El gobierno se ha portado muy mal con Walter Alva, al publicar la resolución de su cese sin siquiera darle las gracias por su muy importante servicio brindado al país.
Walter Alva merece el reconocimiento de todos los peruanos y exigimos al gobierno una rectificación.
Entrevista a Walter Alva
El Comercio, 8 de julio de 2021
Está convencido de que su labor no se detendrá porque “siempre he trabajado con pasión y esta nunca se termina”, asegura. A pesar de que una resolución directoral ha decretado su alejamiento del museo que forjó en el 2002, Walter Alva tiene la esperanza de que una reevaluación de los hechos podría reintegrarlo a sus funciones. En este difícil momento, el hombre que se enfrentó a peligrosos profanadores de monumentos para defender la tumba del Señor de Sipán no pierde el sentido del humor. “Con contrato o sin contrato tenemos Walter Alva para rato” -comenta- es la frase acuñada por su esposa, la también arqueóloga Emma Eyzaguirre. Estas palabras resumen el optimismo con que afronta la adversidad y para muchos la ingratitud de la que ha sido víctima.
A lo largo de sus casi 50 años de trabajo al servicio de la nación, el célebre arqueólogo ha recibido grandes reconocimientos dentro y fuera del país. A nivel nacional la Orden del Sol (1990), la Medalla del Congreso (1999) o las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta (2011) dan cuenta de su invaluable aporte a la cultura del Perú. Todas estas distinciones, las ha recibido con humildad. “No son solo para mí sino para el pequeño equipo de gente que trabaja conmigo, desde que empezamos hasta hoy”, señala. Convencido de que mirar al pasado es la mejor manera de forjarnos un mejor futuro, Alva continúa investigando incansablemente, incluso prepara una próxima publicación.
—Su cese definitivo ha causado revuelo en el ambiente cultural.
—Entonces, ya estaba preparado para este alejamiento. ¿Cuál es su sentir después de casi dos décadas frente al museo?
—¿Quién ha quedado al frente, por el momento?
—¿Se anima a dar algún nombre para su reemplazo?
Con las actuales disposiciones no es posible, no puedo influenciar. Pero imagino que la próxima gestión de gobierno tomará la decisión de designar a alguien idóneo ya sea como cargo de confianza o convocando a un concurso. Lo adecuado sería esperar la decisión del próximo gobierno, no creo que la actual la tome.
—¿Cuál es el estado en qué deja el museo?
Quedan muchos proyectos pendientes, en campo, programas educativos. También existe un proyecto de ampliación del museo y de manera inmediata un relanzamiento después de estar cerrado por la pandemia. Las proyecciones que tiene el museo son muchas.
—¿Y puntualmente en cuanto a investigaciones en marcha?
Nosotros hemos venido desarrollando un programa de investigaciones arqueológicas en dos valles importantes de la zona, el de Zaña y el mismo de Lambayeque, enfocados a dos aspectos de importancia para reconstruir la historia de esta región, la historia prehispánica y el origen de la civilización en este lugar, así como la consolidación de la cultura mochica. Hemos venido investigando monumentos representativos como el caso de Purulén en la desembocadura del valle de Zaña, que es un proyecto muy importante porque ahí se puede conocer cómo surgen los primeros asentamientos y centros religiosos con una antigüedad de 1200 años antes de cristo. En la parte de los mochicas, un monumento que sí puede deparar importante información y con muchas sorpresas es el complejo arqueológico de Úcupe. En la parte alta del valle está Oyotún. También hemos tenido proyectos en la región vecina de Cajamarca y la naciente de los valles. En la parte baja de Lambayeque hay un triángulo de trascendental importancia que son Ventarrón, Collud y El Chorro, donde está prácticamente toda la historia del valle, de los orígenes de la cultura, desde hace 4 mil años hasta la época inca y colonial. Nos falta mucho por investigar, esto era parte de los proyectos de investigación del museo, además están las proyecciones con programas educativos
—También ha trabajado directamente con las poblaciones cercanas. Arqueología social, como la llaman.
En la zona de Santa Rosa se ha venido desarrollando un proyecto con las comunidades, que es una de las preocupaciones qué teníamos. Hemos tratado de generar participación. Ellos han construido su propio museo. Estamos generando que la población tenga iniciativa propia, ese es el trabajo que está haciendo el arqueólogo Bracamonte que hoy esta como encargado de la dirección del museo. Tenemos un área muy activa en educación y muchas expectativas que no pueden detenerse.
—¿Cree que podría reconsiderarse la decisión de su cese?
Tengo que seguir trabajando. Estoy en todas mis facultades físicas y mentales y con un entusiasmo igual al que tenía cuando ingresé a la administración pública, pero con mucha más madurez y experiencia. Ojalá que evalúen en el futuro la decisión de mi cese y me permitan seguir. La decisión de poder continuar frente al museo con una nueva modalidad laboral es un decisión del ministerio de cultura y del gobierno. Espero que esto pueda ser evaluado. Tengo que decirlo con mucha franqueza, con o sin el puesto yo seguiré trabajando e investigando. Estoy, como dije, con todo el entusiasmo y la vitalidad.
—Lograr que Cajamarca tenga un museo propio es otra de sus labores. ¿Cómo va ese proyecto?
Es parte de los trabajos que hemos hecho allí. Es un proyecto para hacer un gran museo regional. Con las gestiones que se hicieron se llegó a tener un terreno, donado por la empresa Yanacocha, de ocho hectáreas. Tengo el compromiso de lograr este museo porque soy cajamarquino. Ya hemos tenido hasta dos proyectos arquitectónicos que no se realizaron, incluso hasta hay un expediente museográfico. Esperamos que se pueda reactualizar, hay que rehacerlo porque ya vencieron los plazos. Estamos ahora con un proyecto de cooperación con la provincia de Chota para generar proyectos de investigación, porque yo creo que las regiones de Cajamarca y Lambayeque constituyen con sus cuencas naturales, espacios culturales que deben ser investigados de manera integral. En la antigüedad había un intercambio en todos estos ámbitos territoriales.
—¿Desde cuándo impulsa la construcción de este museo?
Más de 15 años y los proyectos fracasaron por razones burocráticas, ese museo ya debería haberse terminado. Pero ahora hay mucho interés de parte del gobierno regional para conseguir su ejecución.
—Una demostración de que la cultura no es prioridad en el país.
La cultura sigue siendo la Cenicienta del presupuesto. El gobierno debe entender que hacer gastos en cultura no es en realidad un gasto sino una inversión que repercute en el conocimiento de nuestro pasado, el sustento de nuestra identidad y de manera práctica en el desarrollo. Miren todo lo que ha generado Sipán desde su descubrimiento hasta hoy. El museo ya va a tener casi 3 millones de visitantes desde que se inauguró. Antes de la pandemia teníamos 180 mil visitantes por año. Además ahora tenemos visitas virtuales, hasta hoy son 70 mil visitas prácticamente en cuatro meses, casi como las presenciales.
—¿En estos 46 años de labor cultural en el país, cuál diría que ha sido el mayor escollo en su tarea como arqueólogo?
Hay dos temas, la falta de recursos, que es esencial, y la incomprensión que se refleja en el poco interés del Estado. Sobre todo las limitaciones presupuestales. Pero no podemos decir que eso es una justificación para no trabajar. Cuando empezamos a trabajar por el museo nadie apostaba en invertir un centavo. Pero pudimos terminarlo y ahora está al servicio de la comunidad.