Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Una cultura milenaria como la china, tiene ventajas sobre las culturas occidentales. Como explica un observador occidental que ha vivido tres décadas en China; es la mentalidad ganadora sin límite, del trabajo duro, del ahorro y la obsesión por hacerse ricos. Ellos saben que, con esos elementos lo lograrán tarde o temprano.

Estos conceptos, inculcados por 4,000 años, hacen que el tiempo para ellos sea un concepto circular. Ellos trabajan “de prisa”, no como en occidente, donde trabajamos “con prisa”. Esto significa que hacen todo, con plena consciencia de lo que hacen, pero rápido. Todo lo calculan.
El mundo occidental elevó su calidad de vida, reservando para sí la actividad de diseño y delegando la manufactura a los que, en su momento, eran países de bajo costo y estabilidad jurídica, quienes; de esa forma, atrajeron grandes inversiones.
China fue uno de ellos, hasta que llegó al límite por falta de trabajadores y tuvo que subir los salarios. Paralelamente, educó a su juventud, con lo que ya hace sus propios diseños y compite con occidente.
Cuando el Estado, como ocurre en China, no es la última línea de protección económica del ciudadano, el ahorro personal se vuelve de máxima importancia. Por eso, ahorran en promedio, el 50% de sus ingresos. Además, no funciona una seguridad social médica, los servicios de salud son privados. El Estado no cubrirá pensiones de jubilación y, por eso, buscan tener un hijo que vea por ellos en el futuro. Simultáneamente, se educa a los niños en la importancia de cuidar a sus ancianos.
El espíritu comercial los hace tener muy presente la importancia del “How many” (cuantos), en lugar de pensar en términos del “How much” (cuanto). Piensan y aprovechan los beneficios de la economía de escala y de la forma cómo, con volumen de productos, pueden manejar calidad y precios, para competir y maximizar utilidades. De ahí que, en nuestro imaginario está instalado el concepto de: Producto chino = barato = mala calidad. Esto está cambiando radicalmente en el tiempo. En base a eso, China se enriqueció antes de educarse y, los dueños de fábricas, envían ahora a sus hijos a educarse a las mejores universidades.
Hoy en día, es China el lugar donde ocurren las cosas, los avances y muchos descubrimientos. A esto contribuye el hecho de ser uno de los países más desregulados del mundo. Nadie te pone cortapisas, al punto que, tal como se verifica en la historia universal, el costo del progreso podría significar algunas vidas. Por eso, los mejores técnicos, científicos y empresas, van a instalarse e invertir en China, por tener las mejores condiciones para crecer muy rápidamente. Otro dato es que, el 90% de los chinos no ha pagado nunca impuesto a la renta (IR). El crecimiento económico es tal que, al tener pleno empleo, para seguir creciendo deben robotizar actividades y así liderar la economía. Por eso, no necesitan que el Estado haga redistribución del ingreso.
Los chinos tienen claros sus objetivos y prioridades, y está en su cultura, el calcular y racionalizar hasta sus problemas emocionales. Saben que tienen que producir al máximo y que deben trabajar sin parar. En occidente, en cambio, sacrificamos PBI por una serie de regulaciones, rigidez laboral y exceso de feriados y vacaciones. Saben que no tiene sentido perder el tiempo hablando de política, porque el tema es económico. Han desarrollado una infraestructura muy completa y avanzada, y han conectado todo el país con trenes de alta velocidad. No existe un problema de seguridad interna, pues no hay armas a disposición de los ciudadanos, “probablemente un chino no verá jamás en su vida, una pistola desenfundada”. Ciertamente, ese altísimo grado de seguridad interna, resulta fundamental para optimizar la inversión, promover el trabajo y maximizar la productividad del país.
Traen en la cultura el concepto de ser el mejor. “Eres el #1 o no eres nadie” y por eso la competencia es feroz, desde el colegio hasta la vida profesional y los negocios.
China, cuenta con una reserva importante de “Tierras raras”, por ahora escasas en el mundo y que le dan una ventaja competitiva en términos de fabricación de equipos de cómputo o celulares con pantallas táctiles.
Por su gran crecimiento económico, ya se han visto obligados a recurrir a Vietnam, Tailandia, Malasia y Filipinas, donde están realizando importantes inversiones, aprovechando que, esos países, cuentan con gente muy trabajadora, inteligente y ambiciosa.
El Perú debe mirarse en el espejo de China, inculcar la cultura de la competitividad, implantar la seguridad interna y desarmar al país; educar, inculcar el deseo de superación; trabajar el orgullo de nuestra “raza peruana”, entendiendo que somos producto de un largo mestizaje. Insistir en que, nuestros recursos naturales y patrimonio cultural, de nada valen, si no los ponemos en valor.
Debemos corregir de inmediato la gestión turística del Cusco y desarrollar nuevos destinos;
Impulsar adecuadamente nuestros proyectos mineros y convertirnos en el primer productor de cobre del mundo;
Impulsar nuestra agroexportación;
Cerrar con urgencia nuestra brecha de infraestructura;
Impulsar nuestra industria naval y la de fabricación de equipo para minería.
Esto, mientras desarrollamos técnicos y profesionales listos para competir en el mundo.
Lampadia






