Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 22 de julio de 2022
Para Lampadia
Muchos políticos corruptos no quieren – mejor dicho, no les conviene – hablar del fracaso estrepitoso del proceso de la regionalización de nuestro país. La mayoría de Gobernadores Regionales – ex y no ex – están presos, escondidos; o, en el mejor de los casos, procesados por corrupción. La mayoría de los alcaldes provinciales y distritales también están metidos en la colada. Si eso no es fracaso… ¿qué es entonces?
Es verdad que el Gobierno Central y demás poderes del Estado, también tienen vela en este entierro. Muchos presidentes y ministros – sobre todo los actuales – y otros tantos congresistas y jueces son también muy corruptos e inoperantes. Pero de ellos me he referido inextenso en otros artículos. En este me referiré a nuestras autoridades regionales y municipales… corruptas e incompetentes.
Bueno pues, por culpa de ellos tenemos – en todo el país –
hospitales y centros de salud inacabados y abandonados;
plantas de tratamiento de aguas servidas inoperativas;
escuelas sin puertas ni ventanas;
carreteras y puentes intransitables;
monumentos al sombrero, a la maca, a la ojota, al árbitro de fútbol, y así;
estadios con aforos superiores a las poblaciones totales del lugar;
piscinas y piletas sin agua…
todas obras sobrevaloradas,
todas obras con mucha corrupción detrás.
Por otro lado, los servicios públicos – regionales y municipales – son de pésima calidad. Los servicios de salud y educación – en manos de los Gobiernos Regionales – son lo que son… paupérrimos, crueles, miserables. Los municipios – provinciales y distritales – son tal para cual. Por ellos, el agua potable y alcantarillado, la limpieza pública, la vivienda, el tráfico vehicular… peor no pueden estar.
El común denominador de la regionalización de nuestro país es corrupción, sólo corrupción, y nada más que corrupción. Y los paganos somos los ciudadanos… padres de familia, empresarios, trabajadores, estudiantes – incluso, niños y adultos mayores – que vemos atónitos cómo se malgasta el dinero del Estado; el dinero de todos los peruanos.
Sin embargo, frente al tremendo problema, pocos proponen alternativas de solución. Como si haciendo lo mismo año tras año – sin mover nada en el Estado – las cosas fueran a cambiar.
De ahí mi propuesta de crear Organismos Constitucionales Autónomos – previstos en la Constitución – altamente profesionalizados, meritocráticos, y especializados en cada uno de los servicios públicos fallidos: salud, educación, agua y saneamiento, limpieza pública, tráfico vehicular, vivienda y urbanismo, infraestructura, entre otros. Para ello, no queda otra que quitarle las competencias correspondientes a los Gobierno Regionales y Municipales, incluso a los Ministerios que claramente han fracasado en su función de servir honesta y eficientemente a la población.
Se trata – básicamente – de reestablecer la meritocracia y la carrera pública en el Estado, de profesionalizar y despolitizar la gestión estatal, y – lo más importante – de mejorar los servicios públicos en favor de la ciudadanía. El ejemplo a seguir es el Banco Central de Reserva del Perú (BCR), el emblema máximo de la excelencia y eficiencia institucional en el Estado.
Varias veces he escrito y opinado a este respecto. Y así como he recibido opiniones favorables, también he recibido comentarios en contrario… con insultos y mentadas de madre de por medio. Sin embargo, lo que menos me preocupa son las groserías, pues provienen de políticos y funcionarios corruptos, que no quieren – para nada – perder la teta del Estado. En ese sentido, los comprendo. Mi propuesta les debe saber a chicharrón de sebo.
Sin embargo, llama la atención la cantidad de gente que critica la propuesta – sin proponer nada a cambio – diciendo que “¡cómo se le va a quitar las competencias a los Gobiernos Regionales y Municipales!”. En buena cuenta sugieren que todo siga tal cual. Simplemente, temen la reacción de los políticos corruptos que abundan en todo el país. ¡Pura cobardía!
Los organismos autónomos – dicho sea de paso – deberían ser totalmente descentralizados. Nada de centralizar nuevamente al Estado. El centralismo es tan malo o peor que la regionalización. Pero eso sí, los organismos autónomos – como el BCR – serían totalmente profesionales, altamente especializados, articulados digitalmente entre sí, blindados de los políticos corruptos, y diseñados exprofesamente para evitar discrecionalidades que – como sabemos – siempre derivan en malos tratos a los ciudadanos, y peor aún, en corrupción.
Paralelamente, habría que reducir drásticamente la burocracia estatal. Fusionar ministerios para reducir de 19 a unos 10 u 8 el número total de carteras. Fusionar instituciones estatales redundantes. Reducir el número de distritos en todo el país, y empoderar – más bien – a los Municipios Provinciales.
La idea sería reducir el número total de autoridades políticas y sus respectivas burocracias, y evitar las consabidas interferencias administrativas en el Estado. Todo dentro del marco de un radical proceso de simplificación administrativa y transformación digital del Estado.
Aparte de reducir significativamente la corrupción y la inoperancia en el Estado, la propuesta generaría un gran ahorro en gastos burocráticos improductivos, los cuales se invertirían – eficiente y transparentemente – en mejorar las remuneraciones de los funcionarios públicos, sobre todo de maestros, médicos y enfermeras, policías y militares, y jueces y fiscales; y en construir más y mejores obras de infraestructura social.
En definitiva, el objetivo final es el bienestar del ciudadano, en vez del bienestar del funcionario o político corrupto e inoperante. Quien no gobierna para servir a la ciudadanía, no sirve para gobernar al país. ¡Esa es la idea!
Por ello, primero hay que terminar con el Gobierno actual. Felizmente, falta poco para que caiga. Que este sea el último 28 de julio del Presidente Castillo y su pandilla en el poder… son muy fervientes deseos de estas Fiestas Patrias. ¡Feliz 28 y salud con pisco! Lampadia