Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 27 de octubre de 2025
Para Lampadia
Mucha gente critica la desigualdad. Pero… ¿acaso hay dos personas iguales en el planeta? ¿Acaso cada ser humano no es único e irrepetible? Díganme ¿dónde hay dos personas iguales en este mundo? ¿Quién – en su sano juicio – cree que pueden ser iguales un gordo y un flaco, un alumno aplicado y uno flojo, un hombre y una mujer, incluso dos personas del mismo sexo?
Los seres humanos somos diferentes. ¿Tanto les cuesta – a algunos – entender lo que es tan evidente? Dicho sea de paso, no son pocos los que critican la desigualdad, como si la igualdad entre personas fuese un fin alcanzable.
Cada persona tiene talentos, fisonomías y actitudes diferentes. Cada quien vive en entornos y espacios diferentes. Incluso, cada persona toma decisiones diferentes. En concreto, hay mil motivos y condiciones para que las personas seamos diferentes, unas de otras.
Ciertamente, hay mucha envidia detrás del tema de la igualdad entre las personas. Los detractores de la desigualdad – en el fondo – envidian a las personas adineradas. No les preocupa la pobreza. Simplemente, no toleran que unos tengan dinero. En todo caso… no toleran que algunos tengan más dinero que ellos.
Otra cosa es la igualdad de oportunidades. Ahí sí la desigualdad es injusta y criticable. Está mal – muy mal – que algunas personas tengan oportunidades de desarrollo que otros no tengan.
Por ejemplo, oportunidad de aprender a leer y escribir, oportunidad de trabajar, oportunidad de expresarse libremente, de practicar una religión, etc.
La desigualdad de oportunidades… eso sí está mal. Pero la desigualdad entre personas… nada que ver.
De lo que se trata entonces, es de reducir la pobreza. Y ojalá, erradicarla por completo. Precisamente, el gran objetivo nacional debería ser eliminar la pobreza. No importa que haya gente rica. Lo que importa es que no haya gente pobre.
A ese respecto, muchos compatriotas – millones, en realidad – son pobres. Lo que ganan, no les alcanza para vivir dignamente. Muchos no tienen ni siquiera para comer. No tienen vivienda, agua potable, salud, educación… nada. Viven en la más cruel y miserable indigencia. Tremenda injusticia… descaro moral. ¡Cómo no va a ser injusto e inmoral ser pobre en un país rico!
A ese respecto ¡qué cínicos resultan los políticos – corruptos, ineptos y demagogos – que lucran con la pobreza humana! “No más pobres en un país rico”. ¡Cómo olvidar el pegajoso y eficaz slogan que propiciara el triunfo electoral de uno de los partidos políticos más corruptos y empobrecedores de la historia de nuestro país… Perú Libre!

Ahora bien, una cosa es ser pobre, lo cual, de por sí es terrible. Sin embargo, mucho peor es empobrecerse. Es decir, pasar de mal a peor. Y ese es el caso de muchos compatriotas – millones, en realidad – actualmente. ¡Una tragedia social!
La pegunta es ¿por qué se han empobrecidos tantos peruanos?
Bueno pues, aunque parezca mentira, el principal empobrecedor de millones de peruanos es el Estado… nuestro Estado corrupto, indolente e inoperante.
Efectivamente, al trabar y burocratizar el proceso de inversión privada – incluso, publica – el Estado ha devenido en el principal obstáculo para la generación de empleos formales y dignos. Por eso – por el Estado corrupto, elefantiásico y farragoso – millones de peruanos son pobres.
Por otro lado… por el lado de los servicios de agua, salud, educación y seguridad, muchos compatriotas también han sido empobrecidos por el Estado.
Efectivamente, consumir agua cara y contaminada, empobrece.
Enfermarse por consumir dicha agua, empobrece más aún.
Hacer colas de amanecida en los hospitales del Estado, también empobrece.
¡Cuánto tiempo se pierde sin poder trabajar!
Tener que comprar medicamentos en las “boticas de enfrente” también empobrece.
¿Acaso EsSalud y / o el SIS no debían suministrar los medicamentos, gratuitamente? ¡Claro que sí!
Pero ahí no termina la cosa. La mala educación estatal también empobrece.
¡Cómo no va a empobrecer una educación a cargo de docentes que no tienen ningún mérito pedagógico o moral, más allá de sus ideologías violentistas, envidiosas y clasistas!
Y ¡qué decir del empobrecimiento que genera la delincuencia que no sólo extorsiona y secuestra, sino que roba, agrede, hiere y mata a gente inocente!
Todo eso empobrece… y ¡vaya que el Estado tiene vela en ese entierro!
No obstante, hay también otros empobrecedores que – en esencia – están fuera del Estado, pero que juegan en pared con el monstruo estatal. Los “ambientalistas” por ejemplo. El entrecomillado es para diferenciarlos de los ambientalistas de verdad. Porque ¡quién no quiere el cuidado del medio ambiente!
Los “ambientalistas” a los que me refiero son – por ejemplo – aquellos que se oponen al desarrollo de la agricultura amazónica: café, cacao, palma aceitera, etc., so pretexto de proteger los bosques y fauna. ¿Y la gente pobre? – ¡A quién le importa la pobreza humana! – parecen decir esas ONG´s “ambientalistas”. Efectivamente, lo único que les importa son los millones que reciben de organismo internacionales, sin ningún beneficio para la población pobre de nuestra Amazonía.
Como se ve, estamos plagados de empobrecedores. Tanto dentro del Estado, y fuera de él. Pero ojo… la lista de empobrecedores tiene varios etcéteras más.
Todos – eso sí – tiene el común denominador de ser “antis”: anti-mineros, anti-AFP´s, anti-agroexportadoras, anti-farmacias privadas, anti-pesqueras… Ellos son “anti” todo lo que signifique progreso económico y bienestar social.
El único “pro” que tienen los empobrecedores es la pro-pobreza. En ese sentido ¡vaya que se están saliendo con la suya!
No confundamos pobreza con desigualdad. La pobreza es evitable. Sobre todo, en un país tan rico como el nuestro. La desigualdad – en cambio – es inevitable. Así es la vida en este valle de lágrimas.
Lampadia






