Jaime Spak
Para Lampadia
En el año 1969, el Perú se clasifico para el mundial de México, por primera vez, en la cancha.
En Julio de 1930, participó en el primer mundial de fútbol en Uruguay, en calidad de invitado junto con otros doce países.
A partir del 69, la pasión por el fútbol subió como la espuma.
Yo siempre he considerado que esa generación de futbolistas son producto de dos décadas de tranquilidad económica y política, la del 50 y 60, donde la clase media era importante.
Esa generación de futbolistas fue bien alimentada, y tenían otro tipo de valores éticos y morales.
La tranquilidad política seguía, a pesar del golpe del 62 donde se le negó el ascenso a la presidencia al Apra, por el veto del Ejército y al año siguiente, en las elecciones fue elegido Belaunde.
Los años siguientes se seguía viviendo la efervescencia del fútbol con las clasificaciones a los mundiales de 1978 y 1982.
Los futbolistas de aquel entonces pertenecían a no más de 10 equipos en primera división, donde jugaban de verdad por amor a la camiseta.
En la época de oro, los jugadores emigraban y destacaban, ejemplo de Miguel Loayza, Gómez Sánchez, Joya, Vides Mosquera, Benítez.,
Cubillas, Sotil, Barbadillo, Muñante y Gallardo, años más tarde destacaron en el extranjero.
Hoy en día los equipos exportan jugadores y el 95% regresa sin pena y sin gloria, con las contadas excepciones de Pizarro, Guerrero y Farfán.

¿Cómo puedo relacionar lo que pasa en el fútbol, con lo que sucede en la política?
En ambos casos, en los últimos 40 años hemos sufrido las consecuencias de la falta de planeamiento, de improvisación, de gente inescrupulosa.
En el fútbol muy pocos equipos funcionan como tal, con lugares adecuados de entrenamiento, divisiones inferiores, buenos entrenadores, etc.
Así no se puede lograr nuevas generaciones de futbolistas que puedan surgir.
La mayoría son jóvenes sin la talla, peso y capacidad.
En la política sucede lo mismo.
Muy pocos partidos tienen local propio.
La gran mayoría alquila inmuebles, para usarlos cada vez que hay elecciones.
La poca aparición de líderes jóvenes es consecuencia que los pocos partidos formales no se preocupen de educar a las nuevas generaciones, sobre temas de gobernanza y de administración pública y ética.
La mayoría de los partidos son cacicazgos de dueños de universidades o de gente adinerada que, si no logra inscribir un partido, se consigue un vientre de alquiler y luego de las elecciones, si te vi no te conozco.
Esa precariedad es similar en los equipos de fútbol y en los partidos políticos.
Si nos retrotraemos a la década de los 50 y 60, luego del gobierno de Odría, fuimos testigos de excelentes políticos de todas las tiendas políticas, sea de derecha como de izquierda.
No veo un nuevo Belaunde, Haya de la Torre, Bedoya, Prialé, Luis Alberto Sánchez, Mario Polar, Cornejo Chávez, Barrientos, Ledesma, Jorge del Prado.
Es decir, todas las tiendas políticas de diferentes tendencias tenían entre sus miembros gente de calidad.
Hay muchos más políticos de calidad que por espacio del articulo no puedo seguir mencionando.
Salvo el caso de Alan García, en los últimos años, no puedo dar un ejemplo de político de calidad.
García era un hombre muy inteligente, que, por la juventud de su primer mandato, 36 años, realizo un gobierno nefasto.
En su segundo mandato, en contra de todos los pronósticos lo hizo bien.
Aparte de él, surgió Fujimori, nos guste o no, hizo muchas cosas buenas y algunas malas.
Lo más rescatable de Fujimori, aparte de luchar de manera frontal contra el terrorismo, sentó las bases de una economía de libre mercado, que logro un crecimiento sostenido, con el sacrificio del pueblo y se logró bajar el nivel de pobreza, de manera ostensible.
En los últimos años los malos políticos nos han hecho retroceder, y algunos han acabado en la cárcel.
En el fútbol no han salido nuevos elementos, para muestra basta un botón, Paolo Guerrero con más de 40 años encima, sigue jugando y destacando.
En la política siguen participando gente de 70 y 80 años.
No vemos gente nueva.
Aparte de García y Fujimori, no creo que exista ningún político que haya destacado en las últimas décadas.
Tanto en la política como en el fútbol, sino trabajas desde las divisiones menores, nunca se conseguirá jugadores de calidad ni tampoco políticos probos.
Por ello cuando juega Perú, no tenemos la convicción que saldrá ganador.
Siempre deseamos que gane, pero al final sucede lo de siempre: “jugamos como nunca y perdimos como siempre “.
Cada cinco años tenemos la misma percepción en las elecciones, donde no sabemos quién se merece ser elegido.
Votamos por el mejor y sale el peor.
Política y fútbol son muy parecidos.
El próximo año votemos por el mejor y que salga el mejor.
Lampadia






