La vida está llena de ironías. El presentador de televisión Donald Trump, terminaba sus programas con una expresión prepotente: “You are fired!” (¡Estás despedido!). No ha pasado mucho tiempo desde que Trump asumió la administración del gobierno de EEUU, y cada día crecen más los comentarios y críticas a su gestión, llegando al extremo de plantearse un eventual impeachment, su destitución: “You are fired, Mr. Trump!”.
En Lampadia vimos hace tiempo quién era Trump y en junio de 2015 publicamos en nuestro ticker: “Debemos declarar a Donald Trump persona non grata a la humanidad”. Para nosotros, no era necesario esperar a contabilizar los desastres que haría semejante personaje, para entender su naturaleza y reaccionar. Mala suerte, la mayoría de estadounidenses no la vió. Pero no olvidemos que Barack Obama dijo que Trump era: “Unfit to govern” (incapaz para gobernar).
Todos sabemos que los primeros días de Trump en el gobierno han sido tormentosos, aparte de sus dislates con los temas del comercio internacional, la relación con México, la migración, sus disfuerzos con la Otan, Europa y China, desde el primer día se confrontó de mala manera con los medios de comunicación, una de las catedrales de la institucionalidad estadounidense.
Era de esperarse, que la realidad lo fuera centrando. Efectivamente, así pasó con lo de la Otan, Europa y China, pero, en vez de asumir el camino hacia un comportamiento de estadista en los demás temas, durante los últimos días ha agravado sus acciones al punto de ponerse en la eventual encrucijada de un impeachment. Veamos sus nuevos escándalos:
- Despidió a Michael Flynn, general retirado y primer asesor de seguridad nacional de Trump
- Despidió abruptamente al director del FBI, James Comey, quien estaba supervisando una de las investigaciones sobre las vinculaciones de Rusia en la política de EEUU
- Habría pedido al director del FBI, James Comey, que parara una investigación sobre vinculaciones entre Michael Flynn y Rusia.
- Amenazó a Comey con publicar cintas comprometedoras si continuaba filtrando información a la prensa.
- El 4 de marzo, Trump twitteó que Obama “había sido “wire tapped” en la Trump Tower justo antes de la victoria”.
- Reveló información clasificada de alta sensibilidad al ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, y al embajador de Moscú en Washington, durante una reunión que mantuvieron en la Oficina Oval de la Casa Blanca
Como se explica en el artículo del Foreign Policy, que reproducimos líneas abajo, más allá del comportamiento de Trump, algo que llama la atención de manera sorprendente, es que los republicanos no parecen inmutarse con la cadena de errores del presidente. No solo eso, hasta lo defienden y relativizan todas sus barbaridades. De alguna manera, como hemos leído en varios análisis, Trump y los republicanos están socavando la otrora sólida institucionalidad de EEUU, tradicional ejemplo de democracia, división de poderes y ‘checks and balances’ (contrapesos).
Como conclusión de esta experiencia, podemos decir que no se deben subsidiar los errores de un gobernante. No se mejora con esos malos favores, solo se empeora. El poder es ya una suficiente alteración de la capacidad de los gobernantes para mantener los pies sobre la tierra, como para que los supuestos amigos y partidarios del poderoso le hagan el favor de ignorar sus errores. Lampadia
Los republicanos necesitan abandonar su apoyo a Trump lo antes posible
La seguridad nacional de Estados Unidos lo exige
Por Max Boot
Foreign Policy
16 de mayo, 2017
Traducido y glosado por Lampadia
El problema de escribir sobre Donald Trump es que las críticas a su administración vienen tan rápido y son tantas que es difícil mantenerse al día. El mundo político ahora está zumbando por el informe que publicó el Washington Post este lunes por la noche, en el que se indica que Trump divulgó códigos secretos – en otras palabras, algo de la información altamente clasificada que el gobierno de los EEUU – al embajador y ministro ruso de relaciones exteriores, durante una reunión en la Oficina Oval. Sí, eso es importante. Pero no se puede olvidar el despido de James Comey, que es, en definitiva, un escándalo aún mayor.
Dos días después de despedir a Comey, Trump fue a NBC y destruyó la historia que su propia administración había declarado sobre el despido, que se basaba en las declaraciones públicas del director del FBI sobre la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton. “De hecho, cuando decidí hacerlo”, dijo el presidente a Lester Holt, “me dije a mí mismo: ‘Sabes, esta cosa de Rusia con Trump y Rusia es una historia inventada. Es una excusa de los demócratas por haber perdido una elección que deberían haber ganado”.
En esa misma entrevista, Trump confirmó que le había preguntado a Comey en al menos tres ocasiones distintas, si era un blanco de la investigación sobre la manipulación de las elecciones estadounidenses por parte de los rusos. Posteriormente, surgió que en enero, Trump cenó con Comey y exigió su lealtad, sosteniendo la amenaza implícita de que si no le era leal, no podría permanecer en el puesto. Trump le negó a Fox News que pidiera lealtad personal al jefe de la investigación de Rusia, pero luego rebajó sus protestas diciendo que no sería “inapropiado” hacerlo.
Como si eso no fuera suficiente, Trump amenazó al ex director del FBI de la misma manera que lo haría un jefe de la mafia a un subalterno que está pensando en entrar en el programa de protección de testigos. “¡James Comey debe estar rogando que no hayan ‘cintas’ de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar información a la prensa!”, twitteó Trump el 12 de mayo.
Donald Trump no es el primer presidente de Estados Unidos en obstruir la justicia. Pero es el primero en presumir de ello en público.
Ya no importa si se puede demostrar que Trump ha colaborado ilícitamente con el Kremlin para influir en el curso de las elecciones, algo que sería difícil de probar y aún más difícil de procesar, como señala David Frum en The Atlantic. Trump ha cometido obstrucción de la justicia e intimidación de testigos a simple vista – y como argumenta Laurence Tribe, uno de los principales estudiosos de la ley constitucional de la nación, esto debiera ahora conducir al proceso de impeachment (destitución). “Decir que esto no sube por sí mismo al nivel de” obstrucción de la justicia “, escribe,” es vaciar ese concepto de todo significado”.
Uno podría agregar otro cargo a la documentación del impeachment, si es que Trump efectivamente reveló códigos secretos a los representantes de Rusia. Tal acción es criminal si cualquiera que no sea el presidente lo hace; en el caso del presidente, es potencialmente otra base del impeachment.
Sin embargo, no es probable que se inicie una investigación de destitución por la sencilla razón de que pocos o ninguno de los miembros del partido gobernante en Washington están de acuerdo con el análisis de Tribe. En la semana que ha transcurrido después del abuso de autoridad presidencial más grave desde Watergate, ningún miembro del gobierno de Trump ha renunciado en protesta. Lejos de eso: la embajadora de Estados Unidos, Nikki Haley, afirmó falsamente en ABC News que: “El presidente es el CEO del país. Puede contratar y despedir a quien quiera”. Haley tal vez quiera releer la Constitución, que no menciona nada sobre un CEO, pero afirma que el presidente debe “asegurarse de que las leyes sean ejecutadas fielmente”.
Incluso el Subprocurador General Rod Rosenstein, quien fue engañado para servir como una tapadera del despido de Comey, ni renunció ni nombró un abogado especial. Al parecer, no le importa mucho que su reputación profesional haya sido destruida por el comandante en jefe.
En Capitol Hill, alrededor de 40 republicanos de un total de 290 han planteado preguntas sobre el despido de Comey, pero sólo seis han pedido una investigación independiente y sólo uno a pedido un abogado especial.
Lejos de criticar a Trump, muchos republicanos lo están alentando.
Una cosa une todos estos argumentos pro-Trump: Se basan enteramente en una ficción. La afirmación de que Comey fue despedido por portarse mal con “Crooked Hillary”. Esta es la historia de portada presentada por la Casa Blanca en las 24 horas posteriores al despido de Comey y luego desechada rápidamente. Pero al parecer los defensores de Trump no han recibido el mensaje: Están actuando como si Comey realmente hubiera sido despedido por actos que Trump elogió el año pasado.
En la medida en que cualquiera de ellos reconozca la realidad -que Trump despidió a Comey para terminar la investigación de Rusia, como la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, reconoció – estos activistas republicanos afirman que no es gran cosa, porque puede que Trump no consiga su deseo. Ellos confían en que la sonda rusa continuará a toda velocidad, aunque es muy probable que el sucesor de Comey, elegido por Trump, permita que la investigación languidezca y finalmente muera. Ciertamente, cualquier persona en el Departamento de Justicia o el FBI con la intención de llevar a cabo la investigación puede que él o ella estén en peligro de ser despedidos – y que el Fiscal General Jeff Sessions no dudaría en ‘dejar caer el hacha’ a pesar de su aparentemente falso compromiso para haberse recusado del escándalo del Kremlingate.
Pero incluso si los defensores de Trump tienen razón, y la despedida de Comey no impide la investigación como pretende, ¿cómo es que eso es una defensa? Es como decir que el despido de Archibald Cox por Richard Nixon no fue un gran problema porque no detuvo la investigación de Watergate.