Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Como debió quedar claro desde lo de Conga, lo que se está haciendo en contra de la minería peruana, no es por la búsqueda de equilibrios, ni por errores, desconocimiento o dudas. Es simplemente porque la minería tiene la capacidad de sacar al Perú de la pobreza y dejar sin discurso a las ominosas izquierdas que nos acompañan.
La minería es nuestra palanca
de desarrollo y prosperidad
Los recursos que puede generar la minería permiten crear empleo de calidad en una cadena productiva que va desde las operaciones propiamente mineras, hasta múltiples proveedores de bienes y servicios, la manufactura de maquinaria, educación y salud especializadas, y mayores niveles de consumo de los millones de ciudadanos que se benefician directa e indirectamente y de manera inducida, por la riqueza minera.
Pero además, y no por último, la minería peruana puede generar recursos fiscales suficientes para llenar las arcas del Estado y permitir una verdadera revolución en la calidad de los servicios públicos de educación y salud, el desarrollo de buenas infraestructuras económicas y sociales, y para incorporar las nuevas tecnologías a la vida de los peruanos en todo orden de cosas.
Las izquierdas, que son enemigas del crecimiento del Perú, son en realidad pro-pobres, e hipócritamente abanderadas de esa falsa superioridad moral con la que pretenden imponer sus ideas:
por las buenas, engañando a la población, o
por las malas, saboteando las inversiones y la generación de empleo.
Desde Conga, e incluso antes, con el Cerro Quillish y Tambogrande, en Lampadia hemos denunciado como se ha saboteado el desarrollo de la minería moderna y sostenible, y como se ha alentado la minería ilegal, esclavista y destructora de la naturaleza. Hemos denunciado como se han frenado las inversiones que traían los mejores estándares tecnológicos, sociales y ambientales; y como se puso a la población, incluyendo a buena parte de las élites, en contra de la minería, nuestra gran palanca de desarrollo.
Los políticos antimineros, hoy representados por Castillo-Cerrón-Perú-Libre, que pretenden gobernar un Perú miserable como es en Cuba y Venezuela; tienen múltiples socios:
Desde el exterior, con dineros abundantes y falsos golpes de pecho, y
Desde el interior, con agendas políticas populistas, ambientalistas, etnisistas y reivindicativas que solo generan más pobreza.
La prensa, por supuesto, tiene también una gran cuota de responsabilidad en la guerra contra la minería, ya sea por su incapacidad para evaluar y comunicar con solvencia este malévolo proceso, o teniendo de caseritos a los mayores enemigos de la minería y del Perú, entre ellos al excura Arana en RPP, y De Echave en América Televisión.
Pero tampoco podemos ignorar, ni relativizar, a los empresarios mineros y su gremio, la SNMPE, así como el llamado gremio de gremios, la Confiep, que tenían la responsabilidad social de mantener informada a la población sobre la realidad del país y del sector, y sus eventuales inmensos aportes económicos y sociales. Prefirieron, aconsejados por sus asesores de imagen, mantener el silencio, y contentarse con reuniones privadas con las autoridades que solo los mecían, y con eventuales avisitos en los medios que no ve la población.
Es obligación moral de los peruanos más capacitados, educar e informar a los ciudadanos, sobre sus quehaceres, sus proyectos y los impactos sociales y económicos de los mismos, para el bienestar general.
Por otro lado, como hemos repetido sin consecuencias, parar, o dejar que se paren el desarrollo del país y la reducción de la pobreza, teniendo la capacidad para lograr lo contrario, el crecimiento y la eliminación de la pobreza, y no hacerlo, es absolutamente inmoral.
El fin de la minería peruana es el fin del Perú.
Nos quedan pocas oportunidades para dar la batalla. Basta de creer que porque un desastroso primer ministro y un par más de autoridades, reparten algo de dulzura, las cosas se están encaminando para mejor.
Todos ellos, los enemigos del Perú, con distintos trajes y tonos de voz, nos han declarado la guerra. Y los que conocemos un poco más, los que tenemos más recursos informativos, los que creemos en las grandes posibilidades del Perú y los que amamos al Perú, debemos actuar en consecuencia.
No más espacios vacíos ni confianzas inútiles.
Somos minería porque queremos al Perú.
Lampadia