Por: César Peñaranda Castañeda, Director Ejecutivo del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la CCL
Gestión, 12 de agosto de 2019
Ante la afectación a la actividad minera, evidenciada con creces al sur del país, se torna necesario explicar la trascendencia que tiene este sector productivo para el crecimiento económico y la lucha contra los reales problemas del país, que son la pobreza y el bajo nivel de bienestar, aun cuando debería ser conocido por todo el país, pues es una actividad presente a lo largo y ancho del territorio nacional. Como tal, muchas regiones, en particular las del sur, podrían alcanzar y superar el producto bruto interno (PBI) per cápita de Lima y con ello dar un salto en su ritmo de crecimiento y enfrentar de manera efectiva y permanente sus críticos problemas de pobreza y bienestar local, si hicieran realidad los múltiples proyectos de inversión minera que están pendientes de ejecutarse, como veremos luego.
El sector minería e hidrocarburos (MH) explica el 14.4% del PBI nacional, siendo el tercero en relevancia luego de manufactura (16.5%) y ser v icios (37.1%) e incluso segundo si se desagrega servicios, pues ninguno de sus componentes alcanza el porcentaje de MH. Minería de forma individual explica el 12.2% del PBI nacional, manteniéndose como tercero o segundo en ponderación del PBI según lo señalado. Su trascendencia es aún mayor, por los vasos comunicantes que ha generado con otras actividades productivas, como manufactura, construcción y servicios, por mencionar las tres más importantes. Por ello, si bien MH es intensiva en capital, por cada empleo que crea de manera directa se abren más de seis de forma indirecta. Queda claro así por qué cuando esta actividad crecía en términos reales (producción y productividad) a ritmo muy alto la década pasada, se tornó en clave para el ritmo de crecimiento que alcanzó el PBI total.
Concretamente, en el periodo 2001-2008 el PBI nacional creció en promedio 5.8%, mientras el PBI del sector MH se expandía 6.8%, con tasas de crecimiento muy altas, como 8.1% en el 2008. En ese periodo la pobreza decrecía 2.1 puntos porcentuales (pp) por año. Por el contrario, en el quinquenio 2014-2018 la tasa promedio del PBI nacional fue de 3.2%, mientras la del sector MH 4.3%, con tasas incluso negativas, como en el 2018 de -1.3%. En este caso, la pobreza solo bajó en promedio 0.3 pp por año, apenas 1.7 pp en cinco años. Ese es el verdadero drama del país, ver la pobreza, conocer cómo enfrentarla con eficacia (con crecimiento) y no hacerlo.
Más contundente aún, en un estudio realizado por el Iedep/CCL (Revista La Cámara No. 888) se señala que si se ejecutara la cartera de inversión para el periodo 2019-2024, que comprende 363 proyectos por un monto superior a los US$ 115.000 millones, mayoritariamente mineros, varias regiones precisamente del sur superarían al PBI per cápita de Lima, como Moquegua (8.1 veces), Apurímac (3.7), Arequipa (1.8), Cusco (1.4) e Ica (1.3), mientras que Huancavelica y Puno se acercarían acortando la diferencia. Otras regiones del norte, como Cajamarca (1.7), Áncash (1.2), Piura (1.2) y Amazonas (1.1), así como dos del centro, como Pasco (1.3) y Junín (1.2), también lograrían superarlo. Cabe precisar que este cálculo no considera los efectos multiplicadores y las externalidades positivas que las inversiones conllevan.
Es incomprensible y frustrante constatar cómo se desaprovechan oportunidades que tiene el país para retomar su crecimiento potencial y garantizar tasas altas de manera sostenida para enfrentar y superar los críticos problemas que nos agobian e incluso, sin exagerar, mirar con realismo ser más temprano que tarde un país del primer mundo. ¿Se entenderá y se hará algo? Esperemos que sí.