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La educación en tiempos del coronavirus

La educación en tiempos del coronavirus

Elaborado por Proesmin SAC
Leopoldo Monzón Ugarriza

Investigación
Massiel Chacaltana Carrillo
Flavia Monzón Tamayo
Para Lampadia

El cierre nacional de las instituciones educativas debido al COVID-19 está causando una interrupción importante -y desigual- en el aprendizaje de los estudiantes. El gobierno central ha implementado medidas para minimizar las interrupciones generadas por el virus, sin embargo, aún no considera esta situación como una oportunidad para reinventar el actual sistema de educación.  Por primera vez en años, se deben poner las necesidades de los estudiantes y los espacios en los que conviven para brindarles una educación acorde a las características territoriales.

PROESMIN elaboró una línea base de la situación educativa actual en el Perú, con la cual se obtuvieron los siguientes resultados[1]:

  • Población proyectada en edad escolar es de 8.5 millones de habitantes en edad escolar al 2020, de los cuales 3 millones se encuentran en situación de pobreza. De acuerdo a estudios realizados, el Perú es uno de los países con niveles más bajos de desarrollo en Latinoamérica, considerando a la zona selvática entre los más bajos a nivel mundial
  • El 25% de la población no termina la educación secundaria lo cual genera una disminución de oportunidades de desarrollo en cara al futuro
  • El atraso escolar es del 30% en el sector rural y 20% en el urbano marginal 
  • En las evaluaciones efectuadas a nivel nacional, el 50% de los profesores estuvo por debajo del promedio requerido.
  • La educación es impartida sin considerar el espacio geográfico y la vocación territorial de donde habita el beneficiario
  • En la mayoría de casos no hay una educación políglota, lo que genera dificultad de entendimiento de las enseñanzas impartidas
  • El 60% de la infraestructura escolar a nivel nacional es precaria
  • La anemia y la desnutrición atacan al 30% de los niños en edad escolar
  • El 40% de los hogares de niños en edad escolar en las regiones sierra y selva, no cuentan con agua y/o desagüe
  • El 30% de la población escolar sufre de enfermedades respiratorias agudas, por lo que se encuentran vulnerables y en amenaza constante de contagio del COVID-19
  • Los estudiantes de zonas rurales, tardan en promedio 2.5 horas para trasladarse a sus centros educativos
  • El 70% de los estudiantes en situación de pobreza no reciben atención médica adecuada
  • El 50% de las zonas más pobres del país no cuenta con energía eléctrica, por lo tanto, la conectividad y tecnología adecuada es muchas veces inalcanzable

La situación con la que convivimos actualmente nos obliga a llevar adelante mecanismos de educación virtual y con ello, planear todo de manera diferente. En este contexto, presentamos un conjunto de ideas y medidas que son aplicables de manera inmediata y que ayudará a cambiar la situación actual y a optimizar los mecanismos de enseñanzas actualmente impartidos:

1. PROESMIN cuenta con la siguiente información actualizada por distritos: población escolar matriculada por grados, cantidad de docentes trabajando, número de centros educativos, cantidad de pobladores que no recibe educación, déficit o superávit de docentes por grados. Todo lo mencionado ha sido sectorizado por niveles socio económicos; con lo expresado se puede conocer con bastante aproximación la oferta y demanda por grados de instrucción en todo el País.

Mapa1: Ejemplo distrito de Maynas

2. Conocida la oferta y demanda escogeremos, dentro de la inmensa gama existente, contenidos de educación a distancia, educación virtual y educación en línea por cada grado y prepararemos un resumen de conocimientos básicos. Asimismo, para el ámbito rural se deberá definir la vocación del territorio y poner énfasis en las actividades sociales y productivas que se desarrollan las cuales deberán estar alineadas con los contenidos educativos y con las facilidades actuales de tecnología. A continuación, se explica las propuestas de capacitación por los tipos de educación mencionados[2]:

Fuente: Instituto Peruano de Economía, 2017 – MINEDU

Educación a distancia la cual se afianzará principalmente en materiales físicos que la institución educativa central en cada distrito entregará al alumno por cada grado, pueden ser separatas, libros, o material multimedia a través de CD, USB y otros. Estos materiales se entregan directamente en cada vivienda. En este tipo de formación la comunicación con el profesor o tutor será por correo electrónico, carta o incluso por la vía telefónica si fuese posible; con esto el alumno podrá estudiar en cualquier momento sin la necesidad de contar con herramientas tecnológicas complejas o conexión de internet.

Educación virtual, supondrá el uso e intercambio de información entre docente y alumnos de manera virtual, ya sea por correo electrónico o plataformas especialmente creadas para tal fin. A través de dichas plataformas, los alumnos pueden revisar y descargar los materiales de clase, subir trabajos o asignaciones e incluso trabajar de manera colaborativa con sus compañeros de clase, es decir, el alumno no necesariamente puede coincidir en tiempo ni espacio virtual con el docente o compañeros para el desarrollo de sus actividades.

La Educación en línea, la cual toma como base la educación virtual, pero le añade un ingrediente: el tiempo real. A través de este elemento, el alumno es capaz de asistir a clases en vivo o reuniones de estudio donde coincide con sus compañeros de clase.

Para lograr esto, la institución educativa central de cada distrito del Perú contará con la plataforma tecnológica adecuada que le permita a sus docentes y alumnos realizar todas estas tareas. La idea es instalar 2 mil centros en donde especialistas y profesores se capaciten y preparen el material adecuado, con las medidas de seguridad sanitaria requeridas, en la manera de impartir conocimiento tanto para las zonas urbanas marginales y rurales, a través de las modalidades descritas con capacitadores experimentados.

De igual manera, será necesario contratar profesores relacionados con actividades económicas como la agricultura, minería, construcción, acuicultura, entre otros. Las clases impartidas serán de dominio público y accesibles en cualquier momento. Los padres de familia podrán conocer cómo están siendo educados y evaluados sus hijos en base a los resultados obtenidos por las evaluaciones que se aplicaran.

Fuente: Casa de la literatura

3. Se deberá dotar a la población vulnerable y en situación de pobreza la siguiente infraestructura mínima para las clases descritas:

  • Energía eléctrica renovable con muy bajo costo de operación y mantenimiento
  • Conexión a internet
  • Computador personal o tabletas electrónicas por familia con los contenidos previamente cargados y los programas de acceso a clases virtuales
  • El contenido de las clases por impartir en los respectivos idiomas nativos de acuerdo al ámbito

4. Se propone realizar un programa didáctico llamado “Hazlo tú mismo”, en el cual se capacitará vía online a cada familia de los estudiantes ubicada en el ámbito rural en actividades como:

  • Sistemas de agua y desagüe (instalación y preparación de biodigestores)
  • Sistemas de riego de micro parcelas
  • Siembra para seguridad alimentaria
  • Asistencia para el acceso a programas de telemedicina rural

Esta propuesta será complementada con asistencia directa de técnicos expertos, quienes realizaran visitas periódicas cumpliendo con las medidas de seguridad necesarias impuestas por el Gobierno. Finalmente proponemos la integración de todas las propuestas señaladas en una plataforma llamada “Programa de Educación para Todos”. Para acceder a la misma solo será necesario inscribirse y de esta manera se podrá obtener la ubicación exacta del beneficiario, la cual será georreferenciada y de esta manera se podrá brindar contenido oportuno y productivo para su formación.

La inversión será del orden S/ 3,200 MM, que comprende la compra equipos de cómputo, tabletas electrónicas, instalación de equipos para el acceso gratuito a internet a nivel nacional, provisión de energía fotovoltaica para zonas que no poseen el recurso eléctrico o tienen dificultades con el mismo, material educativo y capacitación. La inversión para la creación de la plataforma de integración “Programa de Educación para Todos” y el programa “Hazlo tú mismo” es de S/ 1,000 MM.

Lampadia

[1] Las fuentes de las cuales se obtuvieron información estadística son MINEDU, INEI,2017 y UNICEF, 2018

[2] Se tomo como fuente base el artículo publicado por Milagro Quispe (UNMSM)




Yuval Noah Harari: el mundo después de coronavirus

Yuval Noah Harari: el mundo después de coronavirus

Financial Times
20 de marzo de 2020
Yuval Noah Harari

La humanidad ahora se enfrenta a una crisis global.  Quizás la mayor crisis de nuestra generación.  Las decisiones que las personas y los gobiernos tomen en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo en los próximos años.  Darán forma no solo a nuestros sistemas de salud, sino también a nuestra economía, política y cultura.  Debemos actuar rápida y decisivamente.  También debemos tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones.  Al elegir entre alternativas, debemos preguntarnos no solo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué tipo de mundo habitaremos una vez que pase la tormenta.  Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la mayoría de nosotros aún viviremos, pero habitaremos en un mundo diferente.

Muchas medidas de emergencia a corto plazo se convertirán en un elemento vital.  Esa es la naturaleza de las emergencias.  Avanzan rápidamente los procesos históricos.  Las decisiones que en tiempos normales podrían llevar años de deliberación se aprueban en cuestión de horas.  Las tecnologías inmaduras e incluso peligrosas se ponen en servicio porque los riesgos de no hacer nada son mayores.  Países enteros sirven como conejillos de indias en experimentos sociales a gran escala.  ¿Qué sucede cuando todos trabajan desde casa y se comunican solo a distancia?  ¿Qué sucede cuando escuelas y universidades enteras se conectan?  En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y las juntas educativas nunca aceptarían realizar tales experimentos.  Pero estos no son tiempos normales.

En este momento de crisis, enfrentamos dos opciones particularmente importantes.  El primero es entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano.  El segundo es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.

Vigilancia bajo la piel

Para detener la epidemia, poblaciones enteras deben cumplir con ciertas pautas.  Hay dos formas principales de lograr esto.  Un método es que el gobierno monitoree a las personas y castigue a quienes infringen las reglas.  Hoy, por primera vez en la historia humana, la tecnología hace posible monitorear a todos todo el tiempo.  Hace cincuenta años, la KGB no podía seguir a 240 millones de ciudadanos soviéticos las 24 horas del día, ni podía esperar procesar efectivamente toda la información reunida.  La KGB dependía de agentes y analistas humanos, y simplemente no podía ubicar a un agente humano para seguir a todos los ciudadanos.  Pero ahora los gobiernos pueden confiar en sensores ubicuos y algoritmos poderosos en lugar de fantasmas de carne y hueso.

En su batalla contra la epidemia de coronavirus, varios gobiernos ya han implementado las nuevas herramientas de vigilancia.  El caso más notable es China.  Al monitorear de cerca los teléfonos inteligentes de las personas, hacer uso de cientos de millones de cámaras que reconocen la cara y obligar a las personas a verificar e informar sobre su temperatura corporal y condición médica, las autoridades chinas no solo pueden identificar rápidamente portadores sospechosos de coronavirus, sino también rastrear sus movimientos y Identificar a cualquiera con quien hayan entrado en contacto.  Una variedad de aplicaciones móviles advierte a los ciudadanos sobre su proximidad a los pacientes infectados.

Este tipo de tecnología no se limita al este de Asia.  El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recientemente autorizó a la Agencia de Seguridad de Israel a desplegar tecnología de vigilancia normalmente reservada para combatir terroristas para rastrear a pacientes con coronavirus.  Cuando el subcomité parlamentario pertinente se negó a autorizar la medida, Netanyahu la aplicó con un “decreto de emergencia”.

Podría argumentar que no hay nada nuevo en todo esto.  En los últimos años, tanto los gobiernos como las corporaciones han estado utilizando tecnologías cada vez más sofisticadas para rastrear, monitorear y manipular a las personas.  Sin embargo, si no tenemos cuidado, la epidemia podría marcar un hito importante en la historia de la vigilancia.  No solo porque podría normalizar el despliegue de herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han rechazado, sino aún más porque significa una transición dramática de la vigilancia “sobre la piel” a “bajo la piel”.

Hasta ahora, cuando su dedo tocaba la pantalla de su teléfono inteligente y hacía clic en un enlace, el gobierno quería saber exactamente en qué estaba haciendo clic.  Pero con el coronavirus, el foco de interés cambia.  Ahora el gobierno quiere saber la temperatura de su dedo y la presión arterial debajo de su piel.

El pudin de emergencia

Uno de los problemas que enfrentamos al determinar dónde estamos parados en la vigilancia es que ninguno de nosotros sabe exactamente cómo estamos siendo vigilados y lo que pueden traer los próximos años.  La tecnología de vigilancia se está desarrollando a una velocidad vertiginosa, y lo que parecía ciencia ficción hace 10 años son hoy viejas noticias.  Como experimento mental, considere un gobierno hipotético que exige que cada ciudadano use un brazalete biométrico que monitorea la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca las 24 horas del día.  Los datos resultantes son atesorados y analizados por algoritmos gubernamentales.  Los algoritmos sabrán que estás enfermo incluso antes de que lo sepas, y también sabrán dónde has estado y a quién has conocido.  Las cadenas de infección podrían acortarse drásticamente e incluso cortarse por completo.  Tal sistema podría detener la epidemia en cuestión de días.  Suena maravilloso, ¿verdad?

La desventaja es, por supuesto, que esto le daría legitimidad a un nuevo y aterrador sistema de vigilancia.  Si sabe, por ejemplo, que hice clic en un enlace de Fox News en lugar de un enlace de CNN, eso puede enseñarle algo sobre mis puntos de vista políticos y tal vez incluso mi personalidad.  Pero si puede controlar lo que sucede con la temperatura de mi cuerpo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca mientras veo el video clip, puede aprender qué me hace reír, qué me hace llorar y qué me pone realmente, muy enojado.

Es crucial recordar que la ira, la alegría, el aburrimiento y el amor son fenómenos biológicos al igual que la fiebre y la tos.  La misma tecnología que identifica la tos también podría identificar las risas.  Si las corporaciones y los gobiernos comienzan a recolectar nuestros datos biométricos en masa, pueden llegar a conocernos mucho mejor que nosotros mismos, y no solo pueden predecir nuestros sentimientos, sino también manipularlos y vendernos lo que quieran, ya sea un producto o un político.  El monitoreo biométrico haría que las tácticas de piratería de datos de Cambridge Analytica parecieran algo de la Edad de Piedra.  Imagine a Corea del Norte en 2030, cuando cada ciudadano tiene que usar un brazalete biométrico las 24 horas del día.  Si escuchas un discurso del Gran Líder y el brazalete recoge los signos reveladores de ira, estás listo.

Podría, por supuesto, defender la vigilancia biométrica como una medida temporal tomada durante un estado de emergencia.  Se iría una vez que termine la emergencia.  Pero las medidas temporales tienen el desagradable hábito de sobrevivir a las emergencias, especialmente porque siempre hay una nueva emergencia al acecho en el horizonte.  Mi país de origen, Israel, por ejemplo, declaró un estado de emergencia durante su Guerra de Independencia de 1948, lo que justificó una serie de medidas temporales, desde la censura de la prensa y la confiscación de tierras hasta regulaciones especiales para hacer budines (no es broma).  La Guerra de la Independencia se ganó hace mucho tiempo, pero Israel nunca declaró que la emergencia había terminado y no había abolido muchas de las medidas “temporales” de 1948 (el decreto de pudín de emergencia fue abolida misericordiosamente en 2011).

Incluso cuando las infecciones por coronavirus se reducen a cero, algunos gobiernos hambrientos de datos podrían argumentar que necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica en su lugar porque temen una segunda ola de coronavirus, o porque hay una nueva cepa de Ébola en África central, o porque…  ¿entiendes la idea?  Se ha librado una gran batalla en los últimos años por nuestra privacidad.  La crisis del coronavirus podría ser el punto de inflexión de la batalla.  Para cuando las personas tienen la opción de elegir entre privacidad y salud, generalmente elegirán la salud.

La policía de jabón

Pedirle a la gente que elija entre privacidad y salud es, de hecho, la raíz del problema.  Porque esta es una elección falsa.  Podemos y debemos disfrutar tanto de la privacidad como de la salud.  Podemos elegir proteger nuestra salud y detener la epidemia de coronavirus no instituyendo regímenes de vigilancia totalitaria, sino empoderando a los ciudadanos.  En las últimas semanas, Corea del Sur, Taiwán y Singapur organizaron algunos de los esfuerzos más exitosos para contener la epidemia de coronavirus.  Si bien estos países han utilizado algunas aplicaciones de seguimiento, se han basado mucho más en pruebas exhaustivas, en informes honestos y en la cooperación voluntaria de un público bien informado.

El monitoreo centralizado y los castigos severos no son la única forma de hacer que las personas cumplan con pautas beneficiosas.  Cuando a las personas se les informan los hechos científicos, y cuando las personas confían en las autoridades públicas para contarles estos hechos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto incluso sin un Gran Hermano que vigile sobre sus hombros.  Una población motivada y bien informada suele ser mucho más poderosa y efectiva que una población ignorante y vigilada.

Considere, por ejemplo, lavarse las manos con jabón.  Este ha sido uno de los mayores avances en la higiene humana.  Esta simple acción salva millones de vidas cada año.  Si bien lo damos por sentado, solo en el siglo XIX los científicos descubrieron la importancia de lavarse las manos con jabón.  Anteriormente, incluso los médicos y enfermeras procedían de una operación quirúrgica a la siguiente sin lavarse las manos.  Hoy, miles de millones de personas se lavan las manos todos los días, no porque le tengan miedo a la policía del jabón, sino porque entienden los hechos.  Me lavo las manos con jabón porque he oído hablar de virus y bacterias, entiendo que estos pequeños organismos causan enfermedades y sé que el jabón puede eliminarlos.

Pero para lograr ese nivel de cumplimiento y cooperación, necesita confianza.  La gente necesita confiar en la ciencia, confiar en las autoridades públicas y confiar en los medios de comunicación.  En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado deliberadamente la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios de comunicación.  Ahora, estos mismos políticos irresponsables podrían verse tentados a tomar el camino al autoritarismo, argumentando que simplemente no se puede confiar en que el público haga lo correcto.

Normalmente, la confianza que se ha erosionado durante años no se puede reconstruir de la noche a la mañana.  Pero estos no son tiempos normales.  En un momento de crisis, las mentes también pueden cambiar rápidamente.  Puede tener discusiones amargas con sus hermanos durante años, pero cuando ocurre alguna emergencia, de repente descubre un depósito oculto de confianza y amistad, y se apresura a ayudarse mutuamente.  En lugar de construir un régimen de vigilancia, no es demasiado tarde para reconstruir la confianza de las personas en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación.  Definitivamente deberíamos hacer uso de las nuevas tecnologías también, pero estas tecnologías deberían empoderar a los ciudadanos.  Estoy totalmente a favor de controlar la temperatura de mi cuerpo y mi presión arterial, pero esos datos no deberían usarse para crear un gobierno todopoderoso.  Más bien, esos datos deberían permitirme tomar decisiones personales más informadas y también responsabilizar al gobierno por sus decisiones.

Si pudiera rastrear mi propia condición médica las 24 horas del día, aprendería no solo si me he convertido en un peligro para la salud de otras personas, sino también qué hábitos contribuyen a mi salud.  Y si pudiera acceder y analizar estadísticas confiables sobre la propagación del coronavirus, podría juzgar si el gobierno me está diciendo la verdad y si está adoptando las políticas adecuadas para combatir la epidemia.  Siempre que la gente hable de vigilancia, recuerde que la misma tecnología de vigilancia generalmente puede ser utilizada no solo por los gobiernos para monitorear a las personas, sino también por las personas para monitorear a los gobiernos.

La epidemia de coronavirus es, por lo tanto, una prueba importante de ciudadanía.  En los días venideros, cada uno de nosotros debería optar por confiar en los datos científicos y los expertos en atención médica sobre las teorías de conspiración infundadas y los políticos egoístas.  Si no tomamos la decisión correcta, podríamos encontrarnos renunciando a nuestras libertades más preciadas, pensando que esta es la única forma de salvaguardar nuestra salud.

Necesitamos un plan global

La segunda opción importante que enfrentamos es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.  Tanto la epidemia como la crisis económica resultante son problemas mundiales.  Solo se pueden resolver de manera efectiva mediante la cooperación global.

En primer lugar, para vencer al virus, necesitamos compartir información a nivel mundial.  Esa es la gran ventaja de los humanos sobre los virus.  Un coronavirus en China y un coronavirus en los Estados Unidos no pueden intercambiar consejos sobre cómo infectar a los humanos.  Pero China puede enseñar a los Estados Unidos muchas lecciones valiosas sobre el coronavirus y cómo tratarlo.  Lo que un médico italiano descubre en Milán a primera hora de la mañana bien podría salvar vidas en Teherán al anochecer.  Cuando el gobierno del Reino Unido duda entre varias políticas, puede recibir consejos de los coreanos que ya se han enfrentado a un dilema similar hace un mes.  Pero para que esto suceda, necesitamos un espíritu de cooperación y confianza global.

En los próximos días, cada uno de nosotros debería optar por confiar en los datos científicos y los expertos en atención médica en lugar de teorías de conspiración infundadas y políticos egoístas.

Los países deberían estar dispuestos a compartir información abiertamente y buscar consejo humildemente y deberían poder confiar en los datos y las percepciones que reciben.  También necesitamos un esfuerzo global para producir y distribuir equipos médicos, especialmente kits de prueba y máquinas respiratorias.  En lugar de que cada país intente hacerlo localmente y atesore cualquier equipo que pueda obtener, un esfuerzo global coordinado podría acelerar en gran medida la producción y garantizar que el equipo que salva vidas se distribuya de manera más justa.  Así como los países nacionalizan industrias clave durante una guerra, la guerra humana contra el coronavirus puede requerir que “humanicemos” las líneas de producción cruciales.  Un país rico con pocos casos de coronavirus debería estar dispuesto a enviar equipos preciosos a un país más pobre con muchos casos, confiando en que, si posteriormente necesita ayuda, otros países acudirán en su ayuda.

Podríamos considerar un esfuerzo global similar para agrupar al personal médico.  Los países menos afectados actualmente podrían enviar personal médico a las regiones más afectadas del mundo, tanto para ayudarlos en su momento de necesidad como para obtener una valiosa experiencia.  Si más tarde en el foco de los cambios epidémicos, la ayuda podría comenzar a fluir en la dirección opuesta.

La cooperación global también es vital en el frente económico.  Dada la naturaleza global de la economía y de las cadenas de suministro, si cada gobierno hace lo suyo sin tener en cuenta a los demás, el resultado será un caos y una crisis cada vez más profunda.  Necesitamos un plan de acción global, y lo necesitamos rápido.

Otro requisito es llegar a un acuerdo global sobre viajes.  Suspender todos los viajes internacionales durante meses causará enormes dificultades y obstaculizará la guerra contra el coronavirus.  Los países deben cooperar para permitir que al menos un goteo de viajeros esenciales continúe cruzando fronteras: científicos, médicos, periodistas, políticos, empresarios.  Esto puede hacerse alcanzando un acuerdo global sobre la preselección de los viajeros por su país de origen.  Si sabe que solo los viajeros cuidadosamente seleccionados fueron permitidos en un avión, estaría más dispuesto a aceptarlos en su país.

Desafortunadamente, en la actualidad los países apenas hacen nada de esto.  Una parálisis colectiva se ha apoderado de la comunidad internacional.  Parece que no hay adultos en la habitación.  Uno esperaría ver hace unas semanas una reunión de emergencia de líderes mundiales para elaborar un plan de acción común.  Los líderes del G7 lograron organizar una videoconferencia solo esta semana, y no resultó en ningún plan de este tipo.

En crisis mundiales anteriores, como la crisis financiera de 2008 y la epidemia de ébola de 2014, Estados Unidos asumió el papel de líder mundial.  Pero la actual administración estadounidense ha abdicado del trabajo del líder.  Ha dejado muy claro que le importa mucho más la grandeza de Estados Unidos que el futuro de la humanidad.

Esta administración ha abandonado incluso a sus aliados más cercanos.  Cuando prohibió todos los viajes desde la UE, no se molestó en darle a la UE ni siquiera un aviso previo, y mucho menos consultar con la UE sobre esa drástica medida.  Escandalizó a Alemania al ofrecer supuestamente mil millones de dólares a una compañía farmacéutica alemana para comprar los derechos de monopolio de una nueva vacuna Covid-19.  Incluso si la administración actual eventualmente cambia de táctica y presenta un plan de acción global, pocos seguirían a un líder que nunca se responsabiliza, que nunca admite errores y que rutinariamente se atribuye todo el crédito a sí mismo mientras deja toda la culpa a los demás.

Si el vacío dejado por los EE. UU. No lo llenan otros países, no solo será mucho más difícil detener la epidemia actual, sino que su legado continuará envenenando las relaciones internacionales en los próximos años.  Sin embargo, cada crisis es también una oportunidad.  Debemos esperar que la epidemia actual ayude a la humanidad a darse cuenta del grave peligro que representa la desunión global.

La humanidad necesita tomar una decisión.  ¿Recorreremos el camino de la desunión, o adoptaremos el camino de la solidaridad global?  Si elegimos la desunión, esto no solo prolongará la crisis, sino que probablemente dará lugar a catástrofes aún peores en el futuro.  Si elegimos la solidaridad global, será una victoria no solo contra el coronavirus sino contra todas las futuras epidemias y crisis que podrían asaltar a la humanidad en el siglo XXI.

Yuval Noah Harari es autor de “Sapiens”, “Homo Deus” y “21 lecciones para el siglo XXI”
Copyright ©  Yuval Noah Harari, 2020
Derechos de autor The Financial Times Limited.




La importancia (y cruel falta) de un enfoque local

La importancia (y cruel falta) de un enfoque local

David Belaunde Matossian
Para Lampadia

El gráfico de la semana ilustra lo que ya sabíamos, pero que siempre es útil visualizar de manera sintética. Enfocando el análisis sobre nuestra capital, lo que comenzó como un fenómeno de la Lima tradicional se ha desplazado hacia los distritos más densamente poblados (San Juan de Lurigancho por ejemplo cuenta con más de 1.1 millones de personas, comparado con los 80 mil de Miraflores) – algo que indica también el “potencial” que aún tiene la enfermedad.

Ya comenté anteriormente la ineficacia relativa de la cuarentena en el Perú si consideramos la velocidad de impacto que ha tenido en metrópolis como Nueva York, y el rol de factores estructurales en ese resultado. La pregunta es: ¿el gobierno no los conocía? ¿No conoce los patrones de consumo? ¿No podía anticipar el hecho de que – como lo hemos mencionado antes – las restricciones más fuertes generan aglomeración en horas “libres”?

La impresión que genera la acción gubernamental es que es la “correcta” a grandes rasgos – o por lo menos en línea con recomendaciones de la OMS – pero a nivel local siempre termina siendo inadecuada: no aprovecha las oportunidades que ofrece la baja densidad y mayor presencia del retail moderno en una parte de la ciudad, ni genera esquemas que permitan verdaderamente cumplir con las medidas en zonas más densas y con mayor comercio tradicional. Y, en general, no parece entender muy bien los aspectos comportamentales.

Tratando de cubrir esa brecha, el Gobierno ha convocado a un equipo de sociólogos y psicólogos que le permitan entender más el “factor humano”. No solo debió haberse hecho esto antes, sino que es insuficiente. Lo que realmente se necesitaba era involucrar a las autoridades locales – no tanto como entes ejecutores, para lo cual muchas veces son supremamente ineficaces, sino trabajar con ellos en la elaboración de medidas – y así beneficiarse de su mayor familiaridad con las situaciones particulares de cada zona urbana.

El alcalde de Lima no fue parte de la elaboración del corpus de decisiones que hoy gobiernan las condiciones de vida de los limeños. Se entiende que existen reservas sobre las capacidades de muchas autoridades locales, pero… ¿la Municipalidad Metropolitana de Lima?

No confundamos el problema de la mala descentralización – y la manera como a veces se permite que intereses políticos en las regiones perjudiquen al país, como en el caso de Tía María – con el imperativo de permitir una mejor la representatividad y tomar en cuenta realidades locales en la toma de decisiones.

Lampadia




Prioridades equivocadas

Prioridades equivocadas

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para
Lampadia

La anecdótica, pero impactante, confesión del gobierno (en boca del señor Matuk), de haber priorizado el deseo de “combatir el patriarcado en el Perú” sobre su objetivo fundamental y urgente de combatir el impacto del COVID-19, al haber dispuesto días específicos de circulación de mujeres y hombres durante la semana, me llevó a pensar en la cantidad de disparates, “bien intencionados”, que se realizan desde el Estado.

Felizmente el Estado Peruano tiene funciones claras y específicas fijadas en la Constitución, tales como; defender la soberanía nacional, garantizar la vigencia de los derechos humanos, proteger a la población de amenazas a su seguridad, justicia y desarrollo integral y equilibrado de la Nación, pero actuando fundamentalmente en la promoción del empleo, la salud, educación, servicios públicos e infraestructura. Parte del principio que, “el Estado es uno e indivisible” y que su gobierno es unitario. Para cualquier otra cosa tiene sólo un rol subsidiario que, deberá estar debidamente justificado y aprobado por ley.

Dije que felizmente tiene sólo algunos roles, porque aún así no los ejerce correctamente y la realidad evidencia que los individuos que actúan dentro del Estado, por sus ideologías, no fijan debidamente los objetivos de las tareas que se le encomienda. Un caso patético es el del inicio de este artículo, pero tenemos ingentes casos donde ese “atributo” sale a relucir.

Es clara la preferencia de este gobierno central por repartir dinero a los 25 gobiernos regionales y a los 1874 gobiernos municipales, en lugar de asumir el reto de administrar eficientemente la cosa pública y maximizar el beneficio de la ciudadanía como producto de su trabajo.

Ya habíamos criticado el encargo dado a estos gobiernos sub-nacionales (llenos de corrupción e ineficiencia), de comprar alimentos para distribuirlos a las poblaciones más pobres de su localidad. Sabe Dios qué estarán comprando, a quienes, cuánto habrán pagado y si finalmente estos productos estarán llegando al destino correcto. ¿No era más lógico diseñar una canasta básica a nivel nacional, con productos no perecibles, comprarlos de manera centralizada y optimizando el precio de compra, con entrega descentralizada conducida por una empresa logística y alguna organización de apoyo social (CARITAS por mencionar alguna) que pueda armar las canastas y entregarlas a los más necesitados y contando con el apoyo de las fuerzas del orden? De esta manera habríamos hecho un uso más eficiente del dinero, hubiéramos llegado a los más necesitados, en lugar de exponerlos a contagio y la operación hubiera sido más rápida, evitando todas las pérdidas de dinero que se producen cuando se distribuye a tales gobiernos sub-nacionales el dinero sin control alguno.

Este caso se replica en los programas alimenticios para escolares, el diseño y composición de la dieta, su calidad y el origen de los productos que se les suministra. Muchos creen que este es un instrumento para beneficiar a pequeños productores y comerciantes locales, cuando el objetivo central es nutrir a la mayor cantidad de niños, optimizando el gasto público destinado a este fin. Pero no, muchas veces se ha verificado la mala calidad de los desayunos y almuerzos, generando problemas de salud a los niños y enriqueciendo a mafiosos de cada localidad.

Recientemente he leído “la idea brillante” respecto al uso de los fondos de las AFP para financiar a las MYPES a bajo costo e invertir en proyectos nacionales de dudosa calidad y retorno (esto último ya hecho con fondos de la seguridad social en el pasado y que nadie lo va a aceptar). ¿Cuando comprenderán que los fondos previsionales NO SON DINERO DE LAS AFP, sino que pertenecen a los trabajadores y que ponen un ahorro con el objetivo de ser gestionados por estas instituciones especializadas para optimizar la rentabilidad de largo plazo, gestionando el riesgo para maximizar la pensión de jubilación el día que se retiren del trabajo?

Este mismo problema se presenta en la disyuntiva que sufre el gobierno central (gobierno unitario, tal como se mencionó) entre ser eficiente o satisfacer los apetitos de los gobiernos sub-nacionales en el manejo de Salud, entre otros. ¿Cómo es posible que no tengamos centralizado el manejo de compra de equipos para todos los establecimientos de salud del Perú? Ahora resulta que cualquier proveedor, como el de los ventiladores mecánicos que “vendió” estos equipos para el hospital de Tacna a 56,469 soles cada uno, se burló del Perú y su ineficiente burocracia, dando por anulada la venta a Tacna y vendiendo los mismos equipos al hospital de Ate, pero esta vez a 179,000 soles.

El problema más serio no es ésta anécdota, sino que al presidente se le ha repetido hasta el cansancio que no está gestionando el país, que no está haciendo ningún esfuerzo por corregir la deformación del aparato del Estado, que está permitiendo (si no fomentando) la corrupción del poder ejecutivo, repartiendo dinero a los gobiernos sub-nacionales y sin tomar control centralizado del sistema de salud, ni del sistema de educación. Debo saludar que el Sr. Vizcarra, al recibir la información del caso de los ventiladores mecánicos, ha dispuesto la suspensión de dicha compra. No obstante, esto es como alegrarse por haber podido matar un mosquito con la mano en lugar de poner un mosquitero y ¡evitar que estos te levanten en peso!

El gobierno de PPK ya había dispuesto la estandarización de los hospitales y colegios; planos, equipamiento y mobiliario, ciertamente en función de la ubicación geográfica (Costa, sierra o selva) y del tamaño de población a atender. Lo dicho ya era un pequeño avance para la gestión del Estado, pero, señor Vizcarra, su gestión desestimó este esfuerzo y dio rienda suelta a la iniciativa de gobernadores sub-nacionales y sus creativas ineficiencias llenas de incapacidad y dolo.

Ya hemos dicho antes que ¡la corrupción es un grave problema, pero la corrupción atomizada es incontrolable! Lampadia




Reactivar la economía no atenta contra la lucha al Covid19

Reactivar la economía no atenta contra la lucha al Covid19

Por: Álvaro Díaz C.
Abogado en Derecho Empresarial y Minería
Para
Lampadia

Tras la conducta de cada uno depende el destino de todos” (Alejandro Magno)

Reactivar la economía de forma ordenada y previendo el uso de los protocolos sanitarios que den mayores garantías para no contagiarse y no contagiar a los trabajadores, no atenta, mengua u opaca los esfuerzos sanitarios contra el Covid19, sino que, al contrario, sería considerado una ayuda directa y evitaría en parte el impacto de la siguiente crisis (que ya se siente) como es la económica que también trae consigo enfermedades, muerte y delincuencia.

En efecto, reactivar sectores como la minería y petrolera formal en zonas remotas tiene las ventajas implícitas de un aislamiento “per se” (están alejados de las ciudades o poblaciones y con accesos controlados), cuentan con los recursos económicos para hacerlo, amplia experiencia en ejecución de exigentes normas y políticas de salud y seguridad (sistemas, organizaciones y capacitaciones), y cuentan con médicos “in house”,  servicios de empresas de salud especializadas en la salud ocupacional y preventiva para ejecutar, monitorear e ir ajustando los protocolos de salud que se apliquen para tal reactivación.

Estas actividades o industrias pueden aplicar pruebas rápidas a todo trabajador convocado para reintegrarse (excluidas las personas sensibles -mayores o con enfermedades crónicas no transmisibles, entre otros padecimientos- y quienes tengan los síntomas que hagan sospechar de tener el Covid19), es decir, no todos los trabajadores pueden reincorporarse, sino sólo los de menor riesgo. 

Del grupo a reintegrarse, que es básicamente población sana, están justamente los que pueden tener o contraer el coronavirus sin manifestar síntomas (los asintomáticos).

Los asintomáticos o de leves síntomas estarían representando, se estima, entre el 50% y 60% de todos los que contraen el virus (*) y, justamente por no saberlo, lo van propagando por todo lado.  Los que tienes síntomas (los sintomáticos) al ser evidente su estado, por cuidado propio y consideración por los demás, son aislados y toman medidas de cuidado para evitar contagios.

Para saber que asintomáticos tienen el virus la mejor forma es aplicar las pruebas. La forma masiva más eficiente son las pruebas rápidas, que si bien no captan a los enfermos del virus los primeros días (mientras no generaron los antígenos), por ello es que se estima que tienen un nivel de sensibilidad del 60% a 80% según en el momento en que se aplique tal test (**).   Es mucha información que ahora no se tiene, o es poca y no focalizada. Toda esta información debería ser reportada diariamente al MINSA.

Los que salgan positivos en la prueba rápida serán incluidos dentro del protocolo del Ministerio de Salud (MINSA) para el diagnóstico con la prueba molecular (PCR) y el aislamiento correspondiente de los 14 días (recordemos que son asintomáticos, ni se enterarían que tienen el virus, pero que sí pueden contagiar).

Aquellos (asintomáticos) que, por este procedimiento, pasen los 14 o 15 días de aislamiento, se estima que estarán “vacunados”, es decir, ya no contraerían el coronavirus y, por ende, no lo contagiarían (***).

De allí, en el reingreso laboral, la toma de temperatura varias veces al día, los túneles de desinfección, las mascarillas, el distanciamiento laboral, el lavado de manos, la desinfección periódica de equipos y materiales, el no contacto entre los cambios de turno, etc., son las medidas que harían de la zona del trabajo remoto probablemente un lugar aún más seguro que estar en la ciudad, donde muchas veces se debe salir a comprar a los mercados de abastos, supermercados o instalaciones muchas veces colmadas de gente donde recién poco a poco se está respetando los estándares y recomendaciones, pero que serían reglas obligatorias  en las labores remotas formales que se anotan.

Diversos estudios están estableciendo la relación directa entre a mejor “estilo de vida saludable” (EVS) menor riesgo de mortalidad o sintomatología importante del Covid19, así como que las enfermedades o síndromes relacionado con no tener un buen EVS (nutrición, ejercicio, sueño y manejo del estrés) son las poblaciones sensibles a las peores consecuencias de tal virus. Los EVS evitan o ayudan a que maduren los síndromes metabólicos (que se incuban silenciosamente durante 5 a 20 años) y desencadenan en enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT – diabetes, hipertensión, etc.). Asimismo, el tabaquismo, drogas, alcoholismo tienen el mismo efecto negativo.

Los contratistas mineros y petroleros estarán obligados a iguales exigencias, lo que no sólo protegería de la misma forma a sus trabajadores que destaquen a esas zonas remotas, sino que generaría una cultura y ejemplo de como cuidarlos para cuando se reactiven otros sectores económicos a los que también dan servicios tales contratistas. Algo similar pasó hace treinta años con los cinturones de seguridad en el manejo de vehículos, cuando en las operaciones mineras y petroleras ya era una regla cardinal su uso y en el resto del Perú prácticamente nadie lo usaba.

Las empresas están llamadas promover los EVS en sus trabajadores, no sólo mantendrá sanos a los trabajadores, sino que el sistema inmune estará en su estado óptimo (con los beneficios colaterales de productividad, ánimo, predisposición y otros colaterales positivos).

Pero activar la economía en estos sectores (como el minero) es especialmente importante, pese a que probablemente no podrá reactivarse al 100%, igual representaría una parte importante (una gran parte del Impuesto a la Renta u otros) que recibe el erario peruano, con lo cual se podría continuar financiando, por ejemplo, muchas de las medidas que se necesitarán para que el Perú no colapse en salud y económicamente en el futuro inmediato (hoy se está consumiendo los ahorros que Perú logró los últimos 15 años). 

Un informe del Instituto Peruano de Economía resalta que, en promedio, la minería aporta en un rango entre el 20% al 30% de todo el impuesto a la renta que recauda el Perú (hablamos de pocas empresas con un altísimo impacto económico).

La propia actividad minera con rebote de 1 a 8 en generación de empleo (directo-indirecto) y dinamismo de la economía vinculada a la misma, como la contribución en impuestos al Estado Peruano, es sin duda parte importante de la ecuación para mantener a flote el país.  Mientras más se demore en reactivar este sector (cada día cuenta) más daños colaterales económicos sentirá el país.

En total, añadió, la minería ha desembolsado S/85.000 millones en impuestos y otros gravámenes en los últimos 10 años.  (fuente “El Comercio” 28/08/2019, usando data del Instituto Peruano de Economía -IPE-) (****)

Diego Macera (IPE) nos recordaba el año 2017 la realidad sobre la tributación en Perú en general, para poder entender de donde vienen y vendrán los ingresos que más que nunca necesitará el Estado y la economía privada en general:

Porque hay que decirlo claro: casi nadie paga impuestos directos en el Perú. El Impuesto a la Renta (IR) se colecta principalmente de empresas (formales) en función a sus utilidades y de trabajadores (formales) en función de sus salarios. Respecto de las primeras, de los 8,7 millones de unidades productivas que había en el Perú en el 2015, solo 2 millones eran formales. Más aun, de esos 2 millones, solo 300 empresas aportan más del 40% del IR empresarial. Y el número ha mejorado. En el 2010, el 0,02% de unidades productivas contribuía con el 63% de este tributo.

Seguir combatiendo al Covid19, que no se irá hasta que se descubra y pruebe la vacuna, se elaboren las siete mil millones de dosis que se necesitan, se distribuyan y se apliquen a todos, serán largos y difíciles meses, para ello, se necesita una economía andando y poder enfrentar esos costos y pérdidas de producción de otros sectores que tardarán más en recuperarse, intentando que el impacto, en especial sobre los más pobres, sea el menor posible.

Tengamos cuidado con esos slogans tan fácil de vender como tan manipulados y sin contenido “prefiero perder veinte, cincuenta, cien días y salvar con ello mil vidas”, “si estás por la reactivación económica estás contra la vida”, porque reactivar responsablemente la actividad económica puede y debe ayudar a mejorar aún más los controles de salud para esa población a la vez que generar fondos para las empresas de todo tamaño, vinculadas a tales sectores, y al Estado mediante los diversos impuestos.

Un eficiente y técnico sistema de fiscalización por parte de las diversas autoridades como el propio MINSA u otras, debería verificar el cumplimiento de los protocolos sanitarios en tales empresas, y no tener tolerancia con los que quieran burlar los mismos (sin que ello sea un arma mal usada por funcionarios que quieran abusar de interpretaciones extremistas y a su vez permita evitar las “fake news” que seguro querrán elaborarse para atacar al sistema).

Reiniciar estratégicamente, y con todos los cuidados de salud, determinadas actividades, no atenta contra la guerra al Covid19, y sí nos prepara para seguir teniendo fondos para continuar con la misma y, a la vez, atenuar la segunda crisis en que estamos entrando, que es la económica local y mundial.

No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, si no el más capaz de adaptarse a los cambios” (Charles Darwin).

 

(* ) La República 06 de abril 2020: La comunidad científica y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sugerido a los gobierno del mundo realizar la mayor cantidad de pruebas de despistaje posible, para prevenir la enfermedad COVID-19.

En ese sentido, sobresale un grupo de personas que según algunos expertos podrían ser la clave para contener el brote: las personas que no presentan los síntomas.

El diario español La Vanguardia el 08 de abril 2020 dice “Usar mascarillas en público puede ser útil para controlar la transmisión de la Covid-19 entre la población general asintomática, afirma un nuevo informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), en el que cambia, con cautela y muchos matices, las que eran hasta el momento sus recomendaciones sobre el uso de esta protección y asegura que “deben ser contempladas como una medida complementaria”.

(**) el diario La Vanguardia de España publica el 06 de abril 2020 que Los test rápidos que este domingo y mañana lunes distribuirá el Gobierno entre las comunidades autónomas tienen una sensibilidad del 64 % en pacientes que acaban de iniciar los síntomas de la COVID-19 y de más del 80% en las infectadas durante siete o más.

En un comunicado, el Ministerio de Sanidad ha apuntado que esa es la fiabilidad de las pruebas comprobada por el Instituto de Salud Carlos III.

(***) Existen algunos casos aislados de recaídas (reinfección) con el virus, pero esta situación aún está en estudio, una de las teorías más fuertes es que no hay reinfección sinó que la infección no terminó de curarse en esas personas (Dr. Luis Enjuanes y científico Isidoro Martínez citados por BBC Mundo 19 de marzo 2020). La excepción no debería detener lo que explica la regla, por el contrario, como dice el Dr. Elmer Huerta, es posible que el plasma de los que ya pasaron la infección sea probablemente la fuente de las primeras vacunas contra este mal, así también lo resalta CNN el 08 de abril 2020 citando al Dr. José Luis Vergara).

(****) La minería ha aportado S/. 85,000 millones en diez años, las habilitaciones de fondos para combatir el coronavirus son muchas y de los órdenes siguientes, para poder tener una idea de la necesidad de fondos para seguir atendiéndolas:

Gobierno implementa nuevas medidas para la protección de la salud de la población y minimizar el impacto sanitario del coronavirus

-Se destinan S/ 50 millones para acciones de prevención, limpieza y desinfección de las unidades de transporte público urbano y terrestre de personas.

-Se destina S/ 90 millones al Ministerio de Salud sus organismos públicos, y las unidades ejecutoras de salud de los Gobiernos Regionales para financiar bono extraordinario a favor del personal de salud.

-Se autoriza a Midis modificación presupuestario de S/ 40 millones para creación de una red de soporte para el adulto mayor de alto riesgo y personas con discapacidad severa.




El liberalismo en América Latina

El liberalismo en América Latina

Un reciente artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, esboza un breve pero muy ilustrativo recuento histórico del liberalismo en América Latina, cuyo origen se remonta con los movimientos independentistas a fines del siglo XVIII.

Lo relevante del artículo recae sobre las dos principales hipótesis que plantea respecto a por qué en nuestra región el liberalismo, en todas sus facetas (política, civil y económica) – a pesar de haber triunfado frente a varios regímenes militares nacionalistas de antaño – sigue mostrando claras señales de debilidad frente al atractivo de las ideas estatistas que prevalecen en la hegemonía intelectual de los movimientos de izquierda. A continuación algunas reflexiones en torno a ellas.

Respecto a la primera hipótesis, esto es, su incapacidad para deslindarse de un concepto por demás despectivo -el “neoliberalismo” – y acuñado por sus detractores para un movimiento político que tuvo  lugar en la segunda mitad del presente siglo, consideramos que en parte ello se debe a que los liberales no han sabido constatar que dicho término no contiene ninguna rigurosidad académica además que no han sabido rebatirlo con la base filosófica que en verdad sostiene el pensamiento liberal.

Si bien hubo reformas promercado en nuestra región denostadas como “neoliberales” en años pasados, muchas de estas no entrañaron por completo el pensamiento liberal, por dejar de lado ámbitos tan importantes como el laboral, el de educación, la salud y entre otros. Además en muchos casos acrecentaban el clientelismo político en desmedro de la competencia empresarial, otra característica que hace que dichas reformas sean incompatibles con el liberalismo clásico. Probablemente Chile sea el único país que ha podido profundizar más reformas verdaderamente liberales, sin embargo, el resto de la región, incluido nuestro país, está muy lejos de un liberalismo pleno en todos los ámbitos anteriormente expuestos.

Respecto a la segunda hipótesis que tiene que ver con que el liberalismo se ha difundido y cultivado básicamente en las clases medias altas, esta reflexión es acertada y en nuestro país inclusive se podría decir que este impulso aún en las clases altas es débil. Las fundaciones y think tanks que difunden el pensamiento liberal son sumamente escasos y sus contribuciones se circunscriben a las grandes empresas, recibiendo poca participación de las pequeñas y medianas. Desde Lampadia, somos conscientes de esta complicación y por ello siempre hacemos llamados constantes a la sociedad civil para donaciones que puedan sostener nuestros esfuerzos en el tiempo. En un ideal, se debería poder constituir una red de think tanks, con aportes de todo tamaño de empresa y de personas naturales, como es el caso del Instituto Mises y organismos similares en EEUU (ver Lampadia: La batalla de las ideas), que puedan rebatir constantemente las ideas populistas y demagógicas que dominan la discusión de nuestros líderes políticos y proponer medidas que vayan más acorde a la filosofía liberal. Como muestra The Economist, muchos de los ideales liberales, de haberse implementado décadas atras, habrían servido para paliar el impacto económico de una pandemia como la que acontece actualmente con el covid 19.

Esperamos que este artículo sirva de reflexión para todos aquellos pensadores y difusores del pensamiento liberal en nuestra región, de manera que acondicionen sus discursos a estas críticas que hace The Economist. Ello ayudará a que sus voces calen más en la mente de las personas que son finalmente las que escogen a los líderes políticos que implementan las reformas en los gobiernos. Lampadia

La luz parpadeante del liberalismo en América Latina

¿Las ideas liberales sufren en la región porque son importadas?

The Economist
18 de abril, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

En “La luz que falló”, un influyente libro reciente, Ivan Krastev, un pensador político búlgaro, y Stephen Holmes, un profesor de derecho estadounidense, argumentan que el surgimiento de nacionalismos populistas en Europa central y oriental se debe en gran parte a la frustración con la forma en que se impuso el liberalismo en estos países después de la caída del Muro de Berlín en 1989. La práctica de copiar un modelo extranjero, presentado a los ciudadanos como si no hubiera otra alternativa, es humillante y niega las tradiciones e identidades nacionales, escriben. Para América Latina, su argumento plantea una pregunta interesante. También formó parte de la ola mundial de democratización en los años ochenta y noventa, y también ha visto un resurgimiento reciente de los nacionalismos populistas. Entonces, ¿los problemas del liberalismo en América Latina se deben a que es una importación extranjera, con pocas raíces locales?

La respuesta debe comenzar con la larga historia del liberalismo en América Latina, una región que ha visto olas de copia de ideas extranjeras y de su rechazo. Logró la independencia política hace dos siglos bajo las inspiraciones gemelas de la ilustración europea y el constitucionalismo y los valores republicanos del nuevo EEUU. Pero aquellos fundadores latinoamericanos que se propusieron construir naciones, devastadas por las guerras de independencia, sobre principios liberales, rápidamente se encontraron con crudas realidades locales de poder y desigualdad social y racial. Se rindieron ante los caudillos (hombres fuertes, a menudo militares), que encarnaban “la voluntad de las masas populares”, según Juan Bautista Alberdi, un teórico político argentino.

El liberalismo se hizo presente en la región desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930. Los gobiernos civiles, aunque a menudo elegidos fraudulentamente, se convirtieron en la norma. Suprimieron los privilegios de la iglesia y abrieron economías al mundo. Sin embargo, el liberalismo latinoamericano perdió su camino. En parte se transformó en positivismo, que exaltó la ciencia pero denigró la libertad, mientras que la industrialización planteó nuevos desafíos. Las nuevas sociedades de masas de la región se interesaron más en los derechos sociales que políticos o civiles. Líderes e intelectuales se embarcaron en la búsqueda de fórmulas nacionales “auténticas” que incorporaran culturas indígenas. Para México, el liberalismo europeo era “una filosofía cuya belleza era exacta, estéril y a la larga vacía”, se quejó Octavio Paz, poeta y pensador, en 1950.

El deseo de autenticidad nacional alcanzó su apogeo con la revolución cubana de 1959. Fidel Castro, su líder, afirmó estar en guerra contra el imperialismo estadounidense en nombre de la liberación nacional igualitaria. De hecho, para mantenerse en el poder se convirtió en el mayor imitador de todos, imitando servilmente a la Unión Soviética. Sus discípulos en otras partes se opusieron a dictadores militares de la derecha.

Los académicos desesperados comenzaron a argumentar que la herencia católica y corporativa de América Latina lo hizo impermeable al liberalismo. Sin embargo, el fracaso de las dictaduras, los nacionalistas y el castrismo trajeron a los liberales (que para entonces incluían a Octavio Paz) de regreso, con la democratización y las reformas económicas pro-mercado de los años ochenta. El logro liberal ha sido mixto y políticamente frágil. La democracia electoral y el gobierno constitucional generalmente se han mantenido. Pero la separación de poderes es a menudo más nocional que real. Los opositores del liberalismo en la izquierda han condenado sus recetas económicas, a menudo llamadas el “consenso de Washington”, como una importación extranjera, incluso si muchos han seguido siguiéndolas.

El liberalismo latinoamericano contemporáneo tiene dos debilidades. No ha logrado arrojar la caracterización condenatoria de que es un “neoliberalismo” despiadado. En parte, esto se debe a que algunos que se llaman a sí mismos “liberales” en América Latina (e Iberia) son de hecho conservadores, que se oponen a los esfuerzos para reducir las desigualdades inaceptables de las que se benefician. Segundo, el liberalismo genuino tiende a ser una reserva de una élite de clase media alta, con títulos de universidades extranjeras. No han logrado producir una nueva generación de líderes efectivos para reemplazar a aquellos que dirigieron la democratización.

Sin embargo, es el liberalismo el que está en mejores condiciones para proporcionar muchas de las cosas que los latinoamericanos quieren: sistemas de justicia que controlen a los poderosos; igualdad de oportunidades; el bien público en lugar de la protección del privilegio privado; mejores servicios públicos a un costo fiscal asequible; la defensa de los derechos y la tolerancia de las minorías frente a la intolerancia religiosa renovada; y ciencia en lugar de charlatanería ideológica. El covid-19 hace que todas estas cosas sean más urgentes. Esta debería ser la hora del liberalismo latinoamericano. Lampadia




Estado y capitalismo poco inclusivos impiden dar batalla al coronavirus

Estado y capitalismo poco inclusivos impiden dar batalla al coronavirus

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Es notorio como las debilidades que nos impiden dar respuestas más eficientes a la pandemia tienen todas que ver con la falta de inclusión social, legal y financiera de las mayorías. No tenemos un Estado ni un capitalismo inclusivos.

Los bonos no llegan a todos

Veamos, por ejemplo, el reparto de los bonos. Luego de más de tres semanas, solo se ha podido alcanzar a los 2/3 de los beneficiarios, provocando además aglomeraciones y colas inmensas en los bancos. Lo que se delata allí es la falta de inclusión financiera -no más de un 40% cuentas o tarjetas de crédito o débito- y de difusión de la billetera electrónica (BIM), para que los pagos se puedan hacer por celular.

Más profundamente aun, lo que se delata es la falta de inclusión económica, legal. Es decir, la informalidad. Hay mucha gente que no es detectada y queda fuera de los padrones de ayuda. La informalidad es exclusión de la legalidad, invisibilidad. Y esto se debe a una legalidad o formalidad demasiado onerosa y engorrosa que la baja productividad de los informales no puede solventar. Incluso formales mas productivos no pueden pagar la cantidad de gente y recursos que necesitan para cumplir con todas las regulaciones laborales, municipales y sectoriales. El sistema es excluyente.

Entonces tiene que colocarse en la agenda nacional la necesidad imperiosa de reducir el costo de la formalidad para hacerla incluyente. Eso significa aplicar Análisis de Impacto regulatorio (RIA) a todas las normas existentes y por venir de los sectores clave de la economía, y reducir los trámites de manera drástica mediante análisis de calidad regulatoria (ACR) efectivos y tupas estandarizados para las licencias de construcción y funcionamiento en los municipios. También para acelerar la recuperación pasada la cuarentena.

Cuarentena es inviable en sectores populares

La propia cuarentena es inviable cuando la mayoría vive en el día a día, un 35% carece de refrigeradora y muchos viven hacinados en viviendas de una sola habitación. Es indispensable, como diría Hernando de Soto, reconocer derechos económicos. Porque esas familias, pese a su precariedad, tienen capital, pero no está titulado o el título no se usa. Se necesita un movimiento de pinzas, que incluya el fortalecimiento de los derechos de propiedad y políticas de inclusión financiera, para impulsar esos sectores. La repartición del bono debería permitir abrir cuentas a todos en los bancos. 

Se requiere que las microempresas se puedan formalizar y crecer. Eso demanda también una reforma tributaria que elimine los regímenes especiales para ir a uno solo gradual y progresivo que elimine los saltos mortales que desalientan el crecimiento formal. Es decir, un sistema tributario inclusivo y promotor. Y lo mismo en el campo laboral.

Empresas no se pueden adaptar debido a reglas laborales

Pues para que las microempresas se puedan formalizar y crecer, y para que las formales puedan dar más empleo formal, necesitamos también reglas laborales mucho más flexibles. Y la gran limitación de la estrategia económica para enfrentar el coronavirus consiste en que las empresas formales no se pueden adaptar a la situación debido a la rigidez de las normas laborales. Corren el riesgo, entonces, de quebrar. La flexibilidad laboral es indispensable no para despedir, sino, al contrario, para no perder empleos. Si no la hay, mueren Sansón y los filisteos. Sin empresa, no hay empleo. Es algo que el gobierno no entiende. Y su falta de entendimiento está causando un daño irreparable a la economía y al empleo.

La débil salud Pública

Por supuesto, la salud Pública ha mostrado su gran falencia en esta batalla. Sin un buen servicio público de Salud, no hay inclusión social. Es mucho mejor que lo que teníamos hace 30 años, cuando colapsó por completo, pero es claramente insuficiente y corrupto. Se requiere poner en agenda el tema de la reforma de la salud, que no es sencillo porque implica un sistema de pagos por resultados, rendimientos y jornada laboral de los médicos que sin duda afectará el statu quo. El acuerdo no será fácil. 

La pésima gestión del agua

La otra gran limitación para una lucha efectiva contra la propagación del virus, es que más de 6 millones de peruanos carecen de agua potable en sus casas y una cantidad aun mayor la tiene de manera intermitente. Entonces el lavado de manos con jabón, pieza vital, es impracticable o esporádico. Esto pone de relieve la necesidad de abordar de una vez por todas la reforma y concesión de las empresas municipales de saneamiento, que adolecen de una gestión paupérrima y son saco roto en el que se pierden los 5 mil millones anuales que gasta el Estado en programas de agua y desagüe. Aquí también se requiere tomar decisiones que pueden encontrar resistencia, pero hay que hacerlo.

Razón vs. populismo

Todas estas son decisiones lógicas, racionales, que deben ser gestionadas políticamente, acordadas, lo que se puede complicar en un año electoral. Pues mientras las soluciones técnicas para lograr un Estado y un capitalismo más inclusivos que nos permitan salir rápidamente de la crisis y estar preparados para eventos futuros apuntan en una dirección, las ofertas electorales en un contexto de angustia social pueden apuntar en el sentido contrario, agravando, mediante propuestas populistas o autoritarias, los males que queremos remediar.

Por eso es importante ir planteando los temas que deberían ocupar la agenda nacional ya desde este momento. Lampadia




Un llamado a la acción a las empresas peruanas

Un llamado a la acción a las empresas peruanas

PhD. Remy Michael Balarezo Nuñez, Universidad de Piura – UDEP PhD. Ivan Montiel, Baruch College, City University of New York
Para Lampadia

El Covid-19 llegó al país abruptamente haciendo que el Gobierno tome medidas drásticas, pero necesarias, que han sacudido nuestra economía y sociedad. Por un lado, el impacto en nuestra sociedad y en la salud pública es muy significativo, con un número de contagiados de 4,342 y un total de 121 muertos (cifras que crecen día a día) a fecha 8 de abril del 2020. El daño económico por otro lado, está siendo también muy significativo, con un 55% del PBI paralizado y con alta probabilidad que más de un millón de personas pierdan sus trabajos.

Nuestro país no es ajeno a eventos disruptivos y que han puesto a prueba al Gobierno, a las empresas y a la sociedad. En los últimos 40 años hemos pasado por una guerra contra el terrorismo, hiperinflación, shock económico, fenómeno del Niño de 1998, terremoto de Pisco del 2007 y hace apenas tres años el Niño Costero. Hoy nos enfrentamos a un nuevo gran reto de la sociedad actual, el Covid-19. Hemos decidido llamarlo un gran reto, ya que los profesores George, Howard-Greville, Joshi y Tihanyi (2016:1880) definen este tipo de retos como “formulaciones de problemas globales que pueden ser solucionados mediante el esfuerzo coordinado y colaborativo”. Claramente, en cada uno de los eventos anteriores que ha afrontado nuestro país y en el Covid-19 en estos momentos, la manera de solucionarlos es como indican los profesores citados, a pesar si la “solución potencial” (en el caso de Covid-19, una vacuna) existiera. Dado que somos profesores e investigadores en gestión de empresas escribimos este artículo para hacer un llamado a las empresas peruanas a la acción rápida.

Desde el día que se planteó el aislamiento obligatorio empezaron las primeras reacciones por parte de las empresas peruanas y gremios industriales. Algunas de estas acciones han liderado la respuesta para ayudar a limitar el impacto negativo del Covid-19. Por ejemplo, las principales acciones han sido reunir importantes sumas de dinero para poder adquirir y donar al Gobierno respiradores, material sanitario y pruebas, o donación de productos propios o alimentos a las poblaciones más vulnerables. Por otro lado, y en menor medida, organizaciones que han puesto a disposición de los ministerios y el Gobierno sus capacidades y recursos para reparar instrumentos médicos, producir mascarillas, desarrollar APPs informativos, repatriar – albergar peruanos del exterior, etc. y empresas que han decidido mantener la planilla y el pago de sus colaboradores a pesar de la cuarentena obligatoria.

El primer tipo de acciones, y las más comunes en nuestro país en situaciones similares, las podemos clasificar como filantrópicas. La extrema pobreza y desigualdad que convive dentro de las grandes ciudades del país y la cultura solidaria que tenemos por aspectos religiosos – familiares hace que los directivos y trabajadores de las empresas realicen este tipo de acciones. El segundo tipo de acciones, menos comunes en nuestro país en situaciones similares, las podemos clasificar como innovación rápida responsable (Gutierrez, Castillo y Montiel, 2020). Nuestra posición es llamar a la acción a las empresas peruanas en desarrollar innovaciones rápidas responsables ante situaciones como el Covid-19. Creemos que, si bien la filantropía es una acción de responsabilidad social loable, la consideramos deficiente al momento de enfrentar grandes retos. Por eso nuestro llamado a que las empresas peruanas evolucionen hacia una responsabilidad social “5.0”, mediante la innovación rápida responsable. Importante también será el no tomar acciones simbólicas o relaciones públicas, intentando aparentar que se ayuda a paliar Covid-19 pero sin realmente contribuir sustancialmente a solucionar la crisis, en un fenómeno que se empieza a denominar “coronawashing”. Aquellas empresas las cuales los ciudadanos descubran a posteriori este comportamiento simbólico y engañoso, pagarán un precio bien caro. No solamente eso, sino que tal comportamiento es del todo irresponsable.

A continuación, damos ideas de acciones que pueden realizar las empresas peruanas ante el

Covid-19 o futuras situaciones similares.

1. Promover prácticas que protejan a todos los grupos de interés (stakeholders).

Este tipo de prácticas debe generar un beneficio social a todos los grupos de interés. Acá las empresas deben evitar quedar atrapadas en la visión financiera, sino más bien capturar los diversos intereses de los grupos de interés teniendo una visión sostenible de largo plazo (Kaplan, 2020; Barney, 2020). En el Perú algunas empresas han llevado este tipo de prácticas ni bien se impuso el aislamiento obligatorio. Por ejemplo, distintas cadenas de hoteles nacionales e internacionales pusieron su infraestructura a disposición del Gobierno para recibir a peruanos repatriados del exterior como también para albergar a trabajadores de la sanidad y de las fuerzas armadas. Por otro lado, algunos fundos agroexportadores ubicados en localidades de bajos recursos al interior del país pusieron a disposición sus maquinarias e insumos a los municipios con la finalidad de poder desinfectar las calles y lugares públicos.

Finalmente, pequeños empresarios (bodegueros) de los distritos emergentes, han decidido ir contratando por día a distintos trabajadores de la zona – cuadra. De esta manera un día le dan trabajo a su vecino, al día siguiente al hermano del vecino, luego al otro vecino y así con la finalidad de que puedan llevar un ingreso diario a la familia.

2. Innovar rápido y responsablemente.

Nos referimos a cambios rápidos que generan beneficio social, como desarrollar productos- servicios distintos a los ordinarios, desplegar los recursos y capacidades actuales de la empresa para nuevas actividades o desarrollar nuevas formas organizativas. En el Perú, los pequeños textileros del cluster de Gamarra han empezado a fabricar una mascarilla especial hecha con tela de anti-fluido y que son reutilizables y a coste muy bajo con la finalidad de evitar contagios entre la población. Por otro lado, algunas universidades privadas, concretamente en las facultades de ingeniería, han empezado a reparar y fabricar respiradores mecánicos que son escasos en el sistema de salud de nuestro país y que son claves para evitar muertes de Covid-19. También tenemos constancia de lavanderías que han puesto sus servicios a disposición y están innovando y creando nuevos protocolos sanitarios en sus procesos para poder lavar material sanitario si se les pide.

Finalmente, una empresa del sector construcción con la iniciación del trabajo remoto en casa y la implementación de reuniones virtuales (Zoom, Microsoft Teams, etc.) ha hecho que ya no se realicen visitas a subsidiarias y/o proyectos al interior del país y en la región. Su CEO ha decidido este año eliminar los viajes, generando un ahorro de aproximadamente USD 150K y con ese dinero poder mantener puestos de trabajo y sueldos durante la cuarentena obligatoria.

3. Colaborar de manera ágil con todos los grupos de interés (stakeholders).

Finalmente, el trabajo colaborativo y coordinado entre el Gobierno, ONGs, Ministerios, Fuerzas Armadas, Policía, Organismos Internacionales, etc. Este tipo de prácticas han sido difíciles de encontrar en nuestro país. Como ejemplo, la Marina de Guerra del Perú en su buque insignia está potabilizando (desanalizando el agua de mar) y de manera conjunta con SEDAPAL y las Municipalidades está haciendo llegar esa agua potable a 40 asentamientos humanos. Por otro lado, para evitar que los estudiantes de los colegios públicos pierdan clases, el Ministerio de Educación de manera conjunta con el medio de comunicación público han empezado a transmitir las clases en la T.V y radio.

Cada una de estas acciones tiene matices que las asemejan al concepto de innovación rápida responsable y que debe desarrollarse en el muy corto plazo con la finalidad de proteger la sociedad y salvar vidas (Gutiérrez et al., 2020). Creemos que las empresas privadas tienen mayor capacidad y recursos que otros tipos de organizaciones para detectar áreas de necesidad luego de un desastre, aprovechar oportunidades de respuesta y reconfigurar sus recursos de manera rápida para solucionar los problemas (Ballesteros, Useem y Wry, 2017) y son más eficientes cuando se deben desarrollar soluciones novedosas para enfrentar problemas sociales y mejorar el bien social (Luo y Kaul, 2018). Estudios recientes muestran que empresas que han invertido en capacidades de innovación y relación con sus stakeholders durante una crisis, como la crisis financiera del 2008, han sido capaces de mantener su competitividad luego de terminada la crisis (Flammer y Ioannou, 2018; Wenzel, Stanske y Lieberman, 2020)

Por tal motivo, este artículo es un llamado a las empresas peruanas a la acción inmediata, pero no desde una acción filantrópica ni mucho menos simbólica coronawashing. En vez, el sector empresarial debe volcarse en explorar vías para la innovación rápida responsable que permitan a las empresas cooperar con sus grupos de interés de manera ágil, coordinar y crear valor social para paliar la pandemia y/o cualquier otro gran reto. Lampadia

Referencias

Ballesteros, L., Useem, M., & Wry, T. (2017). Masters of disasters? An empirical analysis of how societies benefit from corporate disaster aid. Academy of Management Journal, 60(5), 1682-1708.

Barney, J. B. (2020). Measuring performance in a way that is consistent with strategic management theory. Academy of Management Discoveries, 6: 5–7 (https://journals.aom.org/doi/10.5465/amd.2018.0219).

Flammer, C., & Ioannou, I. (2018). To save or to invest? Strategic management during the financial crisis. Strategic Management during the Financial Crisis (October 28, 2018)Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=2621247 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.2621247.

George, G., Howard-Grenville, J., Joshi, A., & Tihanyi, L. (2016). Understanding and tackling societal grand challenges through management research. Academy of Management Journal, 59(6), 1880-1895.

Leopoldo Gutierrez-Gutierrez, Ana Castillo, & Ivan Montiel (2020), “Companies vs. Coronavirus: A Call for Rapid Responsible Innovation” (https://one.aom.org/covid-19-insights- from-business-sustainability-scholars)

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“Hechos fácticos” del coronavirus

“Hechos fácticos” del coronavirus

Rafael Venegas
Director Independiente de Empresas y Senior Advisor de Spencer Stuart
Para Lampadia

¿Alguna vez a alguien se le pasó por la mente que más de medio mundo estaría encerrado en sus casas por varias semanas? Esta situación surrealista es ahora parte de nuestras vidas. Es algo nunca visto y es debido a una pandemia, que se presenta en plena era de la tecnología y del mundo virtual, lo que implica que todos estaremos expuestos a una excesiva y muchas veces mentirosa información.

En las últimas semanas, venimos siendo bombardeados por una incesante hemorragia de información relacionada al COVID-19. Disertaciones y explicaciones de médicos de todo tipo, hasta de veterinarios. Vacunas y curas inminentes desde Francia, USA, China, Corea, etc. Estadísticas, gráficos y mapas de universidades, especialistas médicos y organizaciones internacionales. Recetas caseras, gárgaras de sal, secador de pelos en la nariz, sauna, pócimas de ajo, kion y cebolla, entre otras. La gran mayoría de todo esto es falso, o no tiene sustento aceptable y solo sirve para confundir, asustar y agobiar a todos nosotros, que estamos encerrados en casa con el celular, el IPad, el lap-top, YouTube y Netflix.

Dado que todo el mundo está con muy poco poder de concentración y prefiere leer todo lo que se trate del tema del momento, decidí escribir también algo sobre esto haciendo un recuento de los principales ¨hechos fácticos¨, que se han presentado en esta inverosímil situación.

El primero es que el gobierno ha tenido que actuar rápidamente con medidas drásticas, como la cuarentena y el toque de queda, porque el verdadero problema, no es la enfermedad en sí, sino el posible colapso de la infraestructura y las facilidades de nuestro pobre sistema público de salud. Esto sucederá si es que el número de infectados supera su capacidad, cosa que lamentablemente será relativamente fácil. Esto dado la precariedad que se tiene en este importante frente, a pesar de haberse contado con los medios suficientes para modernizarla y soportarla.  

Otro hecho fáctico es que felizmente este tema nos agarra en buena posición económica como país, con buenas reservas y liquidez, lo que nos permitirá abordar en buena forma el frente económico, sobretodo después de la crisis. Esto se debe a la disciplinada ejecución, por varios años consecutivos, de un buen plan (etiquetado como neo-liberal), por el BCR, liderado por su presidente Julio Velarde.

Es un hecho fáctico también que mientras en el frente económico estamos muy sólidos y preparados, en el de salud, sucede todo lo contrario y es allí donde nos pasará la factura esta crisis. La culpa de esta situación la tienen los funcionarios públicos que dirigieron el sector en los últimos años y que permitieron que exista una de las más grandes corrupciones, en perjuicio de la población. Estos malos elementos serán los verdaderos culpables del caos que ojalá no se presente, pero que tiene muchas posibilidades de producirse.

Espero que la Contraloría haga un repaso de los últimos 20 años por lo menos, ya que no es justo que un país que, con mucho sacrificio y disciplina, tiene los recursos como para haber mejorado y modernizado convenientemente el sector salud, esté ahora en esta situación al borde del colapso y el caos, ante esta epidemia.

En cuanto a la enfermedad en sí, un claro hecho fáctico es que el Covid-19 es altamente contagioso y tiene la terrible peculiaridad que una persona puede ser portadora del virus y ser asintomática por un periodo que se calcula entre 7 y 14 días y en este periodo puede contagiar a diestra y siniestra. Contra hay dos tipos de tácticas que se pueden aplicar. Defensivamente el aislamiento social, el lavado constante de las manos y el uso de mascarillas.

Ofensivamente pruebas, pruebas y más pruebas de descarte (esto, si se tiene el número necesario de kits, que lamentablemente no es el caso). Esto, según hemos visto en los casos exitosos como Corea del Sur y China, no se debe hacer solo cuando se tienen los síntomas (que será muy tarde porque ya habrá contagiado), sino especialmente para los que no tienen síntomas, pero se sospecha que puede ya tener el virus, por haber estado expuestos. Aquí está la gran diferencia.

Otro hecho fáctico es que los países orientales, vienen controlando la situación mucho mas rápido y mejor que los países occidentales. Esto se debe fundamentalmente a tres razones. Primero, porque la población es más disciplinada para acatar las medidas defensivas. Segundo, porque tienen más experiencia en el manejo de epidemias, por casos recientes como el SARS y MERS y tercero, porque utilizan tecnología de georreferenciación digital, que está considerada como ¨invasiva¨ y hasta está prohibida, en la mayor parte de los países occidentales.

Otro hecho fáctico sucede en nuestro país, donde hemos comprobado que hay una enfermedad que contagia mucho más rápido que el Coronavirus y es La Demagogia y el populismo barato. Esto ha quedado clara y vergonzosamente demostrado, con las primeras aprobaciones del novísimo e inexperto Congreso. La lamentable propuesta de la nueva Ley de las AFPs es una verdadera barbaridad. ¡Aparentemente, la única diferencia con el Congreso anterior es que ahora lo hacen con una máscara en la cara!

Otro hecho que es muy importante notar, es que existen varios grupos de científicos que están muy cerca de conseguir la ansiada vacuna contra el Covid-19. Esto ha creado una falsa esperanza, porque lamentablemente no nos servirá ahora, ya que la pandemia está en plena vigencia. La vacuna es un elemento preventivo (previo), que además de necesitar mucho testeo, requiere de un exhaustivo proceso de aprobación regulatorio. En caso de descubrirse la vacuna, está no podría ser usada masivamente antes de un año (con suerte) y la pandemia ya habrá avanzado demasiado.

Por eso todos los esfuerzos y concentración científica en plena pandemia, deben ser enfocados en ENCONTRAR LA CURA de la enfermedad, para cortarla y evitar que sigan incrementando las muertes. En este frente también hay varios equipos trabajando, testeando y experimentando con los pacientes más graves. Se está probando con combinaciones de medicamentos existentes (hidroxicloroquina), así como también con antiparasitarios (Invemectina) y con anticuerpos generados por humanos, que ya han tenido el virus en su metabolismo (Distributed Bio). Hay varias posibles soluciones cerca y ojalá se logre conseguir la que cure definitivamente el Covid-19 cuanto antes. Esto es lo que deben apoyar los gobiernos y también las grandes empresas.

Otro hecho que se ha comprobado en está situación de cuarentena, es que el trabajo, incluyendo las reuniones y las clases desde casa, son perfectamente posibles y en muchos casos hasta más eficientes. Plataformas de comunicación virtual como Microsoft Teams, Zoom, Google Hangouts y hasta Skype, son ahora muy utilizadas y seguramente lo serán mucho más en el futuro, lo que ahorrará mucho tiempo y dinero.

Obviamente los hechos fácticos más importantes que se vienen consiguiendo en este proceso, son mejorar la relación de las familias, así como la limpieza del medio ambiente, aunque esta sea temporal.  La vida después de esta surrealista situación de todas maneras no será igual que antes.

Como dijo Albert Einstein: ¨La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. Es en la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias¨.

¡Ojalá esto sea cierto para nosotros y para nuestro país! Lampadia




Sin agua para lavarnos las manos

Sin agua para lavarnos las manos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 10 de abril de 2020
Para Lampadia

Aparte de provocar fiebre, tos seca, pérdida de olfato y gusto, dificultad para respirar, y – en algunos casos – hasta la muerte, el Coronavirus ha resultado ser un gran encubridor. Muchos problemas que venían ocupando la atención de la gente han quedado en el olvido. La corrupción… por ejemplo. Como que el virus – pareciera – ha eliminado la palabra “corrupción” de nuestro diccionario.

Asimismo, la pandemia ha encubierto completamente la discusión de algunos otros temas candentes, como la desaceleración económica de los últimos años en nuestro país. Pero no sólo eso. La pésima gestión gubernamental en materia de porcentaje de ejecución presupuestal, la pusilanimidad presidencial frente a los movimientos anti mineros, el incremento desmedido de la burocracia estatal inútil y corrupta, las pintorescas puyas entre el Congreso y el Ejecutivo, y muchos otros temas más… todo quedó traspapelado en algún lugar remoto de nuestras memorias. Podría ser que – aparte de los síntomas antes mencionados – el Coronavirus también provoque la pérdida de la memoria. ¿Cómo será?

Sin embargo – contrario a lo anterior – el Coronavirus también resultó ser un gran descubridor. Como que descubrió algunas falencias que estaban pasando un tanto inadvertidas frente a la ciudadanía. El agua potable y alcantarillado… por ejemplo. Mejor dicho, el fracaso estrepitoso – a nivel nacional – del suministro de agua potable para la población.

¡Qué mala suerte! Resulta que la recomendación más importante para combatir al Coronavirus es – precisamente – lavarse las manos frecuentemente. Lavarse las manos con agua y jabón. Ahora bien… jabón tenemos. Pero ¿cómo lavarse las manos… sin agua? ¡He ahí el problema!

El hecho es que el suministro de agua potable en nuestro país está a cargo de las Entidades Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS). SEDAPAL es una de ellas… y ciertamente la más grande, y la más conocida. Pero hay alrededor de 50 EPS más. La mayoría son empresas de propiedad de las municipalidades provinciales. Es decir, de los municipios de las principales ciudades del interior del país.

A nivel rural, el agua potable está a cargo de las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS). Hay alrededor de 6,000 JASS a nivel nacional. Y la mayoría son manejadas por los municipios distritales.

A lo que quiero llegar, es que ese esquema – el de las empresas municipales de agua potable – fracasó. La mayoría de EPS y JASS están quebradas financieramente. La corrupción y el clientelismo político las quebró. Yo puedo dar fe de ello. Las EPS y JASS de la Región Ica son – casi todas – antros de corrupción e inoperancia. Por eso los iqueños no tienen agua en sus casas. Por eso mismo, la mayoría de peruanos tampoco tiene agua potable… 24 horas al día.

Dejémonos de hipocresías. La institucionalidad del agua tiene que cambiar. La salud de millones de peruanos está en juego. Una entidad pública autónoma, especializada, y meritocrática – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – que no dependa de los ministros o alcaldes de turno. Eso es lo que se necesita. Los ministros y alcaldes cambian a cada rato. Y con ellos cambia – también – gran parte del personal de las EPS y JASS. Clientelismo político en su máxima expresión.

¡Qué se puede esperar de ello! Pues lo que tenemos ahora. ¡Millones de peruanos sin agua! O sea, millones de peruanos sin poder lavarse las manos. Lampadia




El coronavirus no se combate con populismo

El coronavirus no se combate con populismo

Gonzalo Prialé
Presidente Instituto IIG
Para Lampadia

Viejas historias que es bueno recordar                                      

A mediados del siglo VI, el imperio bizantino fue arrasado por una epidemia denominada “peste negra”. En Constantinopla murió el 40 % de sus 800,000 habitantes. Luego la peste llegó a Roma. En los años siguientes, la enfermedad mató cuatro millones de personas en todo el Imperio Romano y causó pánico generalizado.

A mediados del siglo XIV, estalló la mayor epidemia de peste negra de la historia de Europa.  Los 80 millones de europeos se redujeron a unos 30 millones entre 1347 y 1353. Recién en 1896 se descubrió que el origen de la peste (bubónica) era la bacteria yersinia pestis, que afectaba a las ratas y era transmitida a los humanos principalmente por las pulgas.

La devastadora pandemia conocida como la “gripe española” de 1918, en realidad se originó en Estados Unidos y llegó después a Europa. Tras registrarse los primeros casos en Europa, colapsaron las instalaciones hospitalarias en los meses siguientes y el contagio se extendió a otros continentes. Se estima que murieron entre 70 y 100 millones de personas a nivel mundial.

Es útil recurrir a la memoria histórica. Hace solo 100 años con la gripe española murió 5% de la población mundial y eso ayuda a entender por qué ahora el mundo entero necesita enfrentar con tanto rigor la nueva pandemia del coronavirus.

Hoy el mundo está mejor preparado que en 1918. El progreso científico ha sido muy grande, se cuenta con laboratorios sofisticados, mucha mayor capacidad para producir vacunas, y hospitales mucho mejor equipados.

El reto que enfrentamos es inmenso

Pese a todas estas ventajas, con una población mundial de 7,500 millones de seres humanos (versus 1,850 millones en 1920) y  transporte aéreo accesible con 12 millones de personas viajando por día en un día normal, resultaría imposible detener hoy una epidemia como la del coronavirus, al menos en su primera oleada.

Encontrar una vacuna en corto tiempo para que el virus no se siga expandiendo por el mundo, desborda la capacidad científica actual. La industria farmacéutica tampoco será capaz de producir suficientes antivirales para miles de millones de personas en poco tiempo.

Esto ha conducido a los gobiernos a implantar políticas de aislamiento social con diversos grados de rigidez. Los gobiernos optaron mayoritariamente por poner la salud pública por delante de la impactante recesión de la economía originada por las cuarentenas y asumir costos para su reactivación buscando que la mayor parte de las empresas y el empleo sobrevivan en sus países.

El país espera que el sacrificio de estas 4 semanas de cuarentena logre los resultados deseados, en el contexto de una recesión mundial en ciernes, de proporciones difíciles de imaginar.

Como de costumbre surgen opiniones oportunistas que avizoran que todo será diferente después de la pandemia, pronostican el final de la globalización y piden más Estado y control de precios. Y no falta quienes extravagantemente atribuyen la aparición de la pandemia al capitalismo.

La causa de las cuarentenas en el mundo es una pandemia nueva e imprevisible, un cisne negro. Su origen es el coronavirus, no es la globalización, no es el modelo democrático capitalista occidental, ni el modelo autoritario capitalista de China.

Durante la pandemia el Ejecutivo tiene que asumir un rol de liderazgo fuerte e imponer autoridad, pero eso no sirve para justificar que el Estado suplante al mercado y adopte en adelante un rol crecientemente intervencionista. El Estado tiene gravísimos problemas de gestión y eso no va cambiar porque apareció el coronavirus; al contrario, durante la crisis se acentuará su incapacidad al actuar bajo presión.

Plantear el control de precios durante la cuarentena es innecesario. La gente compra solo lo que necesita con la poca plata que tiene, y cada día de cuarentena tiene menos dinero, así que lo más probable es que los precios tiendan a bajar, antes que a subir.  

En la pandemia se evidencian la falta de infraestructura hospitalaria y el déficit de agua potable en todo el país, dos fracasos históricos del Estado. Al pasar la cuarentena, sería conveniente dar paso a asociaciones público privadas (APP) en hospitales de bata blanca, y que SEDAPAL y las EPS contraten con operadores de prestigio mundial APP de gerencia integral e inversiones a largo plazo, para cerrar brechas.

Cuidado con la ejecución

En el corto plazo, el gran reto para evitar la convulsión social es hacer que la ayuda en dinero o en especies del gobierno llegue eficazmente a los trabajadores informales independientes que viven al día.

Otro reto grande es adquirir cuanto antes la cantidad de insumos necesarios (tests, mascarillas y respiradores). Sus precios al alza por la intensa competencia de los compradores en el mercado, no es una excusa válida para no cerrar compras urgentes. No se puede seguir recurriendo a donaciones, hay que pagar los precios y asegurar una pronta entrega. Prolongar el encierro por falta de estos insumos sería inaceptable e inmanejable.

El gobierno necesita precisar la información que reporta a diario. Se aprecia una brecha entre los planes que anuncia y su implementación, y no se puede hacer seguimiento para medir los resultados de tanto anuncio gubernamental en base a información incompleta.

Por ejemplo ¿del universo de 2.7 millones de familias cuántas han recibido sus 380 soles? ¿Con cuántos respiradores que funcionen se cuenta hoy? ¿Cuál es la capacidad de procesamiento de tests diaria?

El Ejecutivo necesita enfocar todos sus esfuerzos en combatir el coronavirus, parar los contagios y reactivar la economía, sin caer en una competencia de aplausos fáciles con el desbordado e irresponsable populismo del nuevo Congreso. Lampadia




América Latina contra la debacle económica

América Latina contra la debacle económica

A continuación compartimos un reciente artículo publicado en la revista Project Syndicate y escrito por dos economistas latinoamericanos – uno de ellos peruano – que radican en prestigiosas universidades en el extranjero, en el que muestran su visión respecto a qué políticas macroeconómicas deberían emprender los países de nuestra región para mitigar el impacto de la crisis social producto de la pandemia del coronavirus.

Si bien varias de las propuestas aquí presentadas, como las  transferencias condicionadas a los hogares y un mayor acceso al crédito por parte de las empresas con avales del fisco, ya se encuentran siendo implementadas en nuestro país acertadamente (ver Lampadia: El Perú enfrenta la crisis económica), vale la pena rescatar las reflexiones que hacen ambos economistas respecto a la importancia de que estas medidas se concreten sin vacilar y cómo el Perú es uno de los países privilegiados del continente porque cuenta con la capacidad para emprenderlas.

La realidad económica de América Latina, en la que coexisten estructuras productivas formales e informales, requiere políticas diferenciadas que permitan paliar una crisis para empresas y hogares con contextos muy distintos. Si bien resulta relativamente fácil llegar a las empresas y empleos formales por su alta bancarización, en la informalidad se necesitan de políticas más audaces, que probablemente requieran de una inyección de liquidez directa más potente de manera que se abarque a una mayor cantidad de unidades productoras, pymes en su mayoría, que dan empleo a los estratos más bajos de la distribución de ingreso. Aquí la solidez macroeconómica es fundamental, puesto que le permite al fisco no solo acceder a recursos vía deuda a bajas tasas de interés internacionales sino también al ahorro interno, como son las reservas internacionales,  acumuladas gracias a la política fiscal responsable en los buenos años.

Gracias a estos sólidos fundamentos, ausentes en otros países de la región, el Perú podrá inyectar, con todos sus recursos, 12 puntos del PBI  a la economía para evitar un rompimiento de la cadena de pagos, como ha sugerido recientemente la ministra de economía.

Es importante pues preservar el marco institucional que da forma a esta política ortodoxa y que rige nuestro modelo de desarrollo.Lampadia

El virus llega al sur

Project Syndicate
24 de marzo, 2020 
Roberto Chang & Andrés Velasco
Glosado por Lampadia

El COVID-19 ha llegado a América Latina, pero no así las medidas eficaces para enfrentar la pandemia –por lo menos no a todos los países–. Los presidentes Andrés Manuel López Obrador de México y Jair Bolsonaro de Brasil, imitando al presidente estadounidense Donald Trump, todavía realizan actividades públicas y abrazan a sus seguidores, en un imprudente intento por reforzar sus credenciales de machos fuertes. América Latina merece una respuesta más seria, audaz y con metas claras para evitar que una crisis de salud pública se transforme en una catástrofe socioeconómica.

El COVID–19 ha abrumado a Italia, que tiene más médicos y camas de hospital per cápita que América Latina. En EEUU escasean los equipos para diagnosticar el coronavirus y en el Reino Unido faltan respiradores. Sería ingenuo pensar que estos mismos problemas no van a golpear a Latinoamérica, cuya trayectoria en el ámbito de enfrentar pandemias es deficiente: en la gripe asiática de 1957-1958, Chile encabezó la lista mundial con 9,8 muertes por cada diez mil habitantes.

América Latina tiene amplia experiencia en todo tipo de crisis, pero la actual es sin precedente. La primera prioridad es salvar vidas, de modo que todo peso gastado en la contención del virus es un peso bien gastado. Este no es un momento para ahorrar.

La índole y la gravedad del shock económico también son nuevas. Nunca antes se le había dicho a una proporción tal de la ciudadanía que dejara de trabajar. Incluso si el encierro no dura más de un par de meses, es posible que se produzcan contracciones de dos dígitos en el PBI anual.

De no existir una respuesta de política, este será solo el comienzo de la historia. Si las familias pierden sus ingresos, dejarán de gastar, lo que se traducirá en que otras personas también pierdan sus ingresos. Si las empresas no tienen ganancias, es posible que no puedan pagarles a sus proveedores ni cubrir el servicio de sus deudas. Si los bancos y otros acreedores no reciben pagos, es posible que aceleren sus préstamos y exijan que se los pague en su totalidad, aumentando así la contracción de liquidez de las compañías y los hogares. Y si colapsa el precio de los activos (acciones, bonos y, eventualmente, bienes raíces) todas las personas dispondrán de menores garantías y, por lo tanto, de menos capacidad para pedir préstamos. La iliquidez se extenderá por todo el sistema y dará origen a olas de quiebras.

El papel de la política macroeconómica es detener este círculo vicioso. Las políticas anticrisis deben ser rápidas y enormes.

En primer lugar, las autoridades deben evitar que los hogares pierdan sus ingresos. Esto significa cambiar la normativa laboral de modo que a los trabajadores se les remunere incluso cuando no estén trabajando a tiempo completo. En el Reino Unido y Dinamarca, el gobierno cubrirá de manera temporal el 80% y el 75%, respectivamente, del gasto salarial de las empresas que estén en aprietos. Es probable que esto sea inasequible para los gobiernos latinoamericanos. Sin embargo, pueden aplicarse estrategias más a la medida de cada país. El plan de Chile, por ejemplo, permite que las empresas pasen a jornadas parciales de trabajo y utilicen el fondo de seguro de desempleo para garantizar que sus trabajadores reciban por lo menos el 75% de su salario original.

Una de las dificultades que enfrenta América Latina es que gran parte de su fuerza laboral trabaja de manera independiente o informal, sin empleador que continúe remunerando o pueda proporcionar algún seguro. Por ello, los gobiernos no tienen más alternativa que efectuar transferencias en efectivo a los hogares que han perdido sus ingresos. En los países donde existen programas a gran escala de transferencias de efectivo (entre ellos, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México) la implementación puede ser rápida y amplia. Otros países tendrán que superar mayores desafíos para llegar a un número suficiente de hogares, dado que muchos carecen de cuenta bancaria y de acceso a la Internet. En el caso de Perú, esto significa que el subsidio de 380 soles a los necesitados debe retirarse en persona en los lugares designados, y que se limita a hogares urbanos.

La política macroeconómica también debe ayudar a las empresas para que cumplan sus compromisos con sus propios trabajadores, proveedores y acreedores. Ello requiere asegurar el acceso al crédito mientras dure la emergencia. La reducción de las tasas de interés constituye un componente necesario pero insuficiente de este esfuerzo. Las autoridades monetarias y los reguladores financieros tienen que proporcionar fuertes incentivos a los bancos y a otros prestamistas para que los recursos sigan fluyendo hacia las compañías pequeñas y vulnerables, y hacia los sectores especialmente golpeados por el virus. Una combinación de líneas especiales de crédito y tolerancia normativa viene al caso. En algunos países, los bancos estatales pueden encargarse de otorgar créditos cuando los acreedores privados decidan no hacerlo.

Para poner fin al peligroso ciclo de deflación de los precios de los activos y destrucción de las garantías, los bancos centrales de América Latina deben aprestarse para comprar no solo bonos gubernamentales, sino también otros tipos de títulos privados. Y dado que la deuda externa suele estar denominada en dólares, los gobiernos y los bancos centrales que tienen reservas o acceso a liquidez en dólares no deberían vacilar en inyectar esos dólares en el mercado local. Las reservas de liquidez en moneda extranjera se crearon precisamente para tiempos como los que corren, y para evitar que una híper-depreciación de la moneda destruya el valor de las garantías.

La suma de estas medidas fácilmente puede costar varios puntos porcentuales del PBI. La respuesta a la emergencia es urgente, y ese costo es inevitable. ¿Qué pueden hacer las naciones latinoamericanas para financiarla? Unos pocos países –entre ellos, México, Perú y Chile, y tal vez Colombia y Uruguay– tienen margen para emitir más deuda pública en los mercados nacionales e internacionales, y deberían hacerlo.

Pero otros países no lo tienen. Y así como las tasas de interés a nivel mundial se han desplomado, se han duplicado los spreads de la deuda latinoamericana, en un momento en que caen en picada los precios de los commodities, al igual que los ingresos producto del turismo y de las remesas, que son cruciales para los países de Centroamérica y el Caribe. Por lo tanto, la mayor parte de los países de América Latina van a experimentar una aguda escasez de dólares, y su única fuente de financiamiento en esta moneda serán los organismos multilaterales.

El Fondo Monetario Internacional ha dispuesto una línea de crédito flexible, una línea de liquidez cautelar y un servicio financiero de desembolso rápido (enfocado en los países de bajos ingresos). Este compromiso es útil, pero no se puede afirmar con certeza que estas fuentes serán suficientes o estarán disponibles con la suficiente rapidez.

Por ello, la ayuda de la Reserva Federal de EEUU resulta de importancia crítica. Esta entidad es la fuente original de todos los dólares que existen. En esta crisis, ha dado acceso a líneas de swaps en dólares a otros bancos centrales, pero solo a los de países que considera sistémicamente importantes, que en América Latina incluyen a México y Brasil. ¿Por qué no a países con grado de inversión, como Colombia, Perú y Chile? Otra alternativa es que la Reserva Federal compre bonos emitidos por el FMI, el cual a su vez podría prestar esos dólares a economías emergentes y de bajos ingresos (esta es una antigua propuesta, cuyo momento puede haber llegado finalmente).

Todo esto necesita suceder, y de manera rápida. América Latina tiene la “suerte” de ir unas pocas semanas atrás de Europa y Asia en el avance del virus. Es imperativo que emplee este tiempo de manera sabia y audaz.

Theodore Roosevelt afirmó que sin “la gran ocasión, no surge un gran estadista; si [Abraham] Lincoln hubiera vivido en tiempos de paz, ahora nadie sabría su nombre”. Hoy día, América Latina emprende una lucha contra el contagio, la depresión económica y la desesperación social. Por favor ¿pueden los Lincoln de la región dar un paso al frente? Lampadia

Traducción de Ana María Velasco

Roberto Chang es profesor distinguido de economía en la Rutgers University.

Andrés Velasco, ex candidato presidencial y ministro de finanzas de Chile, es decano de la Facultad de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science.