Oscar Silva-Valladares
Publicado por el Ron Paul Institute
27 Julio 2022
Más allá del daño en Ucrania, la guerra también está ocasionado perjuicios significativos en el resto de Europa ya que el continente está perdiendo sus suministros de energía más competitivos, comprometiendo la ventaja manufacturera de la región y acelerando una ola de inflación que a través de altos costos de energía afectará severamente el bienestar de su población este próximo invierno.
Europa ha estado tratando durante años de diversificar sus fuentes de energía, pero no tenía un plan de contingencia integral para contrarrestar el impacto de cortar abruptamente el acceso al petróleo y el gas de Rusia desde el comienzo de la guerra de Ucrania. Los políticos europeos han exagerado enormemente el potencial de sustitución de otras fuentes de energía (como el GNL) y se enfrentan a la necesidad de aceptar alternativas que no hace mucho tiempo se consideraban políticamente desagradables, como la reapertura de la producción de carbón en Alemania.
¿Cómo se produjo este grave error de cálculo? Claramente, los líderes europeos no han podido prever las verdaderas consecuencias en Europa de la guerra económica desatada contra Rusia. Una explicación sobre la audacia y la auto confianza que rodearon la posición europea al comienzo de la guerra fue la creencia de que la combinación de sanciones contra Rusia y el apoyo militar a Ucrania causaría un debilitamiento significativo de las fuerzas políticas, sociales y militares de Rusia que la conduciría a su derrota. Esto explica, por ejemplo, las declaraciones de que la guerra solo se resolvería en el campo de batalla, como dijo el representante de asuntos exteriores de la UE en marzo.
Se puede argumentar que la prognosis incorrecta sobre el resultado de la guerra tiene sus raíces en la inteligencia defectuosa de Estados Unidos y Gran Bretaña que pronosticaron la derrota de Rusia a través de la guerra económica y, por lo tanto, un impacto limitado de las sanciones en Europa. No siendo este el caso, la realidad ha llevado a los líderes europeos a buscar desesperadamente soluciones. Mientras tanto, las consecuencias políticas ya se están produciendo, y los primeros ministros de Gran Bretaña e Italia son las bajas más visibles como víctimas de los acontecimientos políticos internos desatados por las sanciones rusas. Más importante aún, no parece que el liderazgo europeo restante (encabezado por el presidente de la UE, von der Leyen, el presidente de Francia, Macron, y el canciller de Alemania, Scholz) esté dispuesto a cambiar de rumbo sin perder credibilidad significativa.
Por otro lado, las opiniones políticas europeas discrepantes y poco ortodoxas están sonando cada vez más fuerte, como el reciente discurso del primer ministro húngaro Orban en el que enfáticamente mencionó que las sanciones rusas y armar a Ucrania han fracasado, Ucrania no puede ganar la guerra, cuantas más armas vayan a Ucrania perderá más territorio y que Occidente debería dejar de armar a Ucrania y centrarse en la diplomacia.
En el núcleo de los problemas actuales de Europa está su incapacidad para equilibrar sus intereses económicos y de seguridad con suficiente autonomía para poder velar por sus propios intereses. La ambigüedad europea no es nueva, tiene sus raíces en la arquitectura político-militar posterior a la Segunda Guerra Mundial y las secuelas del colapso de la Unión Soviética, y en relación con Ucrania se manifestó en su ineptitud para hacer cumplir los acuerdos de Minsk que claramente ofrecían un camino hacia la paz ruso-ucraniana, pero Francia y Alemania fracasaron debido a la incesante presión de Estados Unidos y Ucrania.
Parece que solo alteraciones políticas significativas en los países europeos que importan -a saber, Francia, Alemania e Italia- permitirán un cambio radical de rumbo opuesto a la ruta actual de confrontación con Rusia y, en última instancia, de autodestrucción económica. De lo contrario, cualquier iniciativa política para resolver la guerra quedará en manos de Rusia y Estados Unidos y, de ser así, cualquier acuerdo duradero no tendrá en cuenta los intereses europeos. Sería trágico que un problema central europeo como lo es la guerra de Ucrania finalmente se resuelva a través de los tratos de una potencia euroasiática y una americana.