EDITORIAL DE LAMPADIA
Sería muy grave que el presidente Sagasti hubiese llamado a Mario Vargas Llosa para que persuada a Keiko Fujimori de desistir de los recursos de nulidad presentados ante el JNE y que aceptase su derrota. Se trataría de una injerencia punible en un proceso electoral, violando la ley de neutralidad de los funcionarios públicos.
Sagasti ha dado a entender en un tuit que no fue ese el pedido. Ha escrito: “La tarea de un Jefe de Estado es hacer que el país mantenga la serenidad y la calma en momentos difíciles y complejos. En ese esfuerzo me puse en comunicación con varias personas que, entendía, tienen contacto con ambas candidaturas. Mi pedido fue el mismo para ambos: bajar la tensión y esperar los resultados oficiales. Una de esas personas fue Mario Vargas Llosa. Deploro que se distorsione y malinterprete una acción orientada a mantener la tranquilidad en un ambiente tan polarizado, complejo y difícil, plagado de mentiras y distorsiones, como el que estamos viviendo”.
Sin embargo, Álvaro Vargas Llosa, sin entrar en detalles, tuiteó ayer: “Tengo autorización de Mario Vargas Llosa para publicar que a su juicio es indispensable que autoridades electorales revisen actas impugnadas en la 2nda vuelta y que ellas, sin interferencia política, deben determinar el resultado de unas elecciones cuyo resultado aún es incierto”.
Hoy en RPP lo reiteró: “Sería una infidencia revelar el contenido de la conversación porque fue privada. Lo que puedo decir es que, una vez concluida esta conversación, mi padre se puso en contacto conmigo, me la relató y me pidió que me pusiera en contacto con Keiko Fujimori para reiterarle en términos inequívocos su respaldo a lo que está haciendo…”.
El lector puede sacar sus conclusiones. Para efectos prácticos quedémonos con la siguiente frase del presidente Sagasti: “bajar la tensión y esperar los resultados oficiales”. De eso se trata. El problema se presenta cuando aparecen presiones al Jurado Nacional de Elecciones precisamente para culminar ya el proceso y declarar ganador a Castillo, y cuando el propio candidato se autoproclama ganador y líderes del bolivarianismo internacional y hasta el propio presidente argentino Fernández lo reconocen como presidente electo. Sagasti no puede sumarse a esa presión.
Y menos aun cuando la Cancillería ha comunicado que: “Ante las expresiones del señor Presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, efectuadas en la fecha, el Gobierno del Perú se ha visto en la obligación de entregar una Nota de Protesta al Embajador de la República Argentina, indicando que los resultados finales de las Elecciones Generales 2021 aún no han sido anunciados por las autoridades electorales de nuestro país”. Muy bien.
Es evidente que el Perú es una pieza clave en el juego geopolítico internacional, y se quiere apurar una victoria que solo puede consagrarse cuando se haya terminado todo el proceso de revisión de actas demandadas. La elección carecerá de legitimidad si por presiones políticas los Jurados Electorales aplican formalismos arbitrarios para rechazar la revisión de las actas cuestionadas.
Es precisamente esa presión a los organismos electorales la que genera una reacción de Fuerza Popular y de quienes consideran que debe contarse hasta el último voto. Lo mejor entonces para calmar los ánimos y pacificar el país, es dejar que las autoridades electorales culminen su labor con total autonomía y la mayor justicia electoral posible. No caben subterfugios de ninguna naturaleza para dejar de revisar lo que puede ser írrito. Dejemos trabajar a los entes electorales y esperemos el resultado final con calma. Lampadia