Por: Vicente Silva Checa
Para Lampadia
Conocí a Carlos Boloña hace muchos años ya que somos de la misma edad, aunque de diferentes colegios, él del Santa María y yo del Humboldt.
Trabajaba él en la Oficina Nacional de Integración cuyo subjefe era mi padre, quien lo convenció y apoyó para que se fuera a Inglaterra a completar su doctorado. Se casó con una compañera de clase de mi esposa y hermana de un gran amigo del colegio.
Así las cosas, compartimos inquietudes durante el gobierno de Belaúnde desde orillas opuestas, él con la ortodoxia y nosotros con Orrego y Violeta tratando de paliar con medidas económicas el efecto catastrófico del Niño 83.
En setiembre del 90 el gringo Juan Carlos Hurtado nos invitó a almorzar a Raúl Diez Canseco, a Carlos y a mí para explicarnos cuán profundo era el pozo. En enero lo hicieron ministro y me llamó para que lo asesorara en tratar de sacar al país del desastre. La primera conclusión fue contradecir la opinión casi unánime de analistas y expertos. Sostuvimos que era inviable un programa de reformas gradual. Todo a la vez y sin temores.
Carlos era decidido y muy valiente y Fujimori temerario. Uno conocía los mecanismos y el otro no. Tomaron la decisión no fácilmente, pero con coraje. Lo segundo era más difícil. ¿Con quién hacer este enorme trabajo? Acudieron al llamado Dionisio Romero y Chicho Nicolini quienes, de la forma más desinteresada y patriótica, apoyaron el esfuerzo sin pedir nada a cambio. Un extraordinario grupo –Cesar Peñaranda, Mario Ferrari, Carlos Adrianzen, Alfredo Romero, Fritz Du Bois, Ricardo Yori, Octavio Chirinos, Rafael Valdez y otros que seguro olvido- hizo en un año lo que José Piñera decía era imposible. Debo acotar que eso hubiese sido imposible sin la ayuda fraternal de Piñera, Corbo y otros chilenos que nos guiaron como hermanos mayores por el difícil camino de las reformas.
Nos reunimos con Carlos todos los días a las 8 am en su casa. Y él trabajaba hasta altas horas de la noche. Su voluntad de sacar adelante el empeño lo obligaba a un esfuerzo sobrehumano. Producido el 5 de abril, planteamos la fórmula legal del CCD y Fujimori la aceptó. Ayudaron Hernando de Soto, como siempre dispuesto a apoyar, y Luis Alberto Sánchez, sacando ases de la manga.
Habiendo sido testigo de todo esto no atino a proponer una forma de agradecer tanta entrega y tanto esfuerzo. Paz en su tumba. Lampadia