Medir el éxito de un emprendimiento tan retador como el de ser el país anfitrión de la Conferencia sobre Cambio Climático, COP20, requiere utilizar una métrica objetiva, una herramienta que mida lo que se había propuesto antes del inicio, lo alcanzado en función a lo ofrecido y el potencial que lo logrado genera para allanar el futuro. Entonces déjenme ser objetivo, para que ustedes obtengan sus conclusiones.
UN PASADO POCO ESPERANZADOR
La COP15, celebrada en Copenhague, generó un gran sentido de frustración, porque se esperaba alcanzar el consenso de un nuevo acuerdo climático, pero todos se fueron con las manos vacías. Es en ese contexto que se celebró la COP20 en Lima. Se necesitaba avanzar en temas de finanzas climáticas, fundamentales para las acciones de mitigación y adaptación a cargo de los países. A su vez, las Contribuciones Nacionales, que son los programas que los países deben presentar el próximo año para identificar sus acciones, requerían una definición compleja que logre el equilibrio entre mitigación y adaptación. Este debate dividía a los países desarrollados y a los países en vías de desarrollo. Las divisiones eran mayores si consideramos la demanda por el reconocimiento expreso del principio de “Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas”.
El ámbito interno tampoco era sencillo. Recibir a tantos invitados en un escenario de temores por Hezbollah y por el ébola hacían pensar a algunos, quizás con mucho pesimismo y poca capacidad de actuar con atrevimiento, que no debíamos celebrar la Conferencia.
LO OFRECIDO ES DEUDA
A lo largo del año, el Perú fue claro en su planteamiento. Nos tocaba jugar un triple rol y en cada uno de ellos había metas que cumplir.
El rol del organizador y anfitrión nos demandaba no solo tener una sede, sino a su vez garantizar la seguridad, el transporte, el hospedaje, servicios adecuados, sistemas de salud en alerta y proyectar la imagen de un país empeñoso y grande. El reto era hacer sentir al visitante “como en casa”. Todo ello se cumplió en su totalidad. Llegaron 14 mil visitantes, lo que convirtió a la COP20 en la conferencia más grande organizada por el Perú en su historia, y salvo nuestros recurrentes problemas con el tráfico, no hubo incidentes, accidentes ni eventos que generaran algún malestar. La proyección de la imagen Perú fue impresionante: la sede fue un ejemplo de funcionalidad y proyección amigable de transparencia y confianza. A su vez, quisimos que la COP20 sea un “espacio de todos y para todos” y así nació “Voces por el Clima”, feria abierta al público y gratuita que recibió a casi 90 mil visitantes.
El rol de la Presidencia de la COP20 nos obligaba a facilitar un acuerdo que se vio reflejado en el “Llamado de Lima para la Acción Climática”, aprobado por consenso y aclamación por 194 Estados y que incorporó los elementos del acuerdo que serán negociados en París, incluyendo el tema de adaptación y la controversia sobre el alcance de las Contribuciones Nacionales. Además, se logró que se capitalice el Fondo Verde del Clima por encima de 10 mil millones de dólares y se aprobaron nueve decisiones en materia de institucionalidad para el financiamiento climático. Se logró, a su vez, garantizar el funcionamiento del Fondo de Adaptación y se incorporaron medidas que garanticen el mecanismo de “Pérdidas y Daños”. Hubo muchos otros logros, como el Programa de Lima sobre Género, la Declaración de Lima-París sobre la Acción Climática y el reconocimiento sobre el valor de los bosques a través de REDD+.
El rol del Perú como país climáticamente vulnerable se vio ejercido con iniciativas como el Pacto Nacional por la Madera Legal, los compromisos por la Pesca Responsable, la promulgación de la norma sobre Compensación Ambiental, la promulgación de la norma para la reutilización del PET de las botellas y la promoción consecuente del empleo en favor de recicladores; el acuerdo de Cooperación Ambiental con Chile, la Declaración de la Alianza del Pacífico sobre el compromiso climático, la creación del Instituto Nacional de Glaciología y Ecosistemas de Montaña, la suscripción del Memorándum de Entendimiento en materia ambiental con Brasil, el Memorándum de Cooperación con la Agencia Japonesa JICA y un sinnúmero de otros acuerdos, políticas, avances y compromisos.
EL CAMINO A PARÍS HA QUEDADO ALLANADO
Los avances logrados por el Perú no solo allanan el camino del Acuerdo que se alcanzará en París el 2015, sino que a su vez dan esperanza al mundo sobre la posibilidad de enfrentar hoy, con decisión y voluntad política, las consecuencias del cambio climático.
El proceso de debate climático es un proceso de consenso. Un país no impone su posición a los otros 193. Se requiere convencer a los otros, llevarlos, sustentados en la confianza, al consenso requerido para acordar entre todos. Eso es lo que ha hecho nuestro país. Gracias Perú, gracias al mundo por apoyar el éxito. Adiós COP20, gracias por encaminarnos al acuerdo climático que todo el mundo aguarda con esperanza.