Uri Landman
Para Lampadia
A raíz de la visita privada, la semana pasada, del presidente electo de Argentina, Javier Milei, a la tumba del rabino Lubavitch Menachem Mendel Schneerson, en el cementerio Montefiore de Nueva York, han surgido una serie de preguntas sobre Milei, el Rebbe y la relación entre ambos. Más importante todavía, sobre la influencia de la religión en los políticos.
Javier Milei, es el presidente electo de Argentina, quien asumirá funciones la próxima semana. Es la primera vez en la historia de Argentina que ha sido elegido presidente un economista que se define a sí mismo como liberal-libertario. Milei llega a la presidencia, después de una contundente victoria en segunda vuelta, ante el candidato oficialista Sergio Massa.
Durante su campaña electoral, Milei había prometido que, de ser elegido presidente de Argentina, su primer viaje sería a la tumba del Rebbe en Nueva York y luego viajaría a Israel para rezar en el “Kotel” o Muro de los Lamentos.
La primera interrogante que nos hacemos es ¿acaso Javier Milei es judío? y la respuesta es: no. Javier Milei nació en el seno de una familia católica argentina, pero desde hace ya varios años ha mostrado su interés por aprender sobre la religión judía y eventualmente convertirse al judaísmo luego de retirarse de la política.
En una entrevista, Milei contó que su guía espiritual es el rabino Axel Wanish de la comunidad judía marroquí argentina Acilba. Hace dos años que Milei asiste de manera regular, a las clases que el rabino Wanish da sobre diferentes temas del judaísmo, como la lectura semanal de la Parashá o el Talmud (libro que recopila la tradición oral judía).
Según la costumbre judía, cada semana se debe leer una porción de la Toráh o Pentateuco (primeros cinco libros de la biblia). Estas porciones llamadas “Parasha”, son estudiadas, interpretadas y analizadas previamente a su lectura, los días sábados en la mañana durante el rezo matutino. Según Milei, sus estudios de los textos sagrados le ayudan a “crecer mucho y entender las situaciones de una manera mucho más profunda”. La guía del rabino Wanish le da mucha tranquilidad espiritual en un momento donde recibe una infinidad de ataques de la casta política, según palabras de Milei.
El rabino Menachem Mendel Schneerson, más conocido como el Rebbe, fue el séptimo líder del movimiento jasídico Jabad Lubavitch. El Rebbe nació en el año 1902 en el puerto del mar negro Nikolaev, parte del imperio ruso de la época. Durante la Segunda Guerra Mundial, escapó de Europa con su esposa, inmigrando a los Estados Unidos de Norteamérica, donde se instaló en Nueva York. A la muerte de su suegro en 1950, se convirtió en el líder el movimiento Jabad Lubavitch.
Schneerson tomó a un grupo jasídico al borde de la extinción, después del Holocausto judío, durante la Segunda Guerra Mundial y lo convirtió en uno de los movimientos más influyentes de la religión judía, con una red internacional de más de 5,000 centros educativos y comunitarios. Las instituciones que estableció, incluyen jardines de la infancia, colegios, centros de rehabilitación de drogas, casas para cuidados de discapacitados, asilos de ancianos y sinagogas.
En 1978 el Congreso de Estados Unidos le solicitó el presidente Jimmy Carter que designe el día del nacimiento del Rebbe, como el Día Nacional de la Educación en Estados Unidos. En 1994, Schneerson recibió póstumamente la Medalla de Oro del Congreso, por su contribución a la educación mundial, la moralidad y los actos de caridad.
La mayoría de estados en el mundo occidental son laicos, con una clara separación entre estado y religión. En nuestro país la constitución garantiza la libertad de culto. Cada uno de nosotros tiene el derecho de profesar la religión que desee. Sin embargo, grupos que se autodenominan progresistas, quieren erradicar los valores religiosos de nuestras vidas como si fueran algo malo.
Para Milei, su guía espiritual es un rabino; para otros políticos puede ser un sacerdote católico o un imán musulmán.
Soy de la opinión que una persona con fuertes valores espirituales y morales, ya sean aprendidos en casa, en el colegio o a través de un guía espiritual; será un mejor líder y por ende un mejor político, que alguien sin apego a una religión que enseñe valores como la honestidad, la caridad y el amor al prójimo.
Recordemos una de las frases más famosas de Milei, un versículo del libro de los Macabeos: “En una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino de las fuerzas del cielo”.
Desde esta columna le deseamos a Milei que encuentre esas “fuerzas del cielo” para sacar adelante a su país, luego de décadas de peronismo empobrecedor. Lampadia
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