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Un plan Merkel para Ucrania y Europa

Un plan Merkel para Ucrania y Europa

La Unión Europea debe elaborar un plan a diez años para Ucrania. Y ese plan va a definir también lo que será Europa dentro de diez años. En homenaje a la política más destacada de Europa, que ha impulsado claramente el giro de la política europea respecto a Ucrania, podríamos denominarlo plan Merkel. Si triunfa, prevalecerá una versión muy europea del orden liberal por encima de la receta conservadora y nacionalista de agitación violenta y permanente que representa Vladimir Putin. Si fracasa, volverá a fracasar Europa.

Por Timothy Garton Ash (Diario “El País”)
(El Comercio, 28 de Septiembre del 2014)

Nuestro plan debe tener tres frentes, militar, político y económico, cada uno con múltiples componentes, que habría que ir adaptando a unas circunstancias cambiantes. Estados Unidos tiene asignado un papel, pero un papel secundario, no protagonista.

Para tener un plan, los europeos debemos saber a qué nos enfrentamos. Es difícil saberlo, porque Putin está exhibiendo un estado mental típico de un autócrata trasnochado: errático y lleno de soberbia. Pero imagino que lo que pretende es mantener el caos, la dispersión de poderes y la influencia rusa en el sureste de Ucrania para que el país no pueda consolidarse como Estado soberano y funcional ni acercarse a la Unión Europea y la OTAN. En esta estrategia es fundamental que haya una frontera porosa entre Rusia y Ucrania, para que las armas y los agitadores rusos la atraviesen a discreción.

Esta no era la idea inicial de Putin. Lo que él quería era un Estado satélite dentro de su Unión Euroasiática, no la mitad de una casa en ruinas. Sin embargo, ahora parece que ha decidido recurrir a lo que en el mundo postsoviético se llama la opción del conflicto congelado. ¿Qué respuesta podemos dar sin perder de vista otras posibilidades, tanto peores como mejores?

Algunos proponen reforzar la ayuda militar a las fuerzas armadas ucranianas, para que tengan opciones de ganar. Desde el punto de vista moral, es justificable. En la práctica, no es posible. Tras las reformas aplicadas al ejército ruso durante los últimos seis años, Putin cuenta hoy con unas tropas modernas y eficientes al otro lado de la frontera, y sus generales han reflexionado mucho para diseñar las nuevas formas de guerra encubierta y no declarada que con tanto éxito han llevado a la práctica en Crimea y el este de Ucrania.  No podemos transformar de golpe el ejército ucranio solo con entrenamientos y transferencias de material, igual que no es posible convertir un viejo Lada en un BMW solo con introducir una caja de de BMW y contratar a un mecánico alemán. Salvo que Washington quiera librar una guerra no declarada contra una Rusia aún nuclear, Moscú tendrá siempre lo que los estrategas llaman el dominio de la escalada. Putin siempre puede aumentar la apuesta, y ha demostrado que está dispuesto a hacerlo.

Aun así, los países occidentales deben proporcionar material muy escogido, suministros y entrenamiento al ejército ucranio, en especial a las tropas fronterizas. A largo plazo, una de las claves para asegurarse de que Putin no consiga su conflicto congelado es cerrar esa frontera. Además, la OTAN debe dejar claro que no tolerará ninguna acción rusa encubierta, militar ni paramilitar, en ningún centímetro cuadrado de territorio de la Alianza, y eso incluye, por ejemplo, la ciudad estonia, pero habitada por rusos, de Narva, en la frontera entre Rusia y Estonia.

Tiene que haber negociaciones políticas y diplomáticas siempre que sea posible. Pero las probabilidades de alcanzar un acuerdo constitucional en el este de Ucrania que sea aceptable tanto para Rusia como para Kiev son escasas. Las dos partes no pueden ponerse de acuerdo en lo que significan decir palabras como descentralización, federalización y estatus especial ni en cuáles son las zonas a las que deben aplicarse. (“Ucrania es libre de aprobar las leyes que quiera”, declaró un jefe rebelde en Donetsk a AFP, “pero no pensamos en federalismo”).

Y, sobre todo, Putin no puede querer un verdadero acuerdo estable, pacífico y duradero, porque entonces Ucrania podría funcionar como Estado federal y acercarse a la UE. Puede que a él y a sus seguidores les importe el futuro de los que llaman “rusos” en los países vecinos, pero el gran juego que le interesa al presidente es geopolítico y no tiene nada que ver con los derechos de las minorías locales.

Mientras tanto, Europa puede tomar otras medidas políticas. Ahora que los parlamentos europeo y ucraniano han ratificado el acuerdo de asociación, la UE debe ayudar a Ucrania a ser un Estado más o menos funcional. Si la Unión pretende ganarse a los habitantes de habla rusa, lo mejor que puede hacer es dar pasos hacia la exención de visado para la mayoría de los ucranios. La experiencia indica que es la forma más rápida de cambiar las opiniones en la Europa poscomunista, pero es evidente que es un trago difícil para una Europa occidental recelosa ante la inmigración.

A cambio de esos incentivos, los ucranianos deben tomarse en serio la reforma de su Estado. Eso significa, ante todo, combatir la corrupción omnipresente en la política de la Ucrania postsoviética. Eso tiene que cambiar.

En cuanto a los rusos, no debemos olvidar nunca que, a pesar de su popularidad actual, Putin no es Rusia ni Rusia es Putin. Debemos tener siempre presente esa distinción crucial.

En algún momento de los próximos diez años, Putin se marchará.

¿Se acelerará esa marcha si hay unas sanciones económicas más fuertes contra el régimen? Sus consecuencias ya están empezando a notarse, incluso en grandes compañías energéticas como Rosneft, pero, a corto plazo, la mentalidad de asedio fomentada por la propaganda puede reforzar aún más a Putin. A largo plazo, las sanciones le debilitarán. Con los años, los rusos calcularán con pragmatismo qué les interesa más. Los bolsillos de las familias podrán más que el alma imperial colectiva.

Sobre todo, si se ve que Ucrania prospera y Rusia, no. Para que prospere, será crucial encontrar el difícil equilibrio entre desarrollar la relación comercial e inversora de Ucrania con la UE y no cortar sus lazos económicos con Rusia. El acuerdo firmado este mes para aplazar la aplicación del tratado de libre comercio entre la UE y Ucrania permite ganar algo de tiempo para buscar una solución.

Luego está la cuestión energética. Aproximadamente la mitad de los ingresos federales de Rusia proceden del gas y el petróleo. Gran parte de Europa necesita el combustible ruso para poder tener luz. Si la UE se encamina hacia la independencia energética –que exige una red de interdependencia energética de los Estados miembros–, el equilibrio de poder entre Rusia y Europa sufrirá una alteración decisiva. Al ayudar a Ucrania, Europa se ayudará a sí misma.

Estas no son más que unas cuantas sugerencias para un plan a diez años. Pueden estar en desacuerdo con unas, o proponer otras distintas. Lo que es indudable es que Europa necesita ese plan; que tendrá muchos componentes, no dos o tres muy llamativos; que sus principales instrumentos serán económicos y políticos, no militares; que deberá ser constante en la estrategia y flexible en la táctica; y que tardará mucho tiempo en dar fruto. Si Europa posee la visión, la voluntad y la paciencia necesarias, el resultado traerá a la mente la vieja fábula del frío viento del Este y el sol que apuestan sobre cuál de los dos es capaz de quitarle el abrigo a un hombre que pasa. El viento sopla y sopla, y el hombre se estremece y se envuelve aun más para protegerse del frío. Entonces reluce el sol, y el hombre, sudoroso, se lo quita.




Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Una nación se mantiene unida en democracia con respeto a su diversidad

Tras el referéndum independentista en Escocia, el Reino Unido ha quedado como lo identifica la última palabra (en español) de su histórico nombre: Unido.  Nítidamente, los escoses le dijeron NO (55%) a separarse de Gran Bretaña. Aún así, David Cameron el primer ministro británico, evitó el tono triunfalista en el discurso que dio apenas se conocieron los resultados.

Cameron explicó que decidió convocar este referéndum para respetar la voluntad del Parlamento escocés y que, finalmente, el debate ha servido para cerrar este asunto por varias generaciones. El líder del movimiento independentista, Alex Salmond, aceptó la derrota con hidalguía, felicitó la forma en que se desarrollo el proceso y realizó un llamado a la unidad del país. ¡Un ejemplo de democracia!

Como señala el Financial Time, “aquí el pueblo deliberó para saber cuál sería su destino, sabiendo que su decisión sería histórica. De esta manera la soberanía popular y la democracia recuperaron su majestuosidad”.

Esto ha ocurrido porque Gran Bretaña es una sociedad (podría decirse una civilización) en la que la democracia es auténtica y plena. En esta nación funciona un sistema democrático de verdad, que cumple con elecciones que tienen la tres “f” fundamentales: free, fair and frequent (libres, justas y frecuentes). Es decir que no basta el voto para que haya democracia, como nos quieren hacer creer los autócratas venezolanos, ecuatorianos y argentinos. Pero más importante aún, en dónde se respeta la voluntad de los ciudadanos. La democracia, no es la dictadura de la mayoría, sino el respeto por lo que piensan las minorías. Por eso, Cameron se apresuró en señalar que se acelerarán las medidas para darle mayor autonomía a Escocia, tal y como había prometido.  

Qué envidia deben haber sentido los ciudadanos de otras regiones del mundo a los que se les impide expresarse de esta manera. La situación que se vive en Escocia es diametralmente opuesta a lo que ocurre en Ucrania, por ejemplo. La pantomima de referendo que se hizo en Crimea para justificar la anexión militar de esta península por parte de Rusia está en las antípodas del proceso británico. Y mucho más grave aún, los enfrentamientos entre fuerzas prorusos (soliviantadas y armadas por Putin) y el ejército ucraniano para controlar amplias regiones.

Los tibetanos y kurdos turcos, también debe ambicionar vivir en una nación que sea capaz de respetar las diferencias. Y por supuesto los millones de musulmanes (especialmente mujeres) que han caído en manos de los integristas de ISIS o se hallan bajo los designios de los talibanes en el norte de Paquistán y Afganistán. Por ello, como señala Financial Time: “En un mundo donde el capitalismo autoritario se consolida desde Shanghai a la frontera con Polonia, desde Murmansk a Afganistán, fue bueno ver cómo un pueblo se llena de vida cuando se les da la oportunidad de ejercer tanto las libertades privadas de consumo capitalista y las libertades públicas de la vida democrática”.

Esta es una de la primera de las grandes lecciones que deja para el Perú el referendo escocés. Ese es el tipo de democracia a la que debemos aspirar. Por ello debemos defendernos y denunciar al pensamiento chavista que intenta imponer un remedo de democracia en las que las elecciones nunca tienen las tres f (free, faird a frequent). Por esa misma razón, en la actual coyuntura se debe evitar la reelección (ya sea está conyugal o no), porque limitan estas condiciones fundamentales.

La otra lección que nos deja, es “la idea de que la vida en democracia es vivir en y a través de profundas diferencias. El Reino Unido sobrevivirá en el fututo porque permite que intensas tradiciones nacionales [regionales y locales] compartan un mismo espacio democrático”, señala el Financial Time. El no, ha prevalecido porque “en los acordes místicos de la memoria aún permanecen firmemente el sentido de que los escoceses e ingleses, galeses e irlandeses lucharon juntos y, muchas veces, murieron juntos por las mismas libertades”.

El pasado común al fin de cuentas une a los pueblos por más diverso y diferente que sean. Una gran nación se forja por la acumulación de las experiencias de su pasado, por más traumático que este haya sido. Así, lo señaló en Lima el vice-presidente del Banco Central de China algo más de diez años atrás cuando visitó al Perú, como recuerda Pablo Bustamante, en referencia a la historia reciente de China: En medio un siglo pasaron de la dinastía de los manchúes en que el país estaba en la anarquía, la instauración de la República por Chiang Kai-sheg, la invasión japonesa, diez años de guerra entre los nacionalistas y los comunistas, 25 años de una dictadura comunista que quiso borrar la historia quemando sus libros y asesinando a los profesores e intelectuales entre los 60 millones muertes de chinos atribuidas a Mao, para ser conducidos luego por Deng Xiaoping a más de 45 años de capitalismo bajo el control de un partido único, el partido comunista chino que practica ahora la meritocracia entre sus rangos.
Lo que enfatizó, entonces, el expositor fue la habilidad social del pueblo chino para entender su historia como un proceso continuo.

En resumen, acá tenemos dos lecciones muy importantes para el Perú. La democracia, permite que las diferencias se expresen y respeten. Son procesos para elegir un camino, no una guerra interna, y mucho menos la oportunidad para que la mayoría haga escarnio y abuso de su posición. Su esencia es el respeto de las minorías.

Una segunda lección es como debemos ver nuestra historia. El Perú es uno de los pocos países Milenarios en la tierra, pero no llegamos a tomar conciencia de esta maravillosa herencia y persistimos en ver nuestra historia como una secuencia de discontinuidades, opuestas entre sí, contradictorias y hasta pretendemos desconocer algún período. Esta malformación social la hemos heredado incluso en la República, donde muchas veces los nuevos gobiernos pretenden desandar o sepultar las obras y proyectos de sus antecesores. Así como no importa el color del gato, si come ratones, tampoco importa el color de las banderas políticas o las etapas de nuestra historia con las que no nos identifiquemos. ¡La historia es una suma, un continuo y todos somos sus hijos!   Lampadia




Paralelismos con 1937

Paralelismos con 1937

Los riesgos de no evitar o asumir “nuevas realidades”

Por Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía 2013, Profesor de Economía en la Universidad de Yale. Autor del libro: Irrational Exuberance, que en su segunda edición predijo el colapso de la burbuja inmobiliaria que originó la última crisis financiera global.

Publicado por Project Syndicate el 11 de setiembre del 2014

Traducido del inglés por Carlos Manzano

Comentario de Lampadia:

El planteamiento de Shiller sobre el tratamiento de tema de Rusia, es muy atractivo en teoría, pero la experiencia histórica nos muestra que ante ciertos acontecimientos hay que actuar con visión y liderazgo, o “acumen” como se diría en EEUU (perspicacia, sagacidad y agudeza). Los pedidos de negociaciones diplomáticas o de apaciguamiento como los de Neville Chamberlain con Hitler en el Reino Unido en 1938 o  de Javier Pérez de Cuellar con Saddam Hussein en Iraq antes de la Primera Guerra del Golfo, solo le dieron a los agresores, espacios y licencias para avanzar o prepararse en la línea de sus indeseables designios.

En cuanto la reacción de los pueblos, ante un cambio significativo en el ritmo de crecimiento de la economía, cuando se empieza a percibir que puede convertirse en la “nueva realidad”, también tenemos ejemplos más recientes de los llamados “inconformes”, y de las protestas en el deslucido Brasil, después de un par de gobiernos socialistas (a puertas de un mundial de futbol en su propia casa).

Como hemos advertido en Lampadia (ver: La situación no está para tafetanes, se requieren acciones inmediatas), si en el Perú, el gobierno no reacciona pronto alentando de nuevo la inversión en proyectos mineros o energéticos de envergadura o viabiliza la ejecución de las concesiones más importantes, entre la parálisis de la inversión privada y el calendario político que se viene, podemos terminar con una inflexión de largo plazo que, en medio de un proceso electoral de casi dos años) puede ser aprovechado para desestabilizar el desarrollo potencial del país. ¡Este escenario  debe ser evitado con absoluta decisión!

Artículo de Schiller:       

NEW HAVEN – La depresión que siguió al desplome del mercado de valores en 1929 cobró un cariz peor ocho años después y la recuperación llegó sólo con el enorme estímulo económico proporcionado por la segunda guerra mundial, conflicto que costó más de sesenta millones de vidas. Cuando por fin llegó la recuperación, gran parte de Europa y Asia estaba en ruinas.

La actual situación mundial no es ni mucho menos tan espantosa, pero hay paralelismos, en particular con 1937. Ahora, como entonces, la decepción de la población se ha prolongado durante mucho tiempo y muchos están desesperados. Están empezando a temer más por su futuro económico a largo plazo y semejantes temores pueden tener consecuencias graves.

Por ejemplo, las repercusiones de la crisis financiera de 2008 en las economías ucraniana y rusa podrían ser la causa última de la reciente guerra en esa zona. Según el Fondo Monetario Internacional, tanto Ucrania como Rusia experimentaron un crecimiento espectacular de 2002 a 2007; en esos cinco años, el PIB real por habitante aumentó un 52 por ciento en Ucrania y un 46 por ciento en Rusia. Eso ya es historia: el año pasado, el aumento del PIB real por habitante ascendió sólo al 0,2 por ciento en Ucrania y a sólo el 1,3 por ciento en Rusia. El descontento provocado por semejante decepción puede ayudar a explicar la irritación de los separatistas ucranianos, el descontento de los rusos y la decisión por parte del Presidente de Rusia, Vladimir Putin, de anexionarse a Crimea y apoyar a los separatistas.

Hay un nombre para la desesperación que ha estado impulsando el descontento –y no sólo en Rusia y en Ucrania– desde la crisis financiera. Es el de “nueva normalidad,” que se refiere a las reducidas perspectivas de crecimiento económico a largo plazo, término popularizado por Bill Gross, fundador de la gigantesca gestora de bonos PIMCO.

También entonces, la desesperación sentida después de 1937 propició la aparición de términos nuevos similares. “Estancamiento perdurable”, referido a un malestar económico a largo plazo, es un ejemplo. La palabra “secular” procede del latín saeculum, que significa una generación o un siglo. La palabra “estancamiento” sugiere un pantano, que entraña un caldo de cultivo de peligros virulentos. A finales del decenio de 1930, había también preocupación por el descontento en Europa, que ya había impulsado el ascenso de Adolf Hitler y Benito Mussolini.

El otro término que de repente adquirió prominencia hacia 1937 fue “infraconsumismo”: la teoría de que las personas temerosas pueden querer ahorrar demasiado para futuros tiempos difíciles. Además, la cantidad de ahorro que las personas desean excede las oportunidades de inversión disponibles. A consecuencia de ello, el deseo de ahorrar no aumentará el ahorro agregado para la creación de nuevas empresas, construir y vender nuevos edificios y demás. Aunque los inversores pueden hacer que suban los precios de los activos de capital existentes, sus intentos de ahorrar no hacen sino desacelerar la economía.

Los de “estancamiento perdurable” e “infraconsumismo” son términos que revelan un pesimismo subyacente, que, al disuadir del ahorro, no sólo intensifica la debilidad de una economía, sino que, además, engendra ira, intolerancia y posible violencia.

En su magnum opus Las consecuencias  morales del crecimiento económicoBenjamin M. Friedman mostró muchos ejemplos de que el declinar del crecimiento económico ha originado –con lapsos variables y a veces largos– intolerancia, nacionalismo agresivo y guerra. Concluyó que “el valor de un aumento del nivel de vida estriba no sólo en las mejoras concretas que aporta a la vida de las personas, sino también en cómo moldea el carácter social, político y en última instancia moral de un pueblo”.

Habrá quienes duden de la importancia del crecimiento económico. Tal vez – dicen muchos– seamos demasiado ambiciosos y deberíamos disfrutar de una mayor calidad de vida con mayor ocio. Puede que tengan razón.

Pero la verdadera cuestión es el amor propio y los procesos de comparación social que el psicólogo Leon Festinger observó como rasgo humano universal. Aunque muchos lo negarán, siempre estamos comparándonos con otros y abrigando la esperanza de subir por la escala social. Las personas nunca estarán contentas con nuevas oportunidades de ocio, si parecen indicar su fracaso respecto de otros.

La esperanza de que el crecimiento económico fomente la paz y la tolerancia se basa en la tendencia de las personas a compararse no sólo con otras en el presente, sino también con lo que recuerdan de personas –incluidas ellas mismas– en el pasado. Según Friedmann, “evidentemente, nada puede permitir a la mayoría de la población tener una situación económico mejor que la de todos los demás, pero sí que es posible que la mayoría de las personas tengan una situación económica mejor que la que tenían y eso es lo que significa el crecimiento económico”.

El aspecto negativo de las sanciones impuestas a Rusia por su comportamiento en la Ucrania oriental es el de que pueden producir una recesión en toda Europa y fuera de ella. Así, habrá en el mundo rusos, ucranianos y europeos descontentos, cuya sensación de confianza y su apoyo a las instituciones democráticas pacíficas se debilitarán.

Si bien algunos tipos de sanciones contra la agresión internacional parecen necesarias, no debemos olvidar los riesgos relacionados con medidas extremas o penalizadoras. Sería muy deseable llegar a un acuerdo para poner fin a las sanciones, integrar a Rusia (y a Ucrania) más plenamente en la economía mundial y acompañar esas medidas con políticas económicas expansionistas. Para resolver el conflicto actual, es necesario al menos eso.




La Paz es el camino de la Prosperidad y de la Libertad

La Paz es el camino de la Prosperidad y de la Libertad

Se acaba de informar que el Perú, a través de su Ministro de Defensa, Pedro Cateriano, ha firmado un convenio con el gobierno ruso para fabricar helicópteros militares en la Pampa de la Joya en Arequipa.

Esto coincide con uno de los momentos más delicados de la paz mundial, con dos nuevos conflictos: el de la anexión de Crimea por Rusia, la desestabilización violenta de Ucrania y el asesinato de 289 inocentes del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, el primero y; la aparición en escena de ISIS y su autoproclamado Califato, que asesina inocentes a mansalva, ufanándose de sus crímenes y que amenaza con tomar casi todo medio oriente, el norte de África, Portugal, España y Austria. 

En ambos conflictos está directamente implicado Vladimir Putin, el ex miembro de la KGB que ahora domina Rusia a su antojo. Según Timothy Garton Ash, en 1994 escucho a Putin decir que Rusia había entregado de forma voluntaria “inmensos territorios” a las antiguas repúblicas soviéticas, entre ellas zonas “que históricamente han pertenecido siempre a Rusia”. (…) Rusia no podía abandonar a su suerte a esos “25 millones de rusos” que habían pasado a vivir en el extranjero. El mundo debía respetar los intereses del Estado ruso “y del pueblo ruso como gran nación”.

Nuevamente Rusia y Putin son una grave amenaza para la paz mundial. El mundo civilizado debe repudiarlos con decisión, fuerza y coherencia.

Europa occidental ha impuesto varias sanciones a Rusia, entre ellas, un embargo de la venta de alimentos, pero, increíblemente, el trio de gobernantas socialistas de Brasil, Argentina y Chile, quieren ver si se ganan alguito vendiendo sus alimentos. Por fin la díscola Francia, acaba de anunciar que suspenderá la entrega de buques de guerra a Rusia.

Todo este proceso está originando que, 100 años después del inicio de la Primera Guerra Mundial, el mundo esté entrando en una estúpida carrera armamentista. Lo de Ucrania cae por su propio peso, pero la pacífica Polonia se ha visto precisada a protegerse de las ambiciones imperialistas de Putin. Lo mismo está sucediendo con otros países de la región. La OTAN acaba de acordar en Bruselas que sus países miembros aumenten sus presupuestos de defensa al 2% de su PBI.

A esto se suma el desarrollo de armamentos de China y Japón, que no lo hacía desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Además, por supuesto, subsisten y se agravan otros conflictos como el de Israel con los palestinos, la guerra civil de Sudán del sur y otros.

Como se puede apreciar en el primer gráfico, líneas arriba, durante las últimas décadas la humanidad ha vivido un período notoriamente más pacífico. Según el mismo Mahbubani, citado en dicho gráfico, este ha sido uno de los factores más importantes de la prosperidad global, pues cada vez hemos perdido menos gente en las guerras que “solo dejan a las sociedades peor, nunca mejor”.

Hace unas semanas publicamos en Lampadia: El Perú debe sumarse al boicot contra Rusia. En esa publicación se planteaba que el Perú debía ocupar de una vez, un mayor espacio de liderazgo en un concierto internacional debilitado institucionalmente. Y a diferencia de los gobiernos de Brasil y Argentina, seguidos por la Chile de Bachelet, no debíamos venderle a los rusos ni una cebolla, y debíamos también suspender la negociación del TLC y retirar de nuestro Embajador de Moscú.

Por otro lado es de esperarse que antes que sean las armas, las que determinen el futuro de la humanidad, sean los propios rusos los que se deshagan de Putin, quien también abusa de su población, con un régimen despótico que se ha adueñado del país. Lampadia