Por: Mariella Balbi
Expreso, 22 de Octubre del 2022
Pasado un año y tres meses del gobierno de Pedro Castillo se puede observar que montó -pese a lo incompetente que es- dos organizaciones reñidas con la ley. Ambas fueron construidas en simultáneo: la vinculada a Sendero Luminoso y la mafia que robó dinero al Estado, investigada hoy por la Fiscalía. La primera no es percibida tan claramente por el peruano de a pie, tampoco por la clase política.
En nuestras narices, Castillo ha construido, con apoyo de Sendero, una extensa red radical en el aparato del Estado. Le abrió el Minedu a la FenatepPerú-Movadef y busca apropiarse de la Derrama Magisterial, una institución privada. En el Ministerio del Interior nombró a prefectos y subprefectos, muchos de ellos adherentes del Movadef, quienes adoctrinan y reparten la ayuda social del Midis en las zonas más pobres y abandonadas del país. A esto se le suma el Congreso, donde controla la bancada Bloque Magisterial, mayoritariamente, integrada por profesores de ideología extremista.
La organización criminal liderada por Pedro Castillo, develada por el Ministerio Público y la buena prensa, resulta más evidente. Las pruebas existentes pronto podrían llevar a prisión al mandatario y a sus secuaces.
Lamentablemente, esto encuentra un freno en el Congreso, entidad que tiene como mandato fiscalizar al poder político.
Como buen prosenderista, Castillo miente con total sinceridad. Pidió la intervención de la OEA -copada por la izquierda latinoamericana radical-, en base al bulo de que en el Perú se prepara un golpe de Estado, que la Fiscalía le inventa delitos con fines políticos y que se meten con su familia. Todo ello promovido por los grupos de poder y la prensa afín a estos. Sostiene que no soportan que él, ‘Pedro Corleone’, un humilde profesor rural, gobierne el Perú.
Siempre los pobres buenos son víctimas de los ricos malos.Aunque el planteamiento sea burdo, es venenoso.
También denigra a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, acusándola de “repartir millones para torturar a los colaboradores eficaces” que lo han delatado. Además, la calumnia, vinculándola con el narcotráfico. El embuste de Castillo no puede desaparecer las siete acusaciones fiscales que tiene. Menos enterrar a la organización criminal que construyó, donde están su esposa, sus familiares, sus sobrinos, ministros y viceministros, financistas de su campaña y amigotes chotanos, funcionarios de Palacio de Gobierno y tres prófugos. Una mafia muy bien montada.
Pese al poder que detenta y al dinero que maneja, Castillo no se sostiene más. Las pruebas en su contra lo desnudaron y ahí radica su precariedad. ¿Por qué no cae el corrupto mandatario? Porque compró la conciencia y el voto de más de 26 congresistas. Se convirtieron en mercaderes, denigrando la función parlamentaria. No representan a nadie, solo a sus intereses crematísticos.
La razón indica que la vacancia está totalmente justificada y es la vía a seguir, pero aún no se llega a los 87 votos requeridos. La suspensión de Castillo resulta más farragosa e incierta. La oposición debe informar a la ciudadanía sobre quiénes son estos congresistas vendidos que sostienen al ladrón, señalándolos abiertamente. Así, la prensa unida, puede preguntarles hasta el cansancio por qué blindan a la corrupción. Acosarlos en bien de la democracia. La vergüenza existe. Castillo es la antítesis de democracia y decencia. El Perú se la juega.