La predominancia de China en el mundo actual es innegable, pero la incógnita ahora es si el Occidente podrá acomodarse a esta nueva situación. Hace poco, The Economist planteó este problema afirmando que “la rivalidad entre China y Estados Unidos se ha convertido en inevitable”, y dependerá de los diplomáticos en poder garantizar que no se llegue a una confrontación.
Argumenta que a pesar de existir escasa evidencia para apoyar la idea que China este buscando una confrontación, los deseos de China tienen una dimensión histórica, incluso emocional. Esto podría explicar una reciente serie de beligerancias. “China ha desplegado barcos y aviones para disputar el control de Japón de las islas en el Mar Oriental de China, ha tomado arrecifes reivindicados por las Filipinas en el Mar Meridional de China y ha trasladado una plataforma petrolera en la zona económica exclusiva de Vietnam. Todo esto ha creado alarma en la región. Algunos estrategas dicen que Estados Unidos solo podrá mantener la paz si se mantiene firme frente al expansionismo chino. Otros instan a los Estados Unidos a compartir el poder en el Este de Asia antes que las rivalidades conduzcan a un desastre.”
Una situación como esta, con el peligro que podría presentar, no puede ser ignorada por Estados Unidos. “Negar la realidad del poder creciente de China sólo alentaría a China a rechazar el mundo tal como es. Por el contrario, si China puede prosperar dentro del sistema, lo reforzaría”, afirma The Economist.
Esta problemática fue planteada y analizada hace algunos años por Kishore Mahbubani, ex Embajador de Singapur en las Naciones Unidas y actual Decano del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur, en su libro “El nuevo hemisferio asiático: el irresistible desplazamiento del poder global hacia el Este”. (Ver en L: Conferencia Magistral de Kishore Mahbubani).
Mahbubani agrega una nueva perspectiva, la aparente falta de voluntad del Occidente a renunciar a la dominación mundial y compartir el poder con el Asia. Según él, los líderes estadounidenses y europeos no pueden aceptar que el orden mundial pudiese mejorar sinsu supremacía. El resultado es una creciente brecha.
Él plantea una visión estratégica para que occidente comparta el poder con Asia. Propone que ha llegado el momento de reestructurar el orden mundial. Esto sólo podrá lograrse si el Occidente comparte algunos de los instrumentos de gobernanza mundial con las grandes potencias de Asia. A cambio, los países asiáticos, principalmente China,deberán asumir algunas de las pesadas cargas necesarias para mantener el orden mundial. La reforma del Consejo de Seguridadde la ONU es fundamental. Afirma que “el Consejo de Seguridad debe reflejar preferentemente las grandes potencias de 2045, no las de 1945”.
Por otra parte, los asiáticos deberán poder ser candidatos para dirigir el FMI y el Banco Mundial, posiciones quehan sido ocupadas exclusivamente por estadounidenses y europeos.Un desequilibrio en la distribución del poder en las instituciones globales (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o las Naciones Unidas) que no refleje el mundo moderno sólo debilitaría a estas organizaciones. (Ver en L: El Mundo carece de una Gobernanza Global para el Siglo XXI – La globalización económica y social, no se expresa en lo político).Si no permiten modificaciones en el poder en base a las circunstancias cambiantes, las potencias emergentes como China e India establecerán sus propios sistemas y sus propias reglas.
Según The Economist, China está empezando a incorporarse a la diplomacia mundial. Es el mayor contribuyente en las misiones de mantenimiento de la paz entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y participa en patrullas contra la piratería en el Cuerno de África. En algunas áreas de China se está trabajando arduamente para reducir su huella ambiental, por ejemplo a través de grandes proyectos de forestación y tecnologías de carbón limpio. Es un inicio, pero falta mucho por lograr.
Mahbubani reconoce las dificultades, pero sostiene que Occidente debe tener el valor para hacer concesiones. Un cambio de rumbo para las organizaciones mundiales, haciendo espacio para nuevas potencias, requiere coraje político de los dirigentes nacionales. “Tenemos que desarrollar instituciones y normas para gestionar el mundo en su conjunto, instituciones y normas que reflejen los deseos e intereses de los 6.5 mil millones de habitantes,” insta Mahbubani.
El mundo podría beneficiarse no solo siguiendo los ideales del Occidente, sino también adoptando el pragmatismo, paciencia y cooperación mostrada por líderes como Deng Xiaoping, a quien Mahbubani describe como el “mayor pragmatista en la historia del Asia.”
Lamentablemente, los acontecimientos internacionales están yendo en una dirección de confrontación y destrucción de puentes. Rusia ha regresado a su expansionismo imperial y, China, ha perdido una gran oportunidad de generar confianza en el resto del mundo al enfrentar las exigencias de una mayor democracia en Hong Kong.
Mientras tanto, en los aspectos económicos, China ha sido y será crucial para el progreso de los países emergentes y hoy, no solo es el mayor socio comercial de muchos países, como en nuestro caso, sino también uno de los mayores inversionistas internacionales. Hasta ahora se expresan muchas desconfianzas con la presencia de China y dejamos de evaluar las oportunidades que también representa. En diciembre del 2013, entrevistamos a José Sam, ver “Inversiones chinas potencian desarrollo del Perú”,(Primera Parte) y (Segunda Parte).
Una eventual estrategia más realista de occidente para compartir el poder, es uno de los grandes retosdel mundo actual. Ello se hace más urgente e inteligente hoy que Rusia, capturada por el despotismo de Putin,desafía todas las convenciones internacionales y desarrolla sus abusivos designios sin limitaciones. Afortunadamente, estamos viendo el desarrollo de un nuevo liderazgo en la India bajo su carismático y revolucionario Primer Ministro Nerandra Modi, que va a balancear la geopolítica global. Lampadia.