Iraq.

El prematuro premio Nobel de la Paz no se ha dedicado (aún) en cuerpo y alma a buscar una solución de dos Estados para Israel y Palestina, como hizo Bill Clinton, a pesar de saber que debe hacerlo. Ha reaccionado con tibieza a la indignante agresión de Vladimir Putin en Ucrania. La primavera pasada declaró que Rusia no era más que una potencia regional y que le preocupaba más que pudiera estallar un arma nuclear en Manhattan. El escándalo del programa masivo de vigilancia de la NSA ha irritado a varios aliados cruciales, sobre todo los alemanes, y él ni siquiera ha despedido a su máximo responsable de inteligencia, el general James Clapper, que había mentido al respecto ante el Congreso. El giro hacia Asia es una buena idea, pero ni China ni los aliados de Estados Unidos en la región están muy satisfechos con los resultados. Y luego está el desarrollo. El hombre que llegó al poder hablando de Norte y Sur en lugar de Oriente y Occidente ha contribuido menos al desarrollo en el Sur del planeta que George W. Bush, con los Objetivos del Milenio y otras iniciativas. Ah, y no ha cerrado Guantánamo. ¿Tengo que seguir?

Todo esto lleva a una pregunta interesante: ¿los votantes de las primarias demócratas se equivocaron al ordenar sus prioridades históricas? ¿El primer afroamericano antes que la primera mujer? Aunque ni Clinton ni Obama habían ocupado puestos de gobierno, Hillary tenía más experiencia y seguramente habría sido más dura en casi todos los temas. En 2008 tenía la edad apropiada, mientras que, si gana en 2016, tendrá 69 años. Y con ocho años más, más tiempo en el Senado y un periodo como secretario de Estado o vicepresidente, Obama habría estado más preparado para afrontar los retos de un mundo peligroso. Un buen ejemplo de historia alternativa.




Urge una nueva geopolítica global, dejen entrar al dragón

Urge una nueva geopolítica global, dejen entrar al dragón

La predominancia de China en el mundo actual es innegable, pero la incógnita ahora es si el Occidente podrá acomodarse a esta nueva situación. Hace poco, The Economist planteó este problema afirmando que “la rivalidad entre China y Estados Unidos se ha convertido en inevitable”, y dependerá de los diplomáticos en poder garantizar que no se llegue a una confrontación.

Argumenta que a pesar de existir escasa evidencia para apoyar la idea que China este buscando una confrontación, los deseos de China tienen una dimensión histórica, incluso emocional. Esto podría explicar una reciente serie de beligerancias. “China ha desplegado barcos y aviones para disputar el control de Japón de las islas en el Mar Oriental de China, ha tomado arrecifes reivindicados por las Filipinas en el Mar Meridional de China y ha trasladado una plataforma petrolera en la zona económica exclusiva de Vietnam. Todo esto ha creado alarma en la región. Algunos estrategas dicen que Estados Unidos solo podrá mantener la paz si se mantiene firme frente al  expansionismo chino. Otros instan a los Estados Unidos a compartir el poder en el Este de Asia antes que las rivalidades conduzcan a un desastre.”

Una situación como esta, con el peligro que podría presentar, no puede ser ignorada por Estados Unidos. “Negar la realidad del poder creciente de China sólo alentaría a China a rechazar el mundo tal como es. Por el contrario, si China puede prosperar dentro del sistema, lo reforzaría”, afirma The Economist.

Esta problemática fue planteada y analizada hace algunos años por Kishore Mahbubani, ex Embajador de Singapur en las Naciones Unidas y actual Decano del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur, en su libro “El nuevo hemisferio asiático: el irresistible desplazamiento del poder global hacia el Este”. (Ver en L: Conferencia Magistral de Kishore Mahbubani).

Mahbubani agrega una nueva perspectiva, la aparente falta de voluntad del Occidente a renunciar a la dominación mundial y compartir el poder con el Asia. Según él, los líderes estadounidenses y europeos no pueden aceptar que el orden mundial pudiese mejorar sinsu supremacía. El resultado es una creciente brecha.

Él plantea una visión estratégica para que occidente comparta el poder con Asia. Propone que ha llegado el momento de reestructurar el orden mundial. Esto sólo podrá lograrse si el Occidente comparte algunos de los instrumentos de gobernanza mundial con las grandes potencias de Asia. A cambio, los países asiáticos, principalmente China,deberán asumir algunas de las pesadas cargas necesarias para mantener el orden mundial. La reforma del Consejo de Seguridadde la ONU es fundamental. Afirma que “el Consejo de Seguridad debe reflejar preferentemente las grandes potencias de 2045, no las de 1945”.

Por otra parte, los asiáticos deberán poder ser candidatos para dirigir el FMI y el Banco Mundial, posiciones quehan sido ocupadas exclusivamente por estadounidenses y europeos.Un desequilibrio en la distribución del poder en las instituciones globales (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o las Naciones Unidas) que no refleje el mundo moderno sólo debilitaría a estas organizaciones. (Ver en L: El Mundo carece de una Gobernanza Global para el Siglo XXI – La globalización económica y social, no se expresa en lo político).Si no permiten modificaciones en el poder en base a las circunstancias cambiantes, las potencias emergentes como China e India establecerán sus propios sistemas y sus propias reglas.

Según The Economist, China está empezando a incorporarse a la diplomacia mundial. Es el mayor contribuyente en las misiones de mantenimiento de la paz entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y participa en patrullas contra la piratería en el Cuerno de África. En algunas áreas de China se está trabajando arduamente para reducir su huella ambiental, por ejemplo a través de grandes proyectos de forestación y tecnologías de carbón limpio. Es un inicio, pero falta mucho por lograr.

Mahbubani reconoce las dificultades, pero sostiene que Occidente debe tener el valor para hacer concesiones. Un cambio de rumbo para las organizaciones mundiales, haciendo espacio para nuevas potencias, requiere coraje político de los dirigentes nacionales. “Tenemos que desarrollar instituciones y normas para gestionar el mundo en su conjunto, instituciones y normas que reflejen los deseos e intereses de los 6.5 mil millones de habitantes,” insta Mahbubani.

El mundo podría beneficiarse no solo siguiendo los ideales del Occidente, sino también adoptando el pragmatismo, paciencia y cooperación mostrada por líderes como Deng Xiaoping, a quien Mahbubani describe como el “mayor pragmatista en la historia del Asia.”

Lamentablemente, los acontecimientos internacionales están yendo en una dirección de confrontación y destrucción de puentes. Rusia ha regresado a su expansionismo imperial y, China, ha perdido una gran oportunidad de generar confianza en el resto del mundo al enfrentar las exigencias de una mayor democracia en Hong Kong.

Mientras tanto, en los aspectos económicos, China ha sido y será crucial para el progreso de los países emergentes y hoy, no solo es el mayor socio comercial de muchos países, como en nuestro caso, sino también uno de los mayores inversionistas internacionales. Hasta ahora se expresan muchas desconfianzas con la presencia de China y dejamos de evaluar las oportunidades que también representa. En diciembre del 2013,  entrevistamos a José Sam, ver “Inversiones chinas potencian desarrollo del Perú”,(Primera Parte) y (Segunda Parte).

Una eventual estrategia más realista de occidente para compartir el poder, es uno de los grandes retosdel mundo actual. Ello se hace más urgente e inteligente hoy que Rusia, capturada por el despotismo de Putin,desafía todas las convenciones internacionales y desarrolla sus abusivos designios sin limitaciones. Afortunadamente, estamos viendo el desarrollo de un nuevo liderazgo en la India bajo su carismático y revolucionario Primer Ministro Nerandra Modi, que va a balancear la geopolítica global. Lampadia.




Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Tras el referéndum independentista en Escocia, el Reino Unido ha quedado como lo identifica la última palabra (en español) de su histórico nombre: Unido.  Nítidamente, los escoses le dijeron NO (55%) a separarse de Gran Bretaña. Aún así, David Cameron el primer ministro británico, evitó el tono triunfalista en el discurso que dio apenas se conocieron los resultados.

Cameron explicó que decidió convocar este referéndum para respetar la voluntad del Parlamento escocés y que, finalmente, el debate ha servido para cerrar este asunto por varias generaciones. El líder del movimiento independentista, Alex Salmond, aceptó la derrota con hidalguía, felicitó la forma en que se desarrollo el proceso y realizó un llamado a la unidad del país. ¡Un ejemplo de democracia!

Como señala el Financial Time, “aquí el pueblo deliberó para saber cuál sería su destino, sabiendo que su decisión sería histórica. De esta manera la soberanía popular y la democracia recuperaron su majestuosidad”.

Esto ha ocurrido porque Gran Bretaña es una sociedad (podría decirse una civilización) en la que la democracia es auténtica y plena. En esta nación funciona un sistema democrático de verdad, que cumple con elecciones que tienen la tres “f” fundamentales: free, fair and frequent (libres, justas y frecuentes). Es decir que no basta el voto para que haya democracia, como nos quieren hacer creer los autócratas venezolanos, ecuatorianos y argentinos. Pero más importante aún, en dónde se respeta la voluntad de los ciudadanos. La democracia, no es la dictadura de la mayoría, sino el respeto por lo que piensan las minorías. Por eso, Cameron se apresuró en señalar que se acelerarán las medidas para darle mayor autonomía a Escocia, tal y como había prometido.  

Qué envidia deben haber sentido los ciudadanos de otras regiones del mundo a los que se les impide expresarse de esta manera. La situación que se vive en Escocia es diametralmente opuesta a lo que ocurre en Ucrania, por ejemplo. La pantomima de referendo que se hizo en Crimea para justificar la anexión militar de esta península por parte de Rusia está en las antípodas del proceso británico. Y mucho más grave aún, los enfrentamientos entre fuerzas prorusos (soliviantadas y armadas por Putin) y el ejército ucraniano para controlar amplias regiones.

Los tibetanos y kurdos turcos, también debe ambicionar vivir en una nación que sea capaz de respetar las diferencias. Y por supuesto los millones de musulmanes (especialmente mujeres) que han caído en manos de los integristas de ISIS o se hallan bajo los designios de los talibanes en el norte de Paquistán y Afganistán. Por ello, como señala Financial Time: “En un mundo donde el capitalismo autoritario se consolida desde Shanghai a la frontera con Polonia, desde Murmansk a Afganistán, fue bueno ver cómo un pueblo se llena de vida cuando se les da la oportunidad de ejercer tanto las libertades privadas de consumo capitalista y las libertades públicas de la vida democrática”.

Esta es una de la primera de las grandes lecciones que deja para el Perú el referendo escocés. Ese es el tipo de democracia a la que debemos aspirar. Por ello debemos defendernos y denunciar al pensamiento chavista que intenta imponer un remedo de democracia en las que las elecciones nunca tienen las tres f (free, faird a frequent). Por esa misma razón, en la actual coyuntura se debe evitar la reelección (ya sea está conyugal o no), porque limitan estas condiciones fundamentales.

La otra lección que nos deja, es “la idea de que la vida en democracia es vivir en y a través de profundas diferencias. El Reino Unido sobrevivirá en el fututo porque permite que intensas tradiciones nacionales [regionales y locales] compartan un mismo espacio democrático”, señala el Financial Time. El no, ha prevalecido porque “en los acordes místicos de la memoria aún permanecen firmemente el sentido de que los escoceses e ingleses, galeses e irlandeses lucharon juntos y, muchas veces, murieron juntos por las mismas libertades”.

El pasado común al fin de cuentas une a los pueblos por más diverso y diferente que sean. Una gran nación se forja por la acumulación de las experiencias de su pasado, por más traumático que este haya sido. Así, lo señaló en Lima el vice-presidente del Banco Central de China algo más de diez años atrás cuando visitó al Perú, como recuerda Pablo Bustamante, en referencia a la historia reciente de China: En medio un siglo pasaron de la dinastía de los manchúes en que el país estaba en la anarquía, la instauración de la República por Chiang Kai-sheg, la invasión japonesa, diez años de guerra entre los nacionalistas y los comunistas, 25 años de una dictadura comunista que quiso borrar la historia quemando sus libros y asesinando a los profesores e intelectuales entre los 60 millones muertes de chinos atribuidas a Mao, para ser conducidos luego por Deng Xiaoping a más de 45 años de capitalismo bajo el control de un partido único, el partido comunista chino que practica ahora la meritocracia entre sus rangos.
Lo que enfatizó, entonces, el expositor fue la habilidad social del pueblo chino para entender su historia como un proceso continuo.

En resumen, acá tenemos dos lecciones muy importantes para el Perú. La democracia, permite que las diferencias se expresen y respeten. Son procesos para elegir un camino, no una guerra interna, y mucho menos la oportunidad para que la mayoría haga escarnio y abuso de su posición. Su esencia es el respeto de las minorías.

Una segunda lección es como debemos ver nuestra historia. El Perú es uno de los pocos países Milenarios en la tierra, pero no llegamos a tomar conciencia de esta maravillosa herencia y persistimos en ver nuestra historia como una secuencia de discontinuidades, opuestas entre sí, contradictorias y hasta pretendemos desconocer algún período. Esta malformación social la hemos heredado incluso en la República, donde muchas veces los nuevos gobiernos pretenden desandar o sepultar las obras y proyectos de sus antecesores. Así como no importa el color del gato, si come ratones, tampoco importa el color de las banderas políticas o las etapas de nuestra historia con las que no nos identifiquemos. ¡La historia es una suma, un continuo y todos somos sus hijos!   Lampadia




Presentación del libro Somos Libres, Podemos Elegir

Presentación del libro Somos Libres, Podemos Elegir

Por Pablo Bustamante Pardo, Director de Lampadia

 Primero que nada una doble felicitación a los organizadores de Umbral y del libro “Somos Libres”. Primero, por hacer un excelente esfuerzo de recoger y representar un período tan importante de nuestra historia. Y segundo, por asumir el verdadero rol de la clase dirigente, que no siempre ha estado a la altura de las circunstancias, una de las mayores carencias del país. Los protagonistas del libro si se comprometieron con el país, así como ustedes ahora, para enseñar sus vivencias a los más jóvenes.

El libro relata cómo pudo el Perú salir del sétimo círculo del infierno de Dante y, traernos de regreso al mundo moderno para empezar su reconstrucción. Para explicarlo, recorre cinco décadas, desde los 60 hasta el nuevo siglo.

Reconoce a sus principales líderes, como al propio Presidente Fujimori, que supo guardar sus ideas en un cajón y alejarse de sus asesores “gradualistas”, que no voy a mencionar.

Pero si quiero reconocer a los excelentes  peruanos que ayudaron en este trance, casi imposible. Entre ellos tenemos a:

–          Juan Carlos Hurtado Miller, Jaime Yoshiyama, Carlos Boloña,

–          Carlos Rodriguez-Pastor, Hernando de Soto, Richard Webb,

–          Roberto Abusada, Mayu Hume, Alfredo Jalilie, Calos Montoya,

–          Felipe Ortiz de Zevallos, Jorge Camet, Fritz du Bois, Alfonzo Bustamante,

–          Oscar Espinosa Bedoya y Walter Piazza,

Para hablar de la verdadera gran transformación del Perú, no podemos dejar de destacar al precursor del liberalismo en nuestro país, don Pedro Beltrán,
y tampoco al gran predicador de las ideas de la Libertad, Mario Vargas Llosa.

Y finalmente, cuatro extranjeros, Michel Camdessus del FMI, Ricardo Lago del BID, y

Armeane Chosky y Demetris Papageorgiou del BM, estos últimos, no mencionados en el libro. Para todos ellos, un gran aplauso…

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Algo muy importante de estos procesos de transmisión es permitir que los ciudadanos. Especialmente los jóvenes, puedan aprender lo que yo llamo: las relaciones causa-efecto de las políticas públicas en sus propias vidas.

Para ello voy a recorrer rápidamente cada una de las décadas mencionadas en el libro, que explican todo el proceso.

Los 60s:

Empezamos con el gran divorcio. Junto con los demás países de la región, tomamos un camino inverso a los países pobres del Asia, como Corea del Sur y Taiwán, a quienes mirábamos por encima del hombro. Mientras ellos abrieron sus economías a la inversión privada y se empeñaron en mejorar su educación, nosotros nos cerramos y fuimos entregando el control de la educación a un sindicato clasista, monopólico y comprometido con la lucha de clases, antes que con un proyecto magisterial.

A fines de los 60, nos cayó la dictadura militar que duró hasta fines de los 70.

Ésta apagó las luces del Perú, lo que lamentablemente habría de durar 30 años, hasta el año 90.

Por eso es tan difícil entender el Perú de hoy y, casi imposible compararlo con otros países, que nunca apagaron sus luces de manera similar.

Los efectos de la dictadura militar fueron devastadores:

–          Prohibieron la inversión privada en el campo, la minería, la pesca y hasta en el turismo.

–          Estatizaron prácticamente toda la economía

–          Condenaron a las regiones a la miseria, sin inversión y sin empleo

–          Controlaron todos los precios

–          Establecieron la discrecionalidad absoluta de los funcionarios públicos en su relación con el mundo empresarial y los ciudadanos

–          Propiciaron una suerte de “lluvia ácida” que les permitió sembrar una cultura anti-empresarial que malogró, incluso, mentes brillantes

Por eso es que en el Perú se siguen discutiendo lo que Moisés Naím llama las “Ideas Muertas”.

Al final de la dictadura militar (1980), salieron corriendo, pero regimentaron sus “reformas” en la Constitución del 79, que castró en gran medida las posibilidades de recuperación del país.

80s:

El regreso a la democracia, que falló por omisión y por acción.

Por omisión con Belaunde, que más allá de la devolución de los medios de comunicación, no corrigió nada e impidió permitió las reformas más esenciales. A esto se sumó el terrorismo que diezmó la sierra y terminó por empujar a la población a Lima.

Encima de todo esto, vino la crisis de la deuda del 82 originada en México y el Niño del 83 (ese año el PBI cayo 13%).

Belaunde, a pesar de haber recibido una propuesta integral de reforma de Ulloa y su formidable equipo, no pudo tomar las decisiones necesarias. (Por ejemplo, el año 81, con mi jefe Andreas Raczynski, del  antiguo Grupo Hochschild, llevamos a Minero Perú una propuesta de inversión en las Bambas de US$ 1,000 millones que contemplaba una participación libre de 20% para el Estado. Su presidente Raul Otero y su financiero, Lino Abraham, hombres muy capaces, no pudieron lograr la autorización gubernamental. Al año siguiente, regresamos con una propuesta para invertir en Antamina US$ 1,200 millones con el mismo 20% para el Estado. Tampoco pasó nada).

En el segundo lustro de los 80, García, un hombre de la nueva generación, dio un costosísimo salto atrás y equivocó el camino de palmo a palmo. Llevó la inflación, que empezó en los años 70 a niveles galopantes y la convirtió en una de las inflaciones más largas y altas de la historia de la humanidad. Estatizó los bancos y le puso un “broche negro” a casi 30 años de errores.

Si comparamos algunas cifras del año 89 con las del 2012, podemos mostrar en perspectiva lo que García nos dejó: (Ver anexo 1)

– El PBI pasó de US$ 20,500 millones a 199, 400 millones

– El PBI p.c. se multiplico por siete, pasando de US$ 970 a US$ 6,635

– La pobreza bajó de 58.7% a 25.8% de la población

– La mortalidad infantil bajó al 13% y la desnutrición al 45%

– La deuda externa bajo de 60.8% del PBI a el 9.5%

– Las reservas internacionales pasaron de ser negativas a 64,000 millones de dólares

– Los ingresos del Estado, según las fuentes que se usen, pasaron de 3 o 10.6%, a 21.6%
del PBI

García siguió con la sustitución de importaciones y la teoría de la dependencia de la CEPAL de Prebish. Con esa teoría nos amenazaron con la “curva de la muerte”: mientras nuestros productos (commodities) bajarían de precio, la tecnología subiría, creando una brecha mortal.

Gracias a Dios, la historia probó todo lo contrario, se produjo “la curva de la vida” de los países emergentes, mientras los precios de los commodities subían, los de la tecnología bajaron.

90s

Sobre los 90s, el libro es muy rico en las descripciones del proceso de transformación. Las discusiones desacuerdos y dificultades, socios y opositores.

Más allá del aspecto democrático de esos años, tenemos que reconocer que pudimos diseñar (bajo la conducción de Jaime Yoshiyama), la Constitución del 93, origen y base de nuestra recuperación y el regreso de la inversión privada al Perú.

En los 90:

–          Se estabilizó la macroeconomía

–          Se desreguló y liberalizó los precios

–          Se privatizó las empresas públicas (con lamentables excepciones, como Petroperú y Sedapal)

–          Se reformó el Estado. Al desaparecer la discrecionalidad de la burocracia se eliminó la corrupción administrativa

–          Se crearon nuevas instituciones. La más importante, una que nunca habíamos tenido, el mercado.

–          Se estableció la autonomía del BCR

–          Se crearon las AFP, las reguladoras de los servicios públicos, el Indecopi y una Sunat de lujo.

Los resultados fueron inmediatos, entre 1993 y 1997, crecimos 7.5% de promedio anual, y hubo una fuerte reducción de la pobreza.

Lamentablemente, los 90 terminaron con una inmensa corrupción política y con una recesión innecesaria. Yo fui testigo de cómo empezó la recesión, el 10 de octubre de 1998, el ministro de Economía, Baca Campodónico, convocó a los presidentes de los bancos al BCR y dispuso que “desde ese día el BCR iba a decidir cada día si le daba crédito a los bancos”. Las protestas de los asistentes fueron desatendidas y como los bancos no pueden correr el riesgo de liquidez, no les quedó otra cosa que cortar el crédito.

Como los depósitos eran, básicamente, a 90 días, a los 45 días se cortó la cadena de pagos que se extendió como un hongo atómico de cabeza por toda la economía. Nos cominos una recesión de 4 años, cuando la crisis asiática se había diluido en pocos meses.

Uno de los aspectos más importantes de este final, fue que los resultados de los 90, de punta a punta, entre el 90 y el 2000, no mostraron los beneficios de las grandes reformas del país y se malogró el aprendizaje de las relaciones causa-efecto.

Terminamos el siglo en recesión y con alta pobreza.

Los 2000

En el siglo XXI, sobre la base de las reformas de los años 90, tuvimos la mejor década de nuestra historia:

–          Bajaron al alimón la pobreza y la desigualdad. Una anomalía económica. Descontentos con la pérdida de este argumento para atacar la economía de mercado, los profesores de economía de la universidad Católica hicieron su propio índice Gini, para mostrar una mayor desigualdad, pero su propia serie mostraba una pendiente de descenso de la desigualdad aún mayor que la indicada por el BM y la Cepal

–          Crecimos como nunca

–          Los indicadores sociales fueron excelentes, fuimos el primer país en cumplir la metas del milenio

–          La inversión privada, el empleo, el crecimiento y los ingresos de las personas crecieron más en provincias que en Lima, más en la sierra y la selva que en la costa y más en las zonas rurales que en las urbanas

–          Formamos una nueva clase media emergente que es un pulmón de la economía y esperanza de mejores opciones políticas

–          La inversión sobre producto llegó al 28% del PBI

–          Nunca tuvimos tanta inclusión

–          Nuestras medidas alcanzaron: 90-90-90 (el sector privado daba el 90% del empleo, el 90% de los ingresos fiscales y el 90% de la inversión)

Segunda década del siglo XXI

Desgraciadamente no llegamos a aprender de nuestra historia ni de la de otros países. En la segunda década del siglo, en el gobierno de Humala, su Primer Ministro Salomón Lerner oficializó la prédica anti-minera. Se paró la inversión minera, que fue el motor principal del crecimiento y que ayudó a formar el sector industrial más grande, más fuerte, sólido, diversificado, competitivo y exportador de nuestra historia.

La paralización actual del crecimiento de nuestra economía es fundamentalmente por razones internas, los precios han bajado, pero aún son buenos y los mejores proyectos se pueden financiar.

Desde el desmanejo político del proyecto de Conga, se paró la inversión minera y con ella toda la cadena de inversión privada, hasta paralizar totalmente su crecimiento.

Al mismo tiempo, casi sin que nos diéramos cuenta, desde el gobierno de Paniagua, pasando por el de Toledo, García y ahora el de Humala, se fue tejiendo una selva regulatoria que hace casi imposible lograr las inversiones. Por ejemplo, en el reciente Simposio del oro y la plata, Ricardo Briceño comentó que el texto único ordenado de minería que se logró hacer en los 90s, una sola norma que compendiaba toda la regulación, hemos pasado ahora a 180 dispositivos diferentes.

No queremos tomar nota que mientras Colombia crece, el Perú se paraliza. Ellos está desregularizando su economía y promoviendo la inversión minera.  En la India, su nuevo Primer Ministro, Neranda Modi, ha planteado un lema clarísimo para su gobierno: “No red tape, only red carpet for investors” (Nada de trabas burocráticas, solo alfombras rojas para los inversionistas).

Todavía no hemos hecho el diagnóstico correcto de la caída de nuestro crecimiento. Los  “nuevos motores” de Ghezzi demorarán muchos años en producir crecimiento. Solo podemos reactivar el crecimiento, si desregulamos la economía y promovemos la inversión en minería, petróleo y energía.

El futuro

Hoy tenemos dos agendas pendientes e interrelacionadas:

–          Primero, cerrar las brechas en educación-salud, instituciones, infraestructuras, tecnología y derrota de la pobreza extrema.

–          Segundo, poner en valor nuestros recursos naturales, nuestra reserva productiva, en bosques, minería, pesca, etc.

Ambas agendas se formaron juntas durante esos 30 años que vivimos sin luz. Lo importante ahora, es entender que desarrollando la segunda, podemos eliminar la otra, las brechas.

Una reflexión final: Hoy podemos salir de pobres

Por ejemplo, el HSBC dice que el Perú podría ser la economía número 26 en el 2050. Para ello tenemos que crecer un promedio de 5.5% por año. Nos ayudarán dos factores estructurales, nuestro bono demográfico y la demanda de commodities, que seguirá sólida. Pero tendremos que superarnos en tres factores de política interna, la mejora de la educación-salud, de nuestras instituciones y de las infraestructuras. (Ver anexo 2)

Con ese desarrollo, el 2030 deberemos tener al 70% de nuestra población en la clase media con ingresos por persona superiores a US$ 3,000 por año, y a otro 10% con ingresos superiores a US$ 15,000 por año y por persona. Un gran panorama.

Para ello necesitamos una buena Gobernanza: “Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”. (Definición del Diccionario de la Real Academia Española).

Pero eso no es suficiente, necesitamos formar los mejores cuadros de funcionarios públicos, como lo hacen Singapur y la China.

Todo esto llama a nuestra clase dirigente a comprometerse con la acción, no podemos ponernos de costado. ¡Esta vez no podemos fallar!

Pudiendo derrotar la pobreza extrema en un plazo relativamente corto, no hacerlo sería “INMORAL”.

Muchas gracias.

Anexo 1

Anexo 2




“Sin voto de confianza igual no habría crisis”

“Sin voto de confianza igual no habría crisis”

Entrevista a Enrique Ghersi

Por: Gonzalo Pajares

(Perú 21, 22 de Agosto del 2014)

“Lo que acabamos de ver en el Congreso es un ejercicio democrático, es legítimo, nadie debe escandalizarse”, nos dice el abogado Enrique Ghersi, a quien convocamos para analizar por qué el Congreso no le dio el voto de confianza al gabinete Jara.

La Constitución señala que hay un plazo de 30 días para que el Congreso le dé su voto de confianza al gabinete. Ese plazo se cumplió ayer…

La Constitución establece claramente que, dentro de los primeros 30 días de juramentado, el Consejo de Ministros debe presentarse ante el Congreso a exponer su plan de acción. Ese plazo es perentorio y lo establece la propia Constitución. La fórmula que buscó la presidenta del Congreso, la de suspender la sesión y reanudarla hoy, es válida, forma parte del Derecho Parlamentario y no atenta contra el artículo 130 de la Constitución y el Reglamento del Congreso.

¿Se nos vendría una crisis mayor si el Congreso no le da su voto de confianza a Jara?

No se ha votado en contra del gabinete. Las abstenciones superaron al voto a favor: 63 frente a 50, pero todo está previsto en la Constitución. Si no hay voto de confianza, no habría una crisis mayor: el gabinete Jara tendría que cesar en sus funciones, pero, tranquilicémonos, eso no ha pasado; aún no se ha producido la votación final.

¿Qué pasaría si no hay voto de confianza?

La Constitución tiene muy claro el procedimiento: de no alcanzar el voto, el presidente de la República debe nombrar un nuevo gabinete y este, otra vez dentro de los primeros 30 días de juramentado, debe presentarse al Congreso por un voto de confianza. Si el Parlamento negara por segunda vez el voto, la propia Constitución prevé el mecanismo de solución a la crisis: el presidente podría legalmente disolver el Congreso –ojo, podría, no es una acción perentoria, sino facultativa; es decir, podría no hacerlo– y convocar inmediatamente a elecciones.

¿También a elecciones presidenciales?

No, solo a elecciones parlamentarias. El presidente seguiría gobernando hasta completar su periodo, y el nuevo Parlamento elegido también estaría en funciones solo hasta completar el periodo. Pero especulaciones de este tipo son excesivas. Repito, que un gabinete no reciba el voto de confianza no produce ninguna crisis constitucional, institucional. Por el contrario, es parte del ejercicio democrático.

Algunos miembros del oficialismo se han quejado de este mecanismo…

El voto de investidura –o de confianza– es propio de los regímenes parlamentaristas. Fue recogido en el Perú por la Constitución del 93, lo que hace de nuestro sistema político uno semipresidencial: tenemos un jefe de Estado, que es el presidente de la República, y un jefe de Gobierno, que es el primer ministro. Por eso, este necesita el voto de investidura del Congreso, y este voto corresponde a la naturaleza jurídica de los regímenes semipresidenciales: lo mismo pasa en Alemania, España y Francia. Aunque a algunos les suene extraño, nuestra tradición no es presidencialista, sino semipresidencialista, pues todas nuestras constituciones, al menos en el siglo XX, han tenido la figura del primer ministro, que preside el gabinete y cuya ‘presidencia’ es distinta a la del presidente de la República.

Desde el punto de vista político y de la gobernabilidad, ¿este voto de confianza es un mecanismo sano?

Por supuesto. La democracia se basa en el equilibrio y en la separación de poderes; no puede haber un poder por encima del otro. El Parlamento debe controlar al Ejecutivo. Al gabinete Jara no le han negado esta confianza, tan solo ganaron las abstenciones: este es un acto político, legítimo en democracia. Es decir, la oposición ha ganado, pero no se ha puesto en riesgo la gobernabilidad; tan solo le ha hecho saber al gobierno que está en desacuerdo con determinadas acciones, y esto es normal en democracia. Su mensaje es político, es una llamada de atención al Ejecutivo para que enmiende su camino. Ya depende de este si escucha o no a la oposición. La oposición acusa al gobierno de arrogante, el gobierno debe demostrar en este momento que no lo es.

A raíz de lo sucedido, algunos hablan de la posibilidad de un quiebre democrático…

Ese riego no existe. No creo que el gobierno arriesgue tanto, que sea suicida: si disuelve el Congreso y convoca a elecciones parlamentarias, lo más probable es que obtenga menos curules que las que tiene ahora. Es decir, no lo conviene. El Perú está inmunizado en las crisis políticas. ¿Acaso ha subido el tipo de cambio? ¿Acaso se ha devaluado el sol? La economía está separada de los avatares de nuestra política. Por eso, sus consecuencias son menores. Más afecta la inseguridad jurídica.

¿Es sano para nuestro país que la política afecte tan poco la vida ciudadana, la economía?

Es muy sano. Cuanto menos influencia tengan los políticos en la economía, más prósperos son los países. Miremos a Suiza. Nadie sabe quién es su presidente, pero es uno de los países más ricos del mundo.




El poder democratizador de las nuevas tecnologías

El poder democratizador de las nuevas tecnologías

El Perú es un país rico en sueños y creatividad, con una necesidad insaciable de crecer y gente capaz de lograr lo que se proponga. Desde el vendedor ambulante de la esquina hasta la madre soltera con cinco hijos, todos se caracterizan por encontrar soluciones creativas e innovadoras para resolver sus problemas y superar sus limitaciones. Los mayores obstáculos que tienen para crecer son la falta de oportunidades, la incapacitación educativa recibida del Estado, las trabas burocráticas, el escaso financiamiento, las costosas infraestructuras y las pocas herramientas de apoyo a aquellos arriesgados innovadores dispuestos a cambiar su mundo. Pero puede que con los nuevos avances tecnológicos, las oportunidades aumenten y todos tengan un mejor acceso a los mismos recursos, y beneficios.

La generación Y, o Millenials, está creciendo y está transformando el mundo empresarial tradicional por uno muy dinámico, “remodelando industrias enteras e incluso cambiando la noción misma de empresa”, explica The Economist en su especial sobre Startup Techs. Esta generación disruptiva ha roto paradigmas, y ahora nada está lejos de su alcance, los límitesno existen. (Ver en Lampadia: La Generación Y

Los avances tecnológicos han traído consigo unas facilidades extraordinarias. La innovación constante lleva siempre a mejorías, impulsados por la búsqueda de soluciones a problemas existentes. Un ejemplo claro es el de la gran crisis (de contaminación) del estiércol de caballo de 1894; Nueva York era invivible entre los olores y falta de visibilidad que traían las moscas. Se llegó a temer que la ciudad de Londres sería inundada por estiércol en 1950, y fue la tecnología, con la creación del automóvil, la que salvó la situación al revolucionar el medio de transporte.

Actualmente el lanzamiento de nuevas empresas se ha vuelto muy barato (por la tecnología y la globalización), cambiando radicalmente su naturaleza. Esto se refleja en un nuevo tipo de empresas, las Startups (emprendimientos digitales), que buscan un modelo de negocio con crecimiento rápido y rentable. Como indica Steve Blank, un reconocido experto en el campo, “El objetivo es convertirse en una´micro-multinacional´, una empresa que se hace global, sin ser grande. Muchas de ellas son simplemente pequeñas empresas que utilizan tecnología digital”.

Este mundo digital provee a pequeños empresarios, conocidos ahora como ‘fundadores’, una serie de herramientas que les permite crecer y materializar sus ideas a un módico precio, ya que la potencia de la informática se encuentra disponible a través de internet (Amazon cuenta con un paquete básico gratuito que incluye 750 horas de tiempo de servidor)  y de software de códigos abiertos (por lo tanto gratuitos), por lo que la única inversión es en la contratación de programadores, equipos y el proceso de experimentación e implementación.Algo parecido permiten las impresoras 3D, que también cambian el paradigma productivo de la producción en masa, por la producción para el segmento “tamaño uno” o ad-hoc.

La situación está cambiando, y ya no existen excusas para que personas emprendedoras no puedan salir adelante. El  crear una startup está al alcance de muchos, es rápido y poco costoso. La mayor inversión es tiempo y dedicación, dos factores muy exigentes por el ciclo de retroalimentación que manejan. “Esto implica la construcción de algo, medir la reacción de los usuarios, aprender de los resultados y luego empezar todo de nuevo hasta llegar a lo que se conoce como el ajuste del mercado de productos”, indica The Economist. Proceso que con internet es continuo.

En uno de sus gráficos, The Economist recoge información de 50 países, entre ellos el Perú, indicando la valorización de mercado de las 3 empresas de Internet más grandes de cada país. “Empresas fuera de Estados Unidos y China siguen siendo relativamente pequeñas: la capitalización de mercado de Google, por ejemplo, es más grande que el valor de las empresas de Internet más importantes de todos los otros 48 países juntos”.

Las empresas peruanas incluidas por The Economist son:

1.      Plazapoint – US$ 4 Millones

Su producto, PlazaPoints, es un programa de puntos que funciona en más de 100 locales. Al momento de pagar simplemente das tu DNI y acumulas puntos en tu cuenta PlazaPoints, que se pueden usar para pagar tus siguientes consumos los establecimientos afiliados.

2.      Cinepapaya – US$ 3 Millones

Cinepapaya es una cartelera de cines en el Perú. Se pueden encontrar horarios, locales, críticas, trailers y fotos de películas en cartelera, así como próximos estrenos.
3.      Idakoos – US$ 1 Millón

Idakoos ofrece el servicio de diseño y venta de polos personalizados, sudaderas con capucha y demás. Se puede elegir entre millones de diseños o crear uno con imágenes propias.

Como todos conocemos, en el Perú ya se han creado clusters de autodidactas en los temas de software y hardware, como el de “Wilson” en el centro de la capital. Pero el Perú “formal”, (Estado y academia), no ha hecho nada por acercarse a ellos, por ejemplo, con el afán de empoderarlos mediante capacitación complementaria. Solo se les persigue con el chicote de una formalidad que los incapacita al romper su ciclo de capitalización, dado el costo de las regulaciones actuales.

Sin embargo, para masificarla rápida creación de empresas tecnológicas se necesita algo más: aceleradores. Esto se refiere a las universidades, responsables de la educación y la capacitación de los futuros emprendedores y empresarios, líderes innovadores, para que estén aptos y puedan aprovechar estas nuevas oportunidades de la globalización, que nuestro nuevo mundo pone a su disposición. Lampadia




La caída de nuestros líderes es una tragedia

La caída de nuestros líderes es una tragedia

Ya es un lugar común considerar que los ciudadanos hemos perdido confianza en la política y sus representantes. También sabemos que este fenómeno va más allá del Perú, es un sentimiento global. Pero tal vez no hemos visto la profundidad a la que se ha llegado después de la última crisis financiera mundial. En nuestro reciente artículo: Generación Y: ¿Aliado o enemigo? – Una visión (disruptiva) del futuro hemos mostrado que, según el UBS, el 52% de los jóvenes norteamericanos de 21 a 36 años mantienen sus ahorros fuera del sistema financiero, a diferencia de los mayores que lo hacen en 23% (una desintermediación financiera inimaginable).

Estos jóvenes de la llamada generación Y o Millenials (nacidos después de 1980), tienen una nueva visión de las cosas, son tecnológicos, innovadores, globales. Tienen una noción diferente del mundo, no segmentada por límites territoriales o culturales, forman parte de un solo espacio, comparten los mismos problemas y preocupaciones. Su desencanto va más allá de la política, incluye a los bancos, los reguladores y las empresas privadas. Desconfían de las  entidades públicas y privadas.

Por otro lado están muy capacitados, son individualistas, confían en sí mismos, no le corren al riesgo ni al cambio. Su desilusión y crítica contra casi todos los líderes actuales, los convierte en una generación huérfana.

De alguna manera la humanidad, especialmente en occidente, desde sus juventudes, estaría perdiendo la esperanza y el respeto por los “viejos de la tribu”, por el establishment, que sienten que les han fallado e interrumpido sus expectativas de un mundo mejor.

Un triste ejemplo de la devaluación de los líderes globales es lo acontecido con el más importante líder aparecido en el siglo XXI, Barak Obama, que en solo 5 años ha pasado de la gloria al  desencanto.

Seguramente todos recordamos la noche del 4 de noviembre del 2008, en la cual todo el planeta, jóvenes y viejos, latinos y africanos, americanos, europeos y asiáticos, humedecimos nuestros ojos en una suerte de fiesta global, por el éxito de un hombre común, más común que los demás, un afroamericano de origen humilde había llegado al cargo de mayor poder en el mundo, demostrando con su lema “YES WE CAN”, que sí se podía. Haciéndonos soñar que el mundo estaba a nuestros pies si queríamos hacer el esfuerzo. Era como un nuevo amanecer.

Llegó a la Casa Blanca en olor de multitud, feliz y optimista, aplaudido y alabado por impresionantes multitudes, que prácticamente daban su vida por él.

En el 2008 fue elegido “Hombre el Año” por la revista Time y en el 2009 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz.

Desde entonces, se ha dado de porrazos con la dura realidad y, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, va perdiendo una batalla tras otra. Poco a poco ha debilitado su influencia como líder global y, hasta sus amenazas (Siria), perdieron contenido.

En noviembre del 2013, la prestigiosa (y nada amarilla revista británica) The Economist, lo sacó en su portada en una situación, bastante embarazosa:

Obama había perdido sus maravillosos poderes y ya no era la esperanza de cambio ni de liderazgo. Peor aún, el 2 de julio de este año 2014 The Washington Times, publicó una nota que lo califica como el peor presidente norteamericano desde la Segunda Guerra Mundial.

En resumen, una caída rapidísima hasta un lugar que da pena por Obama, una persona llena de buenas intenciones, pero como sabemos hace mucho tiempo, las buenas intenciones no son suficientes.

De esta triste experiencia debemos sacar algunas valiosas conclusiones: primero, tomar nota de la velocidad a la que todo  puede cambiar, ya sea por hechos objetivos o por imágenes y, segundo, el choque entre expectativas y realidades, la intolerancia y exigencia de la sociedad, que no está dispuesta a retroceder o a dejar de avanzar, según sea el caso del país en cuestión (por ejemplo: Estados Unidos o Brasil).

Necesitamos reconstruir la confianza de los jóvenes en las instituciones y en nuestros líderes. Felizmente hoy tenemos algunas esperanzas: Malala Yousafzai, una niña afgana de 16 años, que fue herida por los talibanes por defender el derecho a la educación de las niñas en su país, logró recuperarse y hoy es una lideresa que llegó hasta las Naciones Unidas. En Latinoamérica tenemos a María Corina Machado, la valiente venezolana que Lampadia pidió se le nombrara: “Diputada Honoraria de América Latina”.

Queridos lectores, esto no es algo trivial, nuestros jóvenes no pueden tener un vacío por delante, sin saber a quién seguir o en quién creer, y sin confiar en las instituciones que hoy (consideran) no están a la altura de sus expectativas.

Nos toca a los mayores, acercarnos a los jóvenes y aprovechar sus capacidades para recuperar los espacios de confianza, sin los que nuestras sociedades devienen en precarias. ¡Manos a la Obra! Lampadia




Votación “fraudelectrónica”: ¿Buena para quién?

Votación “fraudelectrónica”: ¿Buena para quién?

El proyecto de voto electrónico que impulsa la ONPE es un peligro para la democracia. Así lo hemos afirmado y sustentado en un artículo reciente (No al voto electrónico). Franjo Kurtovic, un especialista en asuntos electrónicos, reflexiona sobre esta auténtica amenaza que puede atentar contra la voluntad popular.

Por: Franjo Kurtovic

Entre las modalidades de voto electrónico, tenemos la votación por internet, la votación electrónica directa (o grabación directa del voto) y la lectura electrónica de balotas físicas (con escáner óptico o de lectura magnética). El concepto de Votación electrónica es diferente al de cómputo electrónico que está referido al soporte informático que apoya el proceso de elecciones. Todas estas, ayudan al conteo rápido y a tener resultados en menor tiempo y ciertamente todas ellas están muy bien promovidas por las corporaciones que venden equipos informáticos.

El voto electrónico directo (DREV) se ha intentado utilizar, -promovido por la industria de equipos informáticos- desde finales de los 90 en diferentes países. El DREV se hace justificable principalmente para casos de discapacitados, pero lo cierto es que ha tenido muchos problemas y errores en las casi dos décadas de pruebas en diferentes países del orbe. Los principales son la falta de confianza que genera sobre todo por la dificultad para la universalidad de la transparencia y auditabilidad.

Es sencillo y entendible para cualquier ciudadano -miembro de mesa o personero- que valide y certifique el conteo desde un medio físico, pero no es nada fácil para un ciudadano de a pie validar el sistema de conteo y votación de un sistema computacional. Además de ser fácilmente manipulable, genera miedos, -a veces bien fundados como en el caso de Venezuela-, sobre la posibilidad de vincular al ciudadano con su voto, y esto se presta para una serie de manipulaciones políticas y manipulación psicológica del ciudadano votante que pueden alterar la voluntad  en favor del gobernante manipulador.

Las palabras claves en una votación son CONFIANZA, CREDIBILIDAD, TRANSPARENCIA y no IDENTIFICABILIDAD, que son conceptos que le faltan al voto electrónico directo.

En 30 países se ha experimentado el DREV, sin embargo, actualmente, para elecciones nacionales y en forma total solo es utilizado en 3 países: Brasil (con múltiples cuestionamientos y actualmente pretenden cambiar la ley electoral para registrar la huella dactilar del votante pero con ello irían a la identificación ineludible del voto por votante), India y Venezuela, en todos ellos las votaciones han tenido muy serios cuestionamientos.

En 14 países es utilizado parcialmente: México, Francia, Bélgica, Nepal, Bangladesh, Bután, Japón, Rusia, Mongolia, Indonesia, Ecuador, Argentina y Perú. En muchos de ellos a nivel de piloto.  En el caso de los Estados Unidos es relevante mencionar que se viene retirando después de los problemas en las últimas elecciones, el 36% de los electores utilizaron algún mecanismo de DREV mientras más del 60% utilizaron balotas físicas impresas. En Europa se llegó a utilizar en 8 países pero en 6 de ellos se ha retornado al voto en papel.

Pero lo realmente importante de este tipo de votación es que por los serios problemas que ha tenido, por la posibilidad de fraude y la dificultad de su control, se ha proscrito de la mayoría de aquellos países donde se hicieron pilotos o se utilizara: Australia,  Holanda, Irlanda (luego de haberse incluso comprado equipos por más de US$ 100 MM), Portugal, Italia, Finlandia (se usó por primera vez hace 7 años pero se anularon elecciones por problemas de diferencia confirmados), Costa Rica, Noruega, Guatemala, Kazajistán (luego de haberse usado por más de 9 años se prohibió su uso por problemas técnicos y falta de credibilidad) y en Alemania, donde se lo ha prohibido judicial y constitucionalmente.

Pero lo realmente preocupante es que, mientras en países avanzados ya no se utiliza más en Latinoamérica y otros países en vías de desarrollo están en auge, liderados por aquellos con frágil democracia. En nuestra región un defensor de esta alternativa es la ONPE (www.voto-electronico.org/ ) siguiendo a Brasil y Venezuela… ¡Qué peligroso!

Fuentes:




Fin de la democracia en Latinoamérica

Fin de la democracia en Latinoamérica

Los gobiernos latinoamericanos acaban de cometer un suicidio político al suscribir la declaración de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe realizada en La Habana durante el 28 y 29 de enero último. En el primer punto de este documento, renuncian a la defensa de la democracia y la condena del totalitarismo al señalar: “Reiteramos que la unidad y la integración de nuestra región debe construirse gradualmente, con flexibilidad, con respeto al pluralismo, a la diversidad y al derecho soberano de cada uno de nuestros pueblos para escoger su forma de organización política y económica”.

Solo faltaron los cencerros para la comparsa latinoamericana dirigida por Cuba

De esta forma, se avala al régimen autoritario con que los  hermanos Castro oprimen al pueblo cubano y, las maniobras abiertamente antidemocráticas que emplean los gobiernos chavistas de la región.

Esta flagrante abdicación fue expresada más claramente aún en la Proclama que declara a América Latina y el Caribe como “Zona de Paz”. En el acápite cinco irresponsablemente se señala: “El compromiso de los Estados de la América Latina y el Caribe de respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones”.

Los pueblos de América Latina quedan expuestos a cualquier intentona que cercene las libertades no solo políticas sino también económicas. No se entiende como los presidentes democráticos han sido sometidos por caudillos como los hermanos Castro o el presidente venezolano Nicolás Maduro, que son responsables de llevar a sus países al desastre económico, amén de impedir que los ciudadanos ejerzan su voluntad abiertamente.

Con esta declaración el CELAC se quita la careta y se evidencia que la exclusión de EEUU y Canadá era para facilitar una manipulación del compadrazgo latinoamericano en favor de la oprobiosa dictadura cubana y de los arrestos antidemocráticos que promueven los países del Alba.

El respaldo al régimen cubano es inentendible, si se toma en cuenta que todas las naciones del continente se adhirieron a la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA). 

Este documento clave que es mandatorio y firme en la defensa de los principios democráticos, se define con claridad la obligación de los gobiernos a defender este tipo de régimen: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.

Para que no quede dudas, en el artículo dos se define como se entiende el ejercicio democrático: “El ejercicio efectivo de la democracia representativa es la base del estado de derecho y los regímenes constitucionales de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos. La democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional”.

Dado que los gobiernos latinoamericanos, al suscribir el acuerdo del CELAC, han traicionado estos principios, a los demócratas del continente nos asiste la obligación de exigir el retiro denuestros países de esta organización que atenta contra las libertades ciudadanas, debilita la democracia en la región y apoya abiertamente a las dictaduras.  Lampadia




Sin democracia, no hay control ciudadano

Sin democracia, no hay control ciudadano

El Gobierno Chino reaccionó bloqueando las páginas web de los diarios que divulgaron una investigación en la que se comprobaría que miembros de la élite del Partido Comunista (PC) mantenían cuentas secretas en paraísos fiscales. De esta forma, como sostiene El País de España, uno de los periódicos que junto a Le Monde y The Guardian, dio a conocer estos hechos: “la retórica de la lucha contra la corrupción, la promoción de una mayor transparencia y la intención de perseguir el enriquecimiento ilícito de las élites proclamadas por el presidente chino, Xi Jinping, desde que accedió al cargo en marzo de 2013, quedaron ayer en entredicho”.

Esta pues no parece ser la mejor respuesta al escándalo que sacude al PC chino, pero era de esperarse. De la misma manera actuó el gobierno cuando The New York Times y la agencia de noticias Bloomberg, publicaron informes similares en los que se detallaban las cuantiosas fortunas que acumulan parientes de algunos altos dirigentes chinos.

Las últimas investigaciones realizadas a partir de “una base de datos filtrada al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés), demuestra que al menos 13 parientes de altos dirigentes activos, jubilados o fallecidos —incluidos los hijos de los ex primeros ministros Wen Jiabao y Li Peng—, así como 16 grandes empresarios y conglomerados estatales constituyeron empresas en refugios fiscales, principalmente en las Islas Vírgenes Británicas, con propósitos ´non sanctos´.

En suma, una gran corrupción en las altas esferas del Gobierno y el Partido Comunista Chino. Un hecho previsible, dado la escasa transparencia con la que se hacen las cosas en el gigante asiático. Los éxitos económicos son más que evidentes, pero estos no han venido acompañados aún, de una reforma que institucionalice y democratice al país.

El control sobre la economía y los negocios que realiza el partido único (comunista), facilita la corrupción. Los controles ciudadanos, no existen. No hay prensa, no hay instituciones judiciales independientes a las que recurrir, ni mucho menos entidades que fiscalicen la labor de los gobernantes. La rígida estratificación del Partido y el Estado (que funcionan casi como un mismo cuerpo), impide que se revelen este tipo de actos. La inexistencia de oposición lo mismo.

La democracia, como se sabe es mucho más que elecciones y partidos. Es más bien, un sistema que permite el control ciudadano sobre los gobernantes, a los cuales se les puede exigir responsabilidad y honestidad. En caso que de los gobernantes incumplan con esas reglas, no solo se los puede deponer, sino que incluso juzgar y castigar con todo el peso de la Ley. Estesistema, como es obvio, está completamente ausente en la China actual.

Al parecer, sin embargo, existe el convencimiento de que algo tiene que cambiarse al respecto. El uso de internet y otros mecanismos de información alternativos, han elevado “las quejas y sospechas sobre la riqueza de la nobleza roja están extendidas entre la población, pero los detalles sobre sus actividades, especialmente de quienes están en los niveles más altos del PC, permanecen ocultos”. Es por eso que el flamante presidente chino Xi Jinping ha declarado que la lucha contra la corrupción será crucial durante su mandato.

Aunque es difícil que haya modificaciones pronto, estos destapes pueden estar contribuyendo a una mayor institucionalización y se espera una democratización de los sistemas más cerrados y jerarquizados del mundo. De una u otra forma, los beneficios del libre mercado, estarían generando una presión para que el gigante asiático y mundial se democratice.