¿Mejoró el Congreso al ampliar sus miembros de 120 a 130? Obviamente no, y son diez más que solventamos con la tuya y con la mía para solo verlos como protagonistas crónicos de trifulcas y delitos.
¿Mejoró la eficiencia del Poder Ejecutivo al incrementar el número de ministerios, organismos regulatorios, superintendencias y otros especiales para tratar problemas específicos? Otra vez la respuesta es no, y sigue subiendo la factura a pagar por los ciudadanos para sostenerlos. Igual se puede decir del gran perjuicio hecho al país y a su presupuesto de gastos por aumentar un estrato intermedio en la apurada y fracasada regionalización.
Hoy se observa, a nivel internacional, otro aumento que, de darse, será contrario a los intereses del Perú. La Alianza del Pacífico tiene tres años de conformada, está desarrollándose bien, pero es solo un infante que está aprendiendo a gatear y ya tiene tentaciones para correr incorporando a otros países, interesados en el éxito inicial. Con ello, hay un riesgo de fracasar como ha sucedido con las múltiples iniciativas de integración intentadas en las últimas décadas. Todo latinoamericano anhela una integración regional, especialmente ahora, para bregar con los países desarrollados en un mundo globalizado y, así, lograr reducir más rápidamente su pobreza. Pero hay que reconocer cuando es conveniente ampliar la Alianza y hoy no es dable mientras no se consolide en sus diversas facetas.
Pero la peor idea proviene de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, acogida por los otros presidentes de la Alianza, de buscar una integración con el Mercosur, cuando este organismo deambula sin rumbo y con objetivos contrapuestos entre sus integrantes. Parece que la izquierdista Bachelet no se siente cómoda de pertenecer a un grupo liberal y prefiere aguar el caldo. Brasil, por su parte, razona que el Mercosur ahora le resulta un lastre para su desarrollo, pues le impide efectuar los tratados de libre comercio que necesita urgentemente, aviniéndose interesadamente al juego geopolítico de Chile. Y de paso Brasil, que pasa por serios problemas económicos y sociales, lograría retrasar el dinamismo de la Alianza que le compite.
El Arancel Externo Común del Mercosur ya tiene poco de común pues está agujereado por sus miembros. También todos, especialmente Argentina, han levantado restricciones a la libre circulación de productos y servicios de los otros países, generando quejas y confrontaciones complejas. ¿Le conviene a la Alianza o al Perú acercarse a Argentina o Venezuela con sus populismos, intolerancias y graves desequilibrios macroeconómicos? El Mercosur, con sus proteccionismos y cerrazón, va a contramano de lo que desea la Alianza. Agua y aceite.
Mientras la Alianza crecería 4% el 2014, el Mercosur solo 1%. Y las perspectivas para el mediano plazo siguen en ventaja para la Alianza. ¿Para qué abrazar a un enfermo terminal
como el Mercosur? Una cosa es ser pragmático y otra es ser torpe.