Por: Leslie Pierce, Director de empresas
El Comercio, 4 de febrero de 2019
Hace poco leía un análisis hecho por PriceWaterhouseCoopers (PcW) sobre una encuesta practicada a los principales CEO del mundo, acerca de sus expectativas de crecimiento para el 2019. Interesante el tomar en consideración el poder predictivo de los CEO, ya que está probada la fuerte correlación que existe entre las expectativas de crecimiento de sus empresas y el crecimiento del PBI de los países para los siguientes años. Es decir, como advierte PcW, la confi anza de crecimiento de los CEO puede considerarse un indicador relevante de la dirección en la que va la economía mundial. La muestra incluye a cerca de 1.400 CEO en más de 90 territorios del mundo.
Según el reporte, a diferencia del 2018, en donde se pudo evidenciar un optimismo de crecimiento global, el 2019 más bien está marcado por un fuerte pesimismo, en el que se advierte una desaceleración del crecimiento de la economía global. Cerca del 30% de ellos percibe una caída en el ritmo de crecimiento de la economía global y una pérdida de confi anza en el crecimiento de los ingresos de sus propias empresas, tanto para este año como para los siguientes tres. Es decir, sí efectivamente tomamos este sentimiento como un indicador relevante, entonces veremos una desaceleración del crecimiento global para el 2019. En Norteamérica solo el 45% de los CEO siente que la economía global mejorará, esa percepción era del 65% en el 2018. El 55% de los CEO de América Latina percibe que el futuro cercano será igual o peor.
Exceptuando a la región del Asia-Pacífi co, todas las demás, incluida Norteamérica, que fue de la más boyante en el 2018, caen signifi cativamente. Según las conclusiones del estudio, este pesimismo ante el ritmo del crecimiento mundial no debería sorprender. Muchos economistas ven la desaceleración como consecuencia de la tensión en la guerra comercial, la inestabilidad política de los países y la adopción de mayor rigidez de políticas monetarias y fi scales. Hay un marcado populismo en los políticos que infl uyen en las políticas económicas de los distinto países como una constante reciente.
Hacia fi nales del año pasado, asistiendo a un foro de inversionistas en Amsterdam, noté que en el momento en que se revisaba la región de América Latina, menos de la mitad de la sala prestaba atención. Lo cierto es que América Latina está muy infl uida por lo que ocurre en el Brasil, Argentina y México, y eso hace que la región deje de ser atractiva. La sobrerregulación, los confl ictos comerciales, el proteccionismo, el populismo y la inestabilidad institucional juegan un rol importante cuando hay que decidir dónde invertir con visión de largo plazo. Simplemente esta región no es el mejor de los escenarios para ello.
El Perú, sin embargo, sigue creciendo a un ritmo cercano al 4% anual, hoy más como consecuencia del consumo interno, lo cual es bueno, y no por el ritmo de la inversión privada, lo cual puede ser preocupante. Ese ritmo de crecimiento sostenido en el tiempo es crucial, pero insufi ciente. Sabemos que tenemos que crecer cerca al 7% anual en forma sostenida en el tiempo si es que queremos consolidarnos como país. Estamos evidenciando una serie de problemas que de hecho nos pasarán la factura en el tiempo, si es que no actuamos con la responsabilidad e inmediatez del caso. La mayoría de las amenazas tiene que ver con el caos político, la inestabilidad de los partidos, la incapacidad de nuestros líderes políticos, la corrupción, la lentitud de nuestros procesos legales. Todo ello genera un ambiente de inestabilidad y de inseguridad que puede terminar siendo peligroso. Hoy vivimos un entorno de parálisis pública, donde el Estado no tiene capacidad de respuesta ante la inversión, con funcionarios públicos incapaces de resolver peticiones de los ciudadanos, sean estos inversionistas grandes o pequeños. Ante la cantidad de juicios que hoy afrontan los funcionarios públicos, estos se abstienen a tomar decisiones por el simple miedo a la persecución política posterior. Ver las listas de los funcionarios supuestamente involucrados en Lava Jato desmotiva a cualquier persona honesta a trabajar en el Estado. Los funcionarios públicos son cada vez mas reacios a tomar decisiones. Hoy, en el último índice de Transparencia Internacional, vemos que el Perú ha caído, percibiéndose más corrupto que hace un año. Las empresas serias no invierten en un país corrupto.
En este ambiente de pesimismo mundial, el Perú debería de aprovechar su condición singular en la región para colocarse en un lugar importante. El ser un país de crecimiento sostenido es una ventaja en una región que no lo es, pero hay fortalezas que no tenemos. La estabilidad institucional, la integridad y la madurez política son quizá las más importantes.